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Miniserie

7,6
21.976
10
19 de marzo de 2025
19 de marzo de 2025
26 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno se dispone a ver una miniserie británica, ya se sabe que la cosa va a ir bien. Si, además, está interpretada por Stephen Graham, es seguro que será buenísima. Pero lo que no me podía imaginar, y más siendo un producto de Netflix, es que me iba a encontrar con una OBRA MAESTRA con todas y cada una de sus letras.
Me ha cogido del todo desprevenido. Desgraciadamente, uno es testigo demasiadas pocas veces en su vida de una narración de las que te dejan tocado, te obligan a reflexionar profundamente y te plantea cuestiones sobre las que ni siquiera estás seguro de desear conocer las respuestas, por la envergadura de sus posibles implicaciones. Y, por si fuera poco, es capaz de contarlo de una manera entretenida, que te impide despegar los ojos de la pantalla. De las últimas veces que recuerdo sentir algo parecido fue con "Almas en pena de Inisherin" de Martin McDonagh y la "La juventud" de Sorrentino.
Esta miniserie te hace reflexionar sobre la desconexión entre los adultos y nuestros jóvenes. Ni más ni menos. Como he leído en una crítica, y cito, "las metodologías para establecer líneas de comunicación con los jóvenes han quedado obsoletas por parte de la docencia, la pedagogía y la psicología". Yo, que precisamente soy psicólogo y docente, no puedo estar más de acuerdo con esta conclusión. Y, aunque era algo que intuía y rumiaba en mi interior, esta miniserie me lo ha estampado en la cara, por si acaso me negaba a aceptarlo.
De hecho, aún sigo madurando lo que he visto. Y ese, señoras y señores, es el poder del CINE con mayúsculas. El que se te queda impregnado en la memoria para siempre. Y, también por ello, es una obra de arte.
Me ha cogido del todo desprevenido. Desgraciadamente, uno es testigo demasiadas pocas veces en su vida de una narración de las que te dejan tocado, te obligan a reflexionar profundamente y te plantea cuestiones sobre las que ni siquiera estás seguro de desear conocer las respuestas, por la envergadura de sus posibles implicaciones. Y, por si fuera poco, es capaz de contarlo de una manera entretenida, que te impide despegar los ojos de la pantalla. De las últimas veces que recuerdo sentir algo parecido fue con "Almas en pena de Inisherin" de Martin McDonagh y la "La juventud" de Sorrentino.
Esta miniserie te hace reflexionar sobre la desconexión entre los adultos y nuestros jóvenes. Ni más ni menos. Como he leído en una crítica, y cito, "las metodologías para establecer líneas de comunicación con los jóvenes han quedado obsoletas por parte de la docencia, la pedagogía y la psicología". Yo, que precisamente soy psicólogo y docente, no puedo estar más de acuerdo con esta conclusión. Y, aunque era algo que intuía y rumiaba en mi interior, esta miniserie me lo ha estampado en la cara, por si acaso me negaba a aceptarlo.
De hecho, aún sigo madurando lo que he visto. Y ese, señoras y señores, es el poder del CINE con mayúsculas. El que se te queda impregnado en la memoria para siempre. Y, también por ello, es una obra de arte.

6,9
38.519
2
6 de septiembre de 2018
6 de septiembre de 2018
30 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer vi la película de "Campeones" de Javier Fesser de la que tan buenas críticas he leído y que tan buena nota tiene en filmafinnity (un sorpresivo 7,3), que hasta Carlos Boyero la pone bien y... vaya chasco. Y por dos razones:
La primera es la ambigüedad de "vamos a reírnos de las tonterías del tonto, pero para que no cante mucho algo tan políticamente incorrecto, vamos a darle la vuelta para que los tontos den una lección de humildad a los normales y así damos el mensaje de a ver quién es más tonto: el tonto que sabe que es tonto o el listo que se cree listo". No sé si me explico. Reírse del tonto pero hasta cierto punto y sin que se note mucho. Nos reímos también de nosotros y así compensamos y disimulamos.
Oye, que no soy para nada un adalid de lo políticamente correcto; que si hay que reírse de las tonterías del tonto pues nos reímos (como me reiría de las tonterías de cualquiera, tuviera o no una discapacidad), pero no me lo disimules con la patina pseudomoralista y super manida de "al final los discapacitados son más listos y mejores que los no discapacitados, hasta el punto de que su discapacidad parece ser más bien una bendición". Venga ya, Feisser, con el falso buenismo...
Es como señalar a un síndrome de Down y decir, "eh, oye, que aunque tenga una discapacidad y haga o diga cosas que nos hacen gracia, también es persona y tiene corazón. De hecho voy a hacer una peli para demostrarlo". Manda huevos. Menos mal que está Feisser para recordádnoslo. Y mientras a pasar por caja.
Y la segunda razón es más sencilla. Es muy aburrida y los chistes no tienen gracia. Se hace interminable y tiene como tres o cuatros amagos de final que uno piensa "por fin...", pero no, hay otra escena más, y después otra más.
En definitiva, que tonto es el que hace tonterías, ya lo decía Forrest Gump, y desde mi punto de vista esta peli es una tontería y de las grandes.
Por cierto, habrá que examinar por qué a Javier Feisser le van los discapacitados y demás personas con algún tipo de tara física o mental. Lo suyo ya raya en la parafilia.
La primera es la ambigüedad de "vamos a reírnos de las tonterías del tonto, pero para que no cante mucho algo tan políticamente incorrecto, vamos a darle la vuelta para que los tontos den una lección de humildad a los normales y así damos el mensaje de a ver quién es más tonto: el tonto que sabe que es tonto o el listo que se cree listo". No sé si me explico. Reírse del tonto pero hasta cierto punto y sin que se note mucho. Nos reímos también de nosotros y así compensamos y disimulamos.
Oye, que no soy para nada un adalid de lo políticamente correcto; que si hay que reírse de las tonterías del tonto pues nos reímos (como me reiría de las tonterías de cualquiera, tuviera o no una discapacidad), pero no me lo disimules con la patina pseudomoralista y super manida de "al final los discapacitados son más listos y mejores que los no discapacitados, hasta el punto de que su discapacidad parece ser más bien una bendición". Venga ya, Feisser, con el falso buenismo...
Es como señalar a un síndrome de Down y decir, "eh, oye, que aunque tenga una discapacidad y haga o diga cosas que nos hacen gracia, también es persona y tiene corazón. De hecho voy a hacer una peli para demostrarlo". Manda huevos. Menos mal que está Feisser para recordádnoslo. Y mientras a pasar por caja.
Y la segunda razón es más sencilla. Es muy aburrida y los chistes no tienen gracia. Se hace interminable y tiene como tres o cuatros amagos de final que uno piensa "por fin...", pero no, hay otra escena más, y después otra más.
En definitiva, que tonto es el que hace tonterías, ya lo decía Forrest Gump, y desde mi punto de vista esta peli es una tontería y de las grandes.
Por cierto, habrá que examinar por qué a Javier Feisser le van los discapacitados y demás personas con algún tipo de tara física o mental. Lo suyo ya raya en la parafilia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Eso sí, el único chiste que me hizo gracia fue el que hace la madre del protagonista cuando dice: "¿Discapacitados intelectuales? ¿Qué es eso, escritores en silla de ruedas?"
Miniserie

7,1
2.491
7
29 de agosto de 2018
29 de agosto de 2018
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Patrck Melrose es la nueva miniserie de Showtime interpretada por Benedict Cumberbatch e inspirada en los libros de Edward St Aubyn. Es la historia tantas veces contada de trauma infantil, posterior periodo de autodestrucción adulta y redención/resiliencia final. El problema (si lo hay) es que la historia está dentro de un envoltorio demasiado aristócrata que impide empatizar con una pléyade de personajes desocupados y ociosos. Personajes que, con típica flema inglesa, pronuncian frases del tipo: "Oh, no soporto la pena, me estropea el rimmel" o "Querida, no entiendo cómo has podido criar a tus hijos sin una asistenta" o "Por Dios, Patrick, deberías venir a la recepción de la princesa Margarita. Además es una fiesta, no se espera que uno lo pase bien...". Supongo que sabréis a lo que me refiero. Humor inglés socarrón y elitista. Diálogos donde se establecen batallas de ingenio cargados de desdén y misantropía entre gente que no ha tomado jamás un metro (incluso hacen un chascarrillo al respecto).
Dentro de este envoltorio decadente, como decía, se nos presenta la historia de Patrick Melrose, un "poor rich child" repleto de demonios interiores con severas adicciones producto de unas enfermizas (por llamarlas de algún modo) relaciones paterno/materno-filiales. Especialmente cruda es la relación con el padre, interpretado por Hugo Weaving. Un ser completamente cruel que representa el mal por el mal, sin matices, lo cual, a mi modo de ver, empobrece la trama. Si bien es cierto que la historia siempre se nos presenta desde el punto de vista y los recuerdos de Patrick, no existiendo apenas otras perspectivas que sirvan de contrapunto. La historia sigue al protagonista a lo largo de varios periodos de su vida en pos de, a veces, una ansiada recuperación y, otras, de la total autoaniquilación. En fin, los ricos también lloran.
Entiendo que en el trasfondo de esta serie (y supongo que de las novelas autobiográficas de St Aubyn) se encierra una agría crítica hacia la decadente y superficial alta sociedad británica donde las formas importan siempre más que el fondo y donde ignorar algo es el mejor modo de no reconocer su existencia. Ya se sabe, la expresión de las emociones siempre ha sido patrimonio de los pobres. Pero ni siquiera en eso es original. Ya se encuentra en obras muy anteriores (véase Jane Austen, Charlotte Brontë e incluso Oscar Wilde). En algo me recuerdan a las películas de Ivory (sobre todo las escenas rodadas en el sur de Francia), si bien en esta serie el fondo es más desgarrador y, por supuesto, menos decimonónico.
No obstante, destaco los dos primeros capítulos de los cinco que la componen, así como unas soberbias interpretaciones (especialmente las de unos siempre solventes Cumberbatch y Weaving). Atención a la cuidada fotografía, a la música y a los lisérgicos títulos de créditos.
Dentro de este envoltorio decadente, como decía, se nos presenta la historia de Patrick Melrose, un "poor rich child" repleto de demonios interiores con severas adicciones producto de unas enfermizas (por llamarlas de algún modo) relaciones paterno/materno-filiales. Especialmente cruda es la relación con el padre, interpretado por Hugo Weaving. Un ser completamente cruel que representa el mal por el mal, sin matices, lo cual, a mi modo de ver, empobrece la trama. Si bien es cierto que la historia siempre se nos presenta desde el punto de vista y los recuerdos de Patrick, no existiendo apenas otras perspectivas que sirvan de contrapunto. La historia sigue al protagonista a lo largo de varios periodos de su vida en pos de, a veces, una ansiada recuperación y, otras, de la total autoaniquilación. En fin, los ricos también lloran.
Entiendo que en el trasfondo de esta serie (y supongo que de las novelas autobiográficas de St Aubyn) se encierra una agría crítica hacia la decadente y superficial alta sociedad británica donde las formas importan siempre más que el fondo y donde ignorar algo es el mejor modo de no reconocer su existencia. Ya se sabe, la expresión de las emociones siempre ha sido patrimonio de los pobres. Pero ni siquiera en eso es original. Ya se encuentra en obras muy anteriores (véase Jane Austen, Charlotte Brontë e incluso Oscar Wilde). En algo me recuerdan a las películas de Ivory (sobre todo las escenas rodadas en el sur de Francia), si bien en esta serie el fondo es más desgarrador y, por supuesto, menos decimonónico.
No obstante, destaco los dos primeros capítulos de los cinco que la componen, así como unas soberbias interpretaciones (especialmente las de unos siempre solventes Cumberbatch y Weaving). Atención a la cuidada fotografía, a la música y a los lisérgicos títulos de créditos.

6,8
32.502
3
12 de diciembre de 2019
12 de diciembre de 2019
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, es verdad que Almodovar no es santo de mi devoción, y que hace tiempo que no veo una película suya. Simplemente me da un perezón terrible. No obstante, vistas las críticas a su última película y los premios que ha cosechado Banderas (entre ellos el de mejor actor en Cannes), finalmente decidí ver "Horror y Gloria", perdón, "Dolor y Gloria" (aunque bien hubiera podido titularse "Almodovar nos cuenta sus achaques y sale Rosalía").
Palabrita del niño Jesús que intenté verla sin prejuicios, pero no tengo más remedio en afianzarme en mi opinión sobre el director manchego. Es un coñazo de coco y huevo. Veamos, Banderas está genial porque me parece que con la edad, y a medida que ha ganado en madurez, se ha convertido en un excelente actor. Además me cae genial, sobre todo por los discursos que suelta cuando le dan algún premio. Un tipo cabal y sencillo, al que no se le ha subido el estrellato a la mollera. Muy bien. Nada que objetar a su actuación.
Lo que pasa es que si a un buen actor le das una mierda de historia, aunque lo haga estupendamente no va a hacer el papel de su vida (por muchos premios que le den). Y eso es lo que le pasa a esta peli. La historia será muy intimista e introspectiva y todo lo que queráis, pero yo no empatizo con ella ni con su director. No empatizo y no empatizo. ¿Tú empatizas con Almodovar? Pues yo no empatizo. Y lo he intentado. Al fin y al cabo de lo que más le gusta hablar a Almodovar en la mayoría de sus pelis es de él mismo. A veces de forma directa, a veces de forma indirecta y a veces de forma idealizada. Vale. Pero de sí mismo en definitiva y de su historia personal.
También es verdad que envuelve toda esa trama personal en un celofán colorista con multitud de situaciones esperpénticas y que distraen del tema principal de cada una de sus cintas: él mismo. Antes por lo menos te reías con algunas de esas situaciones trágico-cómicas y de algún chascarrilo ocasional. Pero últimamente, como se ha vuelto más introspectivo (es la edad), ni siquiera te da opción a que puedas soltar un "jaja" en sus películas. Y claro, lo que queda es un melodrama intimista y personal, que a él le resultará de lo más sensible pero a mí me parece un rollo del copón.
Volvemos a los temas recurrentes de su filmografía que se repiten cíclicamente, porque el manchego no sabe contar otra cosa que no sea siempre lo mismo: su infancia en el pueblo, su madre, sus relaciones, la homosexualidad, las drogas ochenteras, el sexo, y la estancada y sempiterna añoranza de la movida madrileña de los 80 y que, al parecer, dicen ahora, tampoco fue pa' tanto. Y poco más. Lo demás, no nos engañemos, es un artificio para contar lo mismo más o menos de forma diferente, pero repitiéndose hasta la saciedad.
Y además, algo que no soporto de un director, es que no deje espacio a la imaginación e interpretación del espectador (saludos a Cristopher Nolan). Es decir, que te subrayen lo obvio, por si no quedara claro. Y esto lo hace Almodovar en esta película. Por si no queda claro que la película va de él, ¿adivináis a qué se dedica el protagonista? Exacto. Es director de cine. Ni siquiera se ha molestado en hacerlo pintor, escultor, dramaturgo o de cualquier otra rama artística. No, es director de cine por si no te has enterado de que Banderas es Almodovar (eso mismo lo hace en bastantes de sus historias). Además la firma como "Almodovar", sin el Pedro, porque ya se sabe que Almodovar sólo hay uno (válgame Dios). Y para más inri, en uno de los carteles de esta película, vemos que la sombra de Banderas es de... ¿adivináis? Vaya, no me lo esperaba... . Hummm... sospecho que esta peli es autobiográfica. Gracias Almodovar por dármelo todo mascadito. No hubiera caído sin tu ayuda. Coño Pedro, si va de ti, ten al menos la valentía de ponerle al personaje de Banderas tu nombre y al de Sbaraglia el de Eusebio Poncela.
Total, que Almodovar, como otros tantos directores, ha sabido vivir del cuento durante décadas porque se les ha mitificado a ellos y a su obra (de ahí su éxito). Directores pseudointelectuales onanistas mainstream. Y en esta lista pongo a David Lynch, Terrence Malik, Jean Luc Godart y Jim Jarmusch. Pido disculpas, pero como lo siento lo digo. Es lo que hay.
Además, se ve que como Almodovar está mayor (y tiene que ser un hipocondríaco de campeonato), en ésta su última película ha proyectado todas sus neuras sobre la decadencia física y la enfermedad en la figura del personaje de Antonio Banderas. Supongo que sus achaques de señora mayor le han llevado a condensarlos y exagerarlos (porque Almodovar es un exagerado) en esta peli. Y esa es la trama de la película ni más ni menos, aliñada eso sí con una historia sobre el recuerdo del éxito pasado y el breve reencuentro del amor perdido. Un reencuentro, además, autonegado. Hasta el título no puede ser más descriptivo. Un bajonazo. Meh!
Y esta última interjección resume mi opinión sobre esta peli: Meh!
Palabrita del niño Jesús que intenté verla sin prejuicios, pero no tengo más remedio en afianzarme en mi opinión sobre el director manchego. Es un coñazo de coco y huevo. Veamos, Banderas está genial porque me parece que con la edad, y a medida que ha ganado en madurez, se ha convertido en un excelente actor. Además me cae genial, sobre todo por los discursos que suelta cuando le dan algún premio. Un tipo cabal y sencillo, al que no se le ha subido el estrellato a la mollera. Muy bien. Nada que objetar a su actuación.
Lo que pasa es que si a un buen actor le das una mierda de historia, aunque lo haga estupendamente no va a hacer el papel de su vida (por muchos premios que le den). Y eso es lo que le pasa a esta peli. La historia será muy intimista e introspectiva y todo lo que queráis, pero yo no empatizo con ella ni con su director. No empatizo y no empatizo. ¿Tú empatizas con Almodovar? Pues yo no empatizo. Y lo he intentado. Al fin y al cabo de lo que más le gusta hablar a Almodovar en la mayoría de sus pelis es de él mismo. A veces de forma directa, a veces de forma indirecta y a veces de forma idealizada. Vale. Pero de sí mismo en definitiva y de su historia personal.
También es verdad que envuelve toda esa trama personal en un celofán colorista con multitud de situaciones esperpénticas y que distraen del tema principal de cada una de sus cintas: él mismo. Antes por lo menos te reías con algunas de esas situaciones trágico-cómicas y de algún chascarrilo ocasional. Pero últimamente, como se ha vuelto más introspectivo (es la edad), ni siquiera te da opción a que puedas soltar un "jaja" en sus películas. Y claro, lo que queda es un melodrama intimista y personal, que a él le resultará de lo más sensible pero a mí me parece un rollo del copón.
Volvemos a los temas recurrentes de su filmografía que se repiten cíclicamente, porque el manchego no sabe contar otra cosa que no sea siempre lo mismo: su infancia en el pueblo, su madre, sus relaciones, la homosexualidad, las drogas ochenteras, el sexo, y la estancada y sempiterna añoranza de la movida madrileña de los 80 y que, al parecer, dicen ahora, tampoco fue pa' tanto. Y poco más. Lo demás, no nos engañemos, es un artificio para contar lo mismo más o menos de forma diferente, pero repitiéndose hasta la saciedad.
Y además, algo que no soporto de un director, es que no deje espacio a la imaginación e interpretación del espectador (saludos a Cristopher Nolan). Es decir, que te subrayen lo obvio, por si no quedara claro. Y esto lo hace Almodovar en esta película. Por si no queda claro que la película va de él, ¿adivináis a qué se dedica el protagonista? Exacto. Es director de cine. Ni siquiera se ha molestado en hacerlo pintor, escultor, dramaturgo o de cualquier otra rama artística. No, es director de cine por si no te has enterado de que Banderas es Almodovar (eso mismo lo hace en bastantes de sus historias). Además la firma como "Almodovar", sin el Pedro, porque ya se sabe que Almodovar sólo hay uno (válgame Dios). Y para más inri, en uno de los carteles de esta película, vemos que la sombra de Banderas es de... ¿adivináis? Vaya, no me lo esperaba... . Hummm... sospecho que esta peli es autobiográfica. Gracias Almodovar por dármelo todo mascadito. No hubiera caído sin tu ayuda. Coño Pedro, si va de ti, ten al menos la valentía de ponerle al personaje de Banderas tu nombre y al de Sbaraglia el de Eusebio Poncela.
Total, que Almodovar, como otros tantos directores, ha sabido vivir del cuento durante décadas porque se les ha mitificado a ellos y a su obra (de ahí su éxito). Directores pseudointelectuales onanistas mainstream. Y en esta lista pongo a David Lynch, Terrence Malik, Jean Luc Godart y Jim Jarmusch. Pido disculpas, pero como lo siento lo digo. Es lo que hay.
Además, se ve que como Almodovar está mayor (y tiene que ser un hipocondríaco de campeonato), en ésta su última película ha proyectado todas sus neuras sobre la decadencia física y la enfermedad en la figura del personaje de Antonio Banderas. Supongo que sus achaques de señora mayor le han llevado a condensarlos y exagerarlos (porque Almodovar es un exagerado) en esta peli. Y esa es la trama de la película ni más ni menos, aliñada eso sí con una historia sobre el recuerdo del éxito pasado y el breve reencuentro del amor perdido. Un reencuentro, además, autonegado. Hasta el título no puede ser más descriptivo. Un bajonazo. Meh!
Y esta última interjección resume mi opinión sobre esta peli: Meh!

6,1
4.507
9
24 de noviembre de 2022
24 de noviembre de 2022
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película contada en formato de cuento y con una estética barroca que me ha recordado a la dirigida por Matteo Garrone "El cuento de los cuentos" y a la mítica "Las aventuras del barón Münchausen" de Terry Gilliam.
Sin ser una película perfecta, he pasado un buen rato viéndola. Muy interesantes las historias que cuenta el djinn (interpretado por el gran Idris Elba) y que, quien lo diría, me han hecho acudir a la wikipedia para buscar más información acerca de ciertos sultanes del imperio otomano del s. XVII. Su contraparte es la siempre genial Tilda Swinton, a la que tengo especial devoción desde que, hace la friolera de 30 años, interpretó una de mis películas fetiche: "Orlando" (dirigida por Sally Potter y basada en una novela de Virginia Woolf)
.
Una revisión muy interesante de las películas románticas y, por extensión, de los cuentos de genios en lámparas. Además, está dirigida por el veterano George Miller (El aceite de Lorenzo, Mad Max: Furia en la carretera, etc.), lo cual es una garantía.
Si te gustan las metanarraciones, los cuentos dentro de los cuentos y la estética excesiva, la disfrutarás.
Sin ser una película perfecta, he pasado un buen rato viéndola. Muy interesantes las historias que cuenta el djinn (interpretado por el gran Idris Elba) y que, quien lo diría, me han hecho acudir a la wikipedia para buscar más información acerca de ciertos sultanes del imperio otomano del s. XVII. Su contraparte es la siempre genial Tilda Swinton, a la que tengo especial devoción desde que, hace la friolera de 30 años, interpretó una de mis películas fetiche: "Orlando" (dirigida por Sally Potter y basada en una novela de Virginia Woolf)
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Una revisión muy interesante de las películas románticas y, por extensión, de los cuentos de genios en lámparas. Además, está dirigida por el veterano George Miller (El aceite de Lorenzo, Mad Max: Furia en la carretera, etc.), lo cual es una garantía.
Si te gustan las metanarraciones, los cuentos dentro de los cuentos y la estética excesiva, la disfrutarás.
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