Cuando crees que la magia no existe y que la vida se reduce a ir y venir del trabajo, las clases, la rutina... El ilusionista te transporta casi sin esperarlo a un mundo oscuro lleno de conspiraciones y decepciones, pero lleno de magia y fantasía. No como la de Harry Potter, está claro, pero sí de la de los magos de la infancia y los creadores de ilusión.
Cruel e inspiradora, me ha conmovido de una manera que no imaginaba.

Una romántica de esas que sabes cómo acaban, pero no cómo llegan a ese punto.
Aunque nada te sorprende.

Son increibles los Monty. La vida de un hombre confundido con el Mesías le hace despertar y convertirse casi en un profeta.
Son divertidas escenas en las que las confusiones se suceden, pero no con el estilo de Wilder, con una flema británica en la que se hace una crítica social mucho más profunda.

Varias historias bien enlazadas que giran en torno a las relaciones personales: el amor de una hermana, de un padrasto, del primer amor, del último, del de una noche, del que espera durante años...
Todos pretenden demostrar que queremos y que decidimos en base al amor que sentimos en ese momento.