Darren Aronofsky nos regala esta maravillosa cinta en la que nos sorprende con una historia de elementos ya tratados en el pasado pero no relacionados, tales como las rivalidades en el mundo artístico, la obsesión autodestructiva por un objetivo y el amor por el arte.
La fantástica música de Tchaikovski nos envuelve en la magia del ballet clásco donde un convincente Vincent Cassel aporta estilo a la historia.
La transformación progresiva de la protagonista (que a algunos les pude recordar a Carrie) es el centro de la película que comienza como un delicado cisne blanco y finaliza frenéticamente como cisne negro.

Si esperas de esta película algo parecido a La delgada línea roja o Apocalypse Now, te recomiendo tomar medicación para superar las secuelas de su visualización . Pero si asumes que Stallone solamente quiere entretenerte, recurriendo para ello a las viejas glorias del género de acción al mas puro estilo de la productora ochentera Cannon, con sentido del humor y sabiendo en todo momento donde está, relájate, ríete y disfruta durante 100 buenos minutos.

Sin desprestigiar la actual moda de las precuelas, esta respeta mucho su secuela cronológica, atando cada cabo y cada detalle, hecho que hace que cuando terminas de verla tengas ganas de empezar con la "otra".
Es cierto que no aporta nada nuevo pues el agurmento es completamente similar y se limita a ampliar lo que vimos en el pasado, sirviendose para ello de los medios de la época en que vivimos y de unas actuaciones correctas.
Una buena película, un poco gore a veces, que no conseguirá la etiqueta de culto pues existe una tiempo para todo y The Thing ya tuvo el suyo.