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8
19 de mayo de 2011
19 de mayo de 2011
32 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un verano de 2005, con 18 años, me dió por obsesionarme con la muerte. En esos días, llegaba la noche y mi cabeza comenzaba a darle vueltas y vueltas a lo mismo sin yo quererlo. En una de esas madrugadas sin dormir, puse en la tele La2, y allí acababa de empezar una película en la que se veía (en blanco y negro) cielo, mar y un caballero. Era El Séptimo Sello, mi primera película de Ingmar Bergman.
Esa noche no llegué a ninguna conclusión tras ver la película (a lo mejor ni la entendí), pero mi miedo se apaciguó, sentí que no estaba solo ante ese miedo, como cuando le cuentas a un amigo algo que te inquieta, y ese temor-tensión desaparece nada más soltarlo.
Ese verano me hice una cuenta en Filmaffinity e intenté hacerme con toda su filmografía. Quise ver todas sus películas, y me di cuenta de que su cine me gustaba cuando los temas me tocaban personalmente, cuando trataban de temas que me interesaban y de los que me sentía identificado (la muerte, las relaciones de pareja, o la personalidad femenina), pero cuando trataban de algo en lo que yo no pensaba, siempre me decepcionaban.
Dejé de ver películas suyas cuando dejé de tomarme todas mis obsesiones tan en serio o simplemente fueron desapareciendo, aunque seguí interesado en sus temas, por lo que leí sus biografías y vi algunas entrevistas, entre ellas, esta.
Tiene gracia, solemos juzgar a las personas por cosas concretas, y se las aplicamos en general. Cuando "conocí" a Bergman no sabía que era considerado uno de los dioses de los "Gafapastas", que quien lo disfrutaba era considerado un pedante.
En una crítica del usuario Bloomsday a El Séptimo Sello dice "Un tipo sincero nunca puede ser petulante. La pedantería va unida a la impostura, a la apariencia". Y por eso es por lo que sus libros y entrevistas me encantaron, por su total sinceridad. Todo lo que cuenta en sus películas sale de sus entrañas, de sus obsesiones. No intenta adoctrinar a nadie, sólo analizarse a sí mismo.
Este documental-entrevista trata principalmente sobre esto, la sinceridad. Dividido en tres partes, en cada una de ellas responde con total sinceridad a todo lo que la periodista pregunta, ya sea sobre los temas recurrentes de sus películas, anécdotas de su época de director de culto, o de su vida en general. Habla sobre su última esposa, y sobre la llegada de la madurez, y cómo ésta afecta a las obsesiones y los miedos.
Para mí, lo más interesante es ver cómo plantea su vida, en base a rutinas diarías, para que no se apoderen de él sus miedos; su amor por la música (que considera casi divina); y su amor por su última esposa...Y cómo el hecho de perderla puede hacer a uno desear que lo que siempre ha pensado cambie totalmente por volverla a ver.
(Sigue en SPOILER por falta de espacio)
Esa noche no llegué a ninguna conclusión tras ver la película (a lo mejor ni la entendí), pero mi miedo se apaciguó, sentí que no estaba solo ante ese miedo, como cuando le cuentas a un amigo algo que te inquieta, y ese temor-tensión desaparece nada más soltarlo.
Ese verano me hice una cuenta en Filmaffinity e intenté hacerme con toda su filmografía. Quise ver todas sus películas, y me di cuenta de que su cine me gustaba cuando los temas me tocaban personalmente, cuando trataban de temas que me interesaban y de los que me sentía identificado (la muerte, las relaciones de pareja, o la personalidad femenina), pero cuando trataban de algo en lo que yo no pensaba, siempre me decepcionaban.
Dejé de ver películas suyas cuando dejé de tomarme todas mis obsesiones tan en serio o simplemente fueron desapareciendo, aunque seguí interesado en sus temas, por lo que leí sus biografías y vi algunas entrevistas, entre ellas, esta.
Tiene gracia, solemos juzgar a las personas por cosas concretas, y se las aplicamos en general. Cuando "conocí" a Bergman no sabía que era considerado uno de los dioses de los "Gafapastas", que quien lo disfrutaba era considerado un pedante.
En una crítica del usuario Bloomsday a El Séptimo Sello dice "Un tipo sincero nunca puede ser petulante. La pedantería va unida a la impostura, a la apariencia". Y por eso es por lo que sus libros y entrevistas me encantaron, por su total sinceridad. Todo lo que cuenta en sus películas sale de sus entrañas, de sus obsesiones. No intenta adoctrinar a nadie, sólo analizarse a sí mismo.
Este documental-entrevista trata principalmente sobre esto, la sinceridad. Dividido en tres partes, en cada una de ellas responde con total sinceridad a todo lo que la periodista pregunta, ya sea sobre los temas recurrentes de sus películas, anécdotas de su época de director de culto, o de su vida en general. Habla sobre su última esposa, y sobre la llegada de la madurez, y cómo ésta afecta a las obsesiones y los miedos.
Para mí, lo más interesante es ver cómo plantea su vida, en base a rutinas diarías, para que no se apoderen de él sus miedos; su amor por la música (que considera casi divina); y su amor por su última esposa...Y cómo el hecho de perderla puede hacer a uno desear que lo que siempre ha pensado cambie totalmente por volverla a ver.
(Sigue en SPOILER por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Película para todo aquel que esté interesado en la filmografía de Bergman, su personalidad, su vida y sus anécdotas. Y para aquel que guste de escuchar a personas sinceras que se abren en canal (más teniendo en cuenta la edad que tenía cuando se rodó este documental, hablándonos de algo tan poco tratado como la vejez).
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Tras mi famoso verano, empecé la universidad, y en la asignatura de Historia Económica Mundial nos pusieron El Séptimo Sello para verla en clase. Cuando aparece la muerte por primera vez, casi todo el mundo se rió, creo recordar que yo también...Probablemente ninguno se habría reido si la hubiese visto a solas.
Esto siempre me ha llamado la atención.
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Tras mi famoso verano, empecé la universidad, y en la asignatura de Historia Económica Mundial nos pusieron El Séptimo Sello para verla en clase. Cuando aparece la muerte por primera vez, casi todo el mundo se rió, creo recordar que yo también...Probablemente ninguno se habría reido si la hubiese visto a solas.
Esto siempre me ha llamado la atención.
10 de septiembre de 2013
10 de septiembre de 2013
59 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva película de Daniel Sánchez Arévalo, autor de AzulOscuroCasiNegro, Gordos y Primos, con la que (como se puede deducir por el título de esta crítica) guarda muchos puntos en común, es (probablemente) una de las últimas esperanzas del cine español para la taquilla de este año, ya que juega la baza del recuerdo colectivo de un país entero.
No me gustaría comparar, porque ya hay bastantes críticas sobre otras películas que tratan sobre bodas (véase Mi primera boda, que se estrena casi a la vez que ésta), pero está bastante claro que casi todas juegan con los mismos tópicos del género y el resultado no siempre es positivo, de hecho no lo es en la mayoría de los casos. En La gran familia española también está el típico anciano rumboso, un anillo que desaparece, una boda con una familia peculiar, pero todo resulta mucho más natural, bien llevado y mejor desarrollado de lo que suele ser habitual (hasta el término 'final feliz' adquiere aquí matices diferentes).
Es cierto que la película no es perfecta –al principio, uno se siente un poco fuera de lugar, en secuencias como la de la boda (maldito Youtube con sus vídeos), o cuando se nos presenta al segundo hermano de esta gran familia: Benjamín-, pero después de presentar la historia y a los personajes todo comienza a funcionar –el personaje de Benjamín es protagonista de algunos de los mejores golpes de la película-, especialmente cuando se muestra más sincera, cuando deja la comedia a un lado.
Como ya he comentado, guarda muchas similitudes con las anteriores obras de Daniel Sánchez Arévalo; mismos actores representando roles parecidos a los realizados en sus anteriores películas, temas similares, esa conjunción de comedia y drama, y para mí lo más importante, porque es lo que le da el toque más reconocible, la sinceridad con la que aborda las relaciones personales (familiares y de pareja sobre todo), desde un punto de vista más personal del habitual en el cine más comercial. Lo que convierte su cine, para mí, en algo que está por encima de la media. En otras palabras, sabe enlazar muy bien lo comercial con lo autoral para agradar a un público muy amplio.
Surge la duda, mientras se analiza la película, de si sería más interesante que hiciese un cine algo más personal, como quizá hizo con Gordos, película tildada, en su momento, de irregular, aunque, para mí, está, cuanto menos, al mismo nivel que las demás.
La gran familia española es, pues, una película recomendable, tanto para pasar un buen rato de cine, como para ser un poco introspectivos si se quiere. En cualquier caso, la gracia natural de todas las actrices de la película y el cariño que (parece) tiene el director por todos sus actores es algo que se transmite al público, que explorará una amplia gama de emociones que convierten a la película en un acierto, a la espera de ver cómo evoluciona el autor en futuras obras.
No me gustaría comparar, porque ya hay bastantes críticas sobre otras películas que tratan sobre bodas (véase Mi primera boda, que se estrena casi a la vez que ésta), pero está bastante claro que casi todas juegan con los mismos tópicos del género y el resultado no siempre es positivo, de hecho no lo es en la mayoría de los casos. En La gran familia española también está el típico anciano rumboso, un anillo que desaparece, una boda con una familia peculiar, pero todo resulta mucho más natural, bien llevado y mejor desarrollado de lo que suele ser habitual (hasta el término 'final feliz' adquiere aquí matices diferentes).
Es cierto que la película no es perfecta –al principio, uno se siente un poco fuera de lugar, en secuencias como la de la boda (maldito Youtube con sus vídeos), o cuando se nos presenta al segundo hermano de esta gran familia: Benjamín-, pero después de presentar la historia y a los personajes todo comienza a funcionar –el personaje de Benjamín es protagonista de algunos de los mejores golpes de la película-, especialmente cuando se muestra más sincera, cuando deja la comedia a un lado.
Como ya he comentado, guarda muchas similitudes con las anteriores obras de Daniel Sánchez Arévalo; mismos actores representando roles parecidos a los realizados en sus anteriores películas, temas similares, esa conjunción de comedia y drama, y para mí lo más importante, porque es lo que le da el toque más reconocible, la sinceridad con la que aborda las relaciones personales (familiares y de pareja sobre todo), desde un punto de vista más personal del habitual en el cine más comercial. Lo que convierte su cine, para mí, en algo que está por encima de la media. En otras palabras, sabe enlazar muy bien lo comercial con lo autoral para agradar a un público muy amplio.
Surge la duda, mientras se analiza la película, de si sería más interesante que hiciese un cine algo más personal, como quizá hizo con Gordos, película tildada, en su momento, de irregular, aunque, para mí, está, cuanto menos, al mismo nivel que las demás.
La gran familia española es, pues, una película recomendable, tanto para pasar un buen rato de cine, como para ser un poco introspectivos si se quiere. En cualquier caso, la gracia natural de todas las actrices de la película y el cariño que (parece) tiene el director por todos sus actores es algo que se transmite al público, que explorará una amplia gama de emociones que convierten a la película en un acierto, a la espera de ver cómo evoluciona el autor en futuras obras.
16 de enero de 2014
16 de enero de 2014
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un día te levantas por la mañana, te estiras, bostezas ampliamente, te levantas como puedes de tu cama de 90x160 y apartas las cajas del suelo para abrirte paso...
Innovar no es sencillo. Más bien es terriblemente difícil. Más que nada porque a estas alturas casi todo está inventado y resulta muy complicado hacer algo nuevo. Sinceramente, no me incumbe para nada cualquier aspecto técnico de esta película. Es oscura, impetuosa, elegante, cautivadora, digna. No es un homenaje ni un simple tributo a los grandes clásicos. Se diría que intenta ser un compendio de todas las aportaciones iconográficas del género.
La historia, que ni así podríamos llamarla, es de una sencillez abrumadora, y con sencillez se nos narra, pero eso sí, es el modo de narrar lo que hace de esta película un ejercicio único, fascinante.
Lo que diferencia a esta película de otras muy buenas radica en su originalidad, es una historia con magia. Con una espartana puesta en escena, un guión lineal y sencillo, unas interpretaciones soberbias, una música que te llega a todos los rincones del alma, y tal vez el mejor final de toda la historia del cine, nos encontramos aquí ante la que es probablemente la mejor historia de amor, porque además de una belleza indescriptible visualmente, transmite continuamente un misterio que es difícil de desentrañar. Hay tantas películas que la gente califica de "inolvidables" que es difícil acordarse de todas, pero esta vez va en serio.
Posee una rara cualidad: la emoción en el cine procede del efecto multiplicador de la imagen en conexión con la música, las distintas imágenes que se van sucediendo son de tal belleza que olvidas si realmente estás contemplando una película o un vídeo clip. Todo cinéfilo que se precie debe ver sí o sí films como Final Cut: Hölgyeim és uraim.
Innovar no es sencillo. Más bien es terriblemente difícil. Más que nada porque a estas alturas casi todo está inventado y resulta muy complicado hacer algo nuevo. Sinceramente, no me incumbe para nada cualquier aspecto técnico de esta película. Es oscura, impetuosa, elegante, cautivadora, digna. No es un homenaje ni un simple tributo a los grandes clásicos. Se diría que intenta ser un compendio de todas las aportaciones iconográficas del género.
La historia, que ni así podríamos llamarla, es de una sencillez abrumadora, y con sencillez se nos narra, pero eso sí, es el modo de narrar lo que hace de esta película un ejercicio único, fascinante.
Lo que diferencia a esta película de otras muy buenas radica en su originalidad, es una historia con magia. Con una espartana puesta en escena, un guión lineal y sencillo, unas interpretaciones soberbias, una música que te llega a todos los rincones del alma, y tal vez el mejor final de toda la historia del cine, nos encontramos aquí ante la que es probablemente la mejor historia de amor, porque además de una belleza indescriptible visualmente, transmite continuamente un misterio que es difícil de desentrañar. Hay tantas películas que la gente califica de "inolvidables" que es difícil acordarse de todas, pero esta vez va en serio.
Posee una rara cualidad: la emoción en el cine procede del efecto multiplicador de la imagen en conexión con la música, las distintas imágenes que se van sucediendo son de tal belleza que olvidas si realmente estás contemplando una película o un vídeo clip. Todo cinéfilo que se precie debe ver sí o sí films como Final Cut: Hölgyeim és uraim.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Título de la crítica: Avatar (Sodapop), American Beauty (TheJoseTree).
Críticas de: Rocky (Dragondave), Moulin Rouge (loganxxx), Instinto básico (Alvin Ray Straight), Chinatown (Malkav), Drácula de Bram Stoker (Maximillian), Deseando amar (irian hallstatt), Toro Salvaje (Strhoeimniano), Cowboy de medianoche (Bardo), Dirty Dancing (Mari_Polin), Luces de la ciudad (Kingo), Notting Hill (Nachito213), ¡Olvídate de mí! (Suki), Casablanca (vircenguetorix), Alien, el octavo pasajero (Listocomics Puntocom), Hasta que llegó su hora (Tomine), Kill Bill: Volumen 1 (Txarly), Al final de la escapada (Taylor), Final Cut: Hölgyeim és uraim (Fendor).
Críticas de: Rocky (Dragondave), Moulin Rouge (loganxxx), Instinto básico (Alvin Ray Straight), Chinatown (Malkav), Drácula de Bram Stoker (Maximillian), Deseando amar (irian hallstatt), Toro Salvaje (Strhoeimniano), Cowboy de medianoche (Bardo), Dirty Dancing (Mari_Polin), Luces de la ciudad (Kingo), Notting Hill (Nachito213), ¡Olvídate de mí! (Suki), Casablanca (vircenguetorix), Alien, el octavo pasajero (Listocomics Puntocom), Hasta que llegó su hora (Tomine), Kill Bill: Volumen 1 (Txarly), Al final de la escapada (Taylor), Final Cut: Hölgyeim és uraim (Fendor).

6,9
6.776
4
20 de octubre de 2015
20 de octubre de 2015
62 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustaría explicar gráficamente, en el siguiente párrafo, por qué una película no vale la pena sólo por haberle echado muchas horas a la planificación y a la escasez de errores y ninguna al argumento. Recordemos que se trata de una cinta rodada en un solo plano secuencia de casi dos horas y media:
Victoria es una película que trata sobre una chica española que se llama Victoria y está viviendo en Berlín o no sabemos si está viviendo realmente aunque trabaja y suponemos que es así aunque la vemos empezar en una fiesta y ella sola está bailando y luego está bebiendo y luego está saliendo hacia la calle y va y se encuentra con unos tíos que son gentuza y ella no lo es y ya es mayor de edad para saberlo, porque ella es española y en España también hay gente así de la que sabes que te tienes que alejar y me da igual si en tu infancia fuiste una niña muy adulta y parecías una vieja para hacer de esta razón una película donde tu vida no te importe ya un carajo y hagas cualquier cosa que te digan unos raros que te encuentras por la calle y les ves robando y hacen cosas o las dicen que si yo las oigo me las piro desde ya y mucho menos me enamoro en una noche que ni es una noche en realidad. (Mitad del texto: dejo respirar). Pero claro, si algo saben los alemanes de nosotros españoles es que hacemos siempre lo que quieren y de ahí habrán tirado los guionistas Olivia Neergaard-Holm y Sebastian Schipper para desarrollar esta gran trama sobre una chica que se va a ir a trabajar por la mañana y nunca va porque se queda con sus nuevas amistades hasta que por fin se va y luego ellos llegan a la tienda donde está y la necesitan y ella va y sigue yendo allá donde la digan como si no tuviese nada mejor que hacer o como si mereciese la pena vivir esa experiencia en lugar de cualquier otra y encima lo peor de todo es que todo lo que ocurre es cada vez más tonto en este caso y no se acaba nunca y en un momento dado de la cinta tuve tanta hambre que pensé que me moría y nunca se acababa o si se acababa no acababa porque era todo junto en una sola toma y a mí me daba igual lo que pasaba en realidad y por eso yo diría que esta cinta es más bien fallida y no por ello niego que también tenga cosas buenas como cuando al final en una escena en un hotel me sentí más involucrado por lo que pasaba que en otras cintas en momentos parecidos. Quizás por el hambre que sufría.
Conclusión: La gente menosprecia el valor de un buen «¡corten!», como yo lo he hecho de una coma, un punto o un aparte. No sobrevaloremos la i griega en exceso.
Victoria vagabundea sin rumbo fijo, como sus personajes, no te deja respirar entre los no-actos, como no dejan respirar a la protagonista los demás, y resulta muy cansada de seguir con la mirada pero nada con la mente, como si estuviéramos con una gran resaca. En definitiva, es un experimento en el que el director (y el cámara) parecen querer hacer Currículum y nada más.
Pero lo peor de todo es que Victoria no tiene el más mínimo interés más allá del detalle de moverse por Berlín como lo haría mi primo ‘El gorrilla’, pero con una batería de mayor aguante. En todo lo que eso implica es un 10, añadiendo a los actores y su arduo y continuado trabajo a la nota, por su preparación y lo demás, pero es que la historia como tal no lo merece… y su lirismo da vergüenza ajena.
Victoria es una película que trata sobre una chica española que se llama Victoria y está viviendo en Berlín o no sabemos si está viviendo realmente aunque trabaja y suponemos que es así aunque la vemos empezar en una fiesta y ella sola está bailando y luego está bebiendo y luego está saliendo hacia la calle y va y se encuentra con unos tíos que son gentuza y ella no lo es y ya es mayor de edad para saberlo, porque ella es española y en España también hay gente así de la que sabes que te tienes que alejar y me da igual si en tu infancia fuiste una niña muy adulta y parecías una vieja para hacer de esta razón una película donde tu vida no te importe ya un carajo y hagas cualquier cosa que te digan unos raros que te encuentras por la calle y les ves robando y hacen cosas o las dicen que si yo las oigo me las piro desde ya y mucho menos me enamoro en una noche que ni es una noche en realidad. (Mitad del texto: dejo respirar). Pero claro, si algo saben los alemanes de nosotros españoles es que hacemos siempre lo que quieren y de ahí habrán tirado los guionistas Olivia Neergaard-Holm y Sebastian Schipper para desarrollar esta gran trama sobre una chica que se va a ir a trabajar por la mañana y nunca va porque se queda con sus nuevas amistades hasta que por fin se va y luego ellos llegan a la tienda donde está y la necesitan y ella va y sigue yendo allá donde la digan como si no tuviese nada mejor que hacer o como si mereciese la pena vivir esa experiencia en lugar de cualquier otra y encima lo peor de todo es que todo lo que ocurre es cada vez más tonto en este caso y no se acaba nunca y en un momento dado de la cinta tuve tanta hambre que pensé que me moría y nunca se acababa o si se acababa no acababa porque era todo junto en una sola toma y a mí me daba igual lo que pasaba en realidad y por eso yo diría que esta cinta es más bien fallida y no por ello niego que también tenga cosas buenas como cuando al final en una escena en un hotel me sentí más involucrado por lo que pasaba que en otras cintas en momentos parecidos. Quizás por el hambre que sufría.
Conclusión: La gente menosprecia el valor de un buen «¡corten!», como yo lo he hecho de una coma, un punto o un aparte. No sobrevaloremos la i griega en exceso.
Victoria vagabundea sin rumbo fijo, como sus personajes, no te deja respirar entre los no-actos, como no dejan respirar a la protagonista los demás, y resulta muy cansada de seguir con la mirada pero nada con la mente, como si estuviéramos con una gran resaca. En definitiva, es un experimento en el que el director (y el cámara) parecen querer hacer Currículum y nada más.
Pero lo peor de todo es que Victoria no tiene el más mínimo interés más allá del detalle de moverse por Berlín como lo haría mi primo ‘El gorrilla’, pero con una batería de mayor aguante. En todo lo que eso implica es un 10, añadiendo a los actores y su arduo y continuado trabajo a la nota, por su preparación y lo demás, pero es que la historia como tal no lo merece… y su lirismo da vergüenza ajena.
8
13 de septiembre de 2015
13 de septiembre de 2015
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mujer, que vives del desprecio de tu marido y sus cuernos, un día te dispones a resolver esos problemas drásticamente para así encontrarte con una vida mejor, más placentera, junto a tus hijos y tus sueños, y firmas el divorcio. Adiós a los infelices que no comparten otra cosa que su infelicidad y bienvenida la alegría individual aún contenida. Ahora las notas de tu melodía cambian y tus pasos al andar son más calmados y seguros. El optimismo ha aparecido derivado de enfrentarte al miedo de tomar las riendas de tu vida y lograrlo bien, sin mirar atrás, salvo por cuestiones de custodia.
Entonces, en tu mejor momento, con la madurez a flor de piel, lloras sin saber por qué, porque la vida sigue siendo dura, a solas, pero nunca sola. Escribes poemas que, te dicen, exageran la realidad, pero todos los que escuchan te los quieren publicar. Todo va bien. Y de repente empiezas a sentirte mal, enferma, y la vida, una vez más, se transforma alrededor, esta vez de forma trágica y, temes, también irreversible y agresiva.
Es el cáncer. El puto cáncer, claro. Y esto es Pechos eternos (Chibusa yo eien nare). Una mujer, escritora, madre, esposa, ex-esposa, amante, amada o vecina, lo que se quiera, a la que diagnostican un cáncer de mama mientras trata de reconstruir su vida en adulta soledad. Ahora toca plantearse la existencia. Todo lo que dejas atrás, lo que dejarás delante y no verás, lo que has comenzado y nunca acabarás, el amor, la felicidad, todo lo que tienes o no has conseguido, el valor de las cosas y tu vida, lo que supuestamente eres y no serás, salvo que salgas de esta, y entonces la preocupación de tener que volver a enfrentarte a esa lucha una vez más, en el futuro, si vuelve a aparecer, cosa tristemente habitual.
Pero también la idea y la intención de aprovechar cada momento, como si así pudiéramos llegar a retenerlos, todos esos momentos, arriesgarnos para ser eternos, recordados y queridos, como si nunca nos lo hubiéramos planteado. La muerte que, al existir, nos genera ganas de llegar a ser algo destacado, aunque eso consista únicamente en dormir con alguien a tu lado.
Por eso los dramas que hablan de la muerte son tan sentidos, porque buscan cierta profundidad, generalmente, y eso también los convierte en fallidos, muchas veces, porque es difícil equilibrar todos los puntos a tratar en estos casos. Qué es lo más importante, lo que uno debería ver, cuando se dan estos casos. Qué le puedes decir a una persona que acaba de descubrir que tiene un cáncer, o qué se puede hacer. Y llega el proceso clave, hay que curarse (si aún hay tiempo). Siempre hay tiempo.
Una gran virtud, dentro de las muchas que tiene Pechos eternos, es que cuando llega ese momento, el de la asistencia médica, vemos varias perspectivas, dentro de una sola. La protagonista nunca es abandonada en su cuarto, ni en el hospital, siempre tiene a algún otro enfermo a su lado, y estos van rotando, acabando con las esperanzas. Otra virtud, la música, romántica, alegre o triste, grave e intensa, otras veces angustiosa, todo según el momento lo requiera; invasiva como un cáncer o una operación; como la radiación, necesaria en estos casos, y así es su música, hasta la tarareada.
Kinuyo Tanaka (Oharu para los amigos como Kenji Mizoguchi), es aquí la directora, y muestra no sólo buen hacer, al oscilar entre los momentos dramáticos y los más agradables con ligereza y cierto lirismo nunca exagerado por la banda sonora, sino también una lógica comprensión por el personaje principal y por todos aquellos que pivotan a su alrededor. Los cambios de escenario y los puntos de vista, sobre todo las diferentes conversaciones que se dan durante toda la película, muestran una gran cantidad de reflexiones sobre la enfermedad y sus afluentes, siendo clave el amor y la poesía aquí, en 1955.
Tanaka falleció a los 67 años debido a un tumor cerebral. ¿Habría cambiado la perspectiva de este film de haberlo dirigido entonces, poco antes de morir? Esta obra, rodada cuando tenía 44 años, ya es bastante honesta y reflexiva, sin mostrarse densa o aburrida en ningún momento, pero quién sabe qué pasa por las cabezas cuando llega ese momento y se hace tan presente. Es algo que preferiría no saber, obviamente, aunque quizás recordó un extracto de Pechos eternos —a su vez escrito por Fumiko Nakajo, en quien se basa la cinta— y pensó: Después de morir volaré ligera a todas partes.
Eso hace sentirte menos desgraciado.
¿Y la película? Bonita, emotiva y melancólica, como una despedida, o como ver marcharse a tu pareja por la puerta a través de un espejo, y que de repente esta se gire para observarte una última vez. Recomendable, vaya, como todo el cine japonés, hasta el más malo o raro. Eso se sabe antes de verse. Porque si uno tiene que soportar tantos terremotos, aislado en unas islas, yo también me volvería loco y no lo estaría. Sólo ofrecería otro punto de vista ante la vida.
Creo que se me ha metido algo en el ojo.
Entonces, en tu mejor momento, con la madurez a flor de piel, lloras sin saber por qué, porque la vida sigue siendo dura, a solas, pero nunca sola. Escribes poemas que, te dicen, exageran la realidad, pero todos los que escuchan te los quieren publicar. Todo va bien. Y de repente empiezas a sentirte mal, enferma, y la vida, una vez más, se transforma alrededor, esta vez de forma trágica y, temes, también irreversible y agresiva.
Es el cáncer. El puto cáncer, claro. Y esto es Pechos eternos (Chibusa yo eien nare). Una mujer, escritora, madre, esposa, ex-esposa, amante, amada o vecina, lo que se quiera, a la que diagnostican un cáncer de mama mientras trata de reconstruir su vida en adulta soledad. Ahora toca plantearse la existencia. Todo lo que dejas atrás, lo que dejarás delante y no verás, lo que has comenzado y nunca acabarás, el amor, la felicidad, todo lo que tienes o no has conseguido, el valor de las cosas y tu vida, lo que supuestamente eres y no serás, salvo que salgas de esta, y entonces la preocupación de tener que volver a enfrentarte a esa lucha una vez más, en el futuro, si vuelve a aparecer, cosa tristemente habitual.
Pero también la idea y la intención de aprovechar cada momento, como si así pudiéramos llegar a retenerlos, todos esos momentos, arriesgarnos para ser eternos, recordados y queridos, como si nunca nos lo hubiéramos planteado. La muerte que, al existir, nos genera ganas de llegar a ser algo destacado, aunque eso consista únicamente en dormir con alguien a tu lado.
Por eso los dramas que hablan de la muerte son tan sentidos, porque buscan cierta profundidad, generalmente, y eso también los convierte en fallidos, muchas veces, porque es difícil equilibrar todos los puntos a tratar en estos casos. Qué es lo más importante, lo que uno debería ver, cuando se dan estos casos. Qué le puedes decir a una persona que acaba de descubrir que tiene un cáncer, o qué se puede hacer. Y llega el proceso clave, hay que curarse (si aún hay tiempo). Siempre hay tiempo.
Una gran virtud, dentro de las muchas que tiene Pechos eternos, es que cuando llega ese momento, el de la asistencia médica, vemos varias perspectivas, dentro de una sola. La protagonista nunca es abandonada en su cuarto, ni en el hospital, siempre tiene a algún otro enfermo a su lado, y estos van rotando, acabando con las esperanzas. Otra virtud, la música, romántica, alegre o triste, grave e intensa, otras veces angustiosa, todo según el momento lo requiera; invasiva como un cáncer o una operación; como la radiación, necesaria en estos casos, y así es su música, hasta la tarareada.
Kinuyo Tanaka (Oharu para los amigos como Kenji Mizoguchi), es aquí la directora, y muestra no sólo buen hacer, al oscilar entre los momentos dramáticos y los más agradables con ligereza y cierto lirismo nunca exagerado por la banda sonora, sino también una lógica comprensión por el personaje principal y por todos aquellos que pivotan a su alrededor. Los cambios de escenario y los puntos de vista, sobre todo las diferentes conversaciones que se dan durante toda la película, muestran una gran cantidad de reflexiones sobre la enfermedad y sus afluentes, siendo clave el amor y la poesía aquí, en 1955.
Tanaka falleció a los 67 años debido a un tumor cerebral. ¿Habría cambiado la perspectiva de este film de haberlo dirigido entonces, poco antes de morir? Esta obra, rodada cuando tenía 44 años, ya es bastante honesta y reflexiva, sin mostrarse densa o aburrida en ningún momento, pero quién sabe qué pasa por las cabezas cuando llega ese momento y se hace tan presente. Es algo que preferiría no saber, obviamente, aunque quizás recordó un extracto de Pechos eternos —a su vez escrito por Fumiko Nakajo, en quien se basa la cinta— y pensó: Después de morir volaré ligera a todas partes.
Eso hace sentirte menos desgraciado.
¿Y la película? Bonita, emotiva y melancólica, como una despedida, o como ver marcharse a tu pareja por la puerta a través de un espejo, y que de repente esta se gire para observarte una última vez. Recomendable, vaya, como todo el cine japonés, hasta el más malo o raro. Eso se sabe antes de verse. Porque si uno tiene que soportar tantos terremotos, aislado en unas islas, yo también me volvería loco y no lo estaría. Sólo ofrecería otro punto de vista ante la vida.
Creo que se me ha metido algo en el ojo.
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