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Críticas ordenadas por utilidad
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6,4
28.487
7
14 de septiembre de 2016
14 de septiembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre que me dirijo al cine a ver algun thriller, voy con cierto temor sobre lo que pueda encontrarme. Porque, será cosa de mi gusto subjetivo, pero me cuesta encontrar una película dentro de este género que me agrade (aunque, cuando lo hago, la disfruto muchísimo). Esta ocasión no supuso una excepción, pero el resultado ha sido, en general, positivo. Quizás haya influido también los tintes del género de terror que también denota el film, siendo el susodicho género uno de mis favoritos.
Hay dos aspectos que me gustaría destacar, ya que han sido determinantes a la hora de valorar la presente obra.
Hay dos aspectos que me gustaría destacar, ya que han sido determinantes a la hora de valorar la presente obra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El primero de ellos se centra en el trasfondo de que ninguno de los protagonistas es un angelito recién caído del cielo. La película está llena de trampas para que nos posicionemos del lado de los pobres chicos que intentan huir de un asesino mortífero. Pero, oiga usted, que a estos chicos se les salen los cuernos y la cola cuando tuercen una esquina de la casa. Y, efectivamente, a pesar de esas trampas (por llamarlo de alguna forma), hay algo que no termina de encajarte cuando empiezas a convencerte de que alguien es bueno. Porque sí, hay distintos grados de maldad, pero que una cosa sea horrible no justifica que otra menos mala se realice.
El segundo aspecto que me ha llamado ciertamente la atención es la capacidad de Álvarez para crear situaciones donde las carencias de uno de los personajes resultan el punto fuerte de los otros. Pero cuidado, que, como una ruleta rusa, nunca estás a salvo aunque lo parezca. Hay dos escenas que resaltan esto especialmente: cuando quedan encerrados a oscuras en el sótano (la falta de luz hace que los chicos tengan que valerse por otros medios que no sean la vista, como el ciego) y cuando la protagonista enciende la alarma ensordeciendo a su incansable perseguidor (y obligándole a sentirse completamente desvalido en un medio, su casa, donde otrora fuese el rey).
En conclusión, el film dista mucho de ser perfecto, y de contar una gran historia. Incluso posee ciertos aspectos un tanto inverosímiles (por otro lado, tan abundantes en los thrillers y las películas de terror). Pero nada grave que empañe el mensaje que el director quiere mostrar y que, en definitiva, evite que disfrutes de su segunda obra.
El segundo aspecto que me ha llamado ciertamente la atención es la capacidad de Álvarez para crear situaciones donde las carencias de uno de los personajes resultan el punto fuerte de los otros. Pero cuidado, que, como una ruleta rusa, nunca estás a salvo aunque lo parezca. Hay dos escenas que resaltan esto especialmente: cuando quedan encerrados a oscuras en el sótano (la falta de luz hace que los chicos tengan que valerse por otros medios que no sean la vista, como el ciego) y cuando la protagonista enciende la alarma ensordeciendo a su incansable perseguidor (y obligándole a sentirse completamente desvalido en un medio, su casa, donde otrora fuese el rey).
En conclusión, el film dista mucho de ser perfecto, y de contar una gran historia. Incluso posee ciertos aspectos un tanto inverosímiles (por otro lado, tan abundantes en los thrillers y las películas de terror). Pero nada grave que empañe el mensaje que el director quiere mostrar y que, en definitiva, evite que disfrutes de su segunda obra.
Serie

7,8
8.257
9
10 de septiembre de 2017
10 de septiembre de 2017
11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya lo anticipó Mónica Bellucci autointerpretándose en el sueño de Gordon Cole: somos como los soñadores que sueñan y viven dentro del sueño, pero, ¿quién es el soñador?
Twin Peaks II: The Return no es una serie revival de las ya míticas dos primeras temporadas del fenómeno televisivo. Es una continuación directa, 25 años después, a modo de película de 18 horas de duración. Un Fire Walk With Me moderno, y mejorado.
Twin Peaks es Lost Highway.
Es Inland Empire.
Es Mulholland Drive.
Es Ereaserhead.
Es Blue Velvet.
Es A Straight Story.
Es The Elephant Man.
Es Dune.
Es Wild At Heart. O todo esto es Twin Peaks.
"Nos volveremos a ver en 25 años"
"Cuando me vuelvas a ver, ya no seré yo"
"¿Es futuro o es pasado?"
Es un sueño. Pero, ¿quién es el soñador? Escojan su personaje favorito, e imaginen que ese es el soñador. En mi caso, Diane Evans.
Twin Peaks II: The Return no es una serie revival de las ya míticas dos primeras temporadas del fenómeno televisivo. Es una continuación directa, 25 años después, a modo de película de 18 horas de duración. Un Fire Walk With Me moderno, y mejorado.
Twin Peaks es Lost Highway.
Es Inland Empire.
Es Mulholland Drive.
Es Ereaserhead.
Es Blue Velvet.
Es A Straight Story.
Es The Elephant Man.
Es Dune.
Es Wild At Heart. O todo esto es Twin Peaks.
"Nos volveremos a ver en 25 años"
"Cuando me vuelvas a ver, ya no seré yo"
"¿Es futuro o es pasado?"
Es un sueño. Pero, ¿quién es el soñador? Escojan su personaje favorito, e imaginen que ese es el soñador. En mi caso, Diane Evans.
20 de enero de 2017
20 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Damien Chazelle, de momento, no decepciona. Tras una increíble Whiplash, el director estadounidense nos vuelve a sorprender con una potente creación llamada La La Land. Una obra de la que aprender y, sobre todo, de la que disfrutar. Visualmente enorme, musicalmente aún más grande. El cariño por la música que denota el filme cada vez que aparece una pieza de jazz es casi físicamente palpable. El cuidado de la fotografía es más que notable. Y, todo ello, acompañando por unas potentes interpretaciones de Emma Stone y Ryan Gosling.
La La Land cubre aspectos muy diversos, desde los sueños que perseguimos desde que tenemos consciencia, hasta la búsqueda del amor, pasando por la frustración que supone caer en la monotonía de la costumbre y en la inercia de la rutina, o la proyección del propio yo en la gente más cercana. Esta amplia gama de temas (representados en forma de drama, comedia, romance y musical), lejos de ser un revuelto poco coherente y sin hilo conductor, teje una red de ideas, situaciones, diálogos y estados que conjugan a la perfección y se suceden de forma armoniosa y natural dando como resultado algo inherente a la vida misma: desgraciadamente, no se puede tener todo. La mayoría de las veces, es necesario renunciar a algo para obtener otro anhelo.
¿Aspectos negativos? Pues también hay algunos. Como el parecido de la historia a muchos otros filmes previos (algunos de ellos muy recientes, como es el Café Society de Woody Allen), o el residuo de temas "excesivamente hollywoodienses". Pero nada que consiga lacrar un resultado más que notable y poderoso. Un gran acierto de Chazelle que convierte esta obra en una de las mejores películas del año.
La La Land cubre aspectos muy diversos, desde los sueños que perseguimos desde que tenemos consciencia, hasta la búsqueda del amor, pasando por la frustración que supone caer en la monotonía de la costumbre y en la inercia de la rutina, o la proyección del propio yo en la gente más cercana. Esta amplia gama de temas (representados en forma de drama, comedia, romance y musical), lejos de ser un revuelto poco coherente y sin hilo conductor, teje una red de ideas, situaciones, diálogos y estados que conjugan a la perfección y se suceden de forma armoniosa y natural dando como resultado algo inherente a la vida misma: desgraciadamente, no se puede tener todo. La mayoría de las veces, es necesario renunciar a algo para obtener otro anhelo.
¿Aspectos negativos? Pues también hay algunos. Como el parecido de la historia a muchos otros filmes previos (algunos de ellos muy recientes, como es el Café Society de Woody Allen), o el residuo de temas "excesivamente hollywoodienses". Pero nada que consiga lacrar un resultado más que notable y poderoso. Un gran acierto de Chazelle que convierte esta obra en una de las mejores películas del año.

7,0
21.796
8
25 de enero de 2016
25 de enero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La juventud, y su antítesis, la vejez, son etapas en la vida de las personas con enfoques completamente diferentes, y que no siempre dependen de la edad. La juventud (o la vejez, ya que lo que se diga para una de ellas es lo mismo para la otra, pero al contrario) física contempla el esplendor y el vigor palpable, e incluso corporal, del ser humano. Una apariencia externa, acompañada de capacidades y habilidades físicas, o de tendencias relacionadas. Sin embargo, el mismo término de juventud o vejez puede aplicarse (y adaptarse) al estado mental de una persona, cómo se siente, de qué se cree capaz (y, al creerse capaz, lo que logra hacer).
Esta idea es la piedra angular de la presente Youth, de Paolo Sorrentino. A golpe de acciones presentes, de contemplación de los demás (de su decadencia y su magnificencia), de decisiones pasadas, de miradas visionarias, de opiniones, de música...el director nos sumerge en el estado físico, mental y emocional de distintos personajes que conviven en un mismo marco físico (un hotel muy lujoso en los Alpes suizos), medidos por el tiempo.
Esta idea es la piedra angular de la presente Youth, de Paolo Sorrentino. A golpe de acciones presentes, de contemplación de los demás (de su decadencia y su magnificencia), de decisiones pasadas, de miradas visionarias, de opiniones, de música...el director nos sumerge en el estado físico, mental y emocional de distintos personajes que conviven en un mismo marco físico (un hotel muy lujoso en los Alpes suizos), medidos por el tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se compara, de manera muy acertada, la visión del futuro por la juventud, y la visión del pasado por la vejez. Brenda Morel (Fonda), achacando a Mick (Keitel) su deterioro físico, mental y artístico; y él mismo, anclado a sus maravillas del pasado, a sus grandes éxitos que no quiere dejar ir, empecinado en volver a recrearlos bajo el marco de un nuevo filme (un caso en el que vejez y edad coinciden). Fred (Caine), creyéndose ya viejo simplemente por su elevado número de años, descubre finalmente que no está tan mal como pensaba, y que aún le queda mucho por hacer, una vez superados los fantasmas de su pasado y las decisiones que tomó (lo que, entre otras cosas, le llevó a un distanciamiento con su familia).
La masajista, joven y atlética, se deja llevar por el placer, por el tacto (el sentido más relacionado con la juventud carnal), ya que "no tiene nada que decir" como para perder el tiempo hablando en lugar de obteniendo información a través de las caricias (quizás, aún no tiene suficiente experiencia para contar nada). Lena (Weisz), marcada por una reciente ruptura amorosa, desplazada por alguien más joven (¿y con más talento? Hum, en más de un sentido), se siente vacía, se siente vieja, sin ganas ni habilidad de hacer nada. Hasta que se redescubre, hasta que vuelve a salir a flote, hasta que vuelve a creer en sí misma, en su juventud. Y Jimmy (Dano), atormentado porque sólo se le reconozca por un frívolo papel en una película famosa, no intenta crear nada nuevo (a diferencia de Mick, intentando hacer su nueva obra maestra), abandonándose a la contemplación del resto de personajes (al menos, en un principio).
En definitiva, la carencia de emoción es lo que lleva a la vejez, y no el deterioro físico, ni el paso del tiempo por nuestros cuerpos. La emoción es lo único que nos queda, como remarca Mick en una escena en la que, para volver a emocionar, para volver a causar ALGO en los demás, tiene que cometer suicido, a sabiendas que una nueva película nunca lograría alcanzar la maestría que poseían sus obras de antaño. Lo que hace liberarse finalmente a Fred. Lo que le hace cambiar de opinión, o, más bien, darse cuenta de la auténtica verdad, de la auténtica realidad. Obstinado inicialmente en que las emociones muchas veces se sobrevaloran, en que llegados a un punto (a una edad, según él piensa), éstas ya no son tan necesarias como antes, de modo que no hace falta seguir creando, no hace falta hacer nada; posteriormente se da cuenta de que la única forma de lograr la juventud (que creía, por otra parte, ya perdida), es mirar al futuro (representado por la propuesta de la Reina) en lugar de al pasado (a su promesa de no volver a dirigir una orquesta en la que se interpreten las piezas que compuso para su mujer, cuando, como el indica, todavía estaba enamorado), en emocionarse y en emocionar, una vez más (la escena final).
El elemento final, que permanece en nuestras emociones tras finalizar el filme, es la música. Se ha criticado a Sorrentino por el uso de, precisamente, "esta" música a lo largo de toda la película, alegando a su incapacidad de emocionar al público con la mera historia que cuenta (o con el modo elegido para contarla), en sí, con los elementos únicos del séptimo arte. Pero yo no pienso en incapacidad tras analizar este elemento, sino en habilidad, en habilidad para combinar dos ARTES y generar un clímax perfecto como final.
La masajista, joven y atlética, se deja llevar por el placer, por el tacto (el sentido más relacionado con la juventud carnal), ya que "no tiene nada que decir" como para perder el tiempo hablando en lugar de obteniendo información a través de las caricias (quizás, aún no tiene suficiente experiencia para contar nada). Lena (Weisz), marcada por una reciente ruptura amorosa, desplazada por alguien más joven (¿y con más talento? Hum, en más de un sentido), se siente vacía, se siente vieja, sin ganas ni habilidad de hacer nada. Hasta que se redescubre, hasta que vuelve a salir a flote, hasta que vuelve a creer en sí misma, en su juventud. Y Jimmy (Dano), atormentado porque sólo se le reconozca por un frívolo papel en una película famosa, no intenta crear nada nuevo (a diferencia de Mick, intentando hacer su nueva obra maestra), abandonándose a la contemplación del resto de personajes (al menos, en un principio).
En definitiva, la carencia de emoción es lo que lleva a la vejez, y no el deterioro físico, ni el paso del tiempo por nuestros cuerpos. La emoción es lo único que nos queda, como remarca Mick en una escena en la que, para volver a emocionar, para volver a causar ALGO en los demás, tiene que cometer suicido, a sabiendas que una nueva película nunca lograría alcanzar la maestría que poseían sus obras de antaño. Lo que hace liberarse finalmente a Fred. Lo que le hace cambiar de opinión, o, más bien, darse cuenta de la auténtica verdad, de la auténtica realidad. Obstinado inicialmente en que las emociones muchas veces se sobrevaloran, en que llegados a un punto (a una edad, según él piensa), éstas ya no son tan necesarias como antes, de modo que no hace falta seguir creando, no hace falta hacer nada; posteriormente se da cuenta de que la única forma de lograr la juventud (que creía, por otra parte, ya perdida), es mirar al futuro (representado por la propuesta de la Reina) en lugar de al pasado (a su promesa de no volver a dirigir una orquesta en la que se interpreten las piezas que compuso para su mujer, cuando, como el indica, todavía estaba enamorado), en emocionarse y en emocionar, una vez más (la escena final).
El elemento final, que permanece en nuestras emociones tras finalizar el filme, es la música. Se ha criticado a Sorrentino por el uso de, precisamente, "esta" música a lo largo de toda la película, alegando a su incapacidad de emocionar al público con la mera historia que cuenta (o con el modo elegido para contarla), en sí, con los elementos únicos del séptimo arte. Pero yo no pienso en incapacidad tras analizar este elemento, sino en habilidad, en habilidad para combinar dos ARTES y generar un clímax perfecto como final.

5,9
28.020
7
21 de abril de 2015
21 de abril de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ba-Ba Ba Dook Dook Dook. ¿Cuántas veces hemos sentido esa llamada interna del Yo más recóndito (y, por qué no, desconocido), ese ser que se aloja en las profundidades de nuestra compleja mente, en los rincones más oscuros e inaccesibles? A veces, es un mal día. Otras veces, es una especie de "click", algo exógeno lo acciona, lo llama, lo atrae...lo invita a manifestarse. Se quita ese afable disfraz que todos exhibimos por fuera y deja ver lo que hay dentro, lo que nadie conoce...y en ese momento, la gente de nuestro alrededor (y nosotros mismos) desearíamos estar muertos.
Babadook no es un film de terror al uso. Es un thriller psicológico donde se muestra la cara más retorcida y siniestra del ser humano, el monstruo interior que todos portamos, y que, si no mantenemos a raya de forma constante, surge de nuestras entrañas y libera el caos. Existe una cadena muy frágil que mantiene amarrado al Babadook, y de nosotros depende conocer cuán resistentes son esas ataduras. Pero la mente, que es nuestra muralla más inexpugnable, nuestra fortaleza en muchos momentos, también puede convertirse en nuestro tendón de Aquiles, derrumbarse ante hechos que no somos capaces de soportar. Cargar con el peso de un acontecimiento tan terrible, con el tiempo, puede provocar el colapso de nuestro muro, especialmente si no somos capaces de superarlo y seguir adelante.
El transcurso del film te conduce con una chisporroteante energía desde lo que parece ser una típica película de terror hasta un final magistral, con un perverso intermedio dominado por las soberbias interpretaciones de Davis y Wiseman. No obstante, no dejo de tener la constante sensación de que cada escena podría haber dado más de lo que se muestra, de que Kent no ha querido arriesgarse rompiendo las más que asentadas bases del terror para crear algo aún más nuevo y refrescante. Aún así, es más que notable, y se agradece, el esfuerzo de hacer algo distinto dentro de un género colapsado por la inverosimilitud, la carencia de innovación y la falta de dinamismo.
Esta es la historia del Babadook. Una historia de exploración de los recovecos más intrínsecos de nuestro ser, del daño y de las violentas acciones que jamás sospecharíamos que podemos llegar a hacer. ¿Lo dejarás entrar, para que se instale bajo tu piel y descubras lo que realmente se esconde en tu interior?
Babadook no es un film de terror al uso. Es un thriller psicológico donde se muestra la cara más retorcida y siniestra del ser humano, el monstruo interior que todos portamos, y que, si no mantenemos a raya de forma constante, surge de nuestras entrañas y libera el caos. Existe una cadena muy frágil que mantiene amarrado al Babadook, y de nosotros depende conocer cuán resistentes son esas ataduras. Pero la mente, que es nuestra muralla más inexpugnable, nuestra fortaleza en muchos momentos, también puede convertirse en nuestro tendón de Aquiles, derrumbarse ante hechos que no somos capaces de soportar. Cargar con el peso de un acontecimiento tan terrible, con el tiempo, puede provocar el colapso de nuestro muro, especialmente si no somos capaces de superarlo y seguir adelante.
El transcurso del film te conduce con una chisporroteante energía desde lo que parece ser una típica película de terror hasta un final magistral, con un perverso intermedio dominado por las soberbias interpretaciones de Davis y Wiseman. No obstante, no dejo de tener la constante sensación de que cada escena podría haber dado más de lo que se muestra, de que Kent no ha querido arriesgarse rompiendo las más que asentadas bases del terror para crear algo aún más nuevo y refrescante. Aún así, es más que notable, y se agradece, el esfuerzo de hacer algo distinto dentro de un género colapsado por la inverosimilitud, la carencia de innovación y la falta de dinamismo.
Esta es la historia del Babadook. Una historia de exploración de los recovecos más intrínsecos de nuestro ser, del daño y de las violentas acciones que jamás sospecharíamos que podemos llegar a hacer. ¿Lo dejarás entrar, para que se instale bajo tu piel y descubras lo que realmente se esconde en tu interior?
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