Buen telefime que merecería pasar a la gran pantalla más que muchas superproducciones que no aportan nada al cine. Esta tampoco, pero está hecha de una forma pausada, buena fotografia y te hace pasar una buena tarde, pues está llena de buenas intenciones y Tom Selleck no está masl, a parte de descubrir que Isabella se parece cada vez más a su madre Ingrid.
Narra la dureza de un vaquero que con el final de siglo ve como su profesión, que es su vida, va desapareceiendo sin remisisión y él es incapaz de evolucionar. También hay lugar para el amor, la amistad y el dolor.
Interesante.

La OBRA MAESTRA del cine español, donde las presencias y las ausencias juegan un papel principal. Víctor Erice tiene una cosa buena y otra mala, la buena es que sólo rueda obras maestras. Que lo hace con muy poca frecuencia es la mala. Esta fué su segunda obra y está basada en un libro de Adelaida García Morales, que en esos momentos era su pareja sentimental. Se rodó en Ezcaray y tenía una, llamémoslo, segunda parte que se iba a rodar en Carmona pero que por motivos presupuestarios fué cancelada, algo que todos los que amamos el cine nunca perdonaremos, porque a pesar de que la película nos da a todos la libertad para evocar su parte inconclusa de la forma que más nos convenga, está claro que Víctor nos volvería a sorprender con una hora más de regalo. El elenco de actores es absolutamente genial. Omero hace el papel de su vida, las niñas parece que llevan toda su vida haciendo cine cuando es su primer contacto con el séptimo arte. Lola Carmona está fantástica y Rafaela Aparicio es el cine personificado (qué grandísima actriz) y hasta Francisco Merino demuestra sus grandes dotes.
A destacar la facilidad que tiene Erice para trabajar con personas que no eran actores.

Gran película de Cukor en la que uno de los personajes principales no aparece jamás. Narra como la enfermedad de un hijo pequeño provoca un cambio en una familia normal ante la imposibilidad de curarlo por no tener el dinero suficiente para la operación. El padre, magníficamente interpretado por Spencer Tracy en un afán protector con el hijo va deteriorando la familia, su persona y al hijo que se convierte en un niño mimado sin ningun valor personal.

Después de filmar muchos westerns John Sturges se atreve a adaptar la famosa novela de Hemingway al cine llevada a cabo de una forma teatral pero con una luminosidad espectacular, y para ello escoge sabiamente a Spencer Tracy, puesto que pocos actores están capacitados para encarnar al viejo, que se mueve a través de monólogos y con una expresión en el rostro al alcance de muy pocos.

La banda sonora de Dimitri Tiomkin, sin ser uno de sus mejores trabajos se vió recompensada con un oscar que no pudo llevarse el actor principal.

El director abusa en principio de la voz en off para cargar posteriormente todo el peso de la película en Tracy, que lo borda.

El maestro Tourneur da una clase magistral de como utilizar las sombras en el cine en una película que se asoma a sus inicios y en la que se pueden hallar vestigios de Yo anduve con un zombie, y de La mujer pantera.

Para esta lección utiliza a un gran actor como Dana Andrews y se apoya en una banda sonora que sabe darle al film ese toque demoníaco.

Sin ser una de sus mejores películas no concede ni un minuto de metraje que no sea necesario, algo que en el cine actual, como también en la literatura, desgraciadamente es habitual para amortizar o compensar el presupuesto o precio de la misma.