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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
11 de febrero de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intentar explicar el argumento de esta película resulta difícil, ya que las 4 horas que dura están narradas en 3 etapas diferentes de la vida mediante flash-back, y cada una de las 3 etapas tiene objetivos y bases diferentes. Podría decirse que “Érase una vez en América” es una película de mafiosos más, de gansters, pero esta película tiene su propia historia y su propia voz. Si tuviera que definir esta película diría que más que de mafias y gansters habla de la amistad pura, verdadera y duradera.

La amistad que sienten Noodles y Max, el uno por el otro, se prolonga hasta el final de la película, porque a pesar de todos los golpes bajos recibidos por Max, Noodles sigue viéndole como su amigo de la infancia. La película lo tiene todo: ternura, dolor, alegría y tristeza. Una historia de amor muy real en la que hay momentos buenos y muchos momentos malos, y gracias a los planos elegidos por Leone y a la fantástica fotografía de Tonino Delli Colli los peores momentos, como la violación de Deborah, los vives como si estuvieras dentro de ese coche, pero los buenos también los sientes como si de tu propia historia se tratase.

Los actores están fabulosos. No destacar la actuación de James Woods y Robert de Niro sería dejar una parte del corazón de esta película fuera. Y es que ellos dos, y también el resto del reparto, consiguen dar vida de una forma muy creíble a estos personajes. Nos transmiten su dolor y su alegría y su interpretación hace que odiar y querer a una misma persona sea posible. La valentía con la que Noodles sacrifica 12 años de su vida por la muerte de un amigo, o la dedicación de Max a la banda antes incluso que a su relación de pareja. La ternura que desprenden los ojos de Deborah durante toda su vida, bien con la actriz que la interpreta de niña, y con la que le interpreta de joven y de anciana.

La perfecta música de Ennio Morricone, fiel acompañante durante toda la película, se mete dentro de nuestras cabezas para que comprendamos un poco mejor la historia. El mejor ejemplo de esto es “Amapola”, la canción que refleja la historia de amor entre Noodles y Deborah, y que nos hace comprender por qué un Noodles niño aún, espía por un agujerito a una frágil y delicada Deborah, que a pesar de hacer que no le ve mirar, baila solo para él, llevándolos así a un amor tierno y un poco infantil aún y acompañándolos también en su juventud.

Es la historia de unos niños que se hicieron mayores muy pronto, y que siguieron siendo mayores mucho tiempo, y aunque el final está poco claro, la película nos envuelve en ese mundo, en el mundo de unos niños mayores que crecieron rodeados de mafias y delincuencia, y nos hace comprenderles y apoyarles, odiarles y quererles. Pero lo más importante que consigue Sergio Leone es hacer que “Érase una vez en América” sea una de esas películas inolvidables que será recordada durante toda la historia del cine.
gaz
11 de febrero de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
M, El vampiro de Dusseldorf, dirigida por Fritz Lang en el año 1931 narra la historia de un asesino en serie. La película fue la primera obra sonora del director y está basada en una historia real.

El asesino (Peter Lorre, en una grandísima interpretación), seduce a las niñas comprándoles caramelos y después las asesina, aunque los asesinatos siempre aparecen fuera de plano, mientras nosotros vemos el plato vacío de la niña que no llega a comer, o el globo que llevaba en la mano volando sin rumbo. Cuando el asesino va a cometer un crimen escuchamos siempre la misma melodía que nos da la pista para saber qué es lo que pretende Hans Beckert (Peter Lorre) en ese momento.

Es una película en la que el suspense está presente continuamente, no por saber quién es el asesino (a quien le vemos el rostro muy al comienzo de la película), si no por saber cuándo le cogerán y qué harán con él, ya que no sólo la policía le persigue, si no que el hampa de la ciudad también decide organizar una persecución hasta atraparle, porque el gran control policial que hay está entorpeciendo su trabajo.

Se podría decir que esta emocionante película de Fritz Lang, al margen de la historia que narra (la del asesino de niñas), refleja la situación de la Alemania de principios de los años 30, cuando la república de Weimar estaba en sus últimos años y el partido Nazi a punto de llegar al poder. La oscuridad de la película, todas las sombras que refleja, los antros que enseña, las calles oscuras, grises, la inseguridad ciudadana…Todo esto nos está reflejando la situación política que se vivía en la que no había seguridad, la gente no creía en sus líderes políticos, y el paro y la ruina económica había acechado a mucha gente del país. Por otro lado, la comparación que hace Lang entre el hampa y la policía de la ciudad, refleja como la clase baja de aquellos años era tan eficaz o mejor, que la clase alta, o mirado desde al punto contrario que la clase alta del momento, era tan rastrera como los delincuentes de la ciudad.

Una película imprescindible (considerada como una de las obras maestras de Firtz Lang) en la que el director nos deja ver su talento, y su magnífica utilización de la iluminación y el sonido (como sabe utilizar la melodía que silba el asesino, aún siendo su primera película sonora). M, El vampiro de Dusseldorf, una película para ver y entender la sociedad de una época ya pasada.
gaz
11 de febrero de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ley contra la anarquía. Este es el tema principal que dirige “Pasión de los fuertes”. Eso sí, de una manera muy poética y humana. La anarquía es lo que reina en Tombstone hasta que llega Earp e impone la ley. Los hermanos Clanton intentarán sabotear esa ley, pero los hermanos Earp, con la ayuda de Doc Hollyday, no lo permitirán.

Por lo tanto la ley coge ventaja desde el momento en el que Henry Fonda acepta la estrella de sheriff en el pueblo de Tombstone al este de Kansas. La civilización florece en el pueblo construyendo una iglesia, e incluso organizan un baile, pero la auténtica ley civilizada no llegará hasta después de que los hermanos Earp y Hollyday ganen la pelea de OK Corral. Es al final donde Wyatt se encuentra con Clementine que le dice que será la maestra del pueblo. Clementine es la representación de la civilización absoluta que llega con la educación.

La historia de Wyatt Earp y sus hermanos se ha llevado al cine muchas veces, pero la versión de John Ford es, sin ninguna duda, la más humana. Ford centra toda su atención en los pequeños detalles cotidianos como un corte de pelo o la enfermedad, más que en la batalla en OK Corral.

La interpretación de Henry Fonda como Wyatt Earp, es lo que marca la mayor diferencia entre las otras versiones y esta. Ford nos presenta al vaquero como un recién llegado con experiencia que se levanta cuando entra una mujer en la habitación, sabe bailar o se enamora, y no como el típico hombre de acción.

Quizá por eso tiene una relación tan confusa con Doc Hollyday, porque éste sí que representa al hombre de acción, aunque también de manera diferente a la habitual, ya que a pesar de ir de tipo duro, Hollyday nos deja ver su pasión por la poesía en ese precioso plano en el que él mismo termina de recitar a Hamlet, acercándonos un poco más a su miedo al inevitable destino que le depara su enfermedad, la tuberculosis: “pero ese miedo a lo desconocido después de la muerte, el país por descubrir de cuyo objetivo nadie puede volver, desconcierta a la voluntad”.

Earp y Hollyday son la pareja más importante de “Pasión de los fuertes”, enfrentados al principio, llegan a una especie relación relajada y sin problemas hasta que Wyatt cree descubrir que Hollyday fue el que mató a su hermano. Después de este punto de tensión la pareja terminará de unirse en un objetivo común: su odio hacia los hermanos Clanton. Este odio se vengará al final de la película cuando ellos y los hermanos de Wyatt se enfrentan a los Clanton. Hollyday se sacrificará para que Wyatt Earp salga victorioso (igualmente iba a morir por su enfermedad).

“Pasión de los fuertes” nos descubre a un John Ford poético, con detalles muy sensibles y humanos, pero también nos muestra los simbolismos típicos del western como la imposición de la ley en sitios descivilizados. La mezcla de ambas cosas hacen de este western, una de las películas más logradas de este genio del cine.
gaz
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