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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
17 de octubre de 2011
48 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por supuesto que para valorar una película no hace falta minusvalorar otra, pero cuando uno ve que "El día más largo" tiene casi 11.000 votos, y "Liberación" tiene 51 votos, no puede evitar ponerse reivindicativo.

Claro que esta coproducción soviética-alemana(del este)-polaca-yugoslava-italiana de 1969 tuvo una modesta distribución en Occidente ya olvidada, y según creo no existe una versión doblada al español, por lo que no se le puede echar la culpa a nadie de que no nos hayamos criado viéndola mil veces por la tele desde pequeños, o hasta en el colegio en clase de Historia, que es lo que esta superproducción se merece.

Todo lo que siempre te quejaste que el cine angloamericano no te contaba de la Segunda Guerra Mundial está contenido en este ejercicio de cine enciclopédico.

Es un película de clara vocación historicista, con esto quiero decir que busca contar la Historia ante todo, al estilo de películas como "Tora! Tora! Tora!" o "Un puente lejano", pero es todavía más ambiciosa y larga, en lugar de centrarse en un acontecimiento o batalla, abarca mucho más, te cuenta toda la evolución del frente oriental desde la batalla de Kursk hasta la batalla de Berlín, y además se dedica a episodios que podrían parecer "secundarios" y que merecerían su propia película (La detención de Mussolini, y su posterior rescate, la famosa Operación Valkiria contada con todo lujo de detalles en 30 minutos de metraje, etc.) y por supuesto todo el politiqueo Stalin-Churchill-Roosevelt (estupendas caracterizaciones) anticipando el reparto de Europa en la post-guerra.

De vez en cuando también utiliza imágenes de archivo, como el paseo por las calles de Moscú de las tropas alemanas con sus generales hechos prisioneros, sencillamente sobrecogedoras.

El tratamiento hacia los alemanes es sorprendentemente digno y limpio, no se regodea en ningún tipo de diabolización, ni tan siquiera de Hitler por increíble que parezca. Claro que alguna vez salen fusilando judíos en la retirada, o incendiando la ciudad de Bobruisk antes de partir, y por supuesto que parece que los rusos entran en Polonia como si nunca hubieran estado ahí (cuando hacía pocos años que se la habían repartido con los alemanes), y otros detalles que barren para casa (los berlineses dando la bienvenida al ejército rojo y más cosas), por ello en conjunto podríamos decir que no estamos ante una película ideológica, al menos para lo que estamos acostumbrados.

Es una película bélica casi "integral", que puede ir alternando por momentos un estilo anti-bélico y de denuncia contra los horrores de la guerra en las trincheras, con un estilo más épico y de acción, y ser al mismo tiempo inesperadamente respetuosa (o al menos, no insultante) con los alemanes, tanto los soldados como los altos mandos.
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En ese sentido se puede decir que es una película castrense, se nota que asesorada por militares, y especialmente oficiales, es una película que se centra en la guerra de soldados contra soldados, de generales contra generales, y deja de lado, e incluso edulcora la parte que se llevaron los civiles. No se detiene a hablarnos de los escuadrones de la muerte nazis y otras salvajadas en el frente oriental, una guerra sin reglas, una "guerra total" (de eso ya se ocuparían futuras producciones como "Idi i smotri (Ven y mira)") ni desde luego de las violaciones y demás barbaridades de los rusos hacia los civiles alemanes al tomar Berlín.

Pero por eso hay que valorarla dentro de lo que cuenta, en la escala que se mueve, no es abiertamente manipuladora, porque aunque tenga detalles de barrer para casa, el balance es sorprendentemente ecuánime y respetuoso hacia los alemanes como ya he insistido, ahí reside su valor.

Por terminar resaltando los pocos puntos débiles a nivel cinematográfico:

Las recreaciones de grandes batallas suelen ser algo bulímicas y caóticas, la cámara se contenta con dar impresionantes planos aéreos o planos de tanques aplastando casas; pero aunque el desarrollo de las batallas muchas veces no está articulado narrativamente en general las imágenes son de una fuerza visual impactante, con un despliegue de medios humanos y materiales como sólo se ha podido ver en el cine soviético de esos años (Waterloo, Guerra y Paz) que hace palidecer al cine bélico actual tan falto de rubor a la hora de abusar de la infografía y los efectos digitales (Banderas de nuestros padres).

Las muertes por disparo suelen ser teatrales, y sin sangre, algo que se perdona por ser de 1969 y por carecer el cine soviético de tanta tradición de escenas de acción.

El "doblaje" a lo ruso de las voces alemanas, inglesas o italianas es incómodo para alguien que no esté acostumbrado, básicamente se oye de fondo hablar en los idiomas originales y una voz en ruso va traduciendo con unos segundos de retraso. No sé si existe una versión sin doblaje ruso, solo con voces originales y subtítulos.

Son 8 horas de película (dividida en 5 partes), y es indudable que a veces el ritmo cae mucho, algunas escenas con los generales hablando en los despachos son largas y repetitivas, aunque otras son estupendas (por ejemplo el general Model relevando del mando a Busch, y muchos más).

Estoy seguro que si se hubiera hecho en su día una versión más compacta y se hubiera distribuido por occidente hoy hablaríamos de un clásico imprescindible en las estanterías de cualquier cinéfilo o aficionado a la historia.
13 de agosto de 2010
48 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando era pequeño recuerdo como Cleopatra era sinónimo de alguna nueva investigación que confirmaba o desmentía si era guapa, si no lo era, si tenía alopecia, si el secreto era su perfume, etc. Pero Cleopatra fue mucho más que esas minucias, fue una personalidad histórica fascinante en una época asombrosa.

Olvidándonos por un momento de la famosa intra-historia de su rodaje, la película está bastante bien, pese a su duración. No sin necesidad acaba apartándose durante muchos minutos de Cleopatra para centrarse en Julio César y Marco Antonio.

Un gran defecto, y sé que polémico, es que por alguna razón Liz Taylor siempre me ha parecido salir muy desfavorecida en esta película, siendo todavía joven con 30 años. Muy poco antes, en “La gata sobre el tejado de zinc” o en “De repente, el último verano”, está radiante y con todo a su favor para ser una formidable Cleopatra, pero por algún motivo, no sé si es el maquillaje, la iluminación, el vestguario, el color de la película, sus problemas de salud o algunos kilos más, en “Cleopatra” la veo bastante lejos de su época de mayor belleza.

En segundo lugar, la película, el último peplum de presupuesto titánico, no se salvó de los defectos (o virtudes para los melancólicos) de ese tipo de cine. La visión que da de la historia es de un gran convencionalismo y maniqueismo. Una visión demasiado sosa, formal e idealizadora del mundo antiguo. Para todos los públicos. Este estilo puede quedar bien en Ben-Hur o Espartaco, pero no en una película sobre Cleopatra y de intrigas políticas y palaciegas.

Falta mayor amoralidad y malicia. Fueron muchas y muy escandalosas las traiciones y los juegos políticos, el pragmatismo y la ambición, de todos los protagonistas. En el afan hollywoodiense de que la audiencia puede identificar fácilmente buenos y malos, sólo los conspiradores primero y Octavio después cargan con todo el peso de la traición, ambición y maldad. Esta simplificada caricatura impide presentar bien la problemática del vacío de poder que supuso la muerte de César. Es difícil para el espectador entender todo el enfrentamiento posterior entre Octavio y Marco Antonio, y el papel de Cleopatra y sus apuestas y aspiraciones políticas.

Egipto se merecía renacer o morir, no la decadencia en la que estaba sumida. Cleopatra fue la última esperanza de renacer. Cleopatra murió, y Egipto con ella. Fue para siempre, pero fue una muerte legendaria para poner el broche de oro a 2500 años de una civilización que vivió fuera de su tiempo.

El mundo había cambiado y el centro del universo ya no era el Nilo. Todos los pueblos bañados por el Mediterráneo caerían bajo Roma. Pero Egipto no era un reino cualquiera. Roma estaba en manos de unos pocos hombres, pero Egipto lo estaba de una mujer...
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... no podía ser una guerra cualquiera entre ejércitos, tenía que ser algo único y diferente, una guerra de seducción y política, de erótica y poder.

Los egos eran muy fuertes. Si bien Egipto era una provincia vasalla, no hay que olvidar que Roma era aún república, menos esplendorosa y más maloliente de lo que muchos imaginan; la Roma que hoy visitan los turistas es la imperial. Por aquel entonces Egipto era una nación tallada en piedra desde antes que el hombre tuviese memoria.

Cleopatra descendía de la dinastía helénica instalada en Egipto tras la conquista de Alejandro Magno. Casi nada. Estos reyes se caracterizaban por hablar griego y no preocuparse en aprender el egipcio y honrar su religión. Cleopatra aprendió egipcio y reavivó las tradiciones.

Julio César, el hombre tras el cual Roma nunca volvió a ser la misma, nunca volvió a ser República. Su interés por Egipto fue un capricho del destino, un imperialista romano que decantó a su favor una de tantas guerras civiles ajenas mientras Roma aferraba sus tentáculos de dominación por todo el Mare Nostrum.

El emperador Augusto, el mismo que quiso llevar a Cleopatra encadenada ante los romanos, ella se lo impediría suicidándose, fue también quien sentó los cimientos del espectacular ascenso del Imperio Romano, ya dejada atrás la República. Bajo su mandato, 30 años después de la muerte de Cleopatra, nacería Jesús en la provincia romana de Judea.

Es decir, hablamos de un periodo de una riqueza histórica abrumadora, donde se decidiría el devenir de ese mar en medio de la tierra. Pero ante todo, trasciende un concepto personalista de la historia. No era la economía, ni los cambios demográficos, ni la alfabetización, ni siquiera la tecnología. Eran individuos excepcionales que, con sus virtudes y defectos, capacidades y carencias, movían el destino de los reinos e imperios. Napoleón con mucho menos ha dado para ríos de tinta por sus amoríos, infidelidades, herencias y bodas reales.

Roma entera se escandalizó cuando César invitó a Cleopatra a la ciudad. Él era el líder de los romanos, casado con una mujer romana de buena reputación. Y tuvo la osadía de levantar una estatua de oro de Cleopatra personificada como la diosa Isis en un templo romano. Si hasta los griegos habían sido considerados por los romanos como un pueblo atrasado y muchos veían en la influencia griega una peligrosa extranjerización de Roma, no es difícil imaginar lo que pensaban de que una reina egipcia pudiera acabar convirtiéndose en su diosa; todos creían que Cleopatra había manipulado y embrujado a César para creerse un dios y coronarse como tal; en Egipto el faraón era un dios en la tierra.

No creo que sea cierto que la película con el tiempo haya acabado llegando al olimpo de las obras maestras imprescindibles e indiscutibles. Pero es una buena película, grandiosa y espectacular para la vista, y la mejor sobre Cleopatra, que no es poco.
20 de enero de 2013
34 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupendo making of para terminar de enmarcar a "Blade Runner" como joya incomprendida de su tiempo que resurgió cual ave fénix de sus cenizas con el que podría ser uno de los "Director's Cut" más famosos de la historia del cine.

Tradicionalmente cuando directores y distribuidoras han tenido sus muchos rifirrafes sobre el montaje de una película tenía que ver con la duración y la eliminación de escenas (por ejemplo el caso también famoso de la versión americana de "Erase una vez en América" de Sergio Leone). En "Blade Runner" todo giró en torno a añadir o quitar una narración en off durante toda la película y una escena de final feliz. Algún detalle más por supuesto, pero fundamentalmente ese par de decisiones y su impacto en la valoración final de la película son las que tanto han dado que hablar a los críticos y cinéfilos.

"Dangerous Days: Making Blade Runner" repasa el desarrollo completo de la película para poder llegar a ese momento fundamental que todos esperan ¿Por qué hacía falta una voz en off y un final feliz? ¿Y por qué aún así fracasó "Blade Runner"?

El documental es esclarecedor al dedicar la mayor parte de su duración al apartado visual y de diseño de producción del universo de la película, confirmando que la gran pasión de Ridley Scott es la estética y el crear mundos, fusionar la fotografía y la iluminación con los decorados, supervisar hasta el mínimo detalle los departamentos de arte y tirarse horas preparando la iluminación de un plano. Pero no nos engañemos, Ridley también tiene buen ojo para elegir actores (o directoras de casting, quien sabe), aunque no sea este el apartado que más minutos merece en el making of.

El resultado final en la película es que cuando la trama no está contando nada, lo cuenta la ambientación, el decorado, la luz, la tenue música, la cara de los actores, la puesta en escena... Lo que en inglés se resume con la palabra "mood", estado emocional o de ánimo que flota en la atmósfera. "Blade Runner" es puro cine en el sentido más visual, hipnótico y expresivo, es un coche volador que despega entre la lluvia y el humo o un harrison ford que deambula entre calles abarrotadas de peatones, paraguas y neones.

Y cuando crees que estás sumergido y aletargado en esta película de pronto te salpica con momentos en que el guión resurge con un dramatismo y una fuerza wagneriana, los personajes hablan y actúan, y resulta que las pocas escenas en que ocurren cosas alcanzan unas cotas de profundidad existencial y psicológica que parecía vedada al cine "de género", siendo la cumbre esa lucha final y muerte poética de Roy Batty.

¿El veredicto del director al quedar montada la película? "He visto algo maravilloso", pero "no funciona".

La famosa voz en off hace más evidente la trama ante el miedo de un público que no se enteraría de nada en todos esos momentos aparentemente muertos, pobres en acontecimientos o de baja intensidad; y esa misma voz en off que disfraza a un protagonista que roza lo depresivo, tan opuesto a un "villano" con irrefrenables ganas de vivir.

Es curioso que es algo que nunca le ha vuelto a pasar en su cine, nunca el cine de Scott ha vuelto a fallar (o acertar) por falta de exposición en la trama o ser poco explicativo en los diálogos.

En cualquier caso la voz en off fue una chapuza de la productora, el propio Scott reconocía que podía ser una solución, pero había que trabajar en ello para que encajara; en cualquier caso acabó apartado, pagaron a un escritor para hacerlas de prisa y corriendo y se obligó por contrato a Harrison Ford para que las grabara.

Lo que nadie vio venir es que años después del fracaso en taquilla el tiempo la acabaría redimiendo contra todo pronóstico, porque esos sectores minoritarios pero influyentes, que son los fans fetichistas de los ochenta y los críticos y cinéfilos que gustan de rescatar y reivindicar películas, encontraron una mina de oro en "Blade Runner", el material perfecto para analizar, desmenuzar y comentar en los cine-forum. Era ciencia ficción con factura de Hollywood y era cine de autor con un toque de nouvelle vague, en donde no todo tiene que tener un sentido evidente, en donde triunfa lo expresivo sobre lo explicativo, lo emocional sobre lo racional, lo orgánico sobre lo mecánico...

Para mí "Blade Runner" es el "Apocalypse Now" de la ciencia ficción (encuentro incluso paralelismos sorprendentes en ambas tramas), pero "Apocalypse Now" fue un éxito, y "Blade Runner" no, lo que demuestra que efectivamente los 80 desde muy pronto fueron en otra dirección, como se apunta en el documental, era la década de E.T., de Indiana Jones, de héroes, acción y épica (en la propia secuela del gran éxito de Scott "Alien" se aprecia ese cambio abismal de una década a otra).

Viendo los trailers tramposos de "Blade Runner" el público se esperaba entretenimiento de calidad, naves, robots, acción y persecuciones. Y se encontraron con esa extraña mezcla de film noir nietzscheniano, pesimista y contemplativo... Visualmente adelantada a su tiempo, pero ¿narrativamente por detrás de su tiempo? ¿Espiritualmente más cercana de Apocalypse Now o Taxi Driver?

Y es que como dice el propio Ridley, si vas por delante de tu tiempo tienes un problema, igual que si vas por detrás.
30 de marzo de 2009
31 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Starship Troopers de Robert A. Heinlein es una interesante novela de ciencia ficción donde el componente que más pesa es el comentario socio-político de un ficticio Estado futurista plenamente militarizado, por tanto cuasi-fascista, aunque con matices, puesto que es una democracia para los "ciudadanos" (sin distinción de raza, color, religión, credo, nacimiento, riqueza o convicción), pero no todo el mundo es ciudadano, sólo aquellos que han servido en el ejército, no habiendo conscripción obligatoria. Los "civiles" (no ciudadanos) viven en paz e incluso pueden ser grandes empresarios, y aunque no pueden participar en la vida política, el resto de sus derechos y libertades están garantizados. Por tanto, a diferencia de un Estado utópicamente fascista, el de Starship Troopers no es totalitario.

No habiendo enemigo interno, aunque la justificación del régimen es recurrente en los monólogos del profesor de historia y filosofía del protagonista ("many complain, but none rebel"), todo el odio y militarismo del Estado está canalizado hacia un enemigo exterior, y qué mejor para hacer una ficción extremista que presentar a ese enemigo como unos insectos alienígenas, enormes y belicosos con los que no se puede establecer comunicación alguna.

Otros componentes de la novela son la descripción de la vida castrense: el entrenamiento, la disciplina, el compañerismo, y la promoción; la descripción de armas y profesiones militares futuristas que enfatizan en la necesidad de combinar flexibilidad y fuerza ("infantería móvil"), y finalmente el combate ante un enemigo desconocido, sorpresivo y que se esconde bajo tierra. Pese a ser escrito en 1959, son muchos los que han visto en la novela una magnífica anticipación de lo que sería más tarde la experiencia estadounidense en la Guerra de Vietnam, convirtiéndose así en un paradigma de la ciencia ficción como una forma alternativa de describir y analizar la realidad o posibles realidades, sin dejar de lado el entretenimiento.

La película de 1997 dirigida por Paul Verhoeven respeta en conjunto todo lo anteriormente descrito, prescinde un poquito de aquí y de allá y añade algunos de los temas y detalles favoritos del director holandés, pero sin embargo cambia totalmente el tono de la historia, ya que es manifiestamente sarcástica y paródica, adentrándose en los dominios de la sátira.

¿Por qué pararme a hacer esta breve exposición del libro y la película cuando esta es la crítica de la mini serie anime (OVA para los entendidos) de 1989? Pues porque casi todo lo interesante de la novela y la película que he intentado describir en esos párrafos de arriba está completamente ausente en este anime, y sólo quería que quedara constancia de tal infortunio y se entendiera mejor la mediocridad de mi valoración final.

(sigo en spoiler)
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spoiler:
Si en el mundo del cine una de las críticas más famosas y recurrentes es la "americanización", en el caso que nos ocupa bien podríamos hablar de una lamentable "manguificación" (pido perdón por el palabro, a lo mejor ya existe otra palabra que describa lo que quiero decir, pero yo no la conozco). Los protagonistas y sus preocupaciones amorosas son excesivamente típicas del manga para adolescentes, pero eso no es lo peor, no hay descripción socio-política por ningún lado, no hay ninguna idiosincrasia peculiar en este insulso universo, y para colmo los insectos espaciales no son tal, sino calamares flotantes.

Habrá quien piense, bueno, pero es manga y en la portada sale un robot, así que habrá acción a raudales al más puro estilo anime sci-fi... Error... este anime es además increíblemente aburrido, hablamos de 6 episodios de 25 minutos y la supuesta acción se recluye sobre todo en el último episodio, y un par de minutos en otro, sin que esta acción merezca la pena, el resto de minutos lo consumen el entrenamiento y la preparación, junto a las inquietudes adolescentes del protagonista.

Hay sin embargo algún momento del libro no presente en la película, como que los militares se peleen en un bar con civiles, pero para variar carece completamente de los interesantes matices socio-políticos del libro ya que los civiles de la pelea son en verdad transportistas y mercantes que guardan rencor a los militares por los privilegios comerciales que reciben de esa futurista y militarizada administración pública. En el anime como no, son una panda de punkis ochenteros que molestan a la camarera y los caballerosos soldados les dan su merecido.

Otro momento curioso es el partido de fútbol americano en el primer episodio, que hace pensar que posiblemente el guionista de la película Ed Neumeier vio el anime y cogió alguna idea, como lo del fútbol americano, la atracción de Rico por Carmen, o la rivalidad entre la infantería y la flota cuando se encuentran en un bar.

En el anime apuestan por los trajes-armaduras robotizadas (si no me equivoco en el argot de la ciencia ficción manga/battletech tenemos "mechas" que se pilotan más como si fueran vehículos, y "powered suits/armors" que más bien se llevan como un traje o armadura, en Starship Troopers tanto libro como anime es más esto último) mientras que en la película se opta por la masificación de hombres pobremente equipados, lo cual no deja de ser irónico e interesante, pues los humanos se acaban asemejando muchísimo más a los insectos que combaten.

En resumen, un anime mediocre y soso, plagado de tópicos del género manga sci fi, no tiene nada que lo diferencia y bien podía haber tenido perfectamente otro título y nadie se habría dado cuenta de que supuestamente adapta la novela de Heinlein.

Nota: 4,5.
31 de julio de 2011
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que tenemos más jóvenes españoles que nunca buscando trabajo, retocando y enviando el curriculum cada día, haciendo entrevistas de trabajo absurdas y frustrantes, pensándose si lo mejor es pagar un ojo de la cara por un máster después de 5 años de carrera, o jugándoselo todo en las oposiciones. (*)

Ahora que ya apenas existe cine “social” español; no es casualidad que la última gran ola de de películas sobre desempleados y marginación social fuera a finales de los 90 y principio de los 2000 cuando la economía iba bastante bien, y en cambio con una crisis económica de las que hacen época el género en cuestión ya no interese a nuestros cineastas de "Hay Motivo".

Precisamente ahora no estaría de más rescatar del olvido a esta película española, tan estupenda como desconocida. “El espontáneo” es un eco del neorrealismo italiano que ya había quedado atrás hacía casi diez años en el país alpino, pero también es una película muy española en su contenido, un retrato urbano del Madrid de los 60 y sus clases humildes, de sus jóvenes, sus calles y sus bares.

Y es que los 60 fueron una buena época de crecimiento económico, había trabajo como se puede ver en la película, pero nuestro protagonista Paco, un chaval sin estudios porque tuvo que ponerse a trabajar para echar una mano en casa, no se conforma con ganar calderilla de limpiacoches en una gasolinera, o con la cubeta y el rodillo (hilarante escena cuando acaba intercambiándose insultos con un pintor después de hablar sobre cuánto se gana al mes en su oficio; y no será la única escena de madrileños insultándose por la calle o en las taquillas de las Ventas, para disfrute de los aficionados a la filología de la jerga coloquial).

Para Paco todo en la vida es cuestión de echarle cara y ser valiente, como presentarse a una audición para actor saltándose una cola de cientos de chavales como él, ir a una entrevista de vendedor de perfumes sin la experiencia que pedían en el anuncio, o conseguir un trabajo de antenista también mintiendo sobre su experiencia. Pero nada termina de salirle bien hasta que finalmente da con la idea que mejor se ajusta a sus ambiciones, ser torero. O mejor dicho, saltar al ruedo.

La película es sociológica hasta la médula, tanto que a veces asombra por la inteligencia y el detallismo de su análisis y su incalculable valor como radiografía social. En general se puede decir que todos los personajes son un producto y reproducción de su entorno.

(sigo en spoiler)
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Es difícil encontrar otra película parecida en toda la filmografía española. Quizás algunas mucho más recientes como “Barrio” de Aranoa serían la mejor referencia, pero películas como “Barrio” en el fondo son deprimentes y muy grises, mientras que “El espontáneo” es algo más vitalista, aunque hay momentos para la frustración, los personajes tienen desde luego ganas de vivir, o sobrevivir, de trascender aunque sea a través del dinero y la posición social, o simplemente de ligar o pasarlo bien con los amigos perdiendo el tiempo y haciendo el gamberro.

Claro que la película también tiene algunos momentos irregulares, momentos que podrían hacernos sospechar que nos encontramos ante una “españolada” más, por ejemplo todo el principio innecesariamente largo y vendiendo el morbo de una turista guiri borracha insinuándose a un botones recién salido de la pubertad, pero son solo unos pocos momentos que acaban diluidos dentro de un conjunto estupendo.

Nota: 7


(*) Y cuántos jóvenes de los que hoy tienen trabajo están desencantados de oficinistas y administrativos, echando horas extras sin cobrar ni cotizar, y es que nos llegamos a creer el cuento de que trabajar en una oficina es mejor que trabajar con las manos, y es mentira, a igualdad de salarios ser oficinista es igual de alienante que ser albañil o trabajar en una fábrica, o más incluso; ya lo decía Marx, la alienación la determina el trabajar para otro y el hacer tareas aburridas y repetitivas, el trabajador se convierte en un extraño a su propio trabajo y a si mismo, el que odia su trabajo se odia a sí mismo. Un círculo vicioso que solo lo puede compensar el dinero y el ocio. Pan y circo.
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