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Críticas ordenadas por utilidad
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5,3
2.391
7
5 de febrero de 2021
5 de febrero de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lost girls (Chicas perdidas), es un largometraje estadounidense del año 2020 dirigida por Liz Garbus.
Incurre en el género del drama policial desde el punto de vista de la mujer, de la madre que pierde a su hija. El detective ocupa un segundo plano. Un policial feminista, podríamos decir, que abarca los temas de las desapariciones o asesinatos en serie desde el ángulo de la visión de la mujer que en su carne y cuerpo debe afrontar todas las circunstancias de un mundo macho. Una película sin duda crítica, y al mismo tiempo, y esto es lo curioso, conmovedora desde el dolor, llevándonos al ejercicio pleno de la empatía, con calidez y ternura.
Incurre en el género del drama policial desde el punto de vista de la mujer, de la madre que pierde a su hija. El detective ocupa un segundo plano. Un policial feminista, podríamos decir, que abarca los temas de las desapariciones o asesinatos en serie desde el ángulo de la visión de la mujer que en su carne y cuerpo debe afrontar todas las circunstancias de un mundo macho. Una película sin duda crítica, y al mismo tiempo, y esto es lo curioso, conmovedora desde el dolor, llevándonos al ejercicio pleno de la empatía, con calidez y ternura.

4,6
695
7
23 de septiembre de 2021
23 de septiembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La corazonada, es un largometraje argentino del año 2020 dirigido y guionado por Alejandro Montiel. Este policial contiene la excelencia de tratar tres crímenes en su obra.
Desgraciadamente, las actuaciones son flojas. Por ejemplo, es difícil ver a Louisana Lopilato haciendo de policía puesto que su semblante es la de una modelito, inclusive su cuerpo. Es como ver a Valeria Massa haciendo de una agente del conurbano. Se nota su procedencia de clase alta en su maquillaje top. Inclusive su cabellera, relucida por un shampoo caro, se contradice con los clásicos cabellos atados de las oficiales de policía de la federal. Sin embargo, el guión es muy bueno y contrarresta las actuaciones forzadas.
Lo más importante: la trama se sostiene sola. Esto hace que la película sea buena, a pesar de todo.
Desgraciadamente, las actuaciones son flojas. Por ejemplo, es difícil ver a Louisana Lopilato haciendo de policía puesto que su semblante es la de una modelito, inclusive su cuerpo. Es como ver a Valeria Massa haciendo de una agente del conurbano. Se nota su procedencia de clase alta en su maquillaje top. Inclusive su cabellera, relucida por un shampoo caro, se contradice con los clásicos cabellos atados de las oficiales de policía de la federal. Sin embargo, el guión es muy bueno y contrarresta las actuaciones forzadas.
Lo más importante: la trama se sostiene sola. Esto hace que la película sea buena, a pesar de todo.
10
12 de marzo de 2021
12 de marzo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Us and them (Nosotros y ellos), es un increíble y grandiosísimo largometraje chino del año 2018 de la directora René Liu que increíblemente debuta como tal en tan magna obra de arte.
El cine asiático es magnífico, sin embargo noté que si bien el cine coreano es muy bueno y en ocasiones más que muy bueno (véase Microhábitat; A taxi driver), hay algo que hace al cine mandarín muy grande. Películas como Cities of last things [幸福 城市], principalmente de China y Taiwan; A land imagined [幻 土], principalmente de Singapur; Long Day's Journey into Night [地球最後的夜晚], de China; Us and them [后来的我们], también de China; o como excepción al idioma mencionado, y por locación, One Night in Bangkok, de Kaos; son increíblemente maravillosas. La primera y última mencionadas son odas a la noche; la segunda y la tercera contienen fuertes elementos neo-noir y sutilmente fantásticos, y en la tercera esta sutileza se desvanece un poco remitiéndonos inclusive a Tarkowski. En Us and them, un romance nostálgico, se expresa la vida en el después del mientras tanto. A menudo las películas románticas se centran en el mientras tanto, en la pasión del presente; si tratan de ir más allá se termina en el suicidio. Aquí se expresa el amor más allá del suicidio; se expresa lo que queda de un lejano 'mientras tanto' que no deja de estar presente. Se encarna el dolor y la tristeza, junto a todo el peso de la felicidad y la ternura, y se vive con ello. Se convive con todo el pesar del ser, con toda la vitalidad que sólo puede expresarse y resistir si el amor es verdadero frente a la existencia que pasa y no deja de pasar, independientemente de los actores humanxs, independientemente de su voluntad, de su razón. Pareciera que de fondo resuena la línea de Buda: "el dolor es inevitable"... No obstante todo lo que es vital persiste, entre los sueños y el recuerdo, entre lo que fue y lo que es. La madurez que expresa esta directora contrastada con su propia visión que denota una tácita filosofía nietzscheana del niño en tanto transformación última, es sencillamente magistral. Es exquisita y conmovedora por donde se la observe, plena de vida, inclusive de muerte, de risa y lágrimas.
El cine asiático es magnífico, sin embargo noté que si bien el cine coreano es muy bueno y en ocasiones más que muy bueno (véase Microhábitat; A taxi driver), hay algo que hace al cine mandarín muy grande. Películas como Cities of last things [幸福 城市], principalmente de China y Taiwan; A land imagined [幻 土], principalmente de Singapur; Long Day's Journey into Night [地球最後的夜晚], de China; Us and them [后来的我们], también de China; o como excepción al idioma mencionado, y por locación, One Night in Bangkok, de Kaos; son increíblemente maravillosas. La primera y última mencionadas son odas a la noche; la segunda y la tercera contienen fuertes elementos neo-noir y sutilmente fantásticos, y en la tercera esta sutileza se desvanece un poco remitiéndonos inclusive a Tarkowski. En Us and them, un romance nostálgico, se expresa la vida en el después del mientras tanto. A menudo las películas románticas se centran en el mientras tanto, en la pasión del presente; si tratan de ir más allá se termina en el suicidio. Aquí se expresa el amor más allá del suicidio; se expresa lo que queda de un lejano 'mientras tanto' que no deja de estar presente. Se encarna el dolor y la tristeza, junto a todo el peso de la felicidad y la ternura, y se vive con ello. Se convive con todo el pesar del ser, con toda la vitalidad que sólo puede expresarse y resistir si el amor es verdadero frente a la existencia que pasa y no deja de pasar, independientemente de los actores humanxs, independientemente de su voluntad, de su razón. Pareciera que de fondo resuena la línea de Buda: "el dolor es inevitable"... No obstante todo lo que es vital persiste, entre los sueños y el recuerdo, entre lo que fue y lo que es. La madurez que expresa esta directora contrastada con su propia visión que denota una tácita filosofía nietzscheana del niño en tanto transformación última, es sencillamente magistral. Es exquisita y conmovedora por donde se la observe, plena de vida, inclusive de muerte, de risa y lágrimas.
4 de diciembre de 2020
4 de diciembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La conquista del paraíso, largometraje del año 1980 dirigida por Eliseo Subiela. La historia hace de su fuerte el relato. Comienza un narrador a contar una historia desde la cárcel, y mantiene el hilo. Un padre abandónico que se ve empujado por la búsqueda de un tesoro jesuita en al Amazonas, guiado por la ambición o la locura. Un hijo que crece esperándolo hasta que lo dan por muerto y retorna su voz mediante una carta, su palabra moribunda. Una herencia lo espera: el legado de su investigación hacia el tesoro. A partir de aquí la historia se desarrolla, viaja y se adentra en las profundidades selváticas. El tiempo parece avanzar hacia atrás, como si en el bárbaro paraíso se develera el carácter cíclico de la vida frente a los ojos del espectador, capaz de contemplar, entre las fronteras de la existencia, un sentido inefable en el curso de su corta vida. Lo que resta es la indagación, el silencio que contempla el abismal núcleo natural de la existencia toda.

6,8
232
9
21 de noviembre de 2020
21 de noviembre de 2020
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
소공녀, lit. A Little Princess, Una pequeña princesa o también traducida como Microhábitat, es un tierno largometraje coreano, un bello drama del año 2017 dirigido y escrito por Jeon Go-woon. El film está ambientado en el neoliberalismo surcoreano en los años 2014 y 2015. Miso es una chica feliz, en tanto tenga lo que quiere: cigarrillos, whiskey, y su novio. Miso, que en rigor es una mujer, una muchacha adulta, significa "sonrisa" y aún conserva su jovialidad y, por supuesto, su sonrisa. El sistema económico capitalista prontamente le aumenta los precios... Primero, el alquiler, razón por la cual duda en abandonar el whiskey o el cigarrillo, pero decide abandonar el departamento que alquilaba. Esta es, básicamente, la sinopsis de la película. El desarrollo transcurre a medida que también aumentan los precios del cigarrillo, y finalmente del whiskey. Básicamente, todo lo que quiere aumenta de precio, incluso su novio..., si se me permite la metáfora. Sin develar nada sustancial a la obra, queda claro el carácter histórico de la trama, en la cual se desarrolla la vida precarizada de una mujer que con una suerte de temple zen sobrevive de aquí para allá al paso del tiempo. La nostalgia se va formando lentamente, como una bola de nieve, a tal punto de no darnos cuenta de ello hasta el epílogo de nuestras existencias, aquello que acontece cuando recordamos amigables sonrisas entre lágrimas. Cuando joven, más o menos hace 10 años, tenía una banda; ahora que sus integrantes han crecido han seguido el curso de sus vidas y ella, amigable, decide visitarles al mismo tiempo que decide pasar las noches, cálidas nocturnidades en reivindicación de la amistad. Noches algunas veces tristes, otras incómodas o extrañas. Ya nadie es, exactamente, la misma persona; sin embargo, siguen siendo las mismas, sólo que cambió el tiempo, que paradójicamente nunca cambia. Nadie parece demasiado conciente, pero tampoco nadie parece tener culpa alguna, si nos percatamos, sumidos en la comprensión del ciclo de la vida y el tiempo, de las circunstancias que cada cual tuvo que atravesar y aún atraviesa. En el capitalismo, esa selva salvaje del sálvese quien puede, nadie está a salvo.
Cuando parece que se está romantizando la precarización laboral, surjen contradicciones ontológicas: hay algo más allá del ser para el trabajo, y es el ser para el ser, el auténtico ser que en pocas personas logra expresarse con tanta potencia, con tanta amabilidad, cordura marginal, tierna autenticidad y "fantasía" según aquellas personas normalizadas que la observan desde sus zonas de confort. Toda persona, digamos, tiene sus chispas de su ser entre tanta alienación capitalista; pero ella, Miso, casi que parece que hizo de este mundo un templo budista, al punto de habitarlo rindiéndole culto a sus únicos dioses: el amor, el whiskey y el cigarrillo. El resto lo provee la vida misma. Esta es la filosofía zen de la existencia, el budismo arreligioso que entiende que cuando se come, se come; cuando se duerme, se duerme, sin preocupaciones más que ocupaciones y que allí cuando se necesita, se recibe. Sin mayores ambiciones, sin codicia ni avaricia. Mas cabe aclarar que la película no contiene referencias religiosas, de ahí que me permita la analogía con la religión menos religiosa de todas. ¿Podría haber tomado otros rumbos, con la totalidad de su ser y su entereza? Sin duda, pero eligió el camino del ser, y ese camino es siempre único, es el camino de una estrella en el cielo negro del cosmos. Ella misma es amor. A donde iba, no dejaba más que amor, calidez, ternura, simpatía y ofrecimiento. No sólo tenía su fuerza laboral para ofrecer en este mundo capitalizado por las ganancias de unos pocos, la cual ofrecía para sobrevivir, sino que también ofrecía como un plus el abrazo de su pulcra conciencia. Una especie de plusvalor espiritual le emergía naturalmente, consecuencia quizás de un viejo trabajo espiritual sobre su propio cuerpo, el único territorio que realmente poseemos apenas durante nuestra corta vida. Un parpadeo en la existencia, ¿para qué sufrir? "El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional". La vida dura lo que una sonrisa. Buda duró lo que su propia sonrisa. Estamos aquí, reímos , y ya no estamos. La nostalgia se acumula, finalmente cae, y nos tambien caemos, como el sol, aunque en realidad seamos la tierra cayendo...; el sol siempre esta allí.
Si la sociedad fuésemos más como Miso y menos como zombies alienados por la explotación capitalista, es decir si fuésemos más nuestro ser en sí, encarnándolo con voluntad, sin inercia, el capitalismo perdería su razón de ser, lentamente, y erguiríamos sobre nuestros hombros nuevas ciudades más justas, un sistema socialista internacional, pleno de paz y alegría, equitativo, necesario.
Cuando parece que se está romantizando la precarización laboral, surjen contradicciones ontológicas: hay algo más allá del ser para el trabajo, y es el ser para el ser, el auténtico ser que en pocas personas logra expresarse con tanta potencia, con tanta amabilidad, cordura marginal, tierna autenticidad y "fantasía" según aquellas personas normalizadas que la observan desde sus zonas de confort. Toda persona, digamos, tiene sus chispas de su ser entre tanta alienación capitalista; pero ella, Miso, casi que parece que hizo de este mundo un templo budista, al punto de habitarlo rindiéndole culto a sus únicos dioses: el amor, el whiskey y el cigarrillo. El resto lo provee la vida misma. Esta es la filosofía zen de la existencia, el budismo arreligioso que entiende que cuando se come, se come; cuando se duerme, se duerme, sin preocupaciones más que ocupaciones y que allí cuando se necesita, se recibe. Sin mayores ambiciones, sin codicia ni avaricia. Mas cabe aclarar que la película no contiene referencias religiosas, de ahí que me permita la analogía con la religión menos religiosa de todas. ¿Podría haber tomado otros rumbos, con la totalidad de su ser y su entereza? Sin duda, pero eligió el camino del ser, y ese camino es siempre único, es el camino de una estrella en el cielo negro del cosmos. Ella misma es amor. A donde iba, no dejaba más que amor, calidez, ternura, simpatía y ofrecimiento. No sólo tenía su fuerza laboral para ofrecer en este mundo capitalizado por las ganancias de unos pocos, la cual ofrecía para sobrevivir, sino que también ofrecía como un plus el abrazo de su pulcra conciencia. Una especie de plusvalor espiritual le emergía naturalmente, consecuencia quizás de un viejo trabajo espiritual sobre su propio cuerpo, el único territorio que realmente poseemos apenas durante nuestra corta vida. Un parpadeo en la existencia, ¿para qué sufrir? "El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional". La vida dura lo que una sonrisa. Buda duró lo que su propia sonrisa. Estamos aquí, reímos , y ya no estamos. La nostalgia se acumula, finalmente cae, y nos tambien caemos, como el sol, aunque en realidad seamos la tierra cayendo...; el sol siempre esta allí.
Si la sociedad fuésemos más como Miso y menos como zombies alienados por la explotación capitalista, es decir si fuésemos más nuestro ser en sí, encarnándolo con voluntad, sin inercia, el capitalismo perdería su razón de ser, lentamente, y erguiríamos sobre nuestros hombros nuevas ciudades más justas, un sistema socialista internacional, pleno de paz y alegría, equitativo, necesario.
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