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Críticas ordenadas por utilidad
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10
30 de octubre de 2011
30 de octubre de 2011
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, estamos ante el salto cualitativo que los admiradores de Kelsey Grammer estábamos esperando. No es fácil pasar página para un actor vinculado a la comedia y a un –gran- personaje durante más de 20 años y seguir con su carrera como si nada hubiera ocurrido. En efecto, Grammer había estado dando tumbos en diferentes trabajos insustanciales tras su éxito dando vida al Dr. Frasier Crane.
Pero BOSS lo cambia todo. No sólo por el cambio de registro, sino por el salto de calidad que supone llevar el peso de una serie dramática de más de 50 minutos de duración por episodio y de una impecable factura técnica. Y además, hacerlo de forma brillante (esto es, que el espectador ya no ve a Frasier, sino a Tom Kane, el alcalde de Chicago).
La serie recuerda mucho a ‘The Wire’ por su realismo y por no ahondar en los detalles dramáticos irrelevantes que rodean a los personajes. Este nuevo drama bebe también de ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’, por su evidente contenido político.
BOSS narra el día a día del alcalde de Chicago, un hombre entregado al poder que ha dejado de lado su humanidad y su vida familiar para gobernar “la ciudad del viento” con firmeza. Todo ese orden se tambalea cuando a Kane le diagnostican una enfermedad degenerativa incurable, que sólo él y su médico conocen. La noticia le vuelve vulnerable ante los votantes, sus asesores y su familia, entre las que se encuentran su esposa (Connie Nielsen) y su hija (Hannah Ware), con las que apenas mantiene relación más allá de las apariencias forzadas.
Pero BOSS lo cambia todo. No sólo por el cambio de registro, sino por el salto de calidad que supone llevar el peso de una serie dramática de más de 50 minutos de duración por episodio y de una impecable factura técnica. Y además, hacerlo de forma brillante (esto es, que el espectador ya no ve a Frasier, sino a Tom Kane, el alcalde de Chicago).
La serie recuerda mucho a ‘The Wire’ por su realismo y por no ahondar en los detalles dramáticos irrelevantes que rodean a los personajes. Este nuevo drama bebe también de ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’, por su evidente contenido político.
BOSS narra el día a día del alcalde de Chicago, un hombre entregado al poder que ha dejado de lado su humanidad y su vida familiar para gobernar “la ciudad del viento” con firmeza. Todo ese orden se tambalea cuando a Kane le diagnostican una enfermedad degenerativa incurable, que sólo él y su médico conocen. La noticia le vuelve vulnerable ante los votantes, sus asesores y su familia, entre las que se encuentran su esposa (Connie Nielsen) y su hija (Hannah Ware), con las que apenas mantiene relación más allá de las apariencias forzadas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ver a Kelsey Grammer llorar en soledad, o amenazar en su despacho a un adversario político al más puro estilo Al Capone (grandísima escena) son algunas de las perlas que depara el primer episodio de lo que promete ser una gran serie dramática.
9
12 de agosto de 2008
12 de agosto de 2008
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hilarante comedia, una de las más ocurrentes de los últimos tiempos, toda la película es un deleite. Kevin Kline y William Hurt repiten con Kasdan después de ‘Reencuentro’, aunque el director y los dos actores parecen formar una cuadrilla perfecta.
Joey Boca (Kline) es un italiano afincado en América que regenta una pizzería junto a su mujer Rosalie (Tracey Ullman), a la que engaña sin mala intención pero con demasiada frecuencia. Cuando ésta le descubre, prefiere matarle antes que divorciarse, para lo que cuenta con el apoyo de su madre (Joan Plowright) y su amigo Devo (River Phoenix). Entre los tres deciden contratar a dos sicarios, Harlan y Marlon (William Hurt y Keanu Reeves) para que lleven a cabo el trabajo sucio, pero tendrán que lidiar con la fortuna del propio Joey.
Con pinceladas de absurdas situaciones al más puro estilo Almodóvar, la cinta es una carcajada continua de principio a fin. Es imposible parar de reír, sobre todo con el toque de humor negro que bien podría haber ideado Woody Allen, pero estamos hablando de un inspiradísimo Kasdan. Iluminado parece también el guionista John Kostmayer que ha trazado uno de los guiones cómicos más sabrosos y relajantes. La pareja formada por los drogadictos Harlan y Marlon –constantemente ‘colocados’- es indescriptiblemente graciosa, probablemente la joya de todo el cachondeo. River Phoenix demuestra una vez más que aquél fatídico 31 de octubre de 1993, Hollywood perdió a un gran actor. ‘Te amaré hasta que te mate’ no tiene excesivas pretensiones y por eso brilla con todo el esplendor de la sencillez. Divertida y espontánea.
Joey Boca (Kline) es un italiano afincado en América que regenta una pizzería junto a su mujer Rosalie (Tracey Ullman), a la que engaña sin mala intención pero con demasiada frecuencia. Cuando ésta le descubre, prefiere matarle antes que divorciarse, para lo que cuenta con el apoyo de su madre (Joan Plowright) y su amigo Devo (River Phoenix). Entre los tres deciden contratar a dos sicarios, Harlan y Marlon (William Hurt y Keanu Reeves) para que lleven a cabo el trabajo sucio, pero tendrán que lidiar con la fortuna del propio Joey.
Con pinceladas de absurdas situaciones al más puro estilo Almodóvar, la cinta es una carcajada continua de principio a fin. Es imposible parar de reír, sobre todo con el toque de humor negro que bien podría haber ideado Woody Allen, pero estamos hablando de un inspiradísimo Kasdan. Iluminado parece también el guionista John Kostmayer que ha trazado uno de los guiones cómicos más sabrosos y relajantes. La pareja formada por los drogadictos Harlan y Marlon –constantemente ‘colocados’- es indescriptiblemente graciosa, probablemente la joya de todo el cachondeo. River Phoenix demuestra una vez más que aquél fatídico 31 de octubre de 1993, Hollywood perdió a un gran actor. ‘Te amaré hasta que te mate’ no tiene excesivas pretensiones y por eso brilla con todo el esplendor de la sencillez. Divertida y espontánea.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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El Kasdan ‘Almodóvar’ es fácil de advertir en muchas escenas por lo cotidianamente guarras en el sentido más escatológico del término (como el pedo de Joey mientras se balancea entre su mujer y su suegra, después de haber engullido tres platos de espaguetis con tomate hasta arriba de somníferos). El aspecto de machote pringoso que tiene Joey en su casa, con la camiseta interior y el crucifijo de oro asomando entre los pelos, contrarresta con el empaque que se gasta cuando sale a seducir a alguna mujer que, por descontado, no es Rosalie, aunque sin abandonar ese toque de hortera italiano con bigote.
-Joey si eres tan buen católico, ¿por qué cometes adulterio?
-Soy hombre, tengo muchas hormonas en el cuerpo.
Desde luego, Kevin Kline borda el papel.
El Kasdan a lo Woody Allen se aprecia más en la segunda mitad de la cinta, a partir del disparo fallido de Devo sobre Joey, que deja a éste tendido sobre la cama, con una herida de bala en la cabeza. Entonces Rosalie y su madre piden a Devo que vaya a buscar a alguien “que le remate” y entran en escena Harlan y Marlon. Keanu Reeves está impecable, pero William Hurt demuestra que la vis cómica natural es cosa suya.
- No lo soporto más, voy a pegarle un tiro
- ¿dónde vas a dispararle?
- Pues aquí, no querrás que lo lleve al centro de la ciudad…
- No, me refiero a dónde de su cuerpo…
- Pues en el corazón, supongo. Oye, ¿en qué lado está el corazón?
- Oh mierda tío… yo qué se… seguro que dentro.
Tendrá sus fallos, desde luego, pero habrá quien siempre recuerde a Kasdan por el buen rato que le hizo pasar con esta película.
-Joey si eres tan buen católico, ¿por qué cometes adulterio?
-Soy hombre, tengo muchas hormonas en el cuerpo.
Desde luego, Kevin Kline borda el papel.
El Kasdan a lo Woody Allen se aprecia más en la segunda mitad de la cinta, a partir del disparo fallido de Devo sobre Joey, que deja a éste tendido sobre la cama, con una herida de bala en la cabeza. Entonces Rosalie y su madre piden a Devo que vaya a buscar a alguien “que le remate” y entran en escena Harlan y Marlon. Keanu Reeves está impecable, pero William Hurt demuestra que la vis cómica natural es cosa suya.
- No lo soporto más, voy a pegarle un tiro
- ¿dónde vas a dispararle?
- Pues aquí, no querrás que lo lleve al centro de la ciudad…
- No, me refiero a dónde de su cuerpo…
- Pues en el corazón, supongo. Oye, ¿en qué lado está el corazón?
- Oh mierda tío… yo qué se… seguro que dentro.
Tendrá sus fallos, desde luego, pero habrá quien siempre recuerde a Kasdan por el buen rato que le hizo pasar con esta película.

4,7
8.111
7
7 de enero de 2010
7 de enero de 2010
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desenfadada película cuyo máximo atractivo resulta ser el tono guasón de todo el guión que, pese a todo, no es tan rastrero como pueda parecer, a diferencia de muchas otras comedias de lo absurdo. En realidad, la historia se deja contar y la fotografía es casi tan buena como la de cualquier otra cinta de submarinos. Ver a Kelsey Grammer vestido de marino o jugando al golf en camiseta no tiene desperdicio, y encontrarse con William H. Macy es un regalo inesperado entre el caótico reparto. Observar a los dos actores en papeles que les quedan tan pequeños es un ejercicio en verdad entretenido, aunque lo más divertido es sin duda comprobar cómo desaparece el repulsivo Rob Schneider de la pantalla (literal y figuradamente). Una pena que el videoclip de 'In the Navy' de los créditos finales no suela aguantar el corte publicitario, porque es de lo más cachondo.

6,7
4.588
8
24 de julio de 2008
24 de julio de 2008
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una historia sencilla que, sin embargo, no es fácil contar. Macon Leary (William Hurt), es un escritor de guías de viajes para hombres de negocios que ve cómo su mundo se viene abajo cuando matan a su hijo Ethan y poco después es abandonado por su mujer Sarah (Kathleen Turner). Macon se queda entonces solo, con la única compañía del perro de su hijo y cae en una amarga apatía. Busca refugio en casa de sus hermanos, hasta que conoce a Muriel Pritchett (Geena Davis), una adiestradora de perros humilde y alegre, gracias a la cual Macon recuperará el interés por la vida.
La novela de Anne Tyler es sin duda mucho más compleja y detallista que la película de Laurence Kasdan, que pasa de puntillas por algunos aspectos que, en las páginas del libro, son más que esenciales en la historia. No obstante, el filme resulta conmovedor y ciertamente entretenido, aunque sin duda lo disfrutarán más aquellos que hayan leído el libro, pues podrán apreciar con más facilidad la profundidad de cada personaje.
La película es visualmente lenta, sumida en la estética de los 80, pero sin duda una adaptación acertada. Parece como si William Hurt sacara el Macon Leary que lleva dentro, y qué decir de Geena Davis como Muriel (obtuvo el Óscar por su interpretación). Kathleen Turner quizá no encaje tanto en el papel de Sarah como sus dos compañeros de reparto, pero lo cierto es que las tres actuaciones hacen que la historia avance con fluidez, al compás de la partitura de John Williams, cuyas notas parecen inspirar dos años después al Presunto Inocente de Alan J. Pakula. Notable también Bill Pullman en la piel de Julian, el solitario e infeliz editor de Macon. En cualquier caso, la cinta es aparentemente oscura pero no es más que un guiño optimista a la cruda realidad. Una forma de que el espectador aprenda a devolver los golpes del destino.
La novela de Anne Tyler es sin duda mucho más compleja y detallista que la película de Laurence Kasdan, que pasa de puntillas por algunos aspectos que, en las páginas del libro, son más que esenciales en la historia. No obstante, el filme resulta conmovedor y ciertamente entretenido, aunque sin duda lo disfrutarán más aquellos que hayan leído el libro, pues podrán apreciar con más facilidad la profundidad de cada personaje.
La película es visualmente lenta, sumida en la estética de los 80, pero sin duda una adaptación acertada. Parece como si William Hurt sacara el Macon Leary que lleva dentro, y qué decir de Geena Davis como Muriel (obtuvo el Óscar por su interpretación). Kathleen Turner quizá no encaje tanto en el papel de Sarah como sus dos compañeros de reparto, pero lo cierto es que las tres actuaciones hacen que la historia avance con fluidez, al compás de la partitura de John Williams, cuyas notas parecen inspirar dos años después al Presunto Inocente de Alan J. Pakula. Notable también Bill Pullman en la piel de Julian, el solitario e infeliz editor de Macon. En cualquier caso, la cinta es aparentemente oscura pero no es más que un guiño optimista a la cruda realidad. Una forma de que el espectador aprenda a devolver los golpes del destino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El turista accidental de Laurence Kasdan se parece bastante al turista accidental de Anne Tyler. Sin embargo, se echan de menos algunas secuencias narradas con primor en el libro e ignoradas descaradamente por Kasdan en el montaje final. Afortunadamente, gracias a los DVDs podemos disfrutar de algunas escenas que finalmente no fueron añadidas en el metraje. El por qué de la decisión de Kasdan de no incluir, por ejemplo, la primera escena en coche bajo la lluvia, es todo un misterio. Además de ser una escena mucho más compleja y mejor interpretada que la que finalmente se añadió –la conversación sobre el divorcio en la cocina- es la que aparece en la novela. Igualmente misteriosa es la decisión de haber omitido por completo todo lo referente a Dominick, el chico que comparte el coche con Muriel, que también aparece en los extras, como aquella escena del restaurante y las muletas de Macon… ¿y qué hay del abrazo de Macon a Muriel tras la pequeña trifulca en la cocina? Hubiera sido una escena deliciosamente tierna que, esta sí, ni siquiera está en el DVD.
Cinematográfica era también una de las secuencias finales, cuando Macon ha regresado con Sarah pero se encuentra en la habitación de un hotel en París, recuperándose de un tirón en los lumbares y aturdido por las pastillas. Tras pasar la noche en vela, Macon decide que su destino es pasar el resto de su vida junto a Muriel y el pequeño Alexander. Cuando se lo comunica a Sarah, ésta le recuerda que las pastillas le dejan aturdido, entonces él replica que esta vez no se la había tomado. En cualquier caso, la escena final del taxi, la sonrisa tranquila que por fin esboza Macon y la expresiva mirada de felicidad de Muriel, consiguen conmover al espectador, aunque parezca que hayamos tenido que esperar hasta ese momento para emocionarnos realmente.
Imposible no mencionar también por qué no se incluyó la visita de Macon con su hermano a su antigua casa, cuando explota una cañería en pleno invierno y tienen que ir a revisar los daños. La escena, de hecho, se rodó y la secuencia quedó perfecta, con una bella estampa de la casa cubierta por la nieve. Sin duda, Kasdan se tomó en serio el recorte de minutos.
Siguiendo con lo que pudo ser y no fue, también se rodó pero no se incluyó el diálogo en el que Muriel recuerda el paso de su hijo Alexander por el hospital, cuando la adiestradora se imagina a un marciano pensando que los seres humanos son en efecto serviciales. Entonces Macon se inclina ante ella y la besa. Geena Davis y William Hurt ‘se curraron’ la secuencia, pero de nuevo Kasdan la desecha. Imperdonable.
Sea como fuere, ‘El Turista Accidental’ es una gran película, prueba de ello es que, a pesar de haber olvidado tantas y tantas escenas, el resultado sigue siendo una buena adaptación de la obra de Tyler y una tierna visión sobre la soledad. Inolvidable Macon Leary, inolvidable William Hurt.
Cinematográfica era también una de las secuencias finales, cuando Macon ha regresado con Sarah pero se encuentra en la habitación de un hotel en París, recuperándose de un tirón en los lumbares y aturdido por las pastillas. Tras pasar la noche en vela, Macon decide que su destino es pasar el resto de su vida junto a Muriel y el pequeño Alexander. Cuando se lo comunica a Sarah, ésta le recuerda que las pastillas le dejan aturdido, entonces él replica que esta vez no se la había tomado. En cualquier caso, la escena final del taxi, la sonrisa tranquila que por fin esboza Macon y la expresiva mirada de felicidad de Muriel, consiguen conmover al espectador, aunque parezca que hayamos tenido que esperar hasta ese momento para emocionarnos realmente.
Imposible no mencionar también por qué no se incluyó la visita de Macon con su hermano a su antigua casa, cuando explota una cañería en pleno invierno y tienen que ir a revisar los daños. La escena, de hecho, se rodó y la secuencia quedó perfecta, con una bella estampa de la casa cubierta por la nieve. Sin duda, Kasdan se tomó en serio el recorte de minutos.
Siguiendo con lo que pudo ser y no fue, también se rodó pero no se incluyó el diálogo en el que Muriel recuerda el paso de su hijo Alexander por el hospital, cuando la adiestradora se imagina a un marciano pensando que los seres humanos son en efecto serviciales. Entonces Macon se inclina ante ella y la besa. Geena Davis y William Hurt ‘se curraron’ la secuencia, pero de nuevo Kasdan la desecha. Imperdonable.
Sea como fuere, ‘El Turista Accidental’ es una gran película, prueba de ello es que, a pesar de haber olvidado tantas y tantas escenas, el resultado sigue siendo una buena adaptación de la obra de Tyler y una tierna visión sobre la soledad. Inolvidable Macon Leary, inolvidable William Hurt.

7,7
11.469
9
20 de marzo de 2008
20 de marzo de 2008
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Costilla de Adán (Adam’s Rib) es posiblemente el mejor ejemplo cinematográfico de la guerra de sexos. Deliciosa comedia de George Cukor que consigue demostrar una vez más que Katharine Hepburn y Spencer Tracy rezuman química por cada uno de sus poros. Excelente guión que resalta aún más la vis cómica natural de la pareja protagonista, centro de atención absoluto del largometraje. Los diálogos son una verdadera joya.
La película es de 1949, pero sigue siendo perfectamente actual y divertida para el espectador de nuestros días, prueba de que los clásicos bien contados nunca se pasan de moda. También ayuda que la película esté ambientada en los Estados Unidos de los años 40, cuando la mujer ya podía conducir, luchar por su igualdad y hasta llevar los pantalones (que se lo pregunten a Adán…) y, además, la mujer en cuestión es ni más ni menos que Katharine Hepburn, moderna para su época y una gran e irrepetible actriz. El espectador inteligente, no obstante, sabrá transportarse a la época y amoldarse a ciertas expresiones ciertamente superadas, lo que no impide reconocer que la película es, en efecto, un clásico siempre actual.
Lo mejor, sin duda, las escenas cotidianas de la vida matrimonial del dúo Tracy-Hepburn. Grandísimo Spencer Tracy, que nunca defrauda, pero en esta comedia se mueve como pez en el agua. Atención a las expresivas caras del actor, y a las escenas más divertidas del juzgado (mítica la secuencia de “debajo de la mesa”).
Si hay que poner algún pero, quizá sea la excesiva duración de la escena del primer interrogatorio a la acusada, y, en opinión de algunos, lo repetitivo de “Mi fiel Amanda”, por otra parte, todo un sello de identidad.
En resumen, bravo Katharine y bravo Tracy. Imprescindible en cualquier lista de grandes obras maestras.
La película es de 1949, pero sigue siendo perfectamente actual y divertida para el espectador de nuestros días, prueba de que los clásicos bien contados nunca se pasan de moda. También ayuda que la película esté ambientada en los Estados Unidos de los años 40, cuando la mujer ya podía conducir, luchar por su igualdad y hasta llevar los pantalones (que se lo pregunten a Adán…) y, además, la mujer en cuestión es ni más ni menos que Katharine Hepburn, moderna para su época y una gran e irrepetible actriz. El espectador inteligente, no obstante, sabrá transportarse a la época y amoldarse a ciertas expresiones ciertamente superadas, lo que no impide reconocer que la película es, en efecto, un clásico siempre actual.
Lo mejor, sin duda, las escenas cotidianas de la vida matrimonial del dúo Tracy-Hepburn. Grandísimo Spencer Tracy, que nunca defrauda, pero en esta comedia se mueve como pez en el agua. Atención a las expresivas caras del actor, y a las escenas más divertidas del juzgado (mítica la secuencia de “debajo de la mesa”).
Si hay que poner algún pero, quizá sea la excesiva duración de la escena del primer interrogatorio a la acusada, y, en opinión de algunos, lo repetitivo de “Mi fiel Amanda”, por otra parte, todo un sello de identidad.
En resumen, bravo Katharine y bravo Tracy. Imprescindible en cualquier lista de grandes obras maestras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es un deleite ver cómo se suceden las escenas en la casa, (“that evening…”), la primera en la cama mientras desayunan y leen en el periódico la noticia del intento de asesinato por parte de una esposa enfurecida a su inaguantable marido y la amante de éste, lo que desata la rivalidad entre los Bonner por los diferentes puntos de vista, batalla que acabarán trasladando al juzgado, él como fiscal y ella como abogado, y que les costará más de un disgusto en su convivencia conyugal. En realidad, el simple caso que se juzga es para ella una lucha personal por la igualdad de la mujer, y para él una lucha por confirmarse como un excelente letrado y, además, ganarse la admiración de su esposa. Lástima que no defendieran la misma causa…
Al principio parecen sobrellevar la lucha con buen humor y no pasa de las puertas del tribunal, pero ambos terminan por enzarzarse en exceso y ven peligrar su matrimonio. Ninguno quiere dar su brazo a torcer hasta que la cosa se les va de las manos y van demasiado lejos, aunque los dos son demasiado orgullosos como para reconocerlo. Cerca llegan a estar de separarse, pero una última jugada les hace entrar en razón. En cierto modo, ambos son ganadores, pues ella gana el caso ante el tribunal basándose en la igualdad de derechos, pero él consigue hacer ver a su obstinada esposa que nadie debe quebrantar la ley a su antojo.
“And that night…” terminan con el famoso “¡viva la diferencia!” y sellando su reconciliación. Una sutil bofetada al machismo. Inolvidable.
Al principio parecen sobrellevar la lucha con buen humor y no pasa de las puertas del tribunal, pero ambos terminan por enzarzarse en exceso y ven peligrar su matrimonio. Ninguno quiere dar su brazo a torcer hasta que la cosa se les va de las manos y van demasiado lejos, aunque los dos son demasiado orgullosos como para reconocerlo. Cerca llegan a estar de separarse, pero una última jugada les hace entrar en razón. En cierto modo, ambos son ganadores, pues ella gana el caso ante el tribunal basándose en la igualdad de derechos, pero él consigue hacer ver a su obstinada esposa que nadie debe quebrantar la ley a su antojo.
“And that night…” terminan con el famoso “¡viva la diferencia!” y sellando su reconciliación. Una sutil bofetada al machismo. Inolvidable.
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