¿De qué va esto? Acompañar a un esposo fiel a la desaparición de su compañera, compartiendo su dolor, tristeza, compasión, generosidad y pureza. La estructura de la rutina de una pareja rota de pronto por la irrupción irrevocable del final. Sobriedad máxima en lo formal, el escenario queda reducido al piso de los ancianos. La ausencia de banda sonora refuerza la estruendosa fuerza del relato, todos los focos quedan puestos ahí donde, desde hace ya tiempo, miramos incómodos hacia otro lado: la enfermedad, el dolor y por fin la muerte, la despedida del ser amado. Haneke no muestra piedad y es minucioso en el progresivo deterioro físico y mental del ser amado. Recuerdo haber leído en alguna parte que necesitamos la moral porque nos falta amor. No es este el caso.

Al salir del cine, mientras espero a que mi mujer salga del baño, tengo la sensación de estar siendo filmado, traspasado por la cámara fija, una mirada intensa y penetrante sobre la esencia de nuestra vida, secretos y límites.

Hay algo profundamente auténtico en la forma de contar historias de Joel y Ethan Cohen, que tiene que ver con la forma en que se decían los cuentos, se hacían las leyendas, se creaban los mitos. Retrato de unos hombres, de un mundo que pronto desaparecería. Un mundo donde hasta los cadáveres son objeto de trueque, un mundo de historias de hombres que beben lluvia en las huellas, historias de dentistas cubiertos de piel de oso, de caballos que nadan a través de ríos, una historia de venganza y amor y reconocimiento al valor.

Es un western pero quizás no es un western. Gran película con momentos emocionantes. Sin trampa ni cartón. Honesta hasta la médula. Me dan ganas de ponerle un 9. Lo dejo en 8 hasta la próxima vez que la vea.

Acabo de terminar de ver la primera temporada de Mad Men. Qué serie, tú.

La disección de la sociedad neoyorquina de principios de los sesenta. Empresa y familia. Hombre y mujer, el matrimonio. Me recuerda un poco a “Revolutionary Road” (en todo caso menos grave) y al ejercicio de “American Beauty” (salvando las décadas y sin el elemento subversivo).

El hilo narrativo: Don Draper. Personaje complejo, por momentos desconcertante. Amoral e íntegro hedonista. Marido y amante honesto. “Mi vida va en una sola dirección: hacia adelante”.

Creando valores de la cultura de consumo que ahora termina. El escenario de la obra es Sterling & Cooper, Madison Avenide, publicistas. El rol de la mujer en el trabajo. La competitividad como forma de compañerismo. El éxito es la medida de todas las cosas.

La (a) amoral afectiva, ¿qué es el amor?: No me malinterpretéis, no estoy juzgando. Amantes, romances. Casi todo inmediato, líquido, a corto plazo. Cinismo y pasión. El matrimonio es una forma de ampliar el peso social. El amante es un eslabón más, un añadido, una carta marcada.

Se dan a la bebida: Casi todos y desde por la mañana. Múltiples combinados en situaciones variadas: en el trabajo, al llegar a casa, en la comida, en la cena, en cualquier celebración. Alcohol como suavizante de lo real.

El humo y la luz. El tabaco y sus pausas. Fumaban en paz, en la ignorancia de los efectos nocivos revelados en nuestros días. Fumaban con estilo.

Gran recurso: dos finales para elegir según estómagos y sensibilidades. Creo que el más plausible es el segundo. El que todos desearíamos, en un tiempo para el perdón y el amor, se nos muestra primero.

Hay mucho más en "The fountain" de poético que de eficacia narrativa. Mucho más de contenido (quizás más sugerido que explícito), que de lineas argumentales claras. Entre lo simbólico y el mundo, entre los días y un cuento, Aronofsky nos muestra la muerte y sus alrededores (la despedida, el dolor, el amor, el duelo), de una pareja en invierno.

Te tiene que entrar por la piel. Es arriesgada y difícil. Valiente y ambiciosa. No soy capaz de juzgar el resultado en términos absolutos, porque entiendo que la percepción del visionado de esta cinta depende de qué lleves dentro, de hasta donde ves reflejos, luces o sombras.

Recomiendo "The fountain" a los que buscan una película diferente, aquellos que quieran pisar una estrella agonizante, a los que han pensado en tatuarse recuerdos para no olvidar. A todos los que a veces tienen en los labios el soneto de Quevedo..."amor constante más allá de la muerte".