... Si subes después de comer, lo más probable es que vomites hasta la última papilla.
Pues eso es lo que me ha pasado con esta película, que la debo haber visto después de comer...

Personajes extremos, todos ellos entre la neuropatía y la psicosis, ambiente opresivo, giros argumentales imposibles, diálogos banales, dramas de ricos que se aburren y tienen que montar un escándalo nacional construido con nimiedades,... y para colmo un desenlace de la historia surrealista a más no poder...

Los futuros distópicos adolescentes se parecen como gotas de agua. Cuando tienes que acompañar a tus hijas quinceañeras al cine e incluso leerte alguna de sus novelas, al final tu cabeza es una mezcla de "juegos divergentes en el laberinto del hambre en llamas". Y es que los ingredientes son tan parecidos que es difícil destacar en algo: joven especial pero atormentada, que no encaja en un mundo de ovejas (que no es lo que parece) dominado por un gran hermano omnisciente y que acaban cambiando el destino de la humanidad sin ellas quererlo...

A pesar de ello, la película se deja ver, entretiene y tiene un buen ritmo que hace que el inconsistente argumento no quede demasiado expuesto. La Woodley mejora su interpretación con respecto a la primera entrega y es bien arropada por pesos pesados como Watts y Winslet.

Para pasar una tarde de palomitas y olvidarte a los dos días... pero en fin, nuestro presente distópico también va de eso... ¿no?

Interesante y original guión: un escritor insatisfecho con la vida que lleva hace realidad sus sueños introduciéndose en otra época e interactuando con sus "famosos admirados", desde Hemingway hasta Dalí...

La película tiene momentos buenos: el bucle al entrar en varias épocas, los diálogos con Buñuel sobre su "posible" guión, etc. Sin embargo resulta manida y algo aburrida, repasando una y otra vez los caracteres (burgueses acomodados e insustanciales + burgueses acomodados e inquietos) y los temas tópicos de Woody Allen (la insatisfacción, el sexo, la búsqueda de uno mismo) y repitiendo sus clichés. La moralina y el arreglarlo todo al final, pese a que funciona muy bien en otrás películas de Allen, aquí parece un simple pegote para acabar la película.

Se deja ver, pero no es lo mejor de Allen...

Engaños cruzados, dobles sentidos, burgueses hablando sin parar sobre el devenir de los tiempos y las inquietudes existenciales ¿os suena de algo? Pues sí, es un planteamiento que perfectamente podría haber adoptado Woody Allen, pero aquí es más "a la francesa", es decir, lo mismo pero mientras no paran de comer y beber.
En cualquier caso, estás "dobles vidas" plantean temas y reflexiones de alto interés en los tiempos actuales, en los que, especialmente en el ámbito de la cultura y las relaciones sociales, tantas cosas están cambiando y la gente de entre 40-50 años nos encontramos en una "zona muerta", divididos y sin saber qué rumbo tomar.
En definitiva, una película interesante, que te hace reflexionar, aunque un poco forzada en su argumento y quizá algo floja en el ritmo narrativo.

La forma de contar (y de ser) que tienen los japoneses todavía me sigue sorprendiendo. Son capaces de desnudar sus sentimientos sin grandes alardes y con el mínimo contacto físico.
Eso es lo que pasa en esta tierna historia de encuentros y desencuentros, quizá un poco larga, pero con profundidad de miras y contada con la sencillez de lo cotidiano.
Y todo ello bajo los cerezos en flor...