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6,6
36.623
8
22 de febrero de 2013
22 de febrero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de asistir como cada jueves al ciclo de cine José Luis Vázquez, hay una cosa que tengo clara aún no habiendo visto todavía Lincoln, el Oscar al mejor actor de este año debe ser para Denzel Washington y hacerse así con su tercera estatuilla.
Antes de entrar a valorar la actuación de Denzel en profundidad, voy a realizar un breve a análisis de la cinta.
Siempre he sido un buen seguidor de Robert Zemeckis, autor de muchos de los míticos títulos de la historia del cine tales como la Trilogía de Regreso al Futuro, Forrest Gump o Polar Express, y sin ningún género de dudas no me ha defraudado, de hecho entra sobradamente en el pódium de sus mejores trabajos.
El vuelo se adentra en la historia de un piloto adicto al alcohol y a los estupefacientes, adicción la cual no reconoce y que no le impide dirigir de una manera espectacular un avión, realizando aterrizaje de emergencia digno de un auténtico genio. Los problemas empiezan a surgir cuando salen a la luz sus adicciones.
Los primeros minutos de la película aparecen rasgos de un director con su vena más simplista pero a la vez gamberra mostrando en pantalla una conversación apenas trascendente del protagonista con su esposa mientras dirige a los espectadores a desviar su mirada al bello cuerpo que se pasea desnudo de Nadine Velazquez (una de las protagonistas de la extinta serie Me llamo Earl).
Acompañada de una música siempre genial, aumenta la tensión de manera exponencial en tan solo unos minutos, recurriendo a mi modesto entender a un tópico personaje miedoso encarnado por su copiloto y que nos regala más adelante una escena bastante cómica.
Coincido con mi amigo José Luis en la que sin ninguna duda es una de las tres mejores escenas de la película, retratada en el descansillo de una escalera y que podía perfectamente haber sido trama de un cortometraje. Es tan sublime que se aparta totalmente de la trama de la cinta y recorre las miserias de tres personajes vinculados por sus problemas y separados por sus circunstancias. Quizás puede ser un símil a aquella fábula de un condenado a morir que une dos parejas de miserables.
La segunda escena está enfocada en los ojos sangrientos de Denzel en el hospital cuando tras comunicarle una mala noticia derrame unas lágrimas también envueltas en sangre.
La última escena a la que hacía referencia está prácticamente al final de la película y causó en mí uno de los momentos quizás menos previsibles, me refiero a la escena de la habitación del hotel y la pequeña botella. Todo lo que transcurre después tiene un toque trasgresor y sincero que hace que sin duda se convierta en ese momento en el que toda película, dependiendo de lo que pase en ella, puede ser muy buena o simplemente del montón.
Volviendo a la interpretación de Denzel, la verdad es que siendo tan espléndida, tampoco hay mucho que decir. Retrata el personaje de adicto de una forma brillante y le añade un tono que sólo él es capaz de darle. Además su físico actual, bastante deteriorado, pone el punto de brillantez definitivo a una interpretación que, si Los Oscar's son justos, cosa que dudo, le premiará como es debido.
Respecto al resto del reparto, me gusta especialmente el papel de John Goodman divertido en todas las escenas en las que aparece y el de Kelly Reilly que encarna el papel de otra adicta. Sin duda, lo peor de este último personaje es su doblaje.
Antes de entrar a valorar la actuación de Denzel en profundidad, voy a realizar un breve a análisis de la cinta.
Siempre he sido un buen seguidor de Robert Zemeckis, autor de muchos de los míticos títulos de la historia del cine tales como la Trilogía de Regreso al Futuro, Forrest Gump o Polar Express, y sin ningún género de dudas no me ha defraudado, de hecho entra sobradamente en el pódium de sus mejores trabajos.
El vuelo se adentra en la historia de un piloto adicto al alcohol y a los estupefacientes, adicción la cual no reconoce y que no le impide dirigir de una manera espectacular un avión, realizando aterrizaje de emergencia digno de un auténtico genio. Los problemas empiezan a surgir cuando salen a la luz sus adicciones.
Los primeros minutos de la película aparecen rasgos de un director con su vena más simplista pero a la vez gamberra mostrando en pantalla una conversación apenas trascendente del protagonista con su esposa mientras dirige a los espectadores a desviar su mirada al bello cuerpo que se pasea desnudo de Nadine Velazquez (una de las protagonistas de la extinta serie Me llamo Earl).
Acompañada de una música siempre genial, aumenta la tensión de manera exponencial en tan solo unos minutos, recurriendo a mi modesto entender a un tópico personaje miedoso encarnado por su copiloto y que nos regala más adelante una escena bastante cómica.
Coincido con mi amigo José Luis en la que sin ninguna duda es una de las tres mejores escenas de la película, retratada en el descansillo de una escalera y que podía perfectamente haber sido trama de un cortometraje. Es tan sublime que se aparta totalmente de la trama de la cinta y recorre las miserias de tres personajes vinculados por sus problemas y separados por sus circunstancias. Quizás puede ser un símil a aquella fábula de un condenado a morir que une dos parejas de miserables.
La segunda escena está enfocada en los ojos sangrientos de Denzel en el hospital cuando tras comunicarle una mala noticia derrame unas lágrimas también envueltas en sangre.
La última escena a la que hacía referencia está prácticamente al final de la película y causó en mí uno de los momentos quizás menos previsibles, me refiero a la escena de la habitación del hotel y la pequeña botella. Todo lo que transcurre después tiene un toque trasgresor y sincero que hace que sin duda se convierta en ese momento en el que toda película, dependiendo de lo que pase en ella, puede ser muy buena o simplemente del montón.
Volviendo a la interpretación de Denzel, la verdad es que siendo tan espléndida, tampoco hay mucho que decir. Retrata el personaje de adicto de una forma brillante y le añade un tono que sólo él es capaz de darle. Además su físico actual, bastante deteriorado, pone el punto de brillantez definitivo a una interpretación que, si Los Oscar's son justos, cosa que dudo, le premiará como es debido.
Respecto al resto del reparto, me gusta especialmente el papel de John Goodman divertido en todas las escenas en las que aparece y el de Kelly Reilly que encarna el papel de otra adicta. Sin duda, lo peor de este último personaje es su doblaje.

7,5
49.338
7
25 de diciembre de 2008
25 de diciembre de 2008
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy he tenido la ocasión de admirar una grandiosa película argentina, Martin H. Es una de estas que llevaba meses, o más bien años dejándola a un lado, sin atreverme a verla, pero sabios son aquellos que dicen que el sabor dejado por una buena película puede variar dependiendo de tu estado personal.
Brillante es la primera palabra que se me viene a la cabeza. Adolfo Aristarain nos demuestra como de una historia sencilla a simple vista, se puede hacer una gran película. Además este genio del cine ha sabido rodearse de un reparto que borda la interpretación en cada escena.
Si tanto Federico Luppi como, Cecilia Roth o Juan Diego Botto rozan la perfección, Eusebio Poncela la alcanza a mí entender cada vez que aparece en pantalla. Su espontaneidad y naturalidad llegan a dar la impresión de estar improvisando en muchas de las escenas, lo que aporta más dinamismo y credibilidad a la película. Los largos diálogos de los personajes en varios tramos no se hacen monótonos en ningún caso pues se convierten en un interesante debate sobre la interpretación de la vida del que somos espectadores de lujo.
Martín (Hache), es hijo Martín Echenique (Federico Luppi) director de cine, de Buenos Aires, que lleva más de veinte años viviendo en Madrid, a diferencia de su hijo que vive en Argentina, tiene 19 años y no estudia ni trabaja, algo que levanta las iras de su padre.
Un día Hache, sobrepasa los límites de la droga y esta a punto de morir por sobredosis, lo que obliga a su padre a viajar de Madrid a Buenos Aires para visitarlo. Su mujer y madre de Hache ha formado una nueva familia y no hay sitio para él, por lo que se vuelve a España con su padre, a iniciar una convivencia que ninguno de los dos ve con demasiados buenos ojos.
Ya en España, se unirán a ellos Alicia (Cecilia Roth), la amante de Martín, mucho más joven que él, y Dante (Eusebio Poncela), el mejor y casi único amigo de Martín que es actor.
La película enfrenta en un cuadrado discordante a 3 genios de la interpretación y aún prometedor actor.
Sin duda doy una recomendación total
Brillante es la primera palabra que se me viene a la cabeza. Adolfo Aristarain nos demuestra como de una historia sencilla a simple vista, se puede hacer una gran película. Además este genio del cine ha sabido rodearse de un reparto que borda la interpretación en cada escena.
Si tanto Federico Luppi como, Cecilia Roth o Juan Diego Botto rozan la perfección, Eusebio Poncela la alcanza a mí entender cada vez que aparece en pantalla. Su espontaneidad y naturalidad llegan a dar la impresión de estar improvisando en muchas de las escenas, lo que aporta más dinamismo y credibilidad a la película. Los largos diálogos de los personajes en varios tramos no se hacen monótonos en ningún caso pues se convierten en un interesante debate sobre la interpretación de la vida del que somos espectadores de lujo.
Martín (Hache), es hijo Martín Echenique (Federico Luppi) director de cine, de Buenos Aires, que lleva más de veinte años viviendo en Madrid, a diferencia de su hijo que vive en Argentina, tiene 19 años y no estudia ni trabaja, algo que levanta las iras de su padre.
Un día Hache, sobrepasa los límites de la droga y esta a punto de morir por sobredosis, lo que obliga a su padre a viajar de Madrid a Buenos Aires para visitarlo. Su mujer y madre de Hache ha formado una nueva familia y no hay sitio para él, por lo que se vuelve a España con su padre, a iniciar una convivencia que ninguno de los dos ve con demasiados buenos ojos.
Ya en España, se unirán a ellos Alicia (Cecilia Roth), la amante de Martín, mucho más joven que él, y Dante (Eusebio Poncela), el mejor y casi único amigo de Martín que es actor.
La película enfrenta en un cuadrado discordante a 3 genios de la interpretación y aún prometedor actor.
Sin duda doy una recomendación total

6,6
3.311
7
28 de diciembre de 2008
28 de diciembre de 2008
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar el domingo de cine, puse en primer lugar la película Héctor. Realmente no se cual ha sido el motivo de mi elección, pero sin lugar a dudas he acertado.
Un título español de una sencillez que se agradece y que cuenta una historia normal, de la vida cotidiana desde el punto de vista de la tía de Héctor.
Si bien la brillantez de la interpretación no destaca en la mayor parte del reparto, tampoco es muy necesaria, he de decir que Adriana Ozores logra una vez más, como ya lo hizo en Heroína, ponernos en su piel y vivir con mayor intensidad la historia. Una grandísima actriz que borda todos sus papeles, ya sea en cine o televisión, por la naturalidad con que los interpreta, y que la convierte en un personaje familiar y querido para los espectadores.
Esta película no tiene un acontecimiento espectacular que marca el desarrollo de la misma, su trasfondo se basa en la sencillez de una familia normal, con los típicos problemas económicos, personales, preocupación por los hijos, inmadurez, trabajo entre otros muchos.
Héctor tiene 16 años, su madre acaba de fallecer y su tía Tere se hace cargo de él. Héctor se adapta con naturalidad hasta que Martín, el padre del chico, llega desde México para ofrecerle una nueva vida en ese país. Héctor y su tía tienen dudas de las intenciones de su padre. Mientras Héctor entabla una buena relación con su prima Fani, novia del jefe de su padre y Gorilo un amigo del barrio, con quienes sale a divertirse algunos días.
Héctor deberá decidir según va conociendo a su padre, si desea marcharse con él o quedarse con su nueva familia.
Buena película que recomiendo a todo el mundo.
Un título español de una sencillez que se agradece y que cuenta una historia normal, de la vida cotidiana desde el punto de vista de la tía de Héctor.
Si bien la brillantez de la interpretación no destaca en la mayor parte del reparto, tampoco es muy necesaria, he de decir que Adriana Ozores logra una vez más, como ya lo hizo en Heroína, ponernos en su piel y vivir con mayor intensidad la historia. Una grandísima actriz que borda todos sus papeles, ya sea en cine o televisión, por la naturalidad con que los interpreta, y que la convierte en un personaje familiar y querido para los espectadores.
Esta película no tiene un acontecimiento espectacular que marca el desarrollo de la misma, su trasfondo se basa en la sencillez de una familia normal, con los típicos problemas económicos, personales, preocupación por los hijos, inmadurez, trabajo entre otros muchos.
Héctor tiene 16 años, su madre acaba de fallecer y su tía Tere se hace cargo de él. Héctor se adapta con naturalidad hasta que Martín, el padre del chico, llega desde México para ofrecerle una nueva vida en ese país. Héctor y su tía tienen dudas de las intenciones de su padre. Mientras Héctor entabla una buena relación con su prima Fani, novia del jefe de su padre y Gorilo un amigo del barrio, con quienes sale a divertirse algunos días.
Héctor deberá decidir según va conociendo a su padre, si desea marcharse con él o quedarse con su nueva familia.
Buena película que recomiendo a todo el mundo.
11 de septiembre de 2008
11 de septiembre de 2008
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es realmente una película espectacular que te mantendrá pegado al asiento durante toda ella. Su intensidad y oscuridad le dan un toque especial que la elevan a ser una de las mejores de su género sin ningún lugar a dudas.
El papel de Batman, interpretado por Christian Bale le va como anillo al dedo por su personalidad real aunque en todas sus películas el papel que interpreta es el suyo propio, quizás es con el Caballero Oscuro cuando alcanza su mejor nivel.
Pero si hay algo que de verdad destaca en la película es la sublime actuación de Heath Ledger, es increible y merece la pena acercarse al cine a ver la película aunque sólo sea por recibir una magistral clase de interpretación. Como ya le dijo Jack Nicholson, "chaval, te metes tanto en el papel que te vas a convertir en él", una pena que no vayamos a poder disfrutarlo más. Huele a Oscar póstumo
El papel de Batman, interpretado por Christian Bale le va como anillo al dedo por su personalidad real aunque en todas sus películas el papel que interpreta es el suyo propio, quizás es con el Caballero Oscuro cuando alcanza su mejor nivel.
Pero si hay algo que de verdad destaca en la película es la sublime actuación de Heath Ledger, es increible y merece la pena acercarse al cine a ver la película aunque sólo sea por recibir una magistral clase de interpretación. Como ya le dijo Jack Nicholson, "chaval, te metes tanto en el papel que te vas a convertir en él", una pena que no vayamos a poder disfrutarlo más. Huele a Oscar póstumo

7,2
40.603
8
11 de octubre de 2013
11 de octubre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trepidante e impactante, rebosa velocidad por todos y cada uno de sus fotogramas manteniendo una tensión brillante que nos empapa de motor y rivalidad desde el inicio. Una auténtica joya del excelente director Ron Howard, que retrata la emoción de las carreras con unos planos cercanos a los coches y a pie de pista absolutamente espectaculares.
Sin duda Ron Howard es de esos directores que te permiten ir al cine sin asumir grandes riesgos en cuanto a la calidad de la cinta aunque sin saber nunca lo que deparará su nueva creación pues su filmografía es de lo más variopinta y completa, con obras de arte como Una Mente Maravillosa, Apollo XIII, El desafío: Frost contra Nixon o Willow entre otras muchas.
Es bastante común pensar en que una película de estas características y ambientada en la vida de un piloto en este caso, a lo que le sumamos su larga duración, puede resultar cansada, lineal y/o lenta, pero nada más lejos de la realidad. Desde el principio Ron consigue transportarnos al mundo de las carreras de coches, no sólo desde la pista sino también desde el box, la sala de prensa o la propia vida de los protagonistas fuera del circuito.
La caracterización de los personajes, y no me refiero a su parecido con la realidad puesto que yo no tuve la oportunidad de coincidir en la época con ellos, es genial. Tanto el actor que interpreta a Niki Lauda (Daniel Brühl) como el que interpreta a James Hunt (Chris Hemsworth) retratan de principio a fin su personalidad y rivalidad de una manera brillante. En ocasiones, vemos actores que en determinados puntos de la película, pierden los puntos más característicos de los personajes a los que interpretan, aquí no ocurre esto.
Poco más que decir sobre los protagonistas. Si comentar el buen gusto de Ron también a la hora de elegir la música, una vez más es Hans Zimmer (Gladiator entre otras) quién envuelve la película con sus mágicas notas, es un auténtico placer escuchar la BSO con o sin imágenes.
A pesar de que durante todo el largometraje abundan detalles que parecen insignificantes pero que denotan un cuidado ambiente, me gustan especialmente las miradas desafiantes que se lanzan continuamente los dos pilotos así como la señal que se hacen ambos cuando Lauda vuelve a los circuitos. Del mismo modo, la escena final de la avioneta es un broche perfecto para acabar con la película.
Sin duda Ron Howard es de esos directores que te permiten ir al cine sin asumir grandes riesgos en cuanto a la calidad de la cinta aunque sin saber nunca lo que deparará su nueva creación pues su filmografía es de lo más variopinta y completa, con obras de arte como Una Mente Maravillosa, Apollo XIII, El desafío: Frost contra Nixon o Willow entre otras muchas.
Es bastante común pensar en que una película de estas características y ambientada en la vida de un piloto en este caso, a lo que le sumamos su larga duración, puede resultar cansada, lineal y/o lenta, pero nada más lejos de la realidad. Desde el principio Ron consigue transportarnos al mundo de las carreras de coches, no sólo desde la pista sino también desde el box, la sala de prensa o la propia vida de los protagonistas fuera del circuito.
La caracterización de los personajes, y no me refiero a su parecido con la realidad puesto que yo no tuve la oportunidad de coincidir en la época con ellos, es genial. Tanto el actor que interpreta a Niki Lauda (Daniel Brühl) como el que interpreta a James Hunt (Chris Hemsworth) retratan de principio a fin su personalidad y rivalidad de una manera brillante. En ocasiones, vemos actores que en determinados puntos de la película, pierden los puntos más característicos de los personajes a los que interpretan, aquí no ocurre esto.
Poco más que decir sobre los protagonistas. Si comentar el buen gusto de Ron también a la hora de elegir la música, una vez más es Hans Zimmer (Gladiator entre otras) quién envuelve la película con sus mágicas notas, es un auténtico placer escuchar la BSO con o sin imágenes.
A pesar de que durante todo el largometraje abundan detalles que parecen insignificantes pero que denotan un cuidado ambiente, me gustan especialmente las miradas desafiantes que se lanzan continuamente los dos pilotos así como la señal que se hacen ambos cuando Lauda vuelve a los circuitos. Del mismo modo, la escena final de la avioneta es un broche perfecto para acabar con la película.
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