Una película basada en trucos de magia reales, con una trama excelentemente hilada, con buenos diálogos y tensión, mucha tensión. Eso es lo que iba pensando que tendría que haber sido esta película conforme la iba viendo. ¿Una investigación policiaca en torno a magos/ilusionistas ladrones? Hostia puta, genial. Pero no, mejor metemos al Freeman, Heisenberg, Ruffalo, Harrelson y al Caine, hacemos un guión tramposo con todas las letras, CGI desde el primer minuto, nos pasamos por el forro el realismo -aunque luego intentemos darle explicaciones racionales a todo- en pos de momentos fantasiosos baratos, nos cargamos el misterio nada más empezar la película (¿qué coño me importa cómo hacen los trucos si no me creo nada?) y metemos un romance de telefilm de domingo por la tarde con calzador.

Una puta pérdida de tiempo.

A través de un aparatejo experimental, se puede acceder a los 8 últimos minutos de memoria y vivir en su cuerpo a modo de simulación. Duncan Jones se carga su propia premisa cuando Colter es capaz de ver cosas que la persona a la que simula jamás experimento (en una escena sigue vivo unos segundos después de la explosión). Para más inri, y por si somos completamente subnormales, el tito Jones repite una y otra vez las reglas de esta premisa, y te las explica, y te las mastica, y luego te las escupe a la cara con tu dinero en el bolsillo.

La parte de ciencia ficción dura na' y menos porque había que hacer hueco a la obligada historia de amor a primera vista tópica e insulsa. Final feliz y, además,

Un falso documental que acaba en intento de película palomitera, un protagonista pusilánime cobarde que resulta ser un héroe moralista con remordimientos, una historia sobre el racismo intergaláctico que a mitad de metraje se deja de lado, unos efectos especiales -bien logrados, teniendo en cuenta su bajo presupuesto- al servicio de la historia, hasta que pasa a ser al revés. En definitiva, una historia interesante que podría haber dado mucho más de sí.

Lo mejor, los primeros compases en los que sientes perfectamente el terror de los inicios de una invasión zombie en una gran ciudad; el resto son palomitas y kilos de maquillaje correteando de un lado a otro. Una muy entretenida cinta de acción veraniega y del género, con un final que empaña (y mucho) todo lo visto y una breve escena en Israel que parece más una excusa para embobar con fuegos artificiales que otra cosa.

Tarantino repite forma y filma una peli gamberra, cachonda y carismática, y además cuenta otra vez con Christoph Waltz, que es un placer verle por la pantalla. A ratos sobra metraje, a veces falta, al igual que en el apartado musical, el metraje es un pelín atropellado en algunos montajes y la preparación del climax es excesivamente larga y la parte final palidece en comparación a éste. Tarantino no es tonto, y Jamie Foxx viste bien de Django incluso su cara de palo y su poca gracia, siempre y cuando no dice más de 3 palabras seguidas. DiCaprio y Samuel L. Jackson, por su parte, sorprenden, fascinan y se comen la pantalla.