A decir verdad la película tiene unos primeros minutos intensos que promueven el interés y prometen por lo menos una digna película.

Pero... luego de esos primeros minutos prometedores sobreviene la total y absoluta decepción puesto que el guión se enmaraña en una trama oscura e inverosímil que intenta desde el dolor explicarnos una tragedia. Lamentablemente lo hace mal pese a los esfuerzos de la protagonista Vanessa Kirby que se luce.

El director húngaro Mundruczó hace lo suyo aunque declina la tradición centroeuropea para adscribir a los cánones americanos y en esto yerra de una manera absoluta.

La producción de Scorcese NO es garantía alguna porque vimos ya de este director productor varias bazofias intragables (El irlandés, Silencio, Infiltrados)

En fin... típica película de Netflix que promete para defraudar. Mucha promoción... mucho dinero para pagar publicidad encubierta (las calificaciones en los medios) pero... una basura al fin para consumo de las masas populares.

Sabrina ha muerto, la ha matado Netflix.

Nada queda de aquella Sabrina que a mediados de la década de 1990 divertía con sus ocurrencias, salidas desopilantes y travesuras de una bruja adolescente.

La Sabrina original era ingeniosa, simpática, entradora y dulce. Pero vino Netflix y destruyó todo lo bueno que ella tenía y lo suplantó por este desastrosa y estúpida historia que se queda corta en lo poco que intenta.

Netflix ha matado a Sabrina. No dejemos que haga lo mismo con nuestra inteligencia.