Para entrar en contexto, Kurdistán no existe como país, es una etnia que reclama un territorio propio desde siempre, viven entre la zona que limita Turquía, Irán, Siria e Irak, en campamentos aislados, ahora nos situamos en el Kurdistán iraquí, un campamento a punto de ser bombardeado por el ejército de Estados Unidos, el campamento Kurdo es pacífico, pero al estar en la zona iraquí corren mucho riesgo, la única forma de enterarse de lo que ocurre, son las noticias que captan por medio de antenas parabólicas, acá conocemos a “Satélite” el hilo conductor de la película, un niño muy hábil para instalar estas antenas, es como un líder entre los demás niños, que por cierto, también trabajan recogiendo minas antipersonales que luego revenden, corriendo el riesgo de morir en cualquier momento. Un día llegan al campamento tres hermanos, niños al igual que ellos, viviendo las mismas incertidumbres y pesares, uno está mutilado (por las minas), el hermano pequeño con un problema en sus ojos y la hermana, la cual tiene una mirada triste,  que luego que avanza la historia uno se da cuenta de porque ella es así.  La cinta nos muestra una historia muy desgarradora, bien contada y que no le sobra tiempo ni escenas. Después de verla, uno de verdad se pone a pensar que la humanidad fracasó como especie. Las tortugas quizás volaran en un mundo diferente a este, un mundo menos cruel,  y la etapa de niñez no se vería asaltada por la asquerosa condición humana.