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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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1 de junio de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una de mis películas japonesas favoritas. El argumento está ambientado en el siglo XVII y comienza cuando un ronin llega a la casa del clan Iyi pidiendo un espacio para realizar la ceremonia de Harakiri. Durante la interacción, el ronin revela la historia de su vida y las circunstancias que lo han llevado hasta ese momento.

No es exagerado catalogar esta cinta como una maravilla en todos los sentidos posibles. Masaki Kobayashi realiza un sólido trabajo de dirección, evidenciado desde el minuto uno en los créditos iniciales, los cuales se suceden en medio de hermosas tomas llenas de simetría, anticipando la alta calidad técnica de todo el metraje. La fotografía es excelente, convirtiendo en un deleite visual la experiencia de su visionado. Ya sean las texturas o el movimiento del viento, todo se aprecia con sumo detalle en pantalla. Asimismo, la puesta en escena consigue adentrarnos en el mundo de los samuráis y su contexto. No obstante, la película no sólo se queda en una destacable estética, sino que logra un atractivo balance a través de su contenido, apoyado en un extraordinario guión.

Mediante diversos flashbacks y elocuentes diálogos vamos reconstruyendo un relato que se une en perfecta coherencia a lo largo de su desarrollo, sin dejar de lado la intriga y la posibilidad de sorprender al espectador. Además, más allá de lo que se nos cuenta, se desprende una clara invitación a pensar sobre los valores que moldean a una sociedad y la forma en que las personas se relacionan con ellos. La cinta adquiere un valor agregado en ese sentido, ya que abre una posibilidad de debate. Aquí es el honor de los samuráis lo que se pone en discusión, sumado a la hipocresía que lo degeneró en diversos círculos. ¿Valen acaso las apariencias cuando carecen de trasfondo?

El elenco merece grandes elogios, en especial Tatsuya Nakadai en su rol protagónico como Tsugumo Hanshiro. Sereno y decidido, reviste a su personaje de un curioso carisma que destaca sobre el resto. Y si bien el ritmo de la película es pausado, el drama absorve todo el foco de atención, matizado por explícitas escenas de acción que por un lado nos muestran el poderío de los guerreros en cuestión, pero por otro vemos el dolor experimentado en sus rituales, el miedo, la confusión y todas las sensaciones que ayudan a humanizarlos antes nuestros ojos. Parafraseando al propio Hanshiro: "Incluso el más grande de los samuráis es un simple humano".

Lo diré sin rodeos, es una obra maestra. Cada fotograma posee una elegancia única, cada minuto es necesario para construir la trama y cada diálogo es preciso por muy redundante que parezca. De haber sido realizada en los Estados Unidos, tendría una fama y un número mayor de seguidores en occidente, sin embargo, su temática puede extrapolarse a un mensaje tan universal, que probablemente siga teniendo sentido por muchas décadas más.

Pues, ¿qué me queda? Recomendarla a quien no la haya visto. Es una película espectacular, sobrecargada de ideas interesantes y emociones intensas. Una cita obligada para los amantes del cine de samuráis o el cine oriental en general. Una joya que sigue luciendo grandiosa a pesar de las más de cinco décadas que nos separan desde su estreno.

benevolocine.blogspot.cl
1 de junio de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela The Body Snatchers, escrita por Jack Finney, la película se centra en los extraños acontecimientos ocurridos en una localidad de California. Varias personas han alterado su comportamiento, despertando la inquietud entre sus familiares y conocidos, por lo que el doctor Miles Bennell se encargará de revelar el misterio.

Siendo ya un clásico del cine de terror y ciencia ficción, la cinta dirigida por Don Siegel ha logrado superar el paso del tiempo, en parte, gracias al interesante desarrollo de su original historia. Y claro, con tres remakes poteriores pareciera que el redescubrimiento de esta película nada tiene que entregarnos, pero suponer aquello es un error. El guión de Daniel Mainwaring no le da tregua al espectador, sometiéndolo a un relato impredecible lleno de giros argumentales, los cuales se entrelazan con sumo detalle. Cabe destacar que somos sometidos bajo la perspectiva del protagonista. Toda la historia es narrada desde su percepción, dejándonos constantemente al alero de la incertidumbre. No es necesario que los extraterrestres aparezcan en pantalla, sabemos que están detrás y que representan un peligro para los humanos. La atmósfera de desconfianza es creada con talento, la cual se nutre en gran medida de nuestra imaginación al haberla capturado desde el primer instante.

Las actuaciones responden a la altura de la cinta. En general, todo el elenco logra una interpretación adecuada a los sucesos que viven los personajes. El miedo, el desconcierto o incluso la carencia de emociones se exponen de manera verosímil. Asimismo, la maravillosa banda sonora aporta con énfasis en momentos de tensión y envuelve con misterio el contenido de los diálogos. A ratos es amena, a ratos inquietante, moviéndose oportunamente con el tono de las escenas.

Sus ochenta minutos de duración son precisos y todos los elementos en cuestión tienen el propósito de mover la trama con un ritmo equilibrado. Las secuencias elevan la intensidad al acelerar los movimientos de cámara, entremezclados con primeros planos de los personajes. Imagina por un momento que si duermes, unos extraterrestres tomarán poseción de tu cuerpo. Aquella desesperante sensación es lograda a lo largo de todo el metraje, convirtiendo a la tensión propuesta y al espectador en cómplices inseparables.

Mucho se ha hablado de su trasfondo metafórico, que de seguro tendrá un valor adicional para el amante de la historia. El contexto es la Guerra Fría y la "amenaza" comunista es reflejada en la idea extraterrestre de homogenizar a la sociedad, al igual que la "paranoia" centrada en la necesidad de censurar este pensamiento y luchar contra él, incluso, persiguiendo a los sospechosos. Para quien tega familiaridad con el macarthismo estadounidense de la década del 50, las conexiones serán mucho más obvias. La recomendable película Trumbo (2015) relata una perspectiva interesante sobre estos hechos.

Para mí, esta cinta es sinónimo de excelencia. Abundante en emociones, pone el ingenio al servicio de su conjunto. Sin lugar a dudas, es una de las grandes películas que mezcla de buena manera el terror y la ciencia ficción y que merece ser recordada por muchas décadas más.

benevolocine.blogspot.cl
16 de mayo de 2016
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sumo a todos aquellos que declaran que la principal motivación que tenían para ver esta película era el rol protagónico de Lauren Cohan (Maggie en The Walking Dead), ya que siendo honesto, el trabajo del director William Brent Bell no es algo que me genere mayor interés. No obstante, aquello no representa un problema a la hora de disfrutar un largometraje, por lo que ni siquiera leí la trama antes de verla, tampoco vi los trailers. Quise darle una oportunidad con la mejor de las intenciones, con bajas espectativas para que me sorprendiera durante su desarrollo. Una lástima...

Uno de los primeros problemas que aflora en la historia guarda relación con los personajes. Cada uno de ellos es un cliché: La angustiada y pudiente pareja de ancianos, la joven inocente que intenta escapar de su "oscuro" pasado, el bonachón que coquetea con la protagonista y la protege a toda costa, a pesar de conocerla hace unos días y el ex novio abusivo. Todo esto repercute de mala manera en la conexión con el espectador. Y es que pareciera que no hay mayor interés en darle profundidad a estos personajes o al menos hacerlos interesantes, ya que el foco de atención quiere ser dirigido sobre el pequeño Brahms (muñeco de porcelana). ¿Funciona aquello? Sí, a ratos. Sin embargo, el rumbo se pierde cuando se le quiere dar espacio a un romance, sintiéndose forzado y fuera de lugar. En ese aspecto, el principal responsable es el guión.

No revelaré los giros argumentales de la cinta, pero hay más de uno que llega a ser risible o derechamente incoherente con lo que se venía planteando con anterioridad. Es más, hasta la premisa principal puede parecer un tanto absurda, por lo que deberán ser tolerantes en el trayecto y apagar el cerebro un momento, claro, siempre y cuando quieran terminarla. Greta se ríe cuando le presentan al "niño", al menos hay honestidad por parte de la película.

Ahora bien, se puede pensar que llegué a odiarla y tal no es el caso. Creo que la principal palabra que define mi experiencia es la indiferencia. Claramente no la calificaría como buena, pero tampoco como mala. Está dentro de un término medio carente de personalidad, olvidable luego de ser vista. Se agradece la prudente duración, las actuaciones y el diseño de producción, principalmente referido a la ambientación de la casa, que si bien no es novedosa, funciona. Por otro lado el ritmo no decae en el aburrimiento, pero la creación de un verdadero suspenso queda al debe, el cual además es manchado por algunos saltos de brincos, sobretodo en la primera mitad. Entonces, ¿podré recomendarla? No lo creo. Es totalmente prescindible. Al final queda el amargo sabor de haber visto una película que se puede disfrutar siempre y cuando no se piense sobre ella.

Si a ustedes les gustó, excelente. Yo lo intenté y no pude.

benevolocine.blogspot.cl
17 de mayo de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
Para mí, Cidade de Deus es una obra maestra y una cita obligada al hablar de mis películas favoritas de todos los tiempos. Virtuosa como ella sola, recrea un ambiente de peligro con una verosimilitud increíble, siendo aquello uno de sus principales puntos a favor. Aquí, la poca experiencia de la mayoría del reparto en materias de actuación, lejos de ser un problema, encaja de manera perfecta con ese mundo caótico y miserable que vemos en pantalla. Ciertamente se logra ingresar a las favelas y conectar con esa realidad. No se nos priva de nada, dejando al descubierto la marginalidad en torno a la organización del paisaje, las rudimentarias casas, la suciedad de las calles y la propia caracterización de los habitantes del lugar. Como parte de un monólogo interno de Buscapé (Alexandre Rodrigues) en los primeros minutos, la frase: "...en la Ciudad de Dios si corres te agarran. Y si no corres, también", se ve materializada en la esencia de la cinta, la que pareciera ser palpable a lo largo de todo el metraje.

El ritmo de los acontecimientos es intenso y no decae en ningún momento, asimismo, el trabajo de montaje (Daniel Rezende) aporta con dinamismo y fluidez al conjunto total. La no-linealidad del relato es, quizás, otro de sus grandes triunfos en cuanto al recurso narrativo. Los saltos temporales evidencian el excelente guión y varias secuencias contextualizan lo que ocurre a lo largo de los años sin dejar de lado a los personajes. En específico, cabe señalar aquella que se centra en la historia de un departamento donde se vende droga, que más allá de otorgar una perspectiva original, justifica su existencia al representar la evolución del narcotráfico en la favela. La fotografía es también destacable, ya que establece distintos tonos y matices a medida que el argumento cambia de temporalidad. Tanto la dirección de Fernando Meirelles, como la de Kátia Kund, sacan adelante una vertiginosa historia que no escatima en el uso de la imaginación referida a la forma de exponer los hechos.

Con respecto a las actuaciones, que por cierto son muy buenas en líneas generales, debo decir que hubo dos que captaron mi completa atención, me refiero a Leandro Firmino (Dadinho o Zé Pequenho) y Phelippe Haasengen (Bené). En parte, debido al enorme carisma derrochado frente a las cámaras, pero mayoritariamante por la naturaleza de sus personajes. Amigos inseparables con personalidades diametralmente opuestas. Ambos, se logran apreciar muy comprometidos con sus papeles, en especial Firmino, quien terminando caracterizando a uno de los psicópatas más impulsivos del cine. En serio, no hay ley, sentimiento, ni razón alguna que frene su ambición y ansias de poder, no obstante, se me hizo imposible odiarlo.

Pese a lo controversial de su temática, considerando que hubo una historia verídica detrás, la película se concibe a sí misma de manera inteligente. Si bien trata lamentables problemáticas sociales, que podrían extrapolarse a casi toda Latinoamérica, no cae en discursos simplistas, ni pretende darnos una cátedra moralizante al respecto, sino que juega con la propia conciencia del espectador. Muestra una compleja realidad sin emitir juicios. Es más, incluso le da espacio al humor, sobretodo cuando apreciamos la lucha de Buscapé por perder su virginidad o su breve incursión en el mundo del crimen. Lo curioso es que tales detalles son manejados con gran talento, haciendo que no se sientan fuera lugar, a pesar de convivir con aspectos que pueden resultar chocantes, como la banda de niños que vive del robo y los asaltos.

En definitiva, sólo me queda elogiarla. Creo que no es equivocado elevarla como una gran exponente del cine latinoamericano y por qué no, como una de las mejores películas de la década pasada. Muy recomendable. Si alguien no la a visto aún, que lo haga ahora ya.

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