Se puede intuir en el primer plano que estamos ante una obra maestra. La dirección es soberbia. Controla totalmente el lenguaje corporal, el ritmo de los cortes, la composición, la luz. Las localizaciones parisinas son preciosas, delicadamente escogidas. Lamorisse sabe exactamente lo que quiere, y lo consigue. Aprieta fuerte en su intensidad y se detiene justo antes de la cursilería, justo donde ocurre la magia. Bien harían los so-called filmmakers de hoy día en memorizar cada fotograma de Le Ballon Rouge.

Película terroríficamente mala, diseñada ad hoc para arrasar (mejor película, dirección y guión) en los Goya.

La historia de carretera (como película de género, un fracaso) es una excusa para hacer propaganda antifranquista con un contexto que va pasando como quien no quiere la cosa: los curas y monjitas torturadores de niños, el padre "gris" que pega al hijo y a los asistentes al concierto de los Beatles, los señoros blancos acosadores de chavalitas, la chica que quiere abortar a golpes, niños mendigos y el maestro comiendo frío...

El español endófobo fascinado con la cultura anglo, la escena de sexo entre menores y el catalán civilizado enfrentado a las bestias andaluzas, elementos del guión que no tienen que ver con el franquismo, entendemos que son las aportaciones personales de la psique de David Trueba.

Como película es una chapuza, tiene estética de producción moderna intentando parecer antigua (todo es demasiado limpio en vestuarios, escenarios, fotografía) y la guinda es un plano en el que vemos el coche desde fuera mientras los protagonistas hablan dentro en el que el diálogo corresponde a otra escena y el movimiento de labios no tiene nada que ver con el diálogo.

Si Saben Aquell fuera una película biográfica, lo sería de dos personajes a la vez: Eugenio y Conchita. O más de Conchita que de Eugenio.

Saben Aquell es la historia de cómo Eugenio, el artista, y seguramente también la persona, no habrían existido de no ser por Conchita.

No sé cómo de ajustada será a la realidad, pero el retrato que pinta de de Salinger es coherente con muchos otros "creadores": obsesivos, hipersensibles, medio autistas, de familia bien y con ese punto entre el narcisismo y la megalomanía que les hace creer que todo el mundo tiene que escuchar lo que tienen que decir. Y a veces, algunos elegidos aciertan, como es este caso.

No sabía de la filias hindúes de Salinger, pero me ha hecho gracia, porque tampoco me ha extrañado nada. La música, por cierto, es el peor deprtamento de la película, especialmente en las partes de meditación, con ese instrumento de percusión aguada (ni idea de cómo se llama) que intenta sonar exótico y no tiene ningún carácter, casi parece de librería.

La película, por lo demás, es correcta, se deja ver bien y, si tienes interés por los procesos creativos, es incluso interesante.

Un desgraciadísimo vendedor de seguros del montón piensa que una mujer despampanante casada con un empresario del petróleo puede sentirse atraída por él y se deja manipular con tal de no despertar de tan plácido sueño.