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7
14 de abril de 2013
14 de abril de 2013
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay un director en la actualidad que genere discordia entre crítica, público e incluso entre colegas de trabajo, ese es Terrence Malick. Con El Árbol de la Vida (The Tree of Life, 2012) algunos lo encumbraron al olimpo de los directores, tildaron la película de obra maestra, mientras otros no daban crédito a lo que consideraban un insulto al espectador. Pues bien, el bueno de Malick lo ha vuelto a hacer con su nueva película.
To The Wonder supone una continuidad con su predecesora, aunque en términos más mundanos. Si en El Arbol de la Vida se abordaba la idea de la creación del universo (de la vida), un concepto colosal que lleva abordando y preocupando a Malick los últimos años y que se ha convertido en el epicentro de todos sus proyectos, en su último filme se centra más en la relación de las personas con su entorno, conceptos que abarcan desde la religión, la naturaleza, los seres queridos o los desconocidos.
Las películas de Malick suelen suponer un esfuerzo para el espectador, que se ve obligado a reflexionar sobre temas existencialistas mientras en la pantalla se muestra la interacción de varios personajes sin un guión fijo y que deben servir como mero apoyo, como un simple balcón en el que apoyarse para poder mirar al horizonte de una manera más cómoda.
No obstante, en esta entrega el discurso global pierde fuerza, baja intensidad en lo trascendental y muestra una visión en la parte espiritual demasiado adoctrinadora. Sin embargo, en lo que a relaciones personales se refiere, Malick acierta plenamente. Muestra unos personajes que nos resultan ajenos a nuestro entorno pero que, casi sin hablar (no recuerdo que Ben Affleck diga más de dos líneas en todo el filme), y sólo con gestos y miradas entendemos a la perfección, sabemos por lo que están pasando y no podemos juzgarlos por lo que hacen porque conocemos (o creemos conocer) todas los pensamientos y acciones que les han llevado a actuar de cierta manera.
La ausencia de un guión narrativo obliga al espectador a crear su propia historia, las imágenes ayudan simplemente a imaginar lo que se nos está proponiendo. Quien asiste a una película de Malick esperando una historia cerrada sobre un tema en concreto, aunque sea más o menos coherente, se equivoca por completo. Malick invita a pensar, a dejarte llevar entre sus imágenes oníricas, a razonar los comportamientos de sus personajes o incluso a identificarte con ciertos recuerdos y llevar a cabo un proceso nostálgico que se puede distanciar totalmente de lo que está ofreciendo el filme. La película no se proyecta en las salas de cine, se proyecta directamente en tu mente, en tus recuerdos y vivencias.
En el plano técnico Malick vuelve a sorprender, aunque reutiliza muchos de los conceptos que nos fascinaron a unos e irritaron a otros en su película anterior. Juega con la cámara, con el espectador, con lo que ve, abordando todos los temas de la manera más objetiva posible, ofreciendo todos los detalles, los necesarios y los no necesarios pero que ayudan a situar a cada cosa en su sitio. Planos cortos, a veces simplemente fotografías en movimiento, que se intercalan a modo de recuerdos, sentimientos o que fuerzan al espectador a rebuscar en la mente situaciones similares. Cosas tan simples como acariciar un campo de trigo o seguir a una persona que de vez en cuando se gira para incitarte a acompañarla, son extraordinarias y generan multitud de sensaciones diferentes en cada espectador.
La edición es milimétrica -no en vano se trata de un trabajo de dos años y medio-, mezclando voces en off con voces "en directo", intercalando planos de lo que se podría denominar la "historia principal" con planos fotográficos de recuerdos o postales oníricas de la naturaleza viva. Y para potenciar esto, Malick usa una fotografía, natural...la luz del sol como protagonista absoluto, sólo hay luz cuando el sol ilumina sumiendo todo lo demás en una oscurridad irrelevante. Todo ello da como resultado un cocktail de sensaciones que estimulan la imaginación del espectador, llevándole por los rincones de aspectos de su propia vida.
Pero para eso el espectador debe querer experimentar esa sensación, si no las casi dos horas que dura la película se le harán eternas e infumables. Como bien dijo una mujer a su marido a la salida del cine: - "Menudo coñazo, no me vuelvas a traer a un bodrio de estos, me he quedado dormida". Y es que el cartel engaña y la historia es lo de menos.
http://momentovosp.blogspot.com.es
Nota VOSP: 7,9 / 10
To The Wonder supone una continuidad con su predecesora, aunque en términos más mundanos. Si en El Arbol de la Vida se abordaba la idea de la creación del universo (de la vida), un concepto colosal que lleva abordando y preocupando a Malick los últimos años y que se ha convertido en el epicentro de todos sus proyectos, en su último filme se centra más en la relación de las personas con su entorno, conceptos que abarcan desde la religión, la naturaleza, los seres queridos o los desconocidos.
Las películas de Malick suelen suponer un esfuerzo para el espectador, que se ve obligado a reflexionar sobre temas existencialistas mientras en la pantalla se muestra la interacción de varios personajes sin un guión fijo y que deben servir como mero apoyo, como un simple balcón en el que apoyarse para poder mirar al horizonte de una manera más cómoda.
No obstante, en esta entrega el discurso global pierde fuerza, baja intensidad en lo trascendental y muestra una visión en la parte espiritual demasiado adoctrinadora. Sin embargo, en lo que a relaciones personales se refiere, Malick acierta plenamente. Muestra unos personajes que nos resultan ajenos a nuestro entorno pero que, casi sin hablar (no recuerdo que Ben Affleck diga más de dos líneas en todo el filme), y sólo con gestos y miradas entendemos a la perfección, sabemos por lo que están pasando y no podemos juzgarlos por lo que hacen porque conocemos (o creemos conocer) todas los pensamientos y acciones que les han llevado a actuar de cierta manera.
La ausencia de un guión narrativo obliga al espectador a crear su propia historia, las imágenes ayudan simplemente a imaginar lo que se nos está proponiendo. Quien asiste a una película de Malick esperando una historia cerrada sobre un tema en concreto, aunque sea más o menos coherente, se equivoca por completo. Malick invita a pensar, a dejarte llevar entre sus imágenes oníricas, a razonar los comportamientos de sus personajes o incluso a identificarte con ciertos recuerdos y llevar a cabo un proceso nostálgico que se puede distanciar totalmente de lo que está ofreciendo el filme. La película no se proyecta en las salas de cine, se proyecta directamente en tu mente, en tus recuerdos y vivencias.
En el plano técnico Malick vuelve a sorprender, aunque reutiliza muchos de los conceptos que nos fascinaron a unos e irritaron a otros en su película anterior. Juega con la cámara, con el espectador, con lo que ve, abordando todos los temas de la manera más objetiva posible, ofreciendo todos los detalles, los necesarios y los no necesarios pero que ayudan a situar a cada cosa en su sitio. Planos cortos, a veces simplemente fotografías en movimiento, que se intercalan a modo de recuerdos, sentimientos o que fuerzan al espectador a rebuscar en la mente situaciones similares. Cosas tan simples como acariciar un campo de trigo o seguir a una persona que de vez en cuando se gira para incitarte a acompañarla, son extraordinarias y generan multitud de sensaciones diferentes en cada espectador.
La edición es milimétrica -no en vano se trata de un trabajo de dos años y medio-, mezclando voces en off con voces "en directo", intercalando planos de lo que se podría denominar la "historia principal" con planos fotográficos de recuerdos o postales oníricas de la naturaleza viva. Y para potenciar esto, Malick usa una fotografía, natural...la luz del sol como protagonista absoluto, sólo hay luz cuando el sol ilumina sumiendo todo lo demás en una oscurridad irrelevante. Todo ello da como resultado un cocktail de sensaciones que estimulan la imaginación del espectador, llevándole por los rincones de aspectos de su propia vida.
Pero para eso el espectador debe querer experimentar esa sensación, si no las casi dos horas que dura la película se le harán eternas e infumables. Como bien dijo una mujer a su marido a la salida del cine: - "Menudo coñazo, no me vuelvas a traer a un bodrio de estos, me he quedado dormida". Y es que el cartel engaña y la historia es lo de menos.
http://momentovosp.blogspot.com.es
Nota VOSP: 7,9 / 10

6,7
4.152
6
29 de noviembre de 2012
29 de noviembre de 2012
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los octogenarios hermanos Taviani se ponen de nuevo detrás de las cámaras, esta vez para dirigir a un grupo de presos reales que deben representar la obra “Julio César” de Shakespeare. La película se centra en los ensayos que tuvieron lugar en distintos escenarios de la cárcel y de cómo los presos se llegan a identificar con los personajes de la obra.
La idea es muy interesante, el uso de actores no profesionales (los propios presos) y la estructura de la trama, que va construyendo la obra a partir de los propios ensayos. Es una película arriesgada y notable a nivel de actuación, con un uso del color y del blanco y negro muy acertado. El color para representar la obra final ante los espectadores que acuden a la cárcel (presente) y el blanco y negro para representar los ensayos (pasado, seis meses antes), dándole esa aureola de cine y logrando que no se convierta en un documental carcelario. La meticulosidad y geometricidad de muchos de los planos le da mucha fuerza a la película, logrando una elevada intensidad dramática. Es decir, la forma es excelente.
Ahora bien, el cine, a mi forma de ver, debe ser una combinación equilibrada entre forma y contenido y, en el caso de que una domine sobre la otra, debe estar justificado para encontrar dicho equilibrio. En este caso, falla el segundo elemento, desequilibrando de manera evidente la balanza, ya que se trata de una película vacía (en el aspecto del contenido), que nos muestra muy desde fuera la trama, como simples observadores. No involucra al espectador en la vida diaria de los presos, y muy poco en la relación de estos con sus personajes, centrándose simplemente en representar la obra de una manera casi matemática.
De hecho, la escena más interesante de la película, a mi modo de ver, es en la que los presos realizan un casting ante las cámaras para ser escogidos en la obra. Fondos neutros y primeros planos que te hacen conectar con el preso en cuestión. Tengo la impresión que si los directores hubiesen utilizado este tipo de recursos a lo largo de la película podrían haber conseguido una obra más competa y con mayor duración.
En fin, película interesante pero que se queda en el camino de ser una gran película. Además vengo de ver Le Trou de Jacques Becker, y las comparaciones son odiosas. El León de Oro recibido en la Berlinale sería por la película o por reconocimiento a una larga trayectoria cinematográfica de los hermanos Taviani?
La idea es muy interesante, el uso de actores no profesionales (los propios presos) y la estructura de la trama, que va construyendo la obra a partir de los propios ensayos. Es una película arriesgada y notable a nivel de actuación, con un uso del color y del blanco y negro muy acertado. El color para representar la obra final ante los espectadores que acuden a la cárcel (presente) y el blanco y negro para representar los ensayos (pasado, seis meses antes), dándole esa aureola de cine y logrando que no se convierta en un documental carcelario. La meticulosidad y geometricidad de muchos de los planos le da mucha fuerza a la película, logrando una elevada intensidad dramática. Es decir, la forma es excelente.
Ahora bien, el cine, a mi forma de ver, debe ser una combinación equilibrada entre forma y contenido y, en el caso de que una domine sobre la otra, debe estar justificado para encontrar dicho equilibrio. En este caso, falla el segundo elemento, desequilibrando de manera evidente la balanza, ya que se trata de una película vacía (en el aspecto del contenido), que nos muestra muy desde fuera la trama, como simples observadores. No involucra al espectador en la vida diaria de los presos, y muy poco en la relación de estos con sus personajes, centrándose simplemente en representar la obra de una manera casi matemática.
De hecho, la escena más interesante de la película, a mi modo de ver, es en la que los presos realizan un casting ante las cámaras para ser escogidos en la obra. Fondos neutros y primeros planos que te hacen conectar con el preso en cuestión. Tengo la impresión que si los directores hubiesen utilizado este tipo de recursos a lo largo de la película podrían haber conseguido una obra más competa y con mayor duración.
En fin, película interesante pero que se queda en el camino de ser una gran película. Además vengo de ver Le Trou de Jacques Becker, y las comparaciones son odiosas. El León de Oro recibido en la Berlinale sería por la película o por reconocimiento a una larga trayectoria cinematográfica de los hermanos Taviani?
9
20 de noviembre de 2012
20 de noviembre de 2012
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son las 00:30 de la madrugada de un lunes cualquiera. Acabo de ver “los 400 Golpes” de Truffaut. Tengo el regusto que se siente cuando acabas de ver una obra maestra, de esas que por alguna extraña razón conectan contigo al 100%, una película que puedes hacer tuya, el corazón late más fuerte y la emoción recorre cada centímetro de tu cuerpo…me quedo varios minutos en el sofá saboreando esta deliciosa sensación que ocurre tan pocas veces, por desgracia.
Me gusta cada plano, cada secuencia, la genial utilización de la cámara, bien sea para narrar con travelings o zooms, para intimar en los personajes, para ser mero observador de la escena o simplemente escuchar a través de una puerta. La cámara aquí es protagonista, es un actor más y Truffaut la maneja con maestría.
Mención especial tienen para mi dos escenas. La secuencia del furgón de policía y, sobre todo, el genial plano secuencia del final, donde se ve a un desesperado Antoine Doinel corriendo mientra la cámara lo sigue hasta su destino. DELICIOSO.
Los actores, muy al estilo del neorrealismo italiano, son jóvenes, desconocidos en la época, que consiguen una dosis muy elevada de realismo y credibilidad. Eso y el estar rodada en escenarios reales y con luz natural le da, a veces, un aspecto documental que arroja elevadas dosis de verosimilitud y cercanía al film. Resulta impresionante la actuación del niño, Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud), que con 14 años consigue hacerse con un papel difícil, lleno de matices y con una soltura impropia para alguien de su corta edad.
El blanco y negro es perfecto, gris cuando tiene que serlo y con alto contraste cuando se quiere resaltar rasgos de la personalidad de los personajes. Los grandes planos de París, desde el plano secuencia inicial hasta varios donde se ve al niño correr entre sus calles son de esos que se te quedan en la retina. Los planos nocturnos está muy logrados, la noche es más real gracias al uso de nuevas cámaras con mayor sensibilidad a la luz, lo que permite rodar sin luz artificial, que hubiese estropeado el clima de la película, dotándola de elementos artificiosos y falsos. Cada plano cuidado al mínimo detalle, ya sea una bajada de escaleras, una conversación en clase de francés o los interiores de una imprenta.
Desconozco si es la mejor de Truffaut, si incluso la mejor de la Nouvelle Vague, lo que sí sé es que esta película ha conectado al 100% conmigo. Gracias François
Me gusta cada plano, cada secuencia, la genial utilización de la cámara, bien sea para narrar con travelings o zooms, para intimar en los personajes, para ser mero observador de la escena o simplemente escuchar a través de una puerta. La cámara aquí es protagonista, es un actor más y Truffaut la maneja con maestría.
Mención especial tienen para mi dos escenas. La secuencia del furgón de policía y, sobre todo, el genial plano secuencia del final, donde se ve a un desesperado Antoine Doinel corriendo mientra la cámara lo sigue hasta su destino. DELICIOSO.
Los actores, muy al estilo del neorrealismo italiano, son jóvenes, desconocidos en la época, que consiguen una dosis muy elevada de realismo y credibilidad. Eso y el estar rodada en escenarios reales y con luz natural le da, a veces, un aspecto documental que arroja elevadas dosis de verosimilitud y cercanía al film. Resulta impresionante la actuación del niño, Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud), que con 14 años consigue hacerse con un papel difícil, lleno de matices y con una soltura impropia para alguien de su corta edad.
El blanco y negro es perfecto, gris cuando tiene que serlo y con alto contraste cuando se quiere resaltar rasgos de la personalidad de los personajes. Los grandes planos de París, desde el plano secuencia inicial hasta varios donde se ve al niño correr entre sus calles son de esos que se te quedan en la retina. Los planos nocturnos está muy logrados, la noche es más real gracias al uso de nuevas cámaras con mayor sensibilidad a la luz, lo que permite rodar sin luz artificial, que hubiese estropeado el clima de la película, dotándola de elementos artificiosos y falsos. Cada plano cuidado al mínimo detalle, ya sea una bajada de escaleras, una conversación en clase de francés o los interiores de una imprenta.
Desconozco si es la mejor de Truffaut, si incluso la mejor de la Nouvelle Vague, lo que sí sé es que esta película ha conectado al 100% conmigo. Gracias François

6,2
19.348
3
11 de febrero de 2013
11 de febrero de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era realmente necesario hacer un biopic sobre el maestro del suspense?, ¿era realmente necesario disfrazar a Helen Mirren como Dustin Hoffman en Tootsie?, ¿era realmente necesario manchar la imagen de una fantástica (e icónica) película como Psicosis?, ¿y era realmente necesario un retorno tan banal a la fascinante y enrevesada industria de la "Edad de Oro" de Hollywood?
La industria del cine americano está tan carente y necesitada de buenas ideas que, da la sensación que, se da luz verde a muchos proyectos que no son dignos de ser contados. Entre superhéroes, remakes y secuelas interminables de éxitos, poco presupuesto queda para la innovación en nuevos guiones y lenguajes cinematográficos. Un par de actores con tirón y una historia fácil de digerir parecen ser los únicos ingredientes necesarios para crear un caldo popular que arrase en taquilla. Y, a fin de cuentas, eso es lo que importa.
Esta película hubiese funcionado mejor, a mi humilde modo de ver, si se tratase de una historia anónima ambientada en los años sesenta en medio de la vorágine de la industria americana, una especie de Sunset Boulevard o All About Eve, pero con tintes más actuales. El problema principal que tiene es que pretende narrar una verdad, el cómo se confeccionó una de las mejores -y más innovadoras- películas del cine, todavía referente hoy en día.
La Psicosis original nació como una especie de telefilm, rechazada por las grandes productoras, ya que ese tipo de género estaba destinado a otro tipo de público y a presupuestos menos grandilocuentes. Psicosis acabó convertida en una película de gran éxito, mientras que su making off, Hitchcock, con un gran presupuesto inicial, y contando con muchas de las estrellas del momento, acaba convirtiéndose, paradójicamente, en una suerte de telefilm.
Lo único interesante es la relación con la censura de Hollywood, y su influencia y control sobre todos los planos y líneas de guión. Dicha censura es necesaria para entender el famoso "toque Lubitch" o ciertos planos de Wilder, por poner unos ejemplos claros. Los directores se las tenían que ingeniar para insinuar todo tipo de escenas comprometidas, desarrollando una picaresca fascinante y una gran capacidad imaginativa. La censura sigue presento hoy en día (o más) aunque a diferente nivel, antes de una manera más física (sexo o violencia) y ahora mucho más moral y absurda, en multitud de ocasiones.
El guión de Hitchcock está lleno de tópicos, enrevesado -intentando escenificar al director como un personaje más de una de sus películas-, y dándole un protagonismo excesivo a la historia de su mujer. Demasiadas cosas que distraen, mientras que los temas realmente con potencial son tratados de una manera más superficial, rebuscando con insistencia representar lo icónico (la escena de la ducha, la bombilla).
Los actores no ayudan ya que, aunque Hopkins despliega un gran abanico interpretativo, no se ajusta para nada a la personalidad del genial director. Scarlet hace de Scarlet, no de Janet Leight, y así continuando con casi todo el elenco, que no consigue transmitir el glamour de la época.
Por último, una fotografía demasiado colorista, que te saca de lleno de la época en la que se suponen que debería ocurrir la acción, y un director demasiado poco implicado en el tratamiento de las escenas, simplificando de manera abusiva la labor del visionado, no dejando nada para la imaginación del espectador, hacen que la pregunta inmediata al salir del cine sea ¿era realmente necesario?.
Menos mal que al llegar a casa he revisionado la película original y he vuelto a leer las páginas que el genial libro de entrevistas El Cine según Hitchcock -que condujo de manera brillante François Truffaut-, dedica a este apasionante film.
http://momentovosp.blogspot.com
Nota VOSP: 2,5 / 10
La industria del cine americano está tan carente y necesitada de buenas ideas que, da la sensación que, se da luz verde a muchos proyectos que no son dignos de ser contados. Entre superhéroes, remakes y secuelas interminables de éxitos, poco presupuesto queda para la innovación en nuevos guiones y lenguajes cinematográficos. Un par de actores con tirón y una historia fácil de digerir parecen ser los únicos ingredientes necesarios para crear un caldo popular que arrase en taquilla. Y, a fin de cuentas, eso es lo que importa.
Esta película hubiese funcionado mejor, a mi humilde modo de ver, si se tratase de una historia anónima ambientada en los años sesenta en medio de la vorágine de la industria americana, una especie de Sunset Boulevard o All About Eve, pero con tintes más actuales. El problema principal que tiene es que pretende narrar una verdad, el cómo se confeccionó una de las mejores -y más innovadoras- películas del cine, todavía referente hoy en día.
La Psicosis original nació como una especie de telefilm, rechazada por las grandes productoras, ya que ese tipo de género estaba destinado a otro tipo de público y a presupuestos menos grandilocuentes. Psicosis acabó convertida en una película de gran éxito, mientras que su making off, Hitchcock, con un gran presupuesto inicial, y contando con muchas de las estrellas del momento, acaba convirtiéndose, paradójicamente, en una suerte de telefilm.
Lo único interesante es la relación con la censura de Hollywood, y su influencia y control sobre todos los planos y líneas de guión. Dicha censura es necesaria para entender el famoso "toque Lubitch" o ciertos planos de Wilder, por poner unos ejemplos claros. Los directores se las tenían que ingeniar para insinuar todo tipo de escenas comprometidas, desarrollando una picaresca fascinante y una gran capacidad imaginativa. La censura sigue presento hoy en día (o más) aunque a diferente nivel, antes de una manera más física (sexo o violencia) y ahora mucho más moral y absurda, en multitud de ocasiones.
El guión de Hitchcock está lleno de tópicos, enrevesado -intentando escenificar al director como un personaje más de una de sus películas-, y dándole un protagonismo excesivo a la historia de su mujer. Demasiadas cosas que distraen, mientras que los temas realmente con potencial son tratados de una manera más superficial, rebuscando con insistencia representar lo icónico (la escena de la ducha, la bombilla).
Los actores no ayudan ya que, aunque Hopkins despliega un gran abanico interpretativo, no se ajusta para nada a la personalidad del genial director. Scarlet hace de Scarlet, no de Janet Leight, y así continuando con casi todo el elenco, que no consigue transmitir el glamour de la época.
Por último, una fotografía demasiado colorista, que te saca de lleno de la época en la que se suponen que debería ocurrir la acción, y un director demasiado poco implicado en el tratamiento de las escenas, simplificando de manera abusiva la labor del visionado, no dejando nada para la imaginación del espectador, hacen que la pregunta inmediata al salir del cine sea ¿era realmente necesario?.
Menos mal que al llegar a casa he revisionado la película original y he vuelto a leer las páginas que el genial libro de entrevistas El Cine según Hitchcock -que condujo de manera brillante François Truffaut-, dedica a este apasionante film.
http://momentovosp.blogspot.com
Nota VOSP: 2,5 / 10
26 de enero de 2013
26 de enero de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hollywood (y últimamente el cine francés) sigue apostando por un género manido y explotado como pocos: la comedia romántica. No quedan situaciones atractivas en las que un chico y una chica, que en un principio no se gustan pero que, tras pasar un buen número de penurias, al final descubrimos que están hechos en uno para el otro. Además, este género, suele servir como excusa para lanzar a las "nuevas estrellas" del celuloide (ahora digital).
Mucho de los anteriormente comentado se puede aplicar a El Lado Bueno de las Cosas, una película que si bien es superior a la media del género, tanto a nivel de guión, interpretativo y dirección, no deja de ser una película aceptable, y poco más. Igual el problema de la película es la forma en la que nos la han vendido: que si renueva el género, que si la podría haber firmado Billy Wilder (señores, pongámonos serios), que si la screwball comedy revive en manos de David O. Russell y un sin fin de elogios y críticas, que le han llevado a optar a las mencionadas 8 estatuillas.
Sí puedo entender comparaciones con la screwball comedy de los años 40 ya que en la película de O. Russell se dan muchas de las características de este tipo de comedias: personajes de clase media-alta; mujer que lleva la voz cantante, con personalidad; cierto grado de locura y anarquía en la toma de decisiones; diálogos ingeniosos y ritmo trepidante. Pero se queda a años luz del ingenio que desprendían Cukor, Wilder, Hawks o incluso, Capra.
La película empieza con muy buenos mimbres, y aguanta el tipo en la primera hora de metraje. La enfermedad de Pat (Bradley Cooper) está muy bien tratada y bien relacionada con la personalidad de sus padres (Robert de Niro y Jacki Weaver). La cámara, la banda sonora y, sobre todo, la edición y montaje ayudan a entrar en la personalidad de Pat, a entenderlo y a convivir con él.
Plantea temas muy interesantes como los problemas de juego (encarnados en la figura del padre) y la repercusión de éstos en el seno de la familia; la adicción al sexo (el personaje de Jennifer Lawrence) los problemas mentales y la difícil adaptabilidad social; y la superficialidad de las parejas de clase media-ata, asentadas, hipócritas y conformistas (tema tratado con inteligencia e intensidad en American Beauty). Pero tras una primera hora en la que se construyen con detalle y precisión todos esos temas, con un humor muy inteligente sin caer en la estupidez y con pequeñas píldoras de locura que hacen pensar que estamos ante una excelente comedia (hay que remontarse a Mejor Imposible para ver una comedia redonda), la película cae estrepitosamente en lo superficial y previsible, para acabar con un final típico de las películas americanas de los 80.
Ni es una de las 9 mejores películas del año, ni tiene un trabajo interpretativo magnífico (los actores están correctos pero nada del otro mundo), ni la dirección es genial (sobre todo en la segunda hora) ni muchas cosas más. Sí se trata de una película muy decente, con toques de humor muy buenos, y bastante superior a la media del género. Lo que sí tengo claro es que a estos dos buenos actores los vamos a ver hasta en la sopa en los próximos dos-tres años.
http://momentovosp.blogspot.com.es
Nota VOSP: 5,6 / 10
Mucho de los anteriormente comentado se puede aplicar a El Lado Bueno de las Cosas, una película que si bien es superior a la media del género, tanto a nivel de guión, interpretativo y dirección, no deja de ser una película aceptable, y poco más. Igual el problema de la película es la forma en la que nos la han vendido: que si renueva el género, que si la podría haber firmado Billy Wilder (señores, pongámonos serios), que si la screwball comedy revive en manos de David O. Russell y un sin fin de elogios y críticas, que le han llevado a optar a las mencionadas 8 estatuillas.
Sí puedo entender comparaciones con la screwball comedy de los años 40 ya que en la película de O. Russell se dan muchas de las características de este tipo de comedias: personajes de clase media-alta; mujer que lleva la voz cantante, con personalidad; cierto grado de locura y anarquía en la toma de decisiones; diálogos ingeniosos y ritmo trepidante. Pero se queda a años luz del ingenio que desprendían Cukor, Wilder, Hawks o incluso, Capra.
La película empieza con muy buenos mimbres, y aguanta el tipo en la primera hora de metraje. La enfermedad de Pat (Bradley Cooper) está muy bien tratada y bien relacionada con la personalidad de sus padres (Robert de Niro y Jacki Weaver). La cámara, la banda sonora y, sobre todo, la edición y montaje ayudan a entrar en la personalidad de Pat, a entenderlo y a convivir con él.
Plantea temas muy interesantes como los problemas de juego (encarnados en la figura del padre) y la repercusión de éstos en el seno de la familia; la adicción al sexo (el personaje de Jennifer Lawrence) los problemas mentales y la difícil adaptabilidad social; y la superficialidad de las parejas de clase media-ata, asentadas, hipócritas y conformistas (tema tratado con inteligencia e intensidad en American Beauty). Pero tras una primera hora en la que se construyen con detalle y precisión todos esos temas, con un humor muy inteligente sin caer en la estupidez y con pequeñas píldoras de locura que hacen pensar que estamos ante una excelente comedia (hay que remontarse a Mejor Imposible para ver una comedia redonda), la película cae estrepitosamente en lo superficial y previsible, para acabar con un final típico de las películas americanas de los 80.
Ni es una de las 9 mejores películas del año, ni tiene un trabajo interpretativo magnífico (los actores están correctos pero nada del otro mundo), ni la dirección es genial (sobre todo en la segunda hora) ni muchas cosas más. Sí se trata de una película muy decente, con toques de humor muy buenos, y bastante superior a la media del género. Lo que sí tengo claro es que a estos dos buenos actores los vamos a ver hasta en la sopa en los próximos dos-tres años.
http://momentovosp.blogspot.com.es
Nota VOSP: 5,6 / 10
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