No se trata de un gran film, pero la historia es conmovedora y nos revela la dificultad de lidiar con el olvido. Este padre, bien interpretado por Stephen Fry, que sufrió y perdió a toda su familia en el campo de concentración, decide acompañar a su hija que siente el deseo, o el deber, de recuperar el pasado de su familia y sus orígenes. Justamente lo que el padre se negó hacer toda su vida. La relación padre e hija está llena de desencuentros, aunque se aman profundamente y este viaje lo pone a prueba sin remedio.
El viaje a una Polonia que no hacía mucho se habia emancipado de la URSS nos muestra un país todavía lleno de heridas por el horror padecido con la 2ª Guerra Mundial, el telón de acero y sus consecuencias. Las visitas a la casa natal se convierte en una prueba dura de cómo lidiamos con los recuerdos, quienes buscan y quienes huyen, cada uno cargando con sus intensas motivaciones.
La evolución de la relación padre e hija contiene momentos duros y también,enternecedores, pues acaban comprendiendose mutuamente.
Muy recomendable.