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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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11 de agosto de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
"Octopussy" (1983) fue durante muchísimos años mi película favorita de la saga de James Bond. Hasta que empecé a trabajar, me independicé y entré plenamente en mi vida de adulto. También entonces comencé a leer las novelas de James Bond que, junto al "Señor de los anillos", "El Hobbit", "El Quijote" y algún otro libro, son las únicas obras literarias que he leído con avidez. ¿Por qué era esta ridícula película mi favorita de la saga? ¿Por qué luego cayó a ser mi más odiada solo por detrás de "Diamantes para la eternidad"?

La película es muy, muy entretenida. Tiene de todo. La producción es excelente, Bond visita lugares exóticos rodeado de todo tipo de lujos. Hay rusos malos como en las historias genuinas de Bond, tensiones en la frontera de las dos Alemanias como en las grandes películas de espías, hay un jaleo tremendo con los huevos Fabergé y los cambiazos que dan, personajes muy de cómic, mucho humor, está de nuevo Maud Adams, inventillos, acciones arriesgadas, peligros contínuos, bombas a punto de explotar, un circo lleno de jichas saltimbanquis...
Y también está él, el tipo que salvó la franquicia con su tremenda elegancia y su carisma. El tipo que hacía que la gente fuera al cine a verle a él sin que importara demasiado lo que ocurriera en la película: Roger Moore. Lo que hizo este señor no lo podría haber hecho ningún otro. Como he dicho en críticas a películas anteriores, su gran personaje fue El Santo, no James Bond. Pero, oigan, obró el milagro de que la franquicia continuara aún después del abandono de Sean Connery. Su mérito es mucho mayor que el de todos los demás actores que han encarnado a 007 y que eran mucho más propicios para este papel que él. Ahí estuvo, en sus siete películas, más que ningún otro, por algo sería.
Roger Moore no iba a estar en esta película (ni debía haber estado). Pero Sean Connery, que andaba necesitado de dineros y de reconocimiento, aceptó la oferta de volver a ser Bond en un remake de "Thunderball" que se iba a titular "Nunca digas nunca jamás". A la Eon, que había producido hasta el momento todas las películas oficiales de James Bond y que ya estaba haciendo casting con otros actores (James Brolin, Sam Neill) porque Moore, con muy buen criterio, dijo después de "Solo para sus ojos" (1981) que era momento de dejar el puesto, se le aflojó el vientre. Pensar en enfrentar en las taquillas a un 007 neófito con el auténtico Bond en una producción rival era para que se removieran las tripas. Y suplicaron a Roger que no los dejara solos. Y Roger accedió.

Entre toda la espectacularidad de la acción y producción de esta película, está un James Bond de 55 años gordo, con el pelo estiradísimo para cubrir el cuero cabelludo, lentísimo de movimientos, cara de abuelo aristócrata, con el pantalón colgando de los sobacos...que entiende que la única manera de afrontar aquello es reírse de sí mismo, hacer una comedia autoparódica. Toda una afrenta al personaje. No quiero ni acordarme de todos los momentos de humor que protagoniza, porque me ruborizo, ni de todos los momentos en los que se nota a la legua sus dobles. Un circo de película.

"Octopussy" y Roger Moore barrieron en taquilla a "Nunca digas nunca jamás" y Sean Connery. Y es que, de nuevo tengo que darme de bruces con la realidad, el público de aquellos años estaba deseando ver precisamente lo que "Octopussy" ofreció: una diversión desvergonzada para toda la familia a costa de la difamación del mítico personaje de James Bond con récord de recaudación.
Sean Connery parecía más en forma en "Nunca digas nunca jamás" que Roger (que era tres años mayor) pero tampoco te lo puedes tomar demasiado en serio y la película tiene momentos en los que la producción canta por cutre. George Lazenby también interpretó a James Bond (aunque más discretamente) ese año en la película "The Return of the Man from U.N.C.L.E.", en español "El regreso del agente de C.I.P.O.L." que se puede ver (si tienes lo que hay que tener) en youtube por la jeró.
20 de abril de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Hay decenas, quizá hasta centenares de películas sobre tiburones. De entre todas ellas, Tiburón (1975) es la mejor con muchísima diferencia. Luego hay cuatro o cinco que no están mal. El resto resultan desde malas, hasta vergonzosas e infames pasando por ridículas.
12 DÍAS DE TERROR (también llamada LA PLAYA DEL TERROR) no es una de tantas bochornosas. Muestra sin exabruptos aquellos acontecimientos de 1916 y entretiene.
No hay alardes ni tampoco momentos vergonzosos. En algunos pasajes fuera del ambiente acuático resulta algo aburrida porque los personajes son planos. Pero el principal problema para mí es que el tiburón (decididos a plantear que un solo tiburón blanco joven es el causante de todos los ataques, aunque un tiburón blanco no pueda sobrevivir en agua dulce) cambia de tamaño constantemente. Algunas veces vemos a un tiburón incluso de tamaño de pececillo y en otras un blanco de tamaño considerable. No entiendo cómo se puede cometer ese fallo tan evidente y pasarlo por alto.
22 de marzo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
A mí, a mí que soy un JamesBondFan que he leído todas las novelas y he visto todas las películas 7 u 8 veces. A mí no se me puede presentar esta película y decir que esto es James Bond. Porque las novelas de Ian Fleming eran muy ingeniosas y profusas en detalles. Pero aquí no hay nada de ingenio, sino una sucesión forzosa de sketches en las que las cosas pasan porque sí. Y en las numerosas escenas de acción no te enteras de nada. Vaya peliculita, dotada de todos los medios que hagan falta pero sin sentido ninguno.

Es de agradecer que Daniel Craig quiera interpretar a un Bond humano y que vaya al gimnasio para encarnar a un espía preparado físicamente para las situaciones de peligro. Pero ya le gustaría a Craig tener algo del magnetismo de Sean Connery, del temple de George Lazenby, de la elegancia de Roger Moore, de la presencia de Timothy Dalton o del carisma de Pierce Brosnan.
10 de marzo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Es una pena que Tiburón 2 no se tomara más en serio a sí misma.
He visto esta película más veces que la primera. Me encanta el reto que supone hacer una secuela después de que la obra original sea un pelotazo o, por lo menos, una obra de calidad reconocida. Desde luego, Tiburón (1975) había sido una genialidad y un exitazo taquillero. Una vez que el tiburón se ha mostrado, se acaba la intriga por cómo de grande será y te da una buena dosis de escualo. Así que parece, a priori, que pocas cartas quedan por jugarse para esta segunda parte (1978). Sin embargo, aún había munición de sobra para hacer una interesantísima nueva entrega. Pero, en vez de decantarse por hacer otra película de terror/intriga, se hace una película más bien de aventurillas marinas regadas con sustos.
Solo por conservar a Roy Scheider, a John Williams a cargo de la música, las localizaciones y personajes locales que habían sobrevivido al primer tiburón, y por conservar también al propio animal (el más majestuoso y creíble de los tiburones vistos en pantalla) se podía haber conseguido otro peliculón con un poco más de esfuerzo en el guion. Basta un primer plano del agua con la banda sonora para que ya te imagines lo que viene, te montes la película en tu mente y te tapes los ojos.

Encuentro en Tiburón 2 secuencias geniales a la altura de las secuencias geniales de la primera parte. Las cuento en la zona spoiler. Todas esas escenas me parecen de 10 pero entre ellas se suceden chorradillas adolescentes y otras mofas al imponente animal. Cuando se venera la majestuosidad del tiburón, más la belleza de los fondos marinos y la sencillez de la vida en el pueblo de Amity, da gusto ver la peli. Cuando ponen al tiburón a hacer el tonto, se fastidia la cosa.

Ah, por cierto, creo que la película podía haber tratado de explicar una curiosidad. Y me expreso en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Escenas memorables:

- La aleta emergiendo frente a la cercana y tranquila costa de Amity al despuntar el alba. Para mí, esta debería haber sido la primera escena, junto al rótulo rojo JAWS 2 para seguir con la escena de los buceadores.
- La gran aleta emergiendo de nuevo, esta vez a toda velocidad, persiguiendo a la esquiadora acuática.
- El enganchón de la polea con el cable submarino, que te hace pensar que va a salir la gran boca del bicho (y te rilas).
- La escena de la confusión en la playa con Brody disparando entre la gente a la sombra en el agua. En la primera no lo hizo, fueron a buscar al escualo a altamar, cuando no había más que meter un trozo de carne en el agua y el tiburón acudía hasta la mismísima orilla.
- El revelado de la foto, bajo la luz roja, y Brody (que también tiene cara de tiburón) esperando a ver en tensión lo que termina viendo.
- El ataque al bote de Tina y su churri, que es para mi gusto, la mejor escena de toda la saga.
- El final, con Brody cara a cara con el enorme tiburón (aunque parece que este va planeando sobre el agua).

Y allá va la curiosidad: Si ya es difícil que pueda existir un tiburón blanco de 8 metros, más difícil es aún que se acerque a la costa. Pero que aparezca otro igual es ya de locos. La novelización de Tiburón 2 dice que es la hembra, esposa o pareja del anterior, que se acerca para vengar la muerte de su compañero (algo imposible, diga lo que diga la infame Jaws 4). Pero en la presente película, la bióloga que trata el incidente de la orca, deja claro que los tiburones no se mueven por venganzas personales (gracias por decirlo) y hace hincapié en que algún tipo de señales los puede atraer. ¿Emitía el famoso cable de tensión submarino que recorre toda la costa desde el islote unas señales que atraían a estos enormes bichos?
13 de agosto de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
"Alta tensión" (1987) no es mejor película que su predecesora en la saga "Panorama para matar" (1985) pero lo parece en muchos momentos gracias a tener un renovado y remozado Bond.
Aunque cuarenta años después nos parezca mentira, nadie a mediados de los años 80 pensaba en jubilar a Roger Moore del puesto. Moore era el 007 de toda una generación, una mina de dinero y, aún con 58 años (y la tensión baja), se pretendía que protagonizara otra película más, su octava como Bond, sin importar que tuviera el doble de la edad que requiere el personaje, que necesitaba de dobles que hicieran cualquier movimiento por él y que tenían que gastar litros y litros de laca. Fue el propio Roger el que, estando en marcha los preparativos de esta siguiente película, dijo que abandonaba el puesto por no parecer un viejo verde al lado de las jovencitas a las que enamoraba en sus misiones. Así, resignados a perder a la gran estrella de la saga, ofrecieron el papel a Timothy Dalton (1946), actor que gozaba de prestigio y que anteriormente había rechazado el papel de Bond porque se consideraba a sí mismo demasiado joven. Pero este sí era el momento.
Muestra de la resignación que supuso la marcha de Moore de la franquicia es que, en el especial 25 años de la saga emitido en el mismo año de estreno de "Alta Tensión", el Bond anfitrión del programa no es el nuevo flamante Bond sino Roger Moore, que era adorado por público y productores. Dalton no tenía fácil por ello ejecutar el relevo, como no lo había tenido fácil en el 69 George Lazenby al relevar a Sean Connery.

Pero Timothy Dalton tenía la tensión en su sitio, el aspecto físico más parecido al James Bond literario de todos los que han encarnado al personaje y, además, la pretensión de ser fiel precisamente a ese Bond duro, violento y sin escrúpulos de Ian Fleming. Recordemos que James Bond es un matón al servicio de su gobierno, un ser bastante oscuro, solitario, galante pero poco simpático y resentido con la vida en general.
Que Timothy Dalton se incorpora a este película a pie cambiado se nota en algunas escenas que estaban escritas para el Bond de Moore: la escena del violonchelo en la nieve es la típica payasada que pasaba con el 007 anterior así como algunas otras escenas melífluas poco coherentes con lo que Dalton quería de su personaje. En su siguiente película, evidentemente ya escrita para él, no habrá ni rastro de esos detalles cándidos y humorísticos: tendrá licencia para hacer su Bond.

Vamos a esta película, "Alta tensión".
Ya con la secuencia inicial vemos que el trabajo de Bond no es para tomárselo a guasa, un simple entrenamiento en su profesión puede ser una trampa mortal. Es que Bond se juega la vida hasta cuando va a comprar el pan. Punto a favor. Además, resuelve la situación sudando la gota gorda y dando muestras de una gran preparación física y mental. Claaaaro, esto es Bond. Otro punto a favor.

Canción de "A-HA" con el título de la película, que resulta entorpecida por exceso de metales. Recomiendo la versión álbum de la banda, que fluye mucho más sin los añadidos orquestales de John Barry. El sonido ochentero (que tanto adoro) se incorpora a los temas habituales de Bond a lo largo de la película, para mi gran deleite.

Comienza la acción con una trama de espionajes y dobles agentes de la KGB que son la esencia del Bond original. Otro puntazo a favor.

Hay tensión, hay garra, hay chispa, hay un Bond en plena forma y que luce de maravilla enmedio de los peligros. Fabuloso. La saga ha cogido el aire que necesitaba para darnos lo de siempre, pero con un Bond creíble y apto para el servicio. Bendito sea Dios.

Entonces sale ella, la chica Bond, Kara Milovy (Maryam d'Abo) una supuesta violonchelista-francotiradora que parece más bien salida de un convento donde las monjas no sabían que en los 80 estaba de moda cardarse el pelo. Su pelo es lacio como toda ella. La acción se sigue desarrollando compensadamente mientras Bond y la monja-vilonchelista-francotiradora van haciendo migas.

La acción les lleva primero a Tánger y luego a Afganistán... y es al quitarse el smoquin para hacer estos viajes (a mitad más o menos de la película) cuando Timothy Dalton empieza a empequeñecerse y a parecer un enclenque al lado de Roger Moore en sus cuatro primeras películas. La alta tensión se cae a baja tensión excepto por un par de secuencias vistosas y el espectador se aburre. Da la impresión de que no saben cómo rematar al buen comienzo de la película y llegar a las dos horas. Como cuando consumo la mitad de la botella de gaseosa y guardo en el frigo la otra mitad para otro día y se queda sin gracia.

Es que ya lo he dicho al principio de mis escrituras, hay un gran Bond pero esta película no es mejor que su predecesora. No sabe qué hacer el pobre hombre entre tanto relleno. "Panorama para matar", a falta de un 007 en forma, tenía un plan malévolo y grandioso y unos villanos de mucha altura. En "Alta tebsión" pasa lo contrario y, por eso, terminas deseando que acabe pronto una cosa tan sosísima.
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