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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
16 de junio de 2015
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Evita es una película que puede parecer ya mal envejecida en su factura (sobretodo por una fotografía tan noventera) pero que ha significado mucho más de lo que aparenta a primera vista. Se concibió con la loable intención de pasar a la historia como el musical definitivo. Se estrenó en una sola sala por ciudad y sin opción a rebaja de entrada por el día del espectador para eternizar su vida comercial. El problema es que quedó la cosa a medio gas, que es el mayor castigo de un ambicioso. No fue el taquillazo con el que soñaban ni la crítica la elevó al Olimpo de las obras maestras. Ganó un oscar de cinco nominaciones. Para cualquier película que junte a Madonna con Banderas viene a ser una proeza sobrehumana. Pero esto era Evita y cinco fue una cifra decepcionante.

Con todo, Evita es un título primordial porque inició lo que serían los musicales a partir de entonces: Producciones de lujo, adaptando famosísimos éxitos de Broadway para ir sobre seguro, repletos de estrellas y un artificioso diseño artístico con los ojos puestos en la ceremonia de los oscars. Todos los musicales hasta el día de hoy, como Chicago, Nine, Los miserables, El fantasma de la ópera e incluso Mamma mía siguen la estela de Evita. Hasta se ve su huella en musicales originales como Moulin Rouge.

Todos recuerdan esta película como aquella en la que Madonna aprendió a cantar y actuar (y lo olvidó justo a continuación). No es un trabajo magistral el de la reina del pop. Es muy llamativo por la comparación de cómo había interpretado anteriormente (y posterior también). Su trabajo es sobretodo voluntarioso. Se ve el deseo de encarnar a Eva Perón, y de hacerlo lo mejor posible siendo muy consciente de la magnitud del proyecto en el que había sido aceptada. Madonna transmite su fascinación por la leyenda de Eva Perón y esto suaviza la desmitificación a la que someten a la primera dama argentina durante todo el metraje. Pese a que sólo cuentan las miserias de su vida, Eva Perón queda retratado como un personaje glorioso por encima de sus sombras y esto es porque Madonna te transmite a cada segundo su absoluta admiración por Evita sin avergonzarse de manifestar que, por una vez, es ella la fan. Pocas veces un actor ha estado tan orgulloso de encarnar a su ídolo. Con todo esto, no consigue que se nos quite de la cabeza el partido que le hubieran sacado a semejante bombón de personaje otras candidatas con más talento como Michelle Pfeiffer.

Y por cierto, que alguien con la voz de Madonna sea considerada la reina del pop hace que nos debiéramos plantear cuales son los pilares de nuestra civilización porque algo falla.
La conmoción de escuchar cantar bien a Madonna por primera vez en sus veinte años de carrera hace que el mérito de Banderas quede en segundo plano. El trabajo que hay detrás de Banderas para mejorar su voz es portentoso. Le habíamos escuchado en El mariachi y en Los reyes del mambo a un nivel muy inferior de lo que consigue en esta película y, al contrario que su compañera de reparto, siguió aumentando en técnica y seguridad. Tras Evita se atrevió con e incluso a protagonizar Nine en Broadway. Y si no quiso cantar en los oscar “Beautiful María of my soul” cuando ésta fue nominada, se desquitaría años después con “Al otro lado del río”.

El punto fuerte de Evita es su música. Esto puede parecer redundante, pero la adaptación musical sobre el original es tan lograda que en ocasiones la supera. Por ejemplo, I’d de surprisingly good for you se convierte aquí en un bolero que le hace ganar muchos puntos sobre su versión teatral.

En Evita se inició también la decadencia de los temas originales. Hasta entonces, cuando una canción se añadía al musical era porque estaba a la altura. Cabaret incorporó “Mein Herr” y “Money Money” a la adaptación cinematográfica. Grease, “You’re the one that i want” y “Hopelessly devoted to you”. Canciones sin las que hoy no se puede entender la obra. Evita incluyó el tema “You must love me”. Es bastante agradable de escuchar, ganó el oscar cuando aun lo ganaban canciones bonitas e incluso se ha incorporado al montaje teatral actualmente. El problema es que no es memorable. Si piensas en Cabaret, la primera canción que te llega a la cabeza es Money Money. Con Grease pasa lo mismo con You are the want that i want. Evita siempre será Don’t cry for me Argentina. En ese aspecto da la sensación de que de no haberla agregado, no hubiera pasado nada.

Pero como ya he dicho, la importancia de Evita es haber creado la pauta de lo que serían los musicales tras ella, y en este aspecto es en el que más se nota (desgraciadamente)

Ningún musical ha mimado las canciones originales que creaba y el nivel de exigencia cada vez ha sido más bajo. Chicago, incluso, relegó su “I move on” a los créditos. Y el “Suddenly” de Los miserables es lo más anodino que se ha compuesto nunca.

En definitiva. Evita fue la película será mejor o peor, pero hizo que los musicales sean lo que son hoy y para eso hace falta mucho talento.

Mucho.
22 de septiembre de 2015 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tuno negro es una de esas películas que son una colección de decisiones equivocadas. Sigue la estela de la resurrección del Slasher que supuso Scream y es ésta siendo su más clara referencia. Tiene adaptaciones casi literales de la cinta de Craven, como la primera escena en la que matan a la actriz famosa, la sustitución del teléfono por videochat y el recurso de descubrir al asesino. Ahora bien, toda la tesión de Craven, el in crescendo en la conversación telefónica desde lo agradable hasta lo terrorífico, el carisma de los personajes... todo eso es olvidado en Tuno negro. Es más. Desearías que murieran todos los personjes porque se hacen insoportables en uno de los peores castings que he visto nunca. La parte buena es la música, muy lograda y una Salamanca que, aunque no le saca ningun partido, sigue siendo maravillosa. Y yo creo que lo peor de todo es el disfraz del tuno, da vergüenza ajena.

Con decir que es peor que el otro slasher español del momento, El arte de morir, os podéis imaginar cómo de mala es.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tampoco las relaciones entre ellos están bien contadas (¿Silke está o no saliendo con Jorge Sanz? Se llevan mal, luego se acuestan sin venir a cuento, ella le echa en cara la infidelidad aunque ella también lo ha hecho...) Tiene callejones sin salida en el guion (suspende para que Tuno negro le ataque pero eso da igual porque ataca a todos) Silke se pasa toda la película desentrañando los misterios de la cripta de los tunos negros... cuando ella es uno de ellos y ya deberia saberlo? es todo ilógico.
16 de junio de 2015 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de escuchar las alabanzas hacia su director y actriz protagonista por fin vi Una mujer sin piano.

Sobre Carmen Machi, ningún pero.

Pero...

Pero Una mujer sin piano es una mala película que incumple el pecado capital de todo artista: El narcisismo.

Rebollo se tiene en tal estima que considera que cualquier aportación suya al mundo es válida por venir de él. Bien mirado, no está tan lejos de Piero Manzoni. Está embelesado consigo mismo y olvida que es el artista el que está al servicio del espectador, no al contrario. Y no. El público no es el que no está a la altura de la grandeza del director.

Una mujer sin piano no cuenta nada y, lo que es peor no aporta nada. El maravilloso mundo interior de Rebollo sea apasionante no justifica una hora y media de ejercicio formal sin contenido alguno.

Esta película sólo sirve para recordar que ya Sócrates decía que al sabio se le reconoce por su humildad.
14 de junio de 2015 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Te da todo lo que te ha prometido desde un momento, o al menos todo lo que esperas de ella. Hay Zombies (muchos zombies), hay una guerra mundial, Brad Pitt sale muy guapo, es una película familiar (curiosamente) y es muy (¡Muy!) divertida. En principio nada más se le puede pedir… sin embargo te ofrece algo que, por poco acostumbrados, ya no exigimos en una cinta de este tipo: Diálogos trabajados o, en su defecto, que no produzcan vergüenza ajena (¿Lo has oído, James Cameron? No es imposible. Lo juro). Se agradece en el alma no presenciar líneas de diálogo del estilo: “Vamos a patearles el culo a esa panda de putos zombies”, sino todo lo contrario. Incluso hay momentos de guión muy interesantes, como la comparación de la Madre Tierra con una asesina en serie. Quiero recordar que sólo hay un par de tacos en toda la película, lo cual se explica por su vocación familiar. Esta intención, aparentemente incoherente con una película de zombies, está correctamente resuelta. Los zombies apenas son visibles. O están de fondo, o van en manada o pasan tan rápido que no repugnan. Y cuando se ve a uno de cerca no es un cadáver putrefacto sino un curioso monstruo bastante menos desagradable de lo que esperaríamos.
Es muy difícil ofrecer una visión distinta del fenómeno zombie. Básicamente hay tres interpretaciones. La más literal de la tradición vudú, en la que son humanos convertidos en esclavos sin conciencia; la más clásica que fue creada por Geroge A. Romero, en la que son muertos que reviven y necesitan alimentarse de humanos vivos y la más novedosa, popularizada por Danny Boyle, en la que no están muertos sino infectados que destruyen todo a su paso. Hoy en día es fácil conectar con esa marabunta de enajenados que destruyen la sociedad que les ha creado hasta acabar con la civilización. Es una aterradora metáfora de los tiempos que nos ha tocado vivir.
Pues bien. Guerra Mundial Z es una variación de esta última visión zombie, lo suficientemente ingeniosa como para entenderla por novedosa. La solución al problema de los no-muertos es tan imaginativa y curiosa que es la guinda perfecta para una película que no es la mil veces vista historia de zombies.
Los elementos negativos de Guerra Mundial Z son el propio Brad Pitt que se limita a ser guapo, sin aportar mucho más que eso a su personaje.

Tampoco terminó de convencerme que siguiera la estela de “Perdidos” para no explicar las razones de la epidemia. Estas lagunas de información más que sugerentes y misteriosas me parecen pura vagancia por parte del guionista.

Y por último, una película en 3D tiene que estar planeada para verse en 3D. Parece una obviedad, pero no siempre se cumple. Si el ritmo es tan rápido, si los elementos en escena se mueven a tal velocidad y si el plano se corta cada 3 segundos, mareas al espectador. No estoy seguro de que estemos viviendo una transición como fue la del paso del mudo al sonoro o del blanco y negro al color, pero la experiencia de visionar una cinta en tres dimensiones es claramente distinta a la tradicional. Las 3D exigen un lenguaje cinematográfico si no distinto, sí adaptado, y muchos cineastas siguen trabajando ignorando que las gafas suponen un esfuerzo visual añadido.
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