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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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13 de marzo de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Soy tu hombre" introduce una variante andrógina en el género de las muñecas inflables. Bien: es un modo un poco inclusivo de hablar, ya que Tom, el protagonista masculino, no es exactamente un muñeco inflable, sino un robot que además de estar provisto de todo lo necesario para satisfacer necesidades prácticas tiene algoritmos que avanzan en el campo de las emociones que hasta ahora se concebían como exclusivamente humanas, incluyendo las mariposas en el estómago y las estrellas del amor.
Después de Harari y su "Homo Deus" nadie puede estar seguro de si uno es hombre o máquina. La gente se enamora de sus teléfonos celulares, los acaricia, argumenta con ellos y les dedica más tiempo que a sus tías y abuelas, y cuando la industria avance sólo un pasito más y les ponga ojos y pelo, calzado y apariencia general de personas seguramente ganarán las batallas civilizatoria y erótica de una sola movida y, para desdicha de nuestra especie, por jaque mate.
Así se impone Tom sobre Alma, vaya nombre sugestivo para la mujer que acaba por entregarle la ídem aunque al principio lo mirara con la condescendencia con que se suele tratar a un abrelatas eléctrico, por decir algo. ¡Es muy difícil resistirse a un varón tan efectivamente programado, tan capaz de cumplirle a una -concluye ella- los deseos circunstanciales tanto como los inconfesables!
Por lo tanto, llamar muñeco inflable a un superhombre de este tipo solo puede admitirse como metáfora. La cuestión es que hasta ahora era al revés: eran los tipos, en especial los fracasados, los que encontraban amor y consuelo en sus compañeritas de plástico. En este punto, el cine dio un gran paso adelante. Sin embargo, no hizo lo mismo por el lado del guión, bastante incongruente aun aceptando la convención de que "sólo estamos viendo una comedia". Con todo, la película interesa, y los actores son magistrales.
28 de diciembre de 2021 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de estructura coral floreció a fin del siglo pasado y comienzos del XXI con las películas de González Iñárritu ("Babel", "Amores perros", etc.), la "Pulp fiction" de Tarantino, "Magnolia", de Anderson, y tantas otras. Tantas que en un momento determinado público, críticos y toda la compañía cinéfila se hartó de estas historias recortadas que rizaban el rizo en el minuto final dejando muchas veces al desnudo su propio artificio, no tal vez en el caso de las citadas pero sí en el de sus múltiples ecos.
Una de las primeras, de las mejores y de las menos recordadas es esta "Cosmos" canadiense de 1996, tan coral que la dirigieron entre varios. El más conocido es Denis Villeneuve, y los otros cinco, Marie-Julie Dallaire, Manon Briand, Arto Paragamian, Jennifer Alleyn, André Turpin. Básicamente, cada director se ocupó de seguir a un personaje, y sus anécdotas se fueron intercalando a lo largo de los ciento y algo de minutos del film. Esta vez el eje que liga la acción es un taxista que se llama Cosmos, una vuelta de tuerca sobre el título alegórico de la película.
Lo que resulta fuera de lo común es el espíritu lúdico que tiene este puñado de historias mínimas. Hay mucho humor, mucho detalle inesperado y una reconfortante libertad respecto del precepto implícito de que cada cosa debe agotar sentido, cerrar lógicamente y no dejar abierta en el espectador ninguna duda. Por esta idea, y por el talento de los realizadores, "Cosmos" resulta siempre interesante, graciosa muchas veces y, en algún caso, decididamente ingeniosa y brillante.
19 de enero de 2022
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dado que un señor todavía muy joven llamado Alexandre Koberidze confiesa en los créditos que es responsable no solo de la dirección de este larguísimo desastre, sino también del guión (¡habría que verlo!) y, lo que es todavía peor, del montaje, parece plenamente justo desresponsabilizar a los actores. Los pobrecitos pasan y posan como zombies de aquí allá sin entender, como los espectadores, nada de lo que se les pide que hagan. En mi opinión, hay un solo culpable: el señor Koberidze, junto tal vez con la legión de críticos que han descubierto últimamente la genialidad de cualquier película proveniente de la hermosa patria georgiana.
Se presume que "¿Qué vemos...?" es algo así como un cuento de hadas para adultos. La premisa es una maldición que sufren sin que nadie sepa por qué un chico y una chica que están a punto de enamorarse. Brujas incógnitas les cambian la apariencia un día antes de su primera cita y así, obviamente, no pueden reconocerse. Menos obvio es que los dos acuden al bar donde debían encontrarse sabiendo lo que les ha pasado y que se quedan la noche entera allí mirando el techo decepcionados sin ocurrírseles siquiera llevar un cartelito que dijera: "Soy yo, aunque esté ligeramente cambiado".
La de por sí módica anécdota se va diluyendo, como es natural, en las dos horas y media que dura la película, que lamenté haber dilapidado sin levantarme de la butaca, de modo tan inexplicable. Hay una voz en off que relata lo inenarrable, una "película dentro de la película" que huele a patraña, una segunda parte todavía más larga que la primera, durante la cual la cámara divaga, y un casi pedido de disculpas al final por las incongruencias a las que el espectador fue sometido, aunque la voz en off (que, suponemos, será la del propio maestro Koberidze) concluye su mea culpa suponiendo que "de un modo u otro, algo tiene que haber detrás de todo esto".
1 de abril de 2022 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído por ahí que involuntariamente Spielberg le ha hecho sombra a la versión original dirigida por Robert Wise. No lo puedo creer. Es absolutamente lo opuesto. La "West Side Story" original fue un quiebre absoluto con la tradición de la comedia musical hollywoodense. Fue moderna con ganas y con intención, con el legítimo propósito de ser diferente. Como primera en su género y no solo primera sino obra maestra no hay mucho que le pueda hacer sombra. La réplica de Spielberg a lo sumo es apenas una buena copia, con toda la intención no de romper nada ni de innovar sino de imitar detalle por detalle cada idea del film de Wise, al punto de buscar una actriz de cara parecida -de cara, no de actriz- a la inolvidable Natalie Wood. La cámara es muy buena, cierto, y hay algunas ideas visualmente valiosas, como las sombras que se alargan antes de la pelea entre clanes, pero nada de nuevo. El director parece estar más cómodo en las escenas de acción que en las coreográficas, y la intensidad y belleza del romance entre María y Tony se ve bastante desleída. Lo mejor es pensar todo el tiempo en la inolvidable "West Side Story" de los años 60. Siempre me pregunté si hacía falta filmarla de nuevo. Ahora que la vi ya tengo la respuesta. No.
25 de noviembre de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una clase de historia rumana que no pretende ser didáctica y, en términos estrictamente cinematográficos, una prueba de que el cine político no ha de ser necesariamente chato. Como es su costumbre, Jude hunde el bisturí en los crímenes y pecados de la sociedad de su país, no del todo diferentes de los de la Argentina, para empezar por casa, ni tampoco de los de otra cantidad indefinida de naciones del mundo. En este caso, el tema es si existió o no el antisemitismo rumano y, en caso afirmativo, si explotó a comienzos de la década del 40 al punto de que el propio Hitler tuviera que pedir moderación en la desenfrenada matanza de judíos, tal vez no en Bucarest, pero sí en la región de Besarabia, y otras. Todavía se discute si hubo o no una masacre, aunque historiadores como el rumano-argentino Tomás Abraham hablan de alrededor de 250.000 víctimas.
En la película, hay una teatrista que intenta montar una performance, un espectáculo callejero en el centro de Bucarest, para denunciar el genocidio, y un funcionario municipal que trata de convencerla de que baje el tono para que nadie se sienta aludido. Total, aquello pasó hace tanto tiempo... y tal vez ni siquiera haya sido tan malo como parece... Los propios actores no profesionales contratados para el show suelen discutirle a la directora el mensaje y el tono. Entre ellos, como entre el público presente, hay muchos que no se cuidan de expresar su opinión sobre la "raza judía", por más horrible, necia y grosera que parezca.
La película es larga. Hay un debate muy extenso, pero riquísimo, entre la artista y el funcionario municipal. ¡De un nivel que es un mimo para la inteligencia! Quien se decida a verla es mejor que antes de hacerlo haga un rápido paso por la Wiki para averiguar quién era el mariscal Ion Antonescu o los célebres escritores de (extrema) derecha Mircea Eliade y Emile Cioran. Si no lo hace, tal vez pueda deducirlo sobre la marcha, aunque con buen criterio Jude renuncia a los subtítulos explicatorios. Hay muchísimos toques de humor, realmente graciosos, y una cámara ágil (cuando decide ponerse en marcha), además de actores estupendos, profesionales y extras.
Otra vez: la película es larga, pero tiene sustancia y nos apela a todos. Como parte del género. Dispara muchísimas reflexiones: sobre la memoria o el olvido de las grandes tragedias, sobre la representación artística de esos horrores y de esas pesadillas. Rumanas, pero lamentablemene compartidas en distintos momentos y eras por toda la gran aldea.
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