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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
8 de junio de 2021 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para hablar de esta película es imposible obviar el hecho de que adapta el primer videojuego de fama mundial de la saga: Street Fighter II (1991). El responsable de popularizar el género de lucha dentro de este medio se merecía, sin duda, un filme a la altura. Aunque el encargado del trabajo, Group TAC, no fuera de los estudios más sobresalientes del momento el resultado visual superó las expectativas y contó con la implicación de pesos pesados de la industria como el director Gisaburou Sugii (Night on the Galactic Railroad, 1985; y The Tale of Genji, 1987). Pero... ¿cómo resultó, en general, durante sus 100 minutos de duración?

Street Fighter II: La película (1994) es una obra que encaja perfectamente dentro de aquel grupo de filmes de acción de los años 80 y 90 en que el argumento inicial era casi una excusa para mostrar estupendas escenas de acción: persecuciones en auto, destrucción de ciudades, exhibiciones de fuerza sobrehumana y, sobre todo, peleas a muerte. Aunque aquí escasean los encuentros mortales, la cinta es mayormente una enorme reunión de luchadores y sus numerosos combates a lo largo del metraje. Cada integrante del plantel de Street Fighter II está presente para hacer gala de su estilo de combate (kárate, muay thai, sumo, etc) y técnicas características (Shoryuken, Sonic-Boom, entre otras).

Ni uno de ellos quedará sin su porción de protagonismo para enseñarnos lo mejor que tienen en asombrosas peleas 1vs1. Y un servidor dice asombrosas porque estas batallas, que incluyen artes marciales, magia, poderes sobrenaturales y otro tipo de artes desconocidas, en términos de acción son una gozada para el espectador. Más allá de la muy acertada banda sonora que las acompañan, las peleas destacan por su fluidez de movimiento y la exhibición de fuerza de los peleadores. Ninguna está muy marcada por la violencia extrema (spoiler 1). También se trata del enfrentamiento más notable, aunque todas las peleas merecen la pena y ninguna es igual a las demás. En términos visuales, la mayoría coinciden en el uso de planos cortos y en un dinamismo continuo sin interrupciones.

Lamentablemente, está lejos de ganar los Premios Óscar porque existen un par de inconvenientes que le niegan tal galardón. Al igual que Ninja Scroll (1993), el filme reseñado es casi una sucesión de combate tras combate que termina con el enfrentamiento contra M. Bison. Sin embargo, la obra maestra de Kawajiri está por encima de ella porque el relato está mejor construido. No solo creativamente es superior sino que muchos de los combates de la adaptación no están integrados a la trama principal. (Spoiler 2) Es decir, son poco más que fanservice para los fans del videojuego. Su única función es contribuir al espectáculo porque no pueden funcionar como lo hacían en el videojuego, donde existe un gameplay.

Esta acumulación innecesaria de personajes también perjudicó a la caracterización y el desarrollo de la relación entre Chun-Li y Guile, que ocupan un lugar privilegiado dentro de la narrativa en calidad de representantes de la justicia (Spoiler 3).

Por fortuna, el vínculo de Ryu y Ken está mejor construido gracias a la presencia de pequeños flashbacks que nos informan de su amistad y rivalidad durante el tiempo en que ambos entrenaban juntos en el mismo dojo. (Spoiler 4) Que, por cierto, si hablamos de ellos hay que mencionar al responsable de su enfrentamiento: M. Bison. A pesar de que es el clásico antagonista malvado y poderoso que busca gobernar el mundo, sin un trasfondo en particular, su carácter dictatorial y la superioridad exhibida en los enfrentamientos le otorgan cierto carisma y momentos para brillar.

Si te interesa puedes leer esta y otras reseñas en mi web personal (debajo de mi nick encontrarás el enlace).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(Spoiler 1) excepto el encuentro entre Chun-Li y Vega por ser un poco más salvaje.

(Spoiler 2) Enfrentamientos como los de Blanka y Zangief o Dhalsim y E. Honda carecen de cualquier relación con la trama principal.

(Spoiler 3) La conexión entre ambos personajes está relacionada con el hecho de que comparten la muerte de un ser querido a manos de M. Bison, pero esta cuestión no se explora. Tampoco se fortalece la relación más allá de que Chun-Li logra convencer al hombre de no vengarse en solitario. De hecho, su aportación a la resolución del conflicto es insuficiente, tanto que si descontamos el trabajo de los miembros de la Interpol en la búsqueda de Ryu y la destrucción del escondite lo único que hicieron fue derrotar a Vega. Y esta hazaña es un mérito de Chun-Li, por lo que Guile termina en peor lugar. Curiosamente, ambos también comparten la ausencia de una relación con el protagonista, quien se entera de la existencia de Shadaloo por otros luchadores sin conexión alguna con el dúo y todo este embrollo.

(Spoiler 4) . Si bien no hay contacto hasta el final, esta cuestión no presenta problemas más allá de la falta de creatividad de su quiebre mental y pelea conjunta.
Muramasa (C)
CortometrajeAnimación
Japón1987
6,1
220
Animación
7
20 de junio de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que Fedro y Esopo, a Osamu Tezuka le gusta hacer fábulas para su público aunque para los que disfrutan la animación y no la literatura. En esta ocasión, hablaremos de Muramasa (1987), un cortometraje de ocho minutos que cuenta el relato de un hombre que un mal día obtiene una espada demoníaca con una gran capacidad para cortar lo que sea, pero que distorsiona la percepción de su dueño al punto que para él todos los seres humanos son muñecos de paja que deben ser cortados.

En un principio la espada maldita, como un instrumento hecho para matar, se exhibe como un objeto maravilloso. Todo lo que se topa en su camino es cortado con facilidad. De una u otra manera, el samurái nota que de la espada emana el espíritu de su antiguo propietario, ahora un muerto viviente. Un hecho que sirve, al igual que con el samurái, para indicar el peligro del artefacto. Sin embargo, el hombre está cegado con su poder. De ahí que ignore la advertencia del monje sobre deshacerse de la espada. Como resultado, termina por asesinar a un hombre al confundirlo con un muñeco de paja que corta de forma casi instintiva. A pesar de que comprende su error, el proceso se repite una vez tras otra hasta que un agente de la ley muere. Perseguido e incapaz de deshacerse de ella, intenta en vano frenar su impulso de matar, siendo la única excepción un pequeño niño. No obstante, su final está la vuelta de la esquina porque se convierte en un muñeco de paja como los que veía.

Tal como se puede intuir, el cortometraje relata el proceso de deshumanización del samurái a través de la violencia ejercida con la espada maldita. Las espadas, al igual que otras armas, fueron creadas con el objetivo primario de quitarle la vida a alguien. Por ello es de esperar que arrebatarle la vida a alguien implique minar nuestra humanidad. Y como la violencia engendra más violencia, este samurái es incapaz de detener su impulso asesino. Una historia que, por cierto, no acaba con la conversión en muñeco de paja del hombre y su muerte sino que continúa con el siguiente que se apodera de ella igual que lo hizo nuestro protagonista. Un final circular que resulta nuevo en la filmografía de Tezuka, quien se decanta más por lo impredecible e irónico.

De su humor habitual también se desprende, pero no de las imágenes como el medio principal para contar su historia. El director combina imágenes estáticas e imágenes ligeramente animadas, con lo que consigue un efecto de secuencia narrativa que nos permite comprender la historia al tiempo que apreciamos el arte. El conjunto de imágenes, por otro lado, está respaldado por instrumentalización de carácter tradicional. Está claro que Tezuka pretendía alejarse de su zona de confort para probar algo nuevo y creo que lo consiguió.
Mt. Head (C)
CortometrajeAnimación
Japón2002
6,1
349
Animación
7
8 de junio de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Atama Yama (2002) es un cortometraje de diez minutos que nos cuenta la historia de un hombre que se distingue por su tacañería, aprovechando todo lo que se encuentra. Un día, tras ingerir un plato de cerezas, nota que en su cabeza ocurre algo extraño: ha brotado una planta. Aunque intenta cortarla en más de una ocasión, el brote siempre regresa. El hombre decide dejarlo pasar, pero para su desgracia la planta no cesa en su crecimiento y el asunto progresa en gravedad. Su pasividad va a costarle más que sus acciones previas.

De la misma forma que otras obras del autor, nos encontramos ante una fábula oscura que en esta ocasión nos advierte de las posibles consecuencias de la avaricia. Una avaricia que, sin embargo, es más miserable, relacionada con la necesidad obsesiva de un hombre por aprovechar y sacar partido a todo aquello que le rodea. Sin duda, el señor es un tacaño de cuidado. El corto no escatima en situaciones que ejemplifican su actitud: aprovechar las pocas gotas del grifo para lavarse las manos, exprimir al máximo la pasta dental o comerse hasta las pepitas de las cerezas. Le va que ni pintada esa frase suya (“¡Qué desperdicio!”) porque le define a la perfección. Una perfección que no se aplica al ámbito moral porque hizo de una virtud como la austeridad —en particular, no desaprovechar lo que tenemos—un defecto. Según la ética aristotélica, se fue al extremo del exceso en vez de alcanzar la virtud que se halla en el medio.

Por esa razón, la extraordinaria aparición del brote le prepara una penitencia que no cesa del mismo modo que no lo hace su obstinado aprovechamiento, causa primaria de su situación actual. (Spoiler 1)

Muchos probablemente se pregunten si esta vieja historia, adaptada a la sensibilidad contemporánea, es valiosa únicamente por lo que he descrito. Si la obra multiplica el valor de la historia, sin duda, lo es por la narración. Hablamos de que está contada e interpretada como si fuera una historia de rakugo. De hecho, se trata de una adaptación de una historia tradicional contada por rakugotas. Para el que no lo conozca, el rakugo es una expresión artística vinculada al teatro japonés que consiste en que una persona interpreta y narra a la vez una historia. Sin más que un abanico y su habilidad el rakugota hace frente a la audiencia en solitario.

A pesar de que nuestro protagonista habla y grita de vez en cuando, el peso de la narración la soporta el narrador. Al igual que estas historias tradicionales, el artista hace de narrador principal e intérprete de los diversos secundarios. Aunque para el espectador occidental puede pasar inadvertido, la voz fingida de los personajes o el acompañamiento musical del shamisen son demasiado singulares para no sospechar nada acerca de su naturaleza. De la misma manera, el tono jocoso y mordaz llama la atención ante la desgracia del hombre. Diría que es casi insensible, en especial por el final ingenioso (ochi), sello característico del rakugo, en el que el hombre cae en el hueco de su propia cabeza tras una surrealista sucesión de imágenes que recuerda a las Matrioshkas.

Por último, la narración también se beneficia del trabajo de animación que expone la inmundicia y la repugnancia manifestadas en el comportamiento del hombre. Desde la ilustración minuciosa y el diseño caricaturesco, que detallan con exactitud sus rasgos corporales (vello corporal, nariz enrojecida, arrugas, etc.); hasta el uso de técnicas como el plano subjetivo, los encuadres cortos o el cristal sucio inicial.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(Spoiler 1) La planta, a pesar de ser cortada una y otra vez, siempre vuelve a aparecer y crece de tamaño hasta convertirse en un gran árbol. Acompañando a este hecho, se suman otras situaciones surrealistas como la visita de numerosos individuos para disfrutar el hanami en primavera o el hueco repleto de agua en verano. Una situación que superará la paciencia del cabeza redonda hasta llevarle a su fatídica conclusión.
2 de junio de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que existen tres películas de Ranma 1/2 (1989-1992), la única que realmente me gustó fue Ranma 1/2: El rapto de las novias (1992). Al igual que las anteriores, la animación corrió a cargo de Studio Deen y el trabajo resultante fue sensacional. Como se esperaría de una franquicia tan popular, vamos. Dragon Ball Z (1989-1996) y Yu Yu Hakusho (1992-1995) tienen ejemplos similares entre sus filmes. Entre los cambios está su nuevo director: Iku Suzuki. Un hombre de gran experiencia en la industria, aunque por lo general nunca ha estado asociado con títulos muy salientables. Con todo, la película se coronó como la mejor del trío, si bien no con altos honores.

De la misma forma que Ranma 1/2: Big Trouble in Nekonron (1991), la trama principal consiste en el rescate de Akane. En realidad, estoy contando una media verdad porque en esta ocasión el secuestrador rapta a todas las mujeres del grupo. Una modificación que, sin embargo, no constituye un gran cambio porque la mayoría de las chicas no participa activamente en los eventos a excepción de Nabiki y la propia Akane, quien al final se convierte en el verdadero objeto de deseo del antagonista. Al hecho de repetir el mismo tipo de trama también se suma la circunstancia de que no ofrecen nada nuevo al espectador como, por ejemplo, resolver algunas de las subtramas que conciernen a los personajes. Pero lo peor tal vez es prometer una solución al problema de la maldición de Ranma para al final descartarla contradiciendo las intenciones anteriores del protagonista.

Desde una visión positiva, este segundo filme constituye una experiencia muy divertida y placentera. De hecho, lo demuestra desde el principio al realizar, en apenas cinco minutos, una buena presentación de las dinámicas y relación que mantienen los integrantes del elenco. No obstante, la mejor parte llega en el momento en que tiene lugar el concurso para seleccionar a la esposa más apropiada ya que el competitivo y orgulloso Ranma se toma muy en serio el demostrarle quien es la mujer con mejores cualidades entre las reunidas. Aquí hay unas cuantas pruebas absurdas como el arreglo floral de plantas carnívoras. De igual forma, los combates contra los esbirros de Toma son otra fuente de risas, especialmente por Nabiki que logra vencer sin usar la fuerza. Es una lástima que no terminaran por explotar mejor las pruebas del concurso o los combates por culpa de la escasa duración del filme, aunque también algunas situaciones demandaban más ingenio.

Otra característica del filme que merece la pena comentar, por su relevancia, es el fanservice. Digamos que maximiza la sexualización femenina y trae el erotismo de la serie. Los desnudos parciales de la versión femenina de Ranma son muy ocasionales, pero su escasez está compensada por la tecnología de rebote que presentan los pech**. Más importantes aún son sus modelitos. Partimos de los trajes de baño que visten en la playa, con numerosos bikinis y algunos delantales para Ukyo y Shampoo. Pero la mayor sorpresa está en el palacio, ya que el gobernante quiere verlas en su máximo esplendor. En general, van ataviadas con vestidos atrevidos por lo abiertos y escotados que son. Ranma es quien mejor luce de todas, aunque Nabiki resalta entre la multitud por el nivel de ostentación. Su sex appeal es tan grande que parecen las mujeres más atractivas del anime, sin que ello constituya una forma de desvirtuar sus personajes. Lo que sí deberíamos cuestionarnos, sin embargo, es el hecho de que, exceptuando a Nabiki y Ranma, las demás son inoperantes. Unas luchadoras como ellas no necesitan un hombre que las proteja.

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Blood: el último vampiro
MediometrajeAnimación
Japón2000
6,3
3.501
Animación
6
2 de junio de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando alguien pretende sumergirse en la franquicia Blood, hay que señalar que el punto de partida se encuentra en el mediometraje de 45 minutos dirigido por Hiroyuki Kitakubo (Roujin Z, 1991; y Golden Boy, 1995-1996): Blood: The Last Vampire (2000). En su momento este filme triunfó llevándose premios en festivales de cine y animación y alabanzas por parte de numerosos fans y algunos críticos. Parte de este éxito se debió a que era una cinta pensada para llegar al espectador extranjero, con elementos argumentales atractivos para un público no exclusivamente japonés y la filmación prácticamente en inglés. Pero también su éxito radicaba en el uso de animación digital para varias de las etapas del proceso de producción como el coloreado. En una época en que el anime estaba cambiando los métodos tradicionales por los digitales lo hacía resaltar entre la mayoría, sobre todo porque el resultado fue mucho más espectacular.

A diferencia de otras obras de la misma franquicia, Blood: The Last Vampire puede ser catalogada como una sencilla introducción a su universo. De hecho, muy escueta porque apenas proporciona información de quien vendrían a ser la organización secreta, Saya y los Quirópteros. En términos simples, es una película de acción con elementos de terror que trata sobre una poderosa vampiresa asesinando seres malignos que amenazan a la especie humana. Nada más. Casi podría pasar por un capítulo de alguna serie de acción sin muchas pretensiones porque argumentalmente resulta básica hasta para el cine de acción de aquel tiempo. Apenas posee un contexto mínimo capaz de responder las preguntas del espectador sobre los elementos clave de la narración.

Sin embargo, fuera de su excelente producción podemos apuntar más de un rasgo notable. Uno de ellos se corresponde con su atmósfera, caracterizada por ser sombría y apagada. La débil iluminación, los colores marrones, grises y negros, la piel pálida de los personajes, el dominio de la noche o los últimos momentos del atardecer, el silencio o el comportamiento frío de Saya. Todos los elementos contribuyen a dejar esta sensación de que el conjunto resulta bastante lúgubre. Un mérito que es extraño en la animación japonesa, donde hasta en las obras de terror hay demasiados hechos llamativos y extravagantes. Si bien lo que más llama la atención es que resulta sutil al limitar las diálogos y dar prioridad al silencio, demostrando que sabe comunicar sin palabras. (Spoiler 1)

Otro hecho a resaltar es, por supuesto, la acción. A pesar de que carece de la desproporción distintiva del anime más violento, Blood: The Last Vampire se caracteriza por los enfrentamientos con monstruos en los que la acción resulta sangrienta y ágil. (Spoiler 2)

Por desgracia, los puntos favorables que acabo de enumerar y explicar no disculpan un gran problema de la película: los personajes. La protagonista, Saya, es el mayor inconveniente porque el personaje es seco y frío. En ningún momento se abre al espectador sino que se limita a cumplir su misión y buscar la manera de llevarla a cabo. Sabemos que se caracteriza por ser solitaria, arisca y antisocial con los que le rodean, pero en ningún momento se exploran las razones detrás de ello. Evidentemente, el subtexto nos da a entender que el personaje arrastra un conflicto interno relacionado con el hecho de que sea la única de su especie y con la distancia entre ella y nosotros. De hecho, la breve relación entre Saya y la enfermera saca un poco a la luz esta problemática por la forma en que interactúa con ella en medio del peligro. Sin embargo, el conflicto finalmente permanece en la penumbra y la imagen que nos queda sobre esta relación es la de una mujer que se las pasa gritando y la de otra que pretende desembarazarse de la primera. De enemigos hay menos de que hablar por su muy "brillante" oquedad. Podrían ser sustituidos por otros engendros con sus mismos atributos y no habría ninguna diferencia. Más allá de sugerir cierto deseo por sobrevivir, no hallo ninguna cuestión vinculada a estos. El único mérito que les encuentro es su horripilante diseño, que ilustra cómo es una criatura inferior a un vampiro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(Spoiler 1) De ejemplo está la escena en que Saya expresa compasión por el monstruo, ya que está agonizando y ella prefiere darle muerte usando su sangre.

(Spoiler 2) Habría dicho fugaz, pero los combates de Saya se complican debido a la falta de un arma eficaz. Un hecho que, por cierto, otorga tensión ya que Saya no es precisamente una muchachita débil. Al no tener su espada en condiciones y tener que cuidar de un rehén, Saya experimenta varias situaciones en las que está contra las cuerdas. Mi mayor pero, sin embargo, es que no hay grandes encuentros. Todo se reduce a aguantar y dañar poco a poco al monstruo mientras espera que le traigan su arma nueva. Eso sí, los momentos en que lleva a cabo la ejecución son increíbles.
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