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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
3 de septiembre de 2010 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que vender esta serie. Del mismo modo que capítulo a capítulo Don Draper vende la moto sobre algún producto “sesentero”, hay que buscar algún modo genial para publicitar Mad Men. (y mejor si se nos ocurre n el último minuto. ¡Siempre le da más emoción!).

Mad Men es una ventana con vistas a los años sesenta, pero no sólo a sus hechos históricos ni a su mundo empresarial. A primera vista puede parecer esto pero esconde mucho más.
Matthew Weiner clava un fino bisturí en el vientre de la sociedad americana de los años 60. No sólo eso, si no que remueve, cercena y se ensaña hasta quitar todas sus tripas. Los hombres eran machistas hasta las calvas y las mujeres se dejaban someter conscientemente, irremediablemente ligadas a su rol de secretarias, esposas y madres. ¿Su máxima aspiración? Dejar de trabajar para ser las eternas amas de casa prepara-galletas. Uno pensará que este tipo de vida puede llegar a ser aburrido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ahí está Betty, esposa de Draper, cuya tediosa vida parece solamente irritando a todo el mundo (hijos incluidos), especialmente a Don. Su vida no tiene dirección, esta condenada a la rutina, a que cada di sea igual al anterior.

Pero no sólo de sumisión iban los sesenta. También hubo espacio para movimientos de liberación, de rotura de esta arcaica dinámica familiar. Un movimiento de liberación femenina que culminaría en los 70 formado por mujeres que evitarían a toda costa este orden establecido. Este aspecto esta representado por Peggy, inicialmente secretaria de Don que se convertirá en ejecutiva con aspiraciones de mujer independiente. Para Peggy “pescar marido” significa capitular. Sus dudas romántico-sexuales construyen muy buenas tramas dentro de la serie.

Pero si algo define los sesenta es la dicotomía entre vida pública y vida privada. En la agencia de Mad Men, la gente habla mucho, pero casi jamás hablan de su vida privada. Los escándalos se suceden: hijos no reconocidos, traiciones, homosexualidad... Son gente condenada a tragar con sus problemas, a vivir una doble vida. El máximo exponente es Don mismo. Don Draper no es Don Draper. Es Dick, quién para desertar del ejército tuvo que adoptar el nombre de Don: su compañero de armas fallecido. Dick tenía una esposa a quién Don visita de vez en cuando. Si bien el caso de Don pueda parecer exagerado, muy de “culebrón”, en Mad Men todo el mundo sufre esta doble vida.

Es ahora que me doy cuenta que no se puede vender Mad Men con un eslogan reduccionista como los de Don.
¿Qué les parece esto?
“Se puede y debe escribir largo y tendido sobre Mad Men.”

Jo!, no soy Don Draper.
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