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Críticas ordenadas por utilidad
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6,6
4.859
8
12 de febrero de 2007
12 de febrero de 2007
28 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia un tanto negra y sobria también, pero con una temática totalmente distinta. Los personajes y sus relaciones personales acaparan todo el protagonismo. El guión dibuja a la perfección sus caracteres, los hace veraces.
El mayor mérito de Urbizu es conseguir ponernos un nudo en la garganta, sólo con el lento pero inexorable desarrollo de la trama. Intuyes lo que puede estar pasando, pero no sabes cómo va a acabar…
Es una película que merece mucho la pena, con un final realmente bonito, emocionante e imprevisible. Estamos dispuestos a esperar si lo próximo que hace es igual de bueno, señor Urbizu.
El mayor mérito de Urbizu es conseguir ponernos un nudo en la garganta, sólo con el lento pero inexorable desarrollo de la trama. Intuyes lo que puede estar pasando, pero no sabes cómo va a acabar…
Es una película que merece mucho la pena, con un final realmente bonito, emocionante e imprevisible. Estamos dispuestos a esperar si lo próximo que hace es igual de bueno, señor Urbizu.

7,5
16.346
8
29 de septiembre de 2008
29 de septiembre de 2008
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de ver Maridos y mujeres intuí que, tras esa forma de rodar, cámara al hombro y aparentemente desordenada, no iba a encontrar un atisbo de sencillez. En este pseudo documental, la cámara no está ubicada en un punto exterior a la acción, no es ajena a las situaciones que se desencadenan. Se sitúa en el medio, se mezcla con los personajes, se mueve violentamente, nos transmite la crudeza de algunas secuencias. Y esta intencionalidad queda patente desde el primer minuto.
Maridos y mujeres nos plantea una disección de las relaciones humanas, de las relaciones de pareja. El paso repentino de la plenitud de la vida en pareja a la frustración, de la entereza aparente al derrumbe y la impotencia, son aspectos que están reflejados.
Maridos y mujeres está marcada por el paradigma del cine de Allen, esto es, el gusto por la artesanía y la manualidad, reduciendo el aspecto tecnológico a lo imprescindible. Es una obra que no tiene producción: un guión brillante (nominado al Oscar al mejor guión original) fruto de una mente privilegiada, unos actores solventes y una forma de rodar distinta. La ausencia total de música desprovee a la película de toda comicidad, y también de su componente de ficción, acercándonosla de tal forma que nos parece real.
Woody Allen se vuelve a interpretar a sí mismo. Aunque menos neurótico de lo habitual, da vida a un personaje conformista y desengañado, impregnado de cierto pesimismo. De apariencia frágil, hace del discurso verbal su principal activo.
Maridos y mujeres pertenece a la clase de películas que dejan huella, que perduran en el tiempo, que te hacen crecer por dentro después de verla. Forma parte de esa categoría de películas que alimentan, que nos hacen sentir más sabios. Y que un largometraje consiga esto es mucho, pues cada día hemos de soportar mayor cantidad de películas mediocres y facilonas, hasta dar con una que nos provoque unas sensaciones tan agradables.
Maridos y mujeres nos plantea una disección de las relaciones humanas, de las relaciones de pareja. El paso repentino de la plenitud de la vida en pareja a la frustración, de la entereza aparente al derrumbe y la impotencia, son aspectos que están reflejados.
Maridos y mujeres está marcada por el paradigma del cine de Allen, esto es, el gusto por la artesanía y la manualidad, reduciendo el aspecto tecnológico a lo imprescindible. Es una obra que no tiene producción: un guión brillante (nominado al Oscar al mejor guión original) fruto de una mente privilegiada, unos actores solventes y una forma de rodar distinta. La ausencia total de música desprovee a la película de toda comicidad, y también de su componente de ficción, acercándonosla de tal forma que nos parece real.
Woody Allen se vuelve a interpretar a sí mismo. Aunque menos neurótico de lo habitual, da vida a un personaje conformista y desengañado, impregnado de cierto pesimismo. De apariencia frágil, hace del discurso verbal su principal activo.
Maridos y mujeres pertenece a la clase de películas que dejan huella, que perduran en el tiempo, que te hacen crecer por dentro después de verla. Forma parte de esa categoría de películas que alimentan, que nos hacen sentir más sabios. Y que un largometraje consiga esto es mucho, pues cada día hemos de soportar mayor cantidad de películas mediocres y facilonas, hasta dar con una que nos provoque unas sensaciones tan agradables.
16 de febrero de 2007
16 de febrero de 2007
23 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de esas películas, digamos raras, que argumentalmente pretende transgredir lo convencional, sirviéndose para ello de convencionalismos presentes en el cine negro hollywoodiense de los años cuarenta.
La película me resulta bastante increíble en su conjunto. Godard contextualiza su historia en un mundo extra-terrestre, en un futuro incierto. Para ambientarla nos muestra algunas cosas que me parecen absurdas. Pero es que a la gente que la vea dentro de cien años le parecerán igualmente inexplicables. Vale, es que es en otro planeta. Pero entonces, ¿por qué viste la gente igual que aquí? ¿por qué se ven los mismos coches y los mismos edificios? Era difícil de lograr.
Proyecto arriesgado y de dudosa verosimilitud, aunque meritorio por haberse acometido en 1965. Digna de valorarse también la originalidad de la idea, de carácter puramente personal. Por lo demás, me quedo con unos cuantos movimientos de cámara muy chulos, y sobre todo con un par de impresionantes primeros planos de Anna Karina.
Encuentro los diálogos demasiado trascendentales y faltos de expresividad en su mayoría. Una magnífica “fotografía de siluetas” a cargo de uno de los grandes, Raoul Coutard, que trabaja con algunas imágenes en negativo como efecto novedoso. Los acertados temas de Paul Misraki logran transmitir tensión y ternura en los momentos adecuados.
Los cines Alphaville fueron creados en 1977. En Madrid están considerados como el último reducto del cine de autor en versión original.
La película me resulta bastante increíble en su conjunto. Godard contextualiza su historia en un mundo extra-terrestre, en un futuro incierto. Para ambientarla nos muestra algunas cosas que me parecen absurdas. Pero es que a la gente que la vea dentro de cien años le parecerán igualmente inexplicables. Vale, es que es en otro planeta. Pero entonces, ¿por qué viste la gente igual que aquí? ¿por qué se ven los mismos coches y los mismos edificios? Era difícil de lograr.
Proyecto arriesgado y de dudosa verosimilitud, aunque meritorio por haberse acometido en 1965. Digna de valorarse también la originalidad de la idea, de carácter puramente personal. Por lo demás, me quedo con unos cuantos movimientos de cámara muy chulos, y sobre todo con un par de impresionantes primeros planos de Anna Karina.
Encuentro los diálogos demasiado trascendentales y faltos de expresividad en su mayoría. Una magnífica “fotografía de siluetas” a cargo de uno de los grandes, Raoul Coutard, que trabaja con algunas imágenes en negativo como efecto novedoso. Los acertados temas de Paul Misraki logran transmitir tensión y ternura en los momentos adecuados.
Los cines Alphaville fueron creados en 1977. En Madrid están considerados como el último reducto del cine de autor en versión original.

7,4
13.006
8
16 de febrero de 2007
16 de febrero de 2007
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Climas sórdidos, atmósferas claustrofóbicas, personajes desequilibrados y ambientes enfermizos con frecuencia han coexistido en las películas que Roman Polanski ha dirigido a lo largo de su dilatada carrera, exhibiendo siempre su elegancia en la dirección, su gusto por lo estético y su interés en cuidar la ambientación de sus historias.
Pese a ser un claro heredero y portador del testigo dejado por la Nouvelle Vague, su trayectoria le ha situado en un punto muy distante hoy de gente como Chabrol o Godard, un hecho que podríamos explicar si tenemos en cuenta que muchas de sus cintas han sido producidas con capital británico o americano, y además han derivado hacia vertientes más comerciales y atractivas para el gran público, mientras que aquellos siguen fabricando pequeñas joyas de artesanía sin salir de su Francia natal.
Aunque siempre al margen de la gran industria, en Estados Unidos rodó dos de sus films más aclamados: La semilla del diablo (1968) y Chinatown (1974).
En sus inicios es realmente apreciable la influencia de la nueva ola francesa, a la cual pertenece en toda regla su ópera prima, El cuchillo en el agua (1962), la cual, omitiendo aún los códigos más genuinos de su cine posterior, muestra una fotografía y una austeridad propias de la corriente europea del momento.
Repulsión (Reino Unido, 1965), su segundo largometraje, huele todavía a Nouvelle Vague, pero pone de manifiesto ya las maneras del Polanski de siempre. Como protagonista absoluta cuenta con Catherine Deneuve, que interpreta de forma sensacional a una mujer frágil e hipersensible que siente verdadero rechazo a cualquier tipo de contacto con el sexo opuesto.
El blanco y negro, aséptico, neutro, tenebroso, es uno de los apartados que más admiro en esta la película, magistralmente dirigida y ambientada por Polanski.
Pese a ser un claro heredero y portador del testigo dejado por la Nouvelle Vague, su trayectoria le ha situado en un punto muy distante hoy de gente como Chabrol o Godard, un hecho que podríamos explicar si tenemos en cuenta que muchas de sus cintas han sido producidas con capital británico o americano, y además han derivado hacia vertientes más comerciales y atractivas para el gran público, mientras que aquellos siguen fabricando pequeñas joyas de artesanía sin salir de su Francia natal.
Aunque siempre al margen de la gran industria, en Estados Unidos rodó dos de sus films más aclamados: La semilla del diablo (1968) y Chinatown (1974).
En sus inicios es realmente apreciable la influencia de la nueva ola francesa, a la cual pertenece en toda regla su ópera prima, El cuchillo en el agua (1962), la cual, omitiendo aún los códigos más genuinos de su cine posterior, muestra una fotografía y una austeridad propias de la corriente europea del momento.
Repulsión (Reino Unido, 1965), su segundo largometraje, huele todavía a Nouvelle Vague, pero pone de manifiesto ya las maneras del Polanski de siempre. Como protagonista absoluta cuenta con Catherine Deneuve, que interpreta de forma sensacional a una mujer frágil e hipersensible que siente verdadero rechazo a cualquier tipo de contacto con el sexo opuesto.
El blanco y negro, aséptico, neutro, tenebroso, es uno de los apartados que más admiro en esta la película, magistralmente dirigida y ambientada por Polanski.

7,2
20.392
7
16 de febrero de 2007
16 de febrero de 2007
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Martin Scorsese no sólo ha hecho buenas películas cuando ha abordado el tema de la mafia, o cuando ha figurado Robert de Niro en sus repartos, es un hecho contrastado. La colaboración entre ambos neoyorquinos ha servido varias obras maestras a la historia del cine, valgan Toro salvaje o Taxi driver . Si añadimos el mundo del hampa como tercer factor, me vienen a la cabeza obras tan extraordinarias como Uno de los nuestros o Casino . Pero hay otro Scorsese , igual de admirable. Veamos.
Evidentemente, no estoy pensando en la fallida Kundun , la aburrida Gangs of New York , o El aviador , impecablemente realizada, pero sin alma y de pomposa factura. Es obvio que no se encuentra en forma como creador, pero es el mismo que dirigió la subvalorada Al límite , Alicia ya no vive aquí o After hours , a cuyo comentario se prestan estas líneas.
Conocido en España con el lamentable título de Jo, ¡qué noche! , he aquí un film atractivo, insólito y, además, excelente en todos los aspectos. Me molesta la traducción, porque hace pensar que estemos ante una película estúpida basada en el chiste fácil –tipo otras –, restándole seriedad cuando es esa una de sus virtudes.
Scorsese nos ofrece ahora una visión diferente de uno de los temas capitales de su cinematografía, la noche, esta vez integrada en una especie de comedia surrealista sobre la modernidad, la gran urbe y los seres que la habitan de madrugada.
Aprovechando el asombroso guión de Joseph Minion, Scorsese ofrece a sus colegas un modelo de progresión narrativa y desarrollo argumental. Desde que, prácticamente al comienzo del film, comienza la aciaga noche del protagonista, la trama se alimenta con secuencias entrelazadas de manera magistral, resultando una historia con un sofisticado aire de pesadilla.
After hours representa una oportunidad más para admirar uno de los aspectos más deslumbrantes del cine scorsesiano, los movimientos de cámara, o al menos eso me gustaría destacar: la forma brusca con que se acerca a un detalle divertido o extraño, o cómo la cámara se detiene en el personaje que se dispone a hablar y le rodea lentamente mientras pronuncia su diálogo. hasta captarle desde un ángulo distinto cuando lo termina.
Para ser una historia de absoluta nocturnidad, la fotografía de Michael Ballhaus no resulta demasiado oscura. Hay bastante luz y los colores son muy vivos, lo cual no creo que sea un error, pues el resultado gana en frescura. Prestad atención a la sugerente música del comienzo en la oficina, y al delirante final en la misma...
Os invito a descubrir uno de los mejores scorseses, ajeno al género que le ha situado en la cima, y ajeno a las pautas habituales del cine americano.
Evidentemente, no estoy pensando en la fallida Kundun , la aburrida Gangs of New York , o El aviador , impecablemente realizada, pero sin alma y de pomposa factura. Es obvio que no se encuentra en forma como creador, pero es el mismo que dirigió la subvalorada Al límite , Alicia ya no vive aquí o After hours , a cuyo comentario se prestan estas líneas.
Conocido en España con el lamentable título de Jo, ¡qué noche! , he aquí un film atractivo, insólito y, además, excelente en todos los aspectos. Me molesta la traducción, porque hace pensar que estemos ante una película estúpida basada en el chiste fácil –tipo otras –, restándole seriedad cuando es esa una de sus virtudes.
Scorsese nos ofrece ahora una visión diferente de uno de los temas capitales de su cinematografía, la noche, esta vez integrada en una especie de comedia surrealista sobre la modernidad, la gran urbe y los seres que la habitan de madrugada.
Aprovechando el asombroso guión de Joseph Minion, Scorsese ofrece a sus colegas un modelo de progresión narrativa y desarrollo argumental. Desde que, prácticamente al comienzo del film, comienza la aciaga noche del protagonista, la trama se alimenta con secuencias entrelazadas de manera magistral, resultando una historia con un sofisticado aire de pesadilla.
After hours representa una oportunidad más para admirar uno de los aspectos más deslumbrantes del cine scorsesiano, los movimientos de cámara, o al menos eso me gustaría destacar: la forma brusca con que se acerca a un detalle divertido o extraño, o cómo la cámara se detiene en el personaje que se dispone a hablar y le rodea lentamente mientras pronuncia su diálogo. hasta captarle desde un ángulo distinto cuando lo termina.
Para ser una historia de absoluta nocturnidad, la fotografía de Michael Ballhaus no resulta demasiado oscura. Hay bastante luz y los colores son muy vivos, lo cual no creo que sea un error, pues el resultado gana en frescura. Prestad atención a la sugerente música del comienzo en la oficina, y al delirante final en la misma...
Os invito a descubrir uno de los mejores scorseses, ajeno al género que le ha situado en la cima, y ajeno a las pautas habituales del cine americano.
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