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Argentina Argentina · Colastiné
Críticas de Adela Hache
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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
5
4 de julio de 2010
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
INGREDIENTES

(A) -Que ambos protagonistas sean jóvenes y guapos como Edward y Bella.
(B) -Que los dos pertenezcan a mundos distintos y sin embargo tengan afinidades.
* En este punto de la saga, hay que hacer entrar amenazas para la estabilidad de los
enamorados:
Éstas pueden ser: 1.Sobrenaturales: un ejército de vampiros agresivos (Los Neófitos, liderados por una vampiresa vengativa); 2. Dudas de orden sicológico: ella deberá elegir entre "lo que debiera ser" o "lo que es" (la enamorada de alguien tan distinto que para permanecer junto a él deberá renunciar a su propia naturaleza, lo que es toda una tragedia).

(C) -Que haya muchas lágrimas, pesares y suspiros por los obstáculos para estar juntos (así dará más ganas de estarlo cuando se hayan superado).

(D) -Que a pesar de todo, los enamorados quieran estar juntos.

PREPARACIÓN:

A continuación, búsquese un idílico campo de lilas y colóquese a la pareja protagónica en el centro. Acérquese léntamente y escuche una propuesta de boda inminente, arrumacos y miradas almibaradas. Y que haya muchos besos y palabras de amor y un anillo de compromiso colocado en el dedo de la enamorada.

Cuanto más alejado de la realidad, mejor (demasiado tenemos con lo que encontramos en nuestras vidas al prenderse las luces de la sala de cine).
Adela Hache
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5
19 de junio de 2012
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas fórmulas de comedias tienen como eje una dupla de pícaros en apuros y éste es el caso de “Fuera de juego”, una película con producción hispano-argentina que tiene como protagonistas a los carismáticos actores Diego Peretti y Fernando Tejero. Un representante de cada país para una historia que empieza en Buenos Aires y continúa en España. Estos movimientos geográficos del argumento están plenamente justificados en que la trama muestra como telón de fondo al suculento mundo del fútbol como pasión y también como negocio.

Un manager de futbolistas aficionados, llamado Javi (Fernando Tejero) sueña en su país con descubrir algún crack que le permita el salto hacia las fabulosas ganancias que circulan alrededor del fútbol de primera. Mientras, completa sus ingresos con eventos deportivos infantiles desde una modesta empresa familiar, atendida a medias en común con su poca agraciada prima. Paralelamente, en Argentina, un médico ginecólogo que detesta al fútbol (Diego Peretti), deviene en improvisado representante de una promesa del deporte, encarnada por Chino Darín (el hijo de Ricardo, quien también hace un pequeño papel). Las peripecias cómicas parten de que este médico argentino que no conoce el paño futbolero deberá aliarse con el pequeño empresario español para poder abrirse paso en una actividad que mueve tanto dinero como adrenalina en una pirámide faunística despiadada que va desde estos pícaros pececillos iniciales hasta los más feroces tiburones en la cima.

Aunque hay esporádicas apariciones de futbolistas profesionales como Martín Palermo o Iker Casillas, queda claro que “Fuera de juego” no es una película de fútbol sino sobre su periferia, repleta de buscavidas y peces gordos. Una película que habla de una pasión que se distorsiona cuando se transforma en una obsesión que lleva a descuidar a la familia y a confundir amor con interés. Su argumento funciona como contraste tragicómico con todo lo que brilla en el universo exitoso del deporte favorito atiborrado de vivillos intermediarios sin reparos éticos elementales con tal de quedarse con la parte del león.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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5
23 de septiembre de 2010
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una incesante sucesión de secretos y mentiras que desdibujan el límite entre lo falso y lo real, el joven director argentino Matías Piñeiro realiza un subjetivo retrato de su generación y se pregunta por la identidad nacional, a partir de muy particulares citas de la historia del país.
Un grupo de jóvenes de clase media alta se instala en una casaquinta aislada del mundo pero con objetos de los años sesenta y setenta del milenio pasado: desde la máquina de escribir a los muebles y donde hay viejas botellas enterradas en el jardín que envuelven oscuros secretos genealógicos.
Helena, la líder del grupo, escribe una novela con datos biográficos que justifican un lejano emparentamiento bastardo con Domingo Faustino Sarmiento, mientras los otros jóvenes (ocho en total) pintan, fingen, engañan, juegan y también crean vínculos amorosos que no van más allá de besos furtivos.
Esas distintas (a veces caóticas) líneas narrativas se entrecruzan y complican a partir de lo que los personajes esconden o desconocen. La escritura literaria se convierte en una escritura colectiva, que sumada a la lectura de segmentos originales de los diarios de viaje sarmientinos se conectan con los otros juegos y el pasado de dos de los protagonistas se revela unido a la casa y a una resolución irónica de la antinomia civilización-barbarie que tanto pregonaron los vernáculos intelectuales decimonónicos. Entre marcas falsas y juegos inciertos, M.P. intenta demostrar que la historia también puede ser mirada desde un diario de viajes.
Film-rompecabezas con pluralidad de sentidos, citas históricas y cinéfilas, diálogo permanente y proposiciones estéticas que remiten muy frontalmente a la influencia de J.L. Godard pero también (curiosamente en un director tan joven), al cine de Jean Renoir, a quien se cita no sólo por su film "Helena y los hombres" sino en la mirada satírica (no feroz pero sí sagaz) que tiene la película sobre la política, la historia y el amor, siempre jugando entre la representación y la realidad. Un cine interesante pero solamente para circuitos reducidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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7
10 de julio de 2010
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa y extravagante, esta película es el resultado de la unión de un cineasta como Tim Burton y el escritor Roald Dahl, una de las curiosas figuras de la literatura inglesa juvenil contemporánea, cuyos cuentos se caracterizan por cierta tenebrosidad.
El film tiene la estructura de un cuento tradicional, aunque con una ambigüedad más acentuada, donde conviven detalles futuristas con símbolos arquetípicos. Para la transposición en términos visuales, Burton logra escenarios de coreografías delirantes: desde una cascada de chocolate, pasto comestible, ardillas obreras...hasta televisores teletransportadores y un ascensor de cristal que se traslada como una alfombra mágica.
La unidad del relato está dada por Charlie, un niño sin otra fortuna que una familia humilde pero con el don del afecto, participa en un concurso junto con otros cuatro ganadores quienes, acompañados de un adulto, se han ganado el derecho a visitar la legendaria fábrica de chocolates del excéntrico Willie Wonka, un lugar al que nadie ha entrado desde hace muchos años, cuando misteriosamente se
despidiera a todos sus trabajadores y cuya producción de golosinas es desde entonces un gran misterio. El recorrido por este alegórico lugar es el eje de la historia, donde rigen sólo las reglas de lo maravilloso y por lo tanto todo es posible, incluso la moraleja donde el mal es castigado y el bien premiado, aunque esto se cumple de una manera muy especial y cada uno recibirá lo que realmente
merece.
La fábula tradicional se aggiorna con los personajes, donde tanto los niños como sus padres son caricaturas modernas de la actual sociedad hiperindustrializada, hedonista y exitista, salvo -eso sí- el bueno de Charlie que parece tomado de las historias de Dickens.
Con un humor más bien ácido, la película señala tanto en niños como adultos, actitudes egoístas al límite de la morbosidad y con una dosis de violencia subterránea que admite lecturas subrepticias lejos de toda ingenuidad.
Adela Hache
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6
17 de septiembre de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film del cineasta español Beda Docampo Feijóo arranca con una breve intervención de Leticia Brédice quien guía un “tour papal”, con un traje de azafata, similar a su personaje de Nueve Reinas, donde sin duda cumplió un rol mucho más relevante, porque aquí, salvo el protagónico de Grandinetti, el resto son buenos actores en papeles esporádicos.
Desde el mismo comienzo, queda claro que la película apunta a un público tan universal como los mensajes del sumo pontífice y se inicia con panorámicas de la ciudad porteña y música de Piazzolla, imágenes y sonidos que sin duda bien podrían formar parte de alguna refinada promoción turística del país que quiera trascender fronteras. Y ése es el objetivo de “Francisco, el padre Jorge”, coproducción argentino-española que perfila una biografía rápida, simpática y sin demasiado riesgo. Exponente cinematográfico de la “papamanía” desatada desde el mismo momento que se supo de un Papa argentino, cuando florecieron estampitas, estatuitas y libros que se vendieron como pan caliente, porque el mundo demandaba saber más acerca del hasta entonces
obispo Bergoglio, inesperadamente elegido luego de la impensada renuncia de su antecesor Benedicto XVI.

“El Padre Jorge...” es una recopilación de retazos de la vida de Jorge Bergoglio, basada en el libro “Francisco. Vida y Revolución”, de la periodista Elisabetta Piqué. El film toma el punto de vista de una joven corresponsal (Silvia Abascal), alter ego de Piqué, quien conoció y entabló amistad con Bergoglio cuando la editorial para la cual trabajaba la mandó cubrir el cónclave de 2005, donde J.B. fue el obispo más votado luego de Ratzinger.
La película salta del presente al pasado y de ahí nuevamente a la actualidad para mostrar distintos momentos trascendentales de la vida del ex obispo, siempre con la amistad entre periodista y religioso como eje.
El relato va y viene entre la actualidad y los años cincuenta, los violentos setenta y de 2005 en adelante, con el fin de mostrar momentos como el descubrimiento de la vocación de un Bergoglio adolescente que dudaba entre seguir medicina y ponerse de novio o tomar los hábitos. No se preocupa tanto por la comprensión de las aristas de su personaje pero le alcanza para reflejar un posicionamiento ideológico ante cada uno de los conflictos sociales, políticos y eclesiásticos. Destaca su humildad coherente, la preocupación estoica por los pobres, la violencia, la corrupción o el flagelo de las drogas. Por la pantalla, pasarán la elección de su vocación, aspectos de su tarea social y lo más osado, una serie de referencias durante la dictadura: sus acciones en defensa de unos curas jesuitas desaparecidos y un testimonio (recogido por la periodista) que relata la entrevista a la familiar de un perseguido político que describe cómo el sacerdote ayudó a su padre a salir del país.

Narrada, filmada y actuada en forma clásica con una estética ochentista, la película actúa como espejo de lo que en su mayoría ya se ha dicho y revelado. Le faltan matices pero mantiene el atractivo del hombre que retrata, con un peso político específico y manifestaciones poco frecuentes para su investidura. Con un buen trabajo de Grandinetti, que encarna los simpáticos “bergoglismos”, sus recomendaciones de no balconear la vida, sus chistes y observaciones desde las grandes ideas que no descartan centrarse en lo pequeño. Lo más entretenido es ese perfil simpático de Papa callejero como se autodefine y que reflejan los primeros planos de sus zapatos viejos contrastando con la magnificencia de la investidura.
Si comparamos con las fuertes imágenes de “Elefante blanco” de Trapero, el contraste entre aquel realismo aggiornado y los anodinos jóvenes de pelo corto y camisa formal de este biopic parecen casi ejemplares de museo que distan años luz de los marginales de la villa recorrida por Darín en la película de Trapero. Es que Docampo Feijóo (“Los amores de Kafka”, guionista de “Camila” con María Luisa Bemberg) construye un retrato que persigue una biografía no profunda aunque tampoco superficial, pero sin nada irritante o polémico; es decir, para todo público, local e internacional.
Adela Hache
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