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6,3
20.339
7
6 de agosto de 2021
6 de agosto de 2021
3 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Suicide Squad (2021) busca relanzar al grupo de villanos devenidos en héroes de la mano del director James Gunn. Se trata de una versión liviana, entretenida y violenta. Dentro del género superheroico se mezclan componentes de comedia, acción, western y el cine de monstruos gigantes.
Por Nicolás Bianchi
Dentro del mundo DC, The Suicide Squad se ubica en el polo opuesto de la recientemente repuesta Justice League, que por más de cuatro horas seguía una historia rígida, clásica y siempre solemne. Aquí, en dos horas y algunos minutos más, se despliegan una variedad de escenas de acción, gags, hits musicales y coloridas coreografías que acercan la película a la saga The Guardians of the Galaxy, creada también por el director Gunn para el otro universo de superhéroes, el de Disney y Marvel.
El primer tema de la rockola de hits que dispone Gunn es Folsom Prison Blues de Johnny Cash, utilizado para introducir la vida de los villanos en el presidio comandado por la inescrupulosa Amanda Waller (Viola Davis). A su vez, el primer gran chiste del film es el desembarco de un escuadrón de criminales en una isla latinoamericana, mucho de los cuales mueren antes de los títulos de la película.
Sin revelar mayores detalles, la historia comienza después, cuando otro grupo de estos curiosos héroes consigue hacer pie en Corto Maltese (nombre en homenaje a la historieta de Hugo Pratt del país insular mezcla de Cuba, Venezuela, Argentina y varios países latinoamericanos). Liderados por Bloodsport (Idris Elba) el verdadero escuadrón buscará abortar un peligroso proyecto militar de un país que se debate entre dictadores y guerrilleros que cumplen con todos los estereotipos.
Los mejores momentos de humor se consiguen a partir de una galería de personajes extraños en la que se destacan el siempre hambriento King Shark (un fornido humano tiburón con la voz de Sylvester Stallone), la adolescente Ratcatcher 2 (Daniela Melchior), una millenial sensible pero siempre cansada y somnoliente, el traumado Polka-Dot Man (David Dastmalchian) y la siempre llamativa Harley Quinn (Margot Robbie), que siempre actúa por su cuenta al punto que de a ratos luce como si estuviera en un film aparte.
La trama más vinculada a la acción se resuelve entre Bloodsport, el general Flag (Joel Kinnaman) y el musculoso Peacemaker (John Cena), en la que se cuela cierta mirada crítica sobre la política exterior de Estados Unidos. Durante el film, además de las clásicas coreografías de peleas con mucha cámara lenta y hits pop, se encuentran algunas resoluciones similares a la del género western. En el último tercio, la película se vuelca hacia el género de monstruos gigantes, como Godzilla y otras tantas más.
En el mundo latino recreado en Corto Maltese se destacan los personajes personificados por Alice Braga y el medio argentino Juan Diego Botto, que compone un personaje con acento rioplatense, más allá de que también se escuchan frases propias de estas latitudes en distintos momentos. Un cameo de Mafalda y una escena en la que los personajes toman Fernet acercan a la isla a algunas costumbres argentinas.
The Suicide Squad funciona como un entretenimiento liviano porque logra combinar todos sus componentes con relativa armonía. Las escenas de acción se entienden a la perfección, lo que no es siempre así en el género y constituye un mérito del director. El humor, que se acerca a lo absurdo y el disparate, también proporciona buenos momentos. Entre tantos personajes solemnes que pueblan el desprolijo universo de DC, visten capas y hablan con gravedad, el film es un aporte fresco.
Se estrenó en cines y está disponible online. Contacto: [email protected].
Por Nicolás Bianchi
Dentro del mundo DC, The Suicide Squad se ubica en el polo opuesto de la recientemente repuesta Justice League, que por más de cuatro horas seguía una historia rígida, clásica y siempre solemne. Aquí, en dos horas y algunos minutos más, se despliegan una variedad de escenas de acción, gags, hits musicales y coloridas coreografías que acercan la película a la saga The Guardians of the Galaxy, creada también por el director Gunn para el otro universo de superhéroes, el de Disney y Marvel.
El primer tema de la rockola de hits que dispone Gunn es Folsom Prison Blues de Johnny Cash, utilizado para introducir la vida de los villanos en el presidio comandado por la inescrupulosa Amanda Waller (Viola Davis). A su vez, el primer gran chiste del film es el desembarco de un escuadrón de criminales en una isla latinoamericana, mucho de los cuales mueren antes de los títulos de la película.
Sin revelar mayores detalles, la historia comienza después, cuando otro grupo de estos curiosos héroes consigue hacer pie en Corto Maltese (nombre en homenaje a la historieta de Hugo Pratt del país insular mezcla de Cuba, Venezuela, Argentina y varios países latinoamericanos). Liderados por Bloodsport (Idris Elba) el verdadero escuadrón buscará abortar un peligroso proyecto militar de un país que se debate entre dictadores y guerrilleros que cumplen con todos los estereotipos.
Los mejores momentos de humor se consiguen a partir de una galería de personajes extraños en la que se destacan el siempre hambriento King Shark (un fornido humano tiburón con la voz de Sylvester Stallone), la adolescente Ratcatcher 2 (Daniela Melchior), una millenial sensible pero siempre cansada y somnoliente, el traumado Polka-Dot Man (David Dastmalchian) y la siempre llamativa Harley Quinn (Margot Robbie), que siempre actúa por su cuenta al punto que de a ratos luce como si estuviera en un film aparte.
La trama más vinculada a la acción se resuelve entre Bloodsport, el general Flag (Joel Kinnaman) y el musculoso Peacemaker (John Cena), en la que se cuela cierta mirada crítica sobre la política exterior de Estados Unidos. Durante el film, además de las clásicas coreografías de peleas con mucha cámara lenta y hits pop, se encuentran algunas resoluciones similares a la del género western. En el último tercio, la película se vuelca hacia el género de monstruos gigantes, como Godzilla y otras tantas más.
En el mundo latino recreado en Corto Maltese se destacan los personajes personificados por Alice Braga y el medio argentino Juan Diego Botto, que compone un personaje con acento rioplatense, más allá de que también se escuchan frases propias de estas latitudes en distintos momentos. Un cameo de Mafalda y una escena en la que los personajes toman Fernet acercan a la isla a algunas costumbres argentinas.
The Suicide Squad funciona como un entretenimiento liviano porque logra combinar todos sus componentes con relativa armonía. Las escenas de acción se entienden a la perfección, lo que no es siempre así en el género y constituye un mérito del director. El humor, que se acerca a lo absurdo y el disparate, también proporciona buenos momentos. Entre tantos personajes solemnes que pueblan el desprolijo universo de DC, visten capas y hablan con gravedad, el film es un aporte fresco.
Se estrenó en cines y está disponible online. Contacto: [email protected].

6,0
1.011
7
6 de mayo de 2023
6 de mayo de 2023
2 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por la francesa Alice Diop. Narra la historia de una escritora que asiste al juicio de una mujer acusada de matar a su hijo.
Por Nicolás Bianchi
Las imágenes que se ven en una pantalla como parte de una película, ya sea documental o de ficción, tienen la capacidad de sublimar algunos aspectos de la realidad. Eso es lo que dice la escritora y profesora Rama (Kayige Kagame) a sus alumnos en una de las primeras escenas de un film con cierto aire de ensayo académico. Debido a esta característica, cada palabra que se dice y cada toma que muestra Diop producen un aporte conceptual a una obra que el espectador debe terminar de armar en su cabeza.
A grandes rasgos es posible señalar que el tema de Saint Omer es la maternidad. De modo secundario la película trata sobre la situación de las mujeres inmigrantes en Europa, en este caso en Francia. Y también propone un encuentro o choque cultural. Si bien Rama es la protagonista de la narración, durante buena parte del film se trata de una espectadora que contempla un juicio.
Quien está en el banquillo de los acusados es Laurence Coly (Guslagie Malanda), una inmigrante senegalesa acusada de matar a su hijo. En principio, esta mujer no niega lo que se le atribuye, que es haber dejado a su bebé abandonado en una playa antes de que suba la marea. Lo que sí argumenta es que ella no era ella cuando hizo esto y que, probablemente, haya sido embrujada o compelida a llevar adelante esa acción por una fuerza externa (y bastante difícil de explicar).
Una de las cuestiones más interesantes de este relato es que Laurence no es una mujer proveniente de un mundo rural y atrasado. Se trata de una persona instruida, que ha cursado en la universidad. Otro matiz interesante está dado por el personaje del padre del niño, Luc Dumontet (Xavier Maly). Este hombre es al menos 30 años mayor que Laurence y no quería tener una hija con ella. Tampoco parece haberse hecho cargo de la pequeña en ningún momento. Al respecto, una idea ronda la presentación de esta pareja disfuncional: Laurence encontró en Dumontet un refugio en un país extraño y hostil.
El desarrollo del film consiste en la celebración del juicio contra Laurence y está filmado con un aire documental. Si bien esta parte de la trama ocupa un lugar central durante una buena cantidad de tiempo, poco a poco el film vuelve a Rama. Con el correr de las audiencias la asistencia al juzgado deja de ser una experiencia de observación. Desde el punto de vista emocional, Rama acaba completamente involucrada en el caso.
Esto se debe no solo a la trágica y angustiante historia de Laurence sino a cierta conexión con su pasado. La información que proporciona este caso estalla como una bomba para Rama, y repercute tanto en su pasado como en su futuro. En todo momento, Diop conserva un tono sutil pero profundo. Saint Omer es una obra densa con constantes referencias de distinto tipo. Aborda una revisión sobre la mitología griega y también plantea problemas de las mujeres inmigrantes de hoy en día. En la sala donde se juzga a Laurence, y en la cabeza de Rama también, se entrelazan la intelectualidad, la hechicería y la maternidad, como si la historia de una mujer fuera la historia de todas, por más que sea única e irrepetible.
Está disponible en Mubi. Contacto: [email protected]
Por Nicolás Bianchi
Las imágenes que se ven en una pantalla como parte de una película, ya sea documental o de ficción, tienen la capacidad de sublimar algunos aspectos de la realidad. Eso es lo que dice la escritora y profesora Rama (Kayige Kagame) a sus alumnos en una de las primeras escenas de un film con cierto aire de ensayo académico. Debido a esta característica, cada palabra que se dice y cada toma que muestra Diop producen un aporte conceptual a una obra que el espectador debe terminar de armar en su cabeza.
A grandes rasgos es posible señalar que el tema de Saint Omer es la maternidad. De modo secundario la película trata sobre la situación de las mujeres inmigrantes en Europa, en este caso en Francia. Y también propone un encuentro o choque cultural. Si bien Rama es la protagonista de la narración, durante buena parte del film se trata de una espectadora que contempla un juicio.
Quien está en el banquillo de los acusados es Laurence Coly (Guslagie Malanda), una inmigrante senegalesa acusada de matar a su hijo. En principio, esta mujer no niega lo que se le atribuye, que es haber dejado a su bebé abandonado en una playa antes de que suba la marea. Lo que sí argumenta es que ella no era ella cuando hizo esto y que, probablemente, haya sido embrujada o compelida a llevar adelante esa acción por una fuerza externa (y bastante difícil de explicar).
Una de las cuestiones más interesantes de este relato es que Laurence no es una mujer proveniente de un mundo rural y atrasado. Se trata de una persona instruida, que ha cursado en la universidad. Otro matiz interesante está dado por el personaje del padre del niño, Luc Dumontet (Xavier Maly). Este hombre es al menos 30 años mayor que Laurence y no quería tener una hija con ella. Tampoco parece haberse hecho cargo de la pequeña en ningún momento. Al respecto, una idea ronda la presentación de esta pareja disfuncional: Laurence encontró en Dumontet un refugio en un país extraño y hostil.
El desarrollo del film consiste en la celebración del juicio contra Laurence y está filmado con un aire documental. Si bien esta parte de la trama ocupa un lugar central durante una buena cantidad de tiempo, poco a poco el film vuelve a Rama. Con el correr de las audiencias la asistencia al juzgado deja de ser una experiencia de observación. Desde el punto de vista emocional, Rama acaba completamente involucrada en el caso.
Esto se debe no solo a la trágica y angustiante historia de Laurence sino a cierta conexión con su pasado. La información que proporciona este caso estalla como una bomba para Rama, y repercute tanto en su pasado como en su futuro. En todo momento, Diop conserva un tono sutil pero profundo. Saint Omer es una obra densa con constantes referencias de distinto tipo. Aborda una revisión sobre la mitología griega y también plantea problemas de las mujeres inmigrantes de hoy en día. En la sala donde se juzga a Laurence, y en la cabeza de Rama también, se entrelazan la intelectualidad, la hechicería y la maternidad, como si la historia de una mujer fuera la historia de todas, por más que sea única e irrepetible.
Está disponible en Mubi. Contacto: [email protected]
22 de junio de 2024
22 de junio de 2024
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ópera prima de la directora canadiense Ariane Louis-Seize. Una vampiresa adolescente no se anima a matar para alimentarse.
Por Nicolás Bianchi
Este film, también llamado Humanist vampire seeking consenting suicidal person, tiene muchas características de una primera película, en este caso, exitosa. Hay un puñado de ideas frescas y se nota un fuerte deseo de mostrarlas pero, al mismo tiempo, todo sucede dentro de una suerte de zona de control. Como para que la narración nunca se salga de su carril.
Louis-Seize, que también coescribió el guión con Christine Doyon, presenta a una adolescente, Sasha (Sara Montpetit) que pertenece a una familia de vampiros, pero tiene ciertos reparos con respecto a su alimentación. Al comenzar el film, esta joven nunca ha matado en su vida y solo se alimenta a través de bolsas de sangre que le facilitan sus padres. Ahora bien, esta situación y estas posibilidades están llegando a un límite.
Vampire humaniste… en parte es un coming of age y una película de monstruos. De todas maneras, todo el tiempo es una comedia de baja frecuencia, que busca y encuentra un tono sin preocuparse por generar gags. El dilema de la protagonista parece encontrar una posible solución cuando aparece en escena Paul (Felix-Antoine Bénard), un joven víctima de bullying en el colegio que, a la vez, presenta tendencias suicidas.
Al conocer a Sasha, Paul se ofrece como víctima con consentimiento, tal como expresa el título de la película. A todo esto, la protagonista ha sido expulsada momentáneamente de su casa y se encuentra viviendo con su prima, también vampiresa, Denise (Noémie O’Farrell). Sasha y Denise son opuestas. La segunda, más experimentada, es completamente expeditiva a la hora de encontrar alimento. Esto añade aún más presión sobre la joven.
Si bien no es el caso, la película por momentos parece estar basada en un cómic o novela gráfica. A propósito de esto, tiene una estructura similar a la de las viñetas. Esto también se puede ver en algunos rasgos exagerados en los personajes secundarios, como para que rápidamente queden claros cuál es el rol que cumple cada uno. Salvo algún pequeño bache, el film fluye durante sus 90 minutos de duración.
En definitiva, Vampire humaniste… es un debut alentador para Louis-Seize. La película está bien filmada y consigue un nuevo punto de vista con personajes ya muy utilizados como son los vampiros. El buen trabajo de Montpetit y sus rasgos un tanto exóticos también destacan. Ambas generan expectativas positivas con respecto a trabajos futuros.
Se presentó en el último Bafici y está online. Contacto: [email protected]
Por Nicolás Bianchi
Este film, también llamado Humanist vampire seeking consenting suicidal person, tiene muchas características de una primera película, en este caso, exitosa. Hay un puñado de ideas frescas y se nota un fuerte deseo de mostrarlas pero, al mismo tiempo, todo sucede dentro de una suerte de zona de control. Como para que la narración nunca se salga de su carril.
Louis-Seize, que también coescribió el guión con Christine Doyon, presenta a una adolescente, Sasha (Sara Montpetit) que pertenece a una familia de vampiros, pero tiene ciertos reparos con respecto a su alimentación. Al comenzar el film, esta joven nunca ha matado en su vida y solo se alimenta a través de bolsas de sangre que le facilitan sus padres. Ahora bien, esta situación y estas posibilidades están llegando a un límite.
Vampire humaniste… en parte es un coming of age y una película de monstruos. De todas maneras, todo el tiempo es una comedia de baja frecuencia, que busca y encuentra un tono sin preocuparse por generar gags. El dilema de la protagonista parece encontrar una posible solución cuando aparece en escena Paul (Felix-Antoine Bénard), un joven víctima de bullying en el colegio que, a la vez, presenta tendencias suicidas.
Al conocer a Sasha, Paul se ofrece como víctima con consentimiento, tal como expresa el título de la película. A todo esto, la protagonista ha sido expulsada momentáneamente de su casa y se encuentra viviendo con su prima, también vampiresa, Denise (Noémie O’Farrell). Sasha y Denise son opuestas. La segunda, más experimentada, es completamente expeditiva a la hora de encontrar alimento. Esto añade aún más presión sobre la joven.
Si bien no es el caso, la película por momentos parece estar basada en un cómic o novela gráfica. A propósito de esto, tiene una estructura similar a la de las viñetas. Esto también se puede ver en algunos rasgos exagerados en los personajes secundarios, como para que rápidamente queden claros cuál es el rol que cumple cada uno. Salvo algún pequeño bache, el film fluye durante sus 90 minutos de duración.
En definitiva, Vampire humaniste… es un debut alentador para Louis-Seize. La película está bien filmada y consigue un nuevo punto de vista con personajes ya muy utilizados como son los vampiros. El buen trabajo de Montpetit y sus rasgos un tanto exóticos también destacan. Ambas generan expectativas positivas con respecto a trabajos futuros.
Se presentó en el último Bafici y está online. Contacto: [email protected]

4,9
12.890
4
21 de mayo de 2021
21 de mayo de 2021
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película del director Zack Snyder, Army of the dead (2021), combina una trama al estilo de Ocean´s Eleven, o sea un robo a un banco, con un apocalipsis zombie. No hay dudas ni del talento del cineasta para la acción ni de su falta de habilidad para crear personajes que resulten interesantes.
Por Nicolás Bianchi
La última obra de Snyder, un blockbuster estrenado en Netflix, no carga ni con la solemnidad ni con los diálogos de frases escritas para ser esculpidas en mármol de ese artefacto de cuatro horas de duración que fue la reversión de Justice League, sino que se trata de una búsqueda de entretenimiento liviano, con mucha acción, estallidos de violencia y una banda de sonido hitera, que contiene temas que van desde Elvis Presley hasta The Cranberries.
Las elecciones musicales marcan lo evidente. El rey del rock es sinónimo de Las Vegas, escenario principal del film, mientras el tema de la banda irlandesa es el hit de los 90 ‘Zombie’, también con obvias implicancias en la trama. Lo más atractivo de Army of the dead está en los primeros minutos. Un accidente en la ruta deriva en la liberación de una carga misteriosa que era transportada por un convoy del ejército, lo que es el principio del caos.
La plaga zombie pudo ser contenida en Las Vegas aunque la ciudad está perdida, lo que se cuenta mediante un secuencia híper dinámica que acompaña los títulos. Un tiempo después un soldado varias veces condecorado, Scott (Dave Bautista), es convocado por un oscuro empresario de origen japonés, Tanaka (Hiroyuki Sanada), para liderar una misión que consiste en entrar a la ciudad, llegar hasta la bóveda de un hotel, abrirla, extraer de allí muchos millones de dólares y huir luego en helicóptero.
Así comienza la trama al estilo de película sobre el robo a un banco. Scott reúne a un numeroso equipo, en el que está incluida la latina María Cruz (Ana de la Reguera) y su hija Kate (Ella Purnell), que son los principales vínculos afectivos del personaje. Luego la película propone un relato de supervivencia ya que, como es fácil de adivinar, el nutrido grupo de personajes secundarios se va diezmando ni bien se adentran en territorio zombie.
Sin más spoilers de los que presenta el tráiler, Army of the dead introduce algunas variantes interesantes al género de zombies y acción, como la existencia de un rey de los muertos vivos y cierta organización jerárquica que se asemeja a la de una civilización muy primitiva. Snyder sabe filmar peleas, tiros, explosiones y secuencias con elementos como el tigre zombie que ya se había introducido en los adelantos.
No se puede negar esa capacidad del director como tampoco se puede ocultar las dificultades que sufre al tener que desarrollar personajes que muestren una cara humana a partir de la cual el espectador pueda interesarse por ellos. Bautista, que prosperó con un personaje secundario en el universo de superhéroes de Marvel, carece por completo de gracia y carisma para encarnar a un protagonista que nunca lidera la película. Su falta de matices expresivos solo deja lugar a cierto lucimiento de sus músculos en las escenas de acción.
Hay otra decena de personajes, algunos con potencial, que tampoco se desarrollan ya que todos tienen un rol funcional. Están el afroamericano y el latino que son los más aptos para el combate con los zombies, un alemán un tanto débil que es el que sabe abrir la caja fuerte, una mujer recia que es la encargada de tripular el helicóptero en la huida, y varios más, no tiene sentido enumerar a todos. Army of the dead tiene una tonelada de recursos encima, efectos especiales de primera mano y un puñado de buenas escenas de acción. Pero falla en los diálogos, los remates de los giros cómicos y la construcción de sus protagonistas. En las largas dos horas y media de película los personajes más interesantes son los zombies.
Por Nicolás Bianchi
La última obra de Snyder, un blockbuster estrenado en Netflix, no carga ni con la solemnidad ni con los diálogos de frases escritas para ser esculpidas en mármol de ese artefacto de cuatro horas de duración que fue la reversión de Justice League, sino que se trata de una búsqueda de entretenimiento liviano, con mucha acción, estallidos de violencia y una banda de sonido hitera, que contiene temas que van desde Elvis Presley hasta The Cranberries.
Las elecciones musicales marcan lo evidente. El rey del rock es sinónimo de Las Vegas, escenario principal del film, mientras el tema de la banda irlandesa es el hit de los 90 ‘Zombie’, también con obvias implicancias en la trama. Lo más atractivo de Army of the dead está en los primeros minutos. Un accidente en la ruta deriva en la liberación de una carga misteriosa que era transportada por un convoy del ejército, lo que es el principio del caos.
La plaga zombie pudo ser contenida en Las Vegas aunque la ciudad está perdida, lo que se cuenta mediante un secuencia híper dinámica que acompaña los títulos. Un tiempo después un soldado varias veces condecorado, Scott (Dave Bautista), es convocado por un oscuro empresario de origen japonés, Tanaka (Hiroyuki Sanada), para liderar una misión que consiste en entrar a la ciudad, llegar hasta la bóveda de un hotel, abrirla, extraer de allí muchos millones de dólares y huir luego en helicóptero.
Así comienza la trama al estilo de película sobre el robo a un banco. Scott reúne a un numeroso equipo, en el que está incluida la latina María Cruz (Ana de la Reguera) y su hija Kate (Ella Purnell), que son los principales vínculos afectivos del personaje. Luego la película propone un relato de supervivencia ya que, como es fácil de adivinar, el nutrido grupo de personajes secundarios se va diezmando ni bien se adentran en territorio zombie.
Sin más spoilers de los que presenta el tráiler, Army of the dead introduce algunas variantes interesantes al género de zombies y acción, como la existencia de un rey de los muertos vivos y cierta organización jerárquica que se asemeja a la de una civilización muy primitiva. Snyder sabe filmar peleas, tiros, explosiones y secuencias con elementos como el tigre zombie que ya se había introducido en los adelantos.
No se puede negar esa capacidad del director como tampoco se puede ocultar las dificultades que sufre al tener que desarrollar personajes que muestren una cara humana a partir de la cual el espectador pueda interesarse por ellos. Bautista, que prosperó con un personaje secundario en el universo de superhéroes de Marvel, carece por completo de gracia y carisma para encarnar a un protagonista que nunca lidera la película. Su falta de matices expresivos solo deja lugar a cierto lucimiento de sus músculos en las escenas de acción.
Hay otra decena de personajes, algunos con potencial, que tampoco se desarrollan ya que todos tienen un rol funcional. Están el afroamericano y el latino que son los más aptos para el combate con los zombies, un alemán un tanto débil que es el que sabe abrir la caja fuerte, una mujer recia que es la encargada de tripular el helicóptero en la huida, y varios más, no tiene sentido enumerar a todos. Army of the dead tiene una tonelada de recursos encima, efectos especiales de primera mano y un puñado de buenas escenas de acción. Pero falla en los diálogos, los remates de los giros cómicos y la construcción de sus protagonistas. En las largas dos horas y media de película los personajes más interesantes son los zombies.

5,0
825
6
10 de mayo de 2025
10 de mayo de 2025
0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pelicula alemana de Christian Zübert. Un thriller vertiginoso con una mujer fuerte como protagonista. De todas maneras, la narración se mueve por un carril convencional.
Por Nicolás Bianchi
Exterritorial es un producto de Netflix diseñado para entretener en base a fórmulas bastante habituales en el cine que privilegia la acción y el suspenso. En este sentido, la película de Zübert comienza rápidamente a ofrecer información a los espectadores. En la primera escena, la protagonista Sara Wulf (Jeanne Goursaud) se encuentra jugando con su hijo moreno (ella es blanca y rubia) en un parque. Un helicóptero que atraviesa el cielo desata en esta mujer un ataque de estrés, seguramente producto de un trauma.
Sara cuenta con un pasado militar en Afganistán, donde conoció y perdió al padre de su hijo Josh. Ahora, busca obtener un visado para ambos, ya que obtuvo un trabajo en Estados Unidos. Para ello, debe dirigirse al consulado a realizar un trámite. Dentro de este gigantesco edificio, considerado territorio estadounidense por más que se encuentre en Alemania, Sara pierde a Josh. El niño estaba jugando en una sala infantil y a los pocos minutos desaparece.
Este es el McGuffin que impulsa el mecanismo de la película. Sara es una mujer con experiencia en combate, una suerte de Rambo femenina, y también una madre desesperada por encontrar a su hijo. Esta combinación sirve para detonar una búsqueda que lleva al personaje a recorrer las profundidades del consulado. Hay algo del mecanismo de Duro de Matar en lo que sucede en la película, con su protagonista escondiéndose en distintos rincones de un edificio plagado de supuestos enemigos.
A su vez, las distintas escenas que cuentan la búsqueda de Sara, y los obstáculos que debe superar, están narradas como si se tratara de niveles de un videojuego. Por ejemplo, en un momento la protagonista debe saltar desde una ventana, lo que provoca su caída en un área de jardín. Además de lesionarse un hombro su pullover se llena de hojas y tierra. Dos tomas más adelante, Sara ya está curada del hombro y con su ropa perfectamente limpia. Nivel superado.
Más allá de la lógica que la película construye para la continuidad de las escenas, la apuesta de Zübert está claramente volcada a no dejar que el espectador se distraiga o aburra ni un minuto. En Exterritorial casi siempre está pasando algo que involucra movimientos físicos y de cámara. Todo esto está bien logrado, al igual que un puñado de escenas de combate mano a mano que están filmadas de una manera moderna y atractiva.
El film no busca innovar ni desde lo visual ni de lo conceptual. Si bien la protagonista es una mujer fuerte que pelea y supera a varios hombres, en algún momento se pone en discusión su cordura mental. Este recurso se emplea en el cine desde la película Gaslighting (1944), y antes también. De hecho, ha dado lugar a un término que ha sido apropiado por el feminismo. Sin ir más lejos, Exterritorial cumple con creces el objetivo de entretener al espectador durante poco más de una hora y media, sin aspirar a realizar ningún tipo de reflexión profunda.
Está en Netflix. Contacto: [email protected]
Por Nicolás Bianchi
Exterritorial es un producto de Netflix diseñado para entretener en base a fórmulas bastante habituales en el cine que privilegia la acción y el suspenso. En este sentido, la película de Zübert comienza rápidamente a ofrecer información a los espectadores. En la primera escena, la protagonista Sara Wulf (Jeanne Goursaud) se encuentra jugando con su hijo moreno (ella es blanca y rubia) en un parque. Un helicóptero que atraviesa el cielo desata en esta mujer un ataque de estrés, seguramente producto de un trauma.
Sara cuenta con un pasado militar en Afganistán, donde conoció y perdió al padre de su hijo Josh. Ahora, busca obtener un visado para ambos, ya que obtuvo un trabajo en Estados Unidos. Para ello, debe dirigirse al consulado a realizar un trámite. Dentro de este gigantesco edificio, considerado territorio estadounidense por más que se encuentre en Alemania, Sara pierde a Josh. El niño estaba jugando en una sala infantil y a los pocos minutos desaparece.
Este es el McGuffin que impulsa el mecanismo de la película. Sara es una mujer con experiencia en combate, una suerte de Rambo femenina, y también una madre desesperada por encontrar a su hijo. Esta combinación sirve para detonar una búsqueda que lleva al personaje a recorrer las profundidades del consulado. Hay algo del mecanismo de Duro de Matar en lo que sucede en la película, con su protagonista escondiéndose en distintos rincones de un edificio plagado de supuestos enemigos.
A su vez, las distintas escenas que cuentan la búsqueda de Sara, y los obstáculos que debe superar, están narradas como si se tratara de niveles de un videojuego. Por ejemplo, en un momento la protagonista debe saltar desde una ventana, lo que provoca su caída en un área de jardín. Además de lesionarse un hombro su pullover se llena de hojas y tierra. Dos tomas más adelante, Sara ya está curada del hombro y con su ropa perfectamente limpia. Nivel superado.
Más allá de la lógica que la película construye para la continuidad de las escenas, la apuesta de Zübert está claramente volcada a no dejar que el espectador se distraiga o aburra ni un minuto. En Exterritorial casi siempre está pasando algo que involucra movimientos físicos y de cámara. Todo esto está bien logrado, al igual que un puñado de escenas de combate mano a mano que están filmadas de una manera moderna y atractiva.
El film no busca innovar ni desde lo visual ni de lo conceptual. Si bien la protagonista es una mujer fuerte que pelea y supera a varios hombres, en algún momento se pone en discusión su cordura mental. Este recurso se emplea en el cine desde la película Gaslighting (1944), y antes también. De hecho, ha dado lugar a un término que ha sido apropiado por el feminismo. Sin ir más lejos, Exterritorial cumple con creces el objetivo de entretener al espectador durante poco más de una hora y media, sin aspirar a realizar ningún tipo de reflexión profunda.
Está en Netflix. Contacto: [email protected]
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