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Críticas 178
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
7 de agosto de 2006
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
os Coen durante las últimas dos décadas, se han dedicado a narrar historias de perdedores y de personajes que asumen perfectamente el rol de balas perdidas que tan buen resultado suele dar si se trata con seriedad el tema. Lebowski, Barton Fink o Jerry Lundengaard son personajes arquetípicos de los Coen, sumergidos en un mundo donde son meras motas de polvo, y suelen estar a merced de los elementos, y de seres superiores que se podría decir que se dedican a hacerle la vida imposible. Este es el tipo de personajes que pueblan el universo de estos dos genios, aunque aquí nos encontramos con una especie de contrapunto, un personaje que personifica la bondad, la honradez y la entereza de la mejor manera, y es el personaje de Marge. Pudiendo parecer en algunos momentos de la cinta como un persona crédula o limitada intelectualmente, acaba alzándose con el título de personaje inteligente y avispado, una especia de Dale Cooper femenino.

La trama no hacía presagiar una gran cinta,como mucho un entretenido thriller de asesinatos y policías, pero la magia de los Coen con la pluma y su ingenio a la hora de colocar la cámara en el sitio adecuado, aparte de un uso soberbio de la partitura de Carter Burwell, hacen que ver esta pequeña cinta se convierta en un disfrute al que es difícil ponerles pegas. Retrata ésa América profunda que todos conocemos por las películas, las de los paletos y gente de pueblo despreciados casi siempre por la gente de las grandes ciudades, y tratados casi como paletos. Y es también esa América profunda arraigada en la segunda enmienda, capaz de conseguir un arma de la manera más sencilla, esa América violenta que cada día sale en las noticias porque se ha descubierto un nuevo asesinato a manos de un desalmado. Una crítica mordaz sobre la violencia en la sociedad, de forma muy peckinpahsiana, aunque de forma menos extrema que el alcoholizado realizador. Y por supuesto, la estupenda galería de personajes que presentan los Coen en todos sus grandes films, inolvidables, estrambóticos, desvirtuados, y que son como un resumen del americano medio, un mundo donde la mentira es uno de los medios habituales para alcanzar lo que se pretende.

Una de las bases sobre las que se sustenta este monumental trabajo es en la tarea de los actores. Todos realizan unas soberbias interpretaciones, siendo casi imposible destacar a uno solo de los intérpretes. El psicópata Stormare, de mirada terrorífica, y Steve Buscemi, excéntrico y "raro, más raro que el resto de la gente" como la brutal pareja de secuestradores, William H. Macy como el perdedor Lundegaard, realizando una interpretación patética y la grandiosa y olvidada Frances Mcdormand, tierna y cándida, aunque inteligentísima, supieron componer unos personajes que quedan clavados en el espectador debido a su tratamiento por parte de esos dos genios de Minnesota.
8 de julio de 2011
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un momento en el que el western estaba dando sus últimos coletazos tras el sonado fracaso de La puerta del cielo (Heaven's Gate, 1980), Hill buscó realizar un ejercicio de morriña y respeto por un género que parte de la mítica como base de su estructura. Y si antes hablábamos de Monument Valley como un lugar clave e icónico de las películas del oeste, no es menos importante la historia que los bandidos y su leyenda han tenido en ella, y de esa mitificada raza trata precisamente este acercamiento: Jesse James y su banda, compuesta por él y su hermano, los Younger (interpretada por los hermanos Carradine) y los Miller (los hermanos Quaid), además de la aparición de Charlie y Bob Ford (los Guest), en un intento de dotar de verosimilitud las relaciones fraternales entre los protagonistas. Esto es algo que, posteriormente, descubrimos que es un detalle insignificante, ya que, salvo David Carradine, ningún actor parece estar cómodo con su personaje, con trabajos anodinos que aprueban la tarea, pero no dejan momento alguno para enmarcar en el imaginario. Porque no encontramos buenos personajes en Forajidos de leyenda, todo lo contrario: meras marionetas que giran en torno a la trama en función de la necesidad de ésta, con la pequeña excepción de Cole Younger y mínimamente Jesse Jame. Por tanto, el primer error de la película es del cásting de la banda, ya que las interpretaciones necesitaban ser carismáticas y con garra, y nos encontramos ante una sosa corrección.

No obstante, y en beneficio del trabajo de Hill como director y del equipo de guionistas, hay que decir que la película fue masacrada en la sala de montaje. La historia que se nos narra no transcurre con fluidez, hay demasiadas lagunas y los personajes no alcanzan en momento alguno un arco dramático satisfactorio y pleno, dando la sensación de que el productor, en una errónea decisión, eligió la vía de la acción desenfrenada para tener mayor éxito comercial, y destrozando el intento de crear ese híbrido nostálgico-crepuscular que busca el realizador. Junto al ya nombrado tratamiento de personajes, la subtrama que más se resiente de este corte es el conflicto surgido entre el norte y el sur contado a través de los ojos de ese policía yanki encargado de detener a la banda de los James. Desde el primer momento se ha presentado a la banda como una panda de recalcitrantes sureños que combatieron en la guerra civil y que odian al norte por encima de todo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Por qué digo esto? Habría sido una opción interesante comprobar la confrontación de ambos modos de ver el mundo a la manera de John Ford en, por ejemplo, Misión de audaces, en la que el maestro, en medio de la Guerra Civil, daba una visión bastante acertada: una nación que se desgarra y desangra por dos formas radicalmente opuestas de entender el mismo mundo, cuando hombres iguales pelean y destrozan lo creado por ellos mismos. Porque hay pequeños momentos interesantes, cuando se habla de la imposibilidad de los profesionales de la ley venidos del norte de localizar a los miembros de la banda por el fuerte sentimiento de comunidad que tienen los sureños, que se protegen unos a otros, pero no va más allá del entierro de un personaje secundario y poco más.

Del mismo modo, personajes con aparente importancia en un montaje más completo, como el periodista que interroga la madre de los Younger o el pequeño de los Miller, interpretado por Dennis Quaid, pasan de puntillas por una historia en la que, por su primera aparición, son parte importante, pero que luego aparecen lastrados y, de hecho, la cinta habría ganado en dinamismo con su eliminación absoluta y no sólo parcial. Amén de un excesivo respeto hacia la figura de Jesse James, demasiado correcta y poco interesante y carismática, como la del niño que teme acercarse al futbolista a pedirle un autógrafo por temor a que se deshaga la ilusión. Los mejores momentos de la película, al haber quedado reducida a una action movie con momentos de desarrollo íntimo, son aquellos en los que se ensalza la masculinidad y la virilidad de los protagonistas. Hill es un cineasta experto en ello, y como muestra la que es su película más redonda: The Warriors. Y aquí encontramos el referente más claro en el que es, con casi total seguridad, el personaje más redondo: Cole Younger. La interpretación de David Carradine eleva un poco el apartado actoral, y la relación de su personaje con la prostituta Belle es la única parte verdaderamente humana en todo el metraje. Porque si tenemos las acartonadas relaciones de Jesse James y el mediano de los Younger con sus respectivas mujeres, la que realmente respira es la de Cole con la puta que quiere ser respetable. Porque ambos saben lo que son, los dos al margen de las personas "normales", y la relación entre ellos nunca podrá llegar a buen puerto y, aunque la rechaza, no obstante va a buscarla a su nueva casa y pelea con su marido a cuchillo en una de las escenas más vibrantes y conseguidas, con un montaje de primeros planos en tensión durante todo el duelo. Tras vencerle, abandona a la puta con su marido, habiendo dejado claro que, en el oeste, los que mandan son los hombres. A la manera de Peckinpah, aunque para acercarse al magnífico autor de La huida, de la que el propio Hill fue guionista, debería haber menos violencia física y más psicológica.
El triunfo de la voluntad
Documental
Alemania1935
7,4
5.390
Documental, Intervenciones de: Adolf Hitler, Josef Goebbels
9
18 de abril de 2006
28 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando en la facultad me mandaron ver esta película, que alababa las doctrinas nazis, sencillamente me negué a verla. No fue hasta que mi profesor dijo que era obligatoria para aprobar, cuando me decidí a verla. Cuando terminé de verla tenía una sensación de lo más extraño. Había disfrutado viendo un auténtico monumento al nazismo y particularmente me sentía miserable.

Con el paso del tiempo, en un revisionado, lo entendí todo perfectamente: Leni Riefenstahl puede conseguir que me resulte atractivo algo tan aberrante e inhumano como es el nazismo. Al igual que Eisenstein, que consigue que uno se interese por el comunismo en su genial trilogía sobre la revolución soviética. Probablemente el mejor documental propagandístico jamás rodado.

Leni hace gala de un dominio del medio cinematográfico que para sí lo quisieran algunos de los considerados grandes maestros del cine. Unos travellings grandiosos, unos planos generales únicos, unas panorámicas geniales, un montaje soberbio... pocas pegas se le pueden poner cinematográficamente hablando, por que es una joya, pura historia del cine... pero eso sí, el cine puede servir para lo peor, como ensalzar al mayor criminal de la historia
15 de agosto de 2008
23 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
El caballero oscuro corrige y mejora todas las prestaciones de Batman Begins, siguiendo la línea sobria de su antecesora en la puesta en escena, ya que no nos encontramos con una película en la que las viñetas tengan presencia alguna, puesto que no estamos ante un superhéroe de un código ético y moral marcado por el puritanismo y la ley del haz lo correcto, si no que nos adentramos en la máscara y la armadura y se estudia el alma del que lleva el símbolo del murciélago, y, al igual que este, se estudia a su némesis, a su archienemigo, arreglando así la gran tara de su predecesora con la aparición de un villano carismático que, gracias a la magna interpretación de Ledger, se convierte en uno de los grandes malvados de la historia del cine y se pone de igual a igual ante el hombre murciélago, que aquí pasa más tiempo intentando encontrarse a sí mismo y a los que le rodean y conocer el mundo en el que habita y cómo funciona este, que luchando contra el mal. Es por tanto que hallamos virtudes y aciertos donde otros, como Sam Raimi, fallaron estrepitosamente, gracias a la valentía de un Nolan que puede jubilarse al haber alcanzado ya su tope, su obra culmen, triunfando al ser un perfecto estudio de personajes más allá de estar regidos por el mero azar y hacer lo que, según las convenciones sociales, están obligados a hacer, un justiciero enmascarado que duda y teme aquello que hace, que busca entender el porqué de sus acciones y que está más cerca de los Dix Handley, Dave Bannion, Tom Stall o Vincent Hannah que los Spiderman, Superman o Hulk de tres al cuarto, superhéroes de poca monta hechos única y exclusivamente para sacar el muñequito de turno, colocando la propuesta de Nolan más cercana al cine de Fincher, Fritz Lang, el David Cronenberg post-Spider, Coppola o Clint Eastwood que al clásico trabajo palomitero y vacío del cine de superhéroes, doctorando al joven realizador inglés como uno de los grandes del cine contemporáneo y quien sabe si histórico, aunque todo eso lo dirá el tiempo.

La elección de acercarla a géneros más clásicos como el negro, el policíaco o el thriller es la gran novedad y acierto y lo que la separa, desde el mismo punto de partida, de cualquiera de sus competidoras aparentemente genéricas. la perfecta conjunción de fondo y forma dentro de la historia basándose en el portentoso guión, el cual tiene apenas un par de fallos de escasa importancia, permiten crear una visión madura de un personaje que tiempo atrás dejó la lucha sin razón y que busca una identidad más allá del personaje, anteponiendo a la persona, y que terminan proporcionando un dramatismo visceral en la línea de cualquier tragedia griega, pues el realizador no se acobarda nunca y realiza una película de Nolan más que una adaptación de cómic, imponiendo su estilo al del estudio, y dejando al personaje en el lugar más alto posible. Es perfectamente reconocible en la escritura, siendo un libreto del gusto del director británico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ese constante juego de giros de guión, esas trampas al espectador, la construcción milimétrica convirtiéndolo casi en una ecuación matemática, la impresionante capacidad de estirar una y otra vez el invento sin que pierda fluidez ni fuerza, rizando el rizo hasta cotas inesperadas, y ese regusto por el thriller y el film noire más clásico de personajes perturbados cuya situación en la estrecha línea que separa correcto de incorrecto es bastante difusa, y, a diferencia de la reciente y fallida El truco final, aquí Nolan acierta en todos y cada uno de esos brutales cambios totalmente radicales, y, lo que es mejor aún, no falla en el final, siendo perfecto y consecuente con todo lo que nos ha ido mostrando anteriormente y engarzando de manera prodigiosa con su discurso acerca de la dualidad del hombre.

El otro gran acierto es los escritores es la perfecta tela de araña que han logrado conformar para que los personajes secundarios entren en la trama sin estar fuera de ella ningún momento, desde Rachel a Jim Gordon, pero donde destaca sobremanera el soberbio Harvey Dent que interpreta un sorprendente Aaron Eckhart, cuya introducción en la historia parecía sospechosa y difícil de justificar pero que, finalmente, origina dos triángulos melodramáticos sobre los que gira la trama: Joker-Batman-Dos Caras y Dent-Bruce Wayne-Rachel, siendo quizás el aporte necesario para ahondar más aún en la personalidad del multimillonario protagonista y su mezcla de envidia y admiración hacia el fiscal, que representa todo aquello que antoja, la defensa de lo correcto desde la legalidad y el respeto y el amor que Batman nunca consigue de la gente.

Pero el duelo Joker-Batman es el centro de todo. La catarsis definitiva de Bruce Wayne más allá de Batman, la asunción de responsabilidades que le pide el pueblo, y la huida del mártir en su eterna y desagradecida lucha de aquellos que no entienden su tarea, el vagar por el camino oscuro para que todo continúe como hasta ahora, donde las personas normales sean quienes refloten Gotham más allá de la actuación de una persona anónima al margen de la ley cuyas actuaciones pueden ser malinterpretadas, como le sucede con la mujer de Gordon o cuando el populacho le recrimina la aparición del Joker cuando antes le tenían como el guardián de la ciudad y de los buenos modos de manera netamente altruista en pos de, quizás, una nueva identidad que soslaye de una vez por todas a Batman y que le permita ser persona antes que monstruo, tener una vida más allá de ser un freak que planea en la noche en busca de otro freak, y no tener que lamentar más pérdidas que se han originado por una decisión tomada desde el corazón sin consultarlo con la cabeza, aunque para si mismo sabe que su camino, como el del samurái, está marcado y es el de estar solo siempre, tal y como decidió cuando se le dio la oportunidad de cambiar.
29 de febrero de 2008
21 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
La principal, y más bien única, novedad que aporta al género 30 días de oscuridad es la de sacarse de la manga unos vampiros zombies que rompen con la estética habitual y que ya vimos en la entretenida Blade II. Pero no hay nada más en ella que destaque dentro de un género tan sobrecargado y, en ocasiones, melifluo estilo. Esperaba encontrar en ella una película sorpresa, puesto que cuenta con una historia inquietante y un arranque prometedor, pero que, por la nulidad de ideas y su previsible y flojo desarrollo, se acaba de convertir en una película de terror que pretende ser revisionista pero que acaba en el montón de los quiero y no puedo.

La película es consciente de su aire de serie b, mezclando elementos propios del género vampírico, especialmente el barco y el siervo de los vampiros, y la mayoría de elementos del género zombie, es decir, protagonistas encerrados de manera pretendidamente claustrofóbica a merced de un grupo de seres que se mueren por hincarles el diente. La principal novedad es que todo transcurre de noche, puesto que la película hace aguas por la escasa capacidad del guión de sorprender al espectador con algo que no sea ultraviolencia de diseño y vampiros bestiales vestidos de Armani. No va más allá el director en su intento épico-lírico de contar la historia definitiva de vampiros, y justo cuando se sale de la serie b y pretende ir a más, es donde fracasa todo. Los momentos romerianos de los protagonistas refugiándose son lo único destacable del torpe desarrollo, ya que una vez que comienza la acción frenética todo se echa a perder, pues se limita a un correquetepillo hasta llegar a un forzadísimo y bochornoso final, culminado con uno de los momentos poéticos más risibles que el cine ha visto en años.

Un guión escrito, en apariencia, por principiantes, puesto que el espectador nunca es consciente de por qué suceden la mayoría de las cosas más que porque tienen que suceder, qué papel tienen algunos personajes que aparecen a mitad de la cinta sin que supiéramos nada de ellos, y nunca se le sitúa temporalmente, y quizás se deba a que ha metido mano el productor. El único indicativo que puede tener el espectador para intuir el paso del tiempo es la barbita adolescente de un inoperante y soso a más no poder Josh Hartnett, puesto que la película carece de elipsis que permitan conocer si realmente han pasado 30 días o si todo ha sido una nochecita algo larga. Los vampiros son poco más que simpáticos zombis vestidos de alta costura, con ese mayestático líder interpretado por un ridículo Danny Huston que se pasa hablando en una especie de lenguaje gutural que da risa la mayor parte de la película, y deambulando la mayor parte del tiempo. El resto lo hace el maquillaje. Pero, lo realmente curioso de todo esto es pensar qué habría sido capaz de hacer con este proyecto un John Carpenter en buena forma.
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