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5,6
7.133
6
3 de enero de 2025
3 de enero de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
Sensaciones contradictorias. Me parece que la película termina por agotarse, pues, vive del impacto de sus formas. En el momento en que la estructura del relato y su inercia comienzan a entreverse, se agota la novedad y lo sorprendente y la película pierde su interés principal: su impacto. Es decir, cuando queda claro el papel de Ángel y se vislumbran a los asesinxs y su fatalidad, la película colapsa en su enjundia y deja de funcionar.
Aún así, ¡bienvenida esta chaladura de película mientras dura! Este primer Almodóvar normalmente si se equivoca es desde el exceso, es decir, desde el riesgo y esto, SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE es bienvenido. Más películas fallidas con destellos geniales y menos películas correctas de las que te olvidas a la semana y media.
Me encanta la envoltura ficcional exagerada que encapota los primeros minutos. Ese halo grotesco y bizarro, que en otros podría ser fallido e impreciso, aquí se colma de toda verosimilitud, pues, en el caso de Almodóvar, no es, ni más ni menos, que coherente con todo su estilo.
Y, como siempre, hay muchas secuencias artísticamente apabullantes. Tanto por lo que tienen de homogéneo (funcionan como emocionante homenaje al melodrama) como por lo que se desplazan hacia su universo personal e hipertrófico.
Excelentísimo vestuario. Muy bien en general, pero especialmente inspirado en el caso de la serial killer femenina, donde se funden eros y thanatos de manera deliciosa.
Aún así, ¡bienvenida esta chaladura de película mientras dura! Este primer Almodóvar normalmente si se equivoca es desde el exceso, es decir, desde el riesgo y esto, SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE es bienvenido. Más películas fallidas con destellos geniales y menos películas correctas de las que te olvidas a la semana y media.
Me encanta la envoltura ficcional exagerada que encapota los primeros minutos. Ese halo grotesco y bizarro, que en otros podría ser fallido e impreciso, aquí se colma de toda verosimilitud, pues, en el caso de Almodóvar, no es, ni más ni menos, que coherente con todo su estilo.
Y, como siempre, hay muchas secuencias artísticamente apabullantes. Tanto por lo que tienen de homogéneo (funcionan como emocionante homenaje al melodrama) como por lo que se desplazan hacia su universo personal e hipertrófico.
Excelentísimo vestuario. Muy bien en general, pero especialmente inspirado en el caso de la serial killer femenina, donde se funden eros y thanatos de manera deliciosa.

7,3
4.609
7
10 de noviembre de 2024
10 de noviembre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Hacía un tiempo que no veía a Koreeda. Más a un Koreeda old, del que solo he visitado la increíble Nada sabe. Digo todo esto para enmarcar la siguiente afirmación: me ha sorprendido especialmente la puesta en escena. Es su puesta en escena más inspirada que recuerdo, así como sus transiciones musicales o la elocuencia de sus encuadres. Como siempre, destaca su ternura y cuidado a la hora de retratar el más mínimo detalle cotidiano (ese corte de verduras), unido al tratamiento homólogo a sus personajes que también siempre le caracteriza, y con ella, a los espacios, marcadamente melancólicos.
En cuanto a su ritmo, me ha parecido genuinamente lento. Entiendo que sus últimas películas tienen un montaje más rápido o, cuanto menos, secuencias más cortas.
"Aún caminamos" es una película sobre la muerte, con su correlativa vida, de la que es inseparable. O, si me apuran, sobre la trascendencia, que se interroga por el ligazón entre las mismas.
Ese "Still walking" bien podría sugerir un imperecedero carpe diem. Al mismo tiempo, también es un interrogante trascendental, metafísico: ¿qué queda después de la muerte? o incluso ¿existe la muerte?
Koreeda parece responder: la muerte es la pérdida de conexión con nuestros orígenes. Puede verse en el último paneo vertical donde deja atrás a la familia protagonista y pasa por retratar al pueblo entero del que por descendencia pertenecen. Aquí, el tiempo que Koreeda ha descansado en cada uno de los espacios -especialmente de la casa- que antes he mencionado, resulta otro argumento en su favor. De esta manera, los espacios son importantes por su descendencia -nidos de recuerdos y tradiciones-.
Así que, sí, por supuesto, es la familia la que nos separa de la muerte, la que nos permite transmitirnos de generación en generación. La sustancia, que dirían los presocráticos, en medio de un mundo lleno de transformaciones, ejemplificadas estas en las mariposas. La familia es la que sobrevive a la muerte, pero más allá de ella, contradictoria, sobreviven las tradiciones, que son las raíces que nos unen al mundo.
En definitiva, el film reflexiona que la vida pervive en los orígenes y en las tradiciones, que en Asia quedan asentadas en los pequeños pueblos frente a las grandes ciudades y sus medios de transporte.
Un buen Koreeda, sobre todo en la delicadeza, sencillez y efectividad de su puesta en escena y sus encuadres, al que le falta, a mi modo de ver, algunas escenas climáticas que reflejen la gran construcción dramática a la que sus guiones nos tienen acostumbradxs. Falta ese puntito sobresaliente. A espaldas de él, prefiere quedarse con una película que descansa en la tranquilidad de la contención.
P.D: aunque no haya llegado a esa cima dramática, nos deja un muy buen personaje en la radiografía de la abuela, con sus luces perversas.
En cuanto a su ritmo, me ha parecido genuinamente lento. Entiendo que sus últimas películas tienen un montaje más rápido o, cuanto menos, secuencias más cortas.
"Aún caminamos" es una película sobre la muerte, con su correlativa vida, de la que es inseparable. O, si me apuran, sobre la trascendencia, que se interroga por el ligazón entre las mismas.
Ese "Still walking" bien podría sugerir un imperecedero carpe diem. Al mismo tiempo, también es un interrogante trascendental, metafísico: ¿qué queda después de la muerte? o incluso ¿existe la muerte?
Koreeda parece responder: la muerte es la pérdida de conexión con nuestros orígenes. Puede verse en el último paneo vertical donde deja atrás a la familia protagonista y pasa por retratar al pueblo entero del que por descendencia pertenecen. Aquí, el tiempo que Koreeda ha descansado en cada uno de los espacios -especialmente de la casa- que antes he mencionado, resulta otro argumento en su favor. De esta manera, los espacios son importantes por su descendencia -nidos de recuerdos y tradiciones-.
Así que, sí, por supuesto, es la familia la que nos separa de la muerte, la que nos permite transmitirnos de generación en generación. La sustancia, que dirían los presocráticos, en medio de un mundo lleno de transformaciones, ejemplificadas estas en las mariposas. La familia es la que sobrevive a la muerte, pero más allá de ella, contradictoria, sobreviven las tradiciones, que son las raíces que nos unen al mundo.
En definitiva, el film reflexiona que la vida pervive en los orígenes y en las tradiciones, que en Asia quedan asentadas en los pequeños pueblos frente a las grandes ciudades y sus medios de transporte.
Un buen Koreeda, sobre todo en la delicadeza, sencillez y efectividad de su puesta en escena y sus encuadres, al que le falta, a mi modo de ver, algunas escenas climáticas que reflejen la gran construcción dramática a la que sus guiones nos tienen acostumbradxs. Falta ese puntito sobresaliente. A espaldas de él, prefiere quedarse con una película que descansa en la tranquilidad de la contención.
P.D: aunque no haya llegado a esa cima dramática, nos deja un muy buen personaje en la radiografía de la abuela, con sus luces perversas.

6,8
3.675
7
25 de febrero de 2024
25 de febrero de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Quizá lo más interesante sea la conjugación entre el material documental y el ficcional. Tal es la comunidad que probablemente terminen siendo uno. Esto se interpreta a partir de unas imágenes con una factura cada vez más cercana la una de la otra, habida cuenta de la distancia inicial en la que se mostraban al principio -incluso en blanco y negro-. Me parece muy pertinente porque conforman un correlato con el protagonista, quien parte de la realidad social que vive para crear su escritura y viceversa, al igual que sucede con la utilización de ambos materiales a lo largo de la película, que terminan por entrelazarse. Del mismo modo que fondo y forma ya no se diferencian tan tangencialmente.
Sí que echo en falta unas imágenes más posadas y contundentes. Resultan algo superficiales. Se dejan llevar del ritmo errante e itinerante de Martin Eden, pero esto no es excusa para mostrar densidad, detallismo y expresividad, como se consigue con los primeros planos de Elena, auténticos retratos, o especialmente de la clase naviera italiana.
Me sigue pareciendo mejor Scartlet, a pesar de su desatención final por parte de la crítica en este 2023. La inclusión de su homenaje al cine mudo en su estructura y su sencillez que deja verse en unas imágenes que son auténticas postales dan a su conjunto un impacto, poso y contundencia mayores.
Sí que echo en falta unas imágenes más posadas y contundentes. Resultan algo superficiales. Se dejan llevar del ritmo errante e itinerante de Martin Eden, pero esto no es excusa para mostrar densidad, detallismo y expresividad, como se consigue con los primeros planos de Elena, auténticos retratos, o especialmente de la clase naviera italiana.
Me sigue pareciendo mejor Scartlet, a pesar de su desatención final por parte de la crítica en este 2023. La inclusión de su homenaje al cine mudo en su estructura y su sencillez que deja verse en unas imágenes que son auténticas postales dan a su conjunto un impacto, poso y contundencia mayores.

6,9
2.769
8
6 de febrero de 2024
6 de febrero de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
L’apollonide es la historia de un prostíbulo francés entre finales del siglo XIX y principios del XX. Su protagonismo es colectivo. Sus protagonistas son las prostitutas; su oficio, sus dificultades.
En una primera parte se muestra un engalanado salón, unas lujosas habitaciones y unos preciosos vestidos. La cara “A” de la casa de la tolerancia. Su estatismo en la dirección incide en esta sensación. Un pictórico inmovilismo; la película como pintura o como sucesión de cuadros. Tras esta necesaria primera parte, se desata la segunda en base a dos acontecimientos (alerta de espoiler).
En una primera parte se muestra un engalanado salón, unas lujosas habitaciones y unos preciosos vestidos. La cara “A” de la casa de la tolerancia. Su estatismo en la dirección incide en esta sensación. Un pictórico inmovilismo; la película como pintura o como sucesión de cuadros. Tras esta necesaria primera parte, se desata la segunda en base a dos acontecimientos (alerta de espoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En primer lugar, la agresión sexual a una de las prostitutas a las que se abre la boca con un cuchillo. En segundo lugar, la sifilis que afecta a una de las protagonistas. Estos dos eventos precipitan ese protagonismo colectivo, donde todas ellas apoyan a las afectadas con rotundidad y cariño. La película se abre. Abre, por un lado, hacia el taimado edificio y las humildes habitaciones de nuestras prostitutas. Se desvía de los unívocos y suntuosos sofás para retratar la realidad de la profesión de manera más completa. La violencia es la que resquebraja esta invariable visión inicial hasta abordar ahora la intimidad de las doncellas. Así lo consigue el recurso de la pantalla partida (en cuatro partes) y en especial el viaje indistinto por esas instancias de algunas de las protagonistas. Todas las partes quedan afectadas e interrelacionadas. La intimidad es una, pero a la vez es toda; la intimidad es una mujer, la intimidad son todas. La intimidad se vive colectivamente.
Por otro lado, la violencia abre la puesta en escena, aparecen más movimientos de cámara y las prostitutas muestran caras de desagrado de manera más habitual. Me chirría, no obstante, el subrayado de la venganza de las prostitutas. Así interpreto la imagen colectiva donde varias aparecen con el carmín corrido, que ya había sido entendido por la escena de la pantera.
En cualquier caso, aprecio su evolución estética desde el estatismo de los vivos colores iniciales hacia los movimientos de cámara que permiten avistar más su sombra; del sonido como quejido, pero también como risa colectiva, como catarsis global.
En cuanto a su final, creo que subraya la dificultad para salir del mundo de la prostitución y su abandono hacia el individualismo moderno donde estas quedan desamparadas en la propia calle. Aún así, no creo que reivindique su regularización y la asunción de burdeles controlados, pues, retrata uno donde la violencia campa a sus anchas y nombra otros donde las condiciones de salubridad son aún peores.
Por otro lado, la violencia abre la puesta en escena, aparecen más movimientos de cámara y las prostitutas muestran caras de desagrado de manera más habitual. Me chirría, no obstante, el subrayado de la venganza de las prostitutas. Así interpreto la imagen colectiva donde varias aparecen con el carmín corrido, que ya había sido entendido por la escena de la pantera.
En cualquier caso, aprecio su evolución estética desde el estatismo de los vivos colores iniciales hacia los movimientos de cámara que permiten avistar más su sombra; del sonido como quejido, pero también como risa colectiva, como catarsis global.
En cuanto a su final, creo que subraya la dificultad para salir del mundo de la prostitución y su abandono hacia el individualismo moderno donde estas quedan desamparadas en la propia calle. Aún así, no creo que reivindique su regularización y la asunción de burdeles controlados, pues, retrata uno donde la violencia campa a sus anchas y nombra otros donde las condiciones de salubridad son aún peores.

4,9
1.483
7
26 de diciembre de 2023
26 de diciembre de 2023
Sé el primero en valorar esta crítica
Siempre a favor de la cineasta que explora nuevos lenguajes para tratar universales como la muerte. En general, ante cualquier temática, pero de más valor aún si se hace sobre asuntos tan abordados. Creo que en esa tesitura su estructura narrativa no lineal y sus indagaciones sobre lo esotérico o sobre lo lisérgico, aplicadas a la imagen, juegan a su favor. Me queda la duda de si en la película existe algo más allá de ese juego itinerante con el espectador hacia esas preguntas fundamentales acerca de la muerte. Si esa lectura lisérgica se agota en algún momento en sus significados o cada imagen que se forma es fecunda. Para ello, serían necesarios más visionados y más juicios al respecto que el mío propio. Aún agotándose, no sería poco lo que consigue, desde luego.
En este horror psicológico se indaga sobre la esencia de la muerte, que se teje a modo de maldición, directamente impregnada en la naturaleza y los diferentes espacios que protagonizan las casas. Al mismo tiempo que se vincula vida y muerte, reforzando sus consonancias - veamos por ejemplo la científica y sus experimentos -. La película se retuerce en su existencialismo que la baña completamente hasta interrogarse sobre qué acciones cambiaríamos si fuéramos a morirnos mañana o si realmente en algún momento estaremos preparados para fenecer.
En este horror psicológico se indaga sobre la esencia de la muerte, que se teje a modo de maldición, directamente impregnada en la naturaleza y los diferentes espacios que protagonizan las casas. Al mismo tiempo que se vincula vida y muerte, reforzando sus consonancias - veamos por ejemplo la científica y sus experimentos -. La película se retuerce en su existencialismo que la baña completamente hasta interrogarse sobre qué acciones cambiaríamos si fuéramos a morirnos mañana o si realmente en algún momento estaremos preparados para fenecer.
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