La película tiene mucho de obra teatral, con escenarios contenidos concebidos como estudios y con un elenco muy limitado. Como en el teatro, la trama nos atrapa por la interpretación de las dos mujeres protagonistas. Los diálogos son breves pero intensos, no sobran las palabras que son sustituídas por planos, gestos, ambiente y fondo musical. Como espectadores, seguimos el desarrollo de los hechos, pero no conseguimos entrar en la película ni empatizar con ninguno de los personajes, que nos resultan un tanto ajenos por lo fríos que se nos presentan. Esa frialdad corre pareja también con el blanco y negro, el viento y la nieve de la escena final.

Gran actuación, una lección magistral de interpretación. Sin efectos especiales, sin decorados majestuosos. El actor frente al espectador cara a cara. No se trata tanto de saber lo que pasa, sino de cómo pasa y el trabajo de los actores no defrauda a tal respecto. No es cine, es puro teatro. Magnífico.

Una película que juega con el lenguaje y muestra lo que una clase debería hacer: enseñar a pensar ,a desarrollar el espíritu crítico. Sólo por las maravillosas citas literarias merece la pena verla - en versión original, a ser posible. Es un paseo por la literatura y el diccionario que deberían ver estudiantes y profesores de lengua y literatura.

Veo todas las críticas favorables y llego a dudar de mí misma, porque en mi opinión la serie es una especie de cómic llevado a la pantalla. Incluso peor, un mal cómic mal llevado a la pantalla. La serie está llena de clichés, de tópicos, de recursos que pretenden ser atractivos y hechos para "enganchar" y que no lo logran porque ofrecen escena tras escena , y giro tras giro, una serie de situaciones tan increíbles que resultan ridículas. Podría citar bastantes si no me frenara el miedo a hacer spoilers. Tal vez es porque ha defraudado mis expectativas, dado lo buenas que suelen ser las series y novelas británicas de espionaje, pero francamente no la recomendaría ni como entretenimiento.

La película se hace larga y aclara poco. Ni la Lucía del presente ni la del pasado ayudan a entender qué fue realmente lo que vió o los mensajes que recibió. Es verdad que no es función del cine desvelar misterios, pero tras la película uno siente que no ha aprendido, ni sentido, ni intuído nada nuevo.