En estos inicios del siglo XXI hay una Colombia profunda donde hay villorrios que parecen el pueblo gemelo de Aliano. Es la Colombia abandonada por todos los dioses, de todas las religiones, y el Estado. Por eso mezclan los más prehistóricos rituales con los más modernos métodos (la aspirina, que es lo único que los servicios de salud dan por estas tierras).

Están todos los personajes prototípicos de un pueblo triste como ese, de una soledad infinita como los grandes planos que nos muestra Rossi... Quizá por falta de tiempo, no obstante la duración de la cinta, faltó desarrollar más el barón con el que comparte una noche en el cuarto donde está hospedado, expresión de la opresión de los grandes propietarios sobre los campesinos.

Y aunque pareciera muy larga antes de verla, realmente su gran metraje pasa volando. Uno se pregunta al comenzar: ¿Qué puede llenar tanto tiempo? Pues hay historias por montones.

Espléndida.

En el spolier una pregunta que no avanza hacia el desenlace.

Simpática película en cortos episodios bajo un buen paraguas: ¿Qué haría usted con un millón de dólares? (Si aun hoy esa cifra pesa, para 1932 era astronómica).

Las ocho historias pasan de lo cómico a lo dramático, pero no todas atraen en el mismo nivel al espectador, siendo todas con directores y actores de moda para el momento.

La más emotiva es la historia de Violet Smith (Wyne Gibson la actriz y Mankiewicz dirige). Mi apreciación es un completo spoiler, así que allá está.

Merecería un diez por muchos de sus atributos: la historia bien contada, las actuaciones de un gran grupo donde ninguna desentona, el manejo de las luces que lleva a un precioso blanco negro.

Por supuesto que la Dietrich se lleva las palmas con su sola presencia, aunque como anotan algunos, no sea la mejor actriz actriz.

Pero todo se viene al piso cuando para llevar al desenlace lo único que se le ocurrió al afamado Sternberg fue recurrir al viejo estereotipo de presentar a los chinos como un atado de incapaces. Si el gran jefe en el tren actúa de manera tan poco previsora consigo mismo, qué se espera de sus subordinados. Lástima.

El cine contemporáneo está lleno de llamadas de alerta sobre el comienzo de enfermedades sociales aparentemente pasajeras e inofensivas. El cura del pueblo y el manda más muestran el inicio de ese mal del cual España no se levantaría sino décadas después, pero con un rosario incontable de muertos y expatriados.

Son los signos de los tiempos, y la Lengua de las mariposas es un buen llamado de atención hoy para que los cineastas, al salir de la sala de proyección, mantengan muy abiertos los ojos.

Comparto la crítica de Toshiro. Es una película magníficamente lograda en todos los aspectos. Pero sobre todo, habla de un tema que la historia pasa por alto, el genocidio perpetrado al lanzarse las bombas atómicas sobre inermes poblados. Nadie habla del efecto en los habitantes de los pueblitos escogidos al azar para la matanza. Bueno recordarle al mundo el padecimiento de los campesinos (la mayoría de los afectados) por esa oscura venganza planeada desde el otro lado del Atlántico.