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Críticas 105
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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30 de abril de 2006 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dramatización de la infamia cometida a “los cuatro de Guildford” acusados injustamente de plantar una bomba en un bar cercano a Londres, además de declararlos falsamente como elite terrorista del ejercito republicano irlandés.

Brillante cinta de Jim Sheridan, colaborando un vez mas con el galardonado Daniel Day-Lewis, cuatro años después del también excelente drama My Left Foot (1989). La pareja se reuniría por tercera vez unos años mas tarde en The Boxer (1997).

Con un guión adaptado por Terry George y Jim Sheridan, basado en la novela “Proved Inocent” escrita por el propio acusado Gerry Conlon, la cinta aborda la conflictiva relación paterno filial entre este (Daniel Day-Lewis) y Giussepe Conlon (Pete Postelthwaite) dos irlandeses, oriundos de la azotada Belfast, en medio de la guerra entre el ejército Británico y el grupo guerrillero IRA.

El dúo protagonista cumple a la perfección sus demandantes roles, Al igual que Emma Thompson, la abogada a cargo de la defensa de Conlon y sus compañeros.

Tachada en su estreno como Anti Británica, la cinta aborda de manera fiel el conflicto de nacionalidades que aun perdura en dicho país, sin retratar falsamente al séquito de personajes, sin tomar del pelo al espectador y convencerle de la benevolencia de sus caracteres centrales, esta cinta es ante todo un documento del terrible error cometido por la justicia británica, quienes al clamar por la sangre de los culpables dejaron a un lado una búsqueda objetiva y racional de criminales, para tomar injustamente las vidas de unos cuantos “parias” o a su parecer, de gente que nadie extrañaría.

La obra maestra de su realizador, un clásico imprescindible de los noventa.

Pierluigi Puccini
22 de mayo de 2020 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es triste ver como un director en antaño tan talentoso, un septuagenario pero aún con ideas tan frescas, capaz de hacer siempre alarde de su virtuosismo técnico y rodar set pieces de acción mejores que los de cualquier joven, encima de tener que "exiliarse" en Europa, haya tenido que hacerse cargo de un guión tan flojo. Se permite incluso volver a hacer sus acostumbradas alusiones a Alfred Hitchcock, en un final que recuerda a "El hombre que sabía demasiado".

Una lástima que la columna vertebral de su película se caiga por su propio peso con situaciones inocuas y personajes estereotipados, que ni la cuidada fotografía de José Luis Alcaine ni la música de Pino Donaggio pueden rescatar.
21 de abril de 2017 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esa sentenciosa frase, Simon “Sick Boy” Williamson asume una posición crítica frente a su amigo Mark Renton, a su desaforada nostalgia, a su obsesión por volver al pasado como método expiativo para la traición que preparó y concretó veinte años antes de ese momento. El adusto Sick Boy parece también dirigirse todos los que nos encontramos en aquel momento, como Renton, tratando fútilmente de revivir aquel glorioso pasado de desenfreno y de lujuria por la vida de 1996, sin percatarnos hasta ese momento, de que esta es una historia diferente.

Aquella amarga manifestación sobre el paso del tiempo se cierne sobre mi mente, y se traslada ahora a otras áreas. De repente, me incomoda la butaca del cine, siento dolor en el cuello y la región lumbar, y me asalta un sinsabor tan propio como el de los personajes que estoy viendo en pantalla, aquellos que en la cinta original pasaron a ser hitos de la cultura popular por su temeridad y cinismo adolescente, ufanándose de su rechazo al consumismo y a las convenciones de su época; ahora solo son sombras. Sus cuerpos ya no aguantan el consumo y abuso del lubricante social de su predilección: la heroína; y en su mente, aunque deseen mejorar, entienden que han sido dejados al margen, como un indeseable residuo de la elitización residencial de Edimburgo, y específicamente del suburbio de Leith. No hay más alternativas que las de ingresar en ese aburguesamiento progresivo, o continuar como un grupo de perdedores por los años de vida que les restan.
Si la Trainspotting original escarbaba sin pudor ni reproches moralistas por ese universo pueril, nihilista y pendenciero de las drogas y sus consumidores, viéndose a sí mismos como estrellas de rock cada vez que el skag llegaba a sus venas (no en vano, en su corta pero trascendental estadía en Londres, la pandilla recrea el famoso cruce de la portada de Abbey Road) La nueva cinta no está exenta de momentos álgidos comparables a aquellos, con la diferencia fundamental de que lo que les sigue no es solo la cruda muestra del síndrome de abstinencia y las ganas irrefrenables de seguir consumiendo, sino constantes reflexiones sobre la masculinidad, la paternidad; la huella del tiempo en la amistad, la familia; la importancia de las decisiones que tomaron y ahora han de tomar para sobrevivir en un mundo que ya se olvidó de ellos y de sus ínfulas de voces de su generación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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El personaje de Francis Begbie, recordado por su comportamiento irascible, por no decir psicótico, aborda también esta problemática vital cuando en una devastadora secuencia decide disculparse con su esposa e hijo, y pronuncia aquellos: “El mundo cambia, nosotros no.” o “Mi padre era un borracho. Yo soy un payaso. Tú serás un mejor hombre que los dos”.

El corazón de esta tardía secuela se encuentra no solo en el regreso y la redención de Mark Renton (momento clave es aquel nuevo alegato acérbico de “choose life…” a este nuevo siglo de pantallas y redes sociales, donde al final Rent Boy pone al descubierto una pesarosa desilusión hasta entonces oculta), sino en la decisión consciente de Spud Murphy por ser una mejor persona de lo que en realidad podría llegar a ser. Reconociendo en un principio el hecho de que es más probable que acabe con su vida, antes que abandonar su adicción. Pero Spud tiene en más alta estima a su progenie, hallando la forma de enmendar los lazos que poco a poco se han soltando, y convirtiéndose a su vez en el cronista de las azarosas aventuras de sus compinches.
T2 Trainspotting no se convertirá en una estampa generacional como fue su precursora, pero es una emotiva, jocosa, y brutalmente honesta reflexión sobre cuatro personajes que a pesar de sus múltiples demonios, quedaron grabados en las retinas y la psique de un puñado de nosotros, sin importar nacionalidad, raza, o sexo, muchos nos sentimos parte de aquel grupo desadaptado de Escoceses, que mata sus horas y su cuerpo en un pasatiempo inane.

Para el epilogo, luego de compartir los padecimientos físicos y emocionales de los cuatro nativos de Edimburgo, el sufrimiento de mi cuello y espalda ha cesado, y se dibuja una sonrisa en mi rostro mientras veo a Renton ingresando a su habitación, escogiendo un vinilo, iniciando un baile espasmódico que canaliza a su idolatrado e inmortal Iggy Pop, y cayendo en un eufórico trance no propiciado por la heroína, sino por las notas musicales.
28 de junio de 2006
15 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial y divertidisima fabula del ex monthy python Terry Gilliam,
demoledor epilogo para un infante, me debasto y horrorizo...
20 de junio de 2006
14 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Don Vito Corleone, conocido dentro de círculos del hampa como “El Padrino” ha sido baleado por gangsters enemigos pertenecientes a alguna de las otras cuatro familias que coexisten en la ciudad de New York. Michael Corleone, el menor de sus hijos, quien ha regresado a su país tras combatir en la segunda guerra mundial, quedará a cargo del imperio delictivo que su padre erigió con sagacidad, dinero, colaboración de políticos, y sobre todo, derramando ríos de sangre.

Épica cinta gangster concebida de la novela de Mario Puzo, y adaptada por él mismo junto a Francis Coppola, quienes facturan un eminente guión sobre un extenso y violento drama familiar, encabezado por el gran Marlon Brando y la joven promesa, Al Pacino. Memorables al igual las excelsas intervenciones de James Caan, Robert Duvall, Richard Conte, Sterling Hayden, Diane Keaton, John Cazale, Richard Castellano, entre otros, miembros todos, de uno de los repartos mas lujosos y mejor dotados que se hayan presenciado alguna vez el cine.

El argumento gira en torno al poder, la venganza, la redención, los lazos de sangre y códigos de honor de una de las familias delictivas italo-americanas más grandes de la gran manzana.

Una majestuosa puesta en escena, monumental partitura de Nino Rota, una cándida y admirable fotografía de Gordon Willis, y un suntuoso diseño de producción de Dean Tavoularis dan forma a esta mítica superproducción de la paramount, encargada al entonces joven cineasta Francis Ford Coppola, quien narra sin prisa pero sin pausa la compleja batalla por el poder y las conflictivas relaciones paterno filiales, que inevitablemente se encontrarán sublimadas en una espiral de muerte, pólvora y sangre a borbotones, esta ultima suministrada con admirable verosimilitud por el veterano del maquillaje Dick Smith.

El virtuosismo narrativo de Coppola se evidencia con mayor pujanza en las escenas de clausura, en las que hace un prodigioso uso del montaje, elevando así la tonalidad épica propicia para esta cinta negra que iniciaría toda una nueva era dorada del cine americano y continuaría en dos secuelas inferiores a la original, pero nada desdeñables.

Una de las cintas más grandes de todos los tiempos.

Pierluigi Puccini
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