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Críticas ordenadas por utilidad
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7,7
69.985
6
2 de noviembre de 2014
2 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo bueno es la sensación de alivio que te deja. En primer lugar, por la explosión de violencia, que al verla en pantalla es como si en parte lo hubiésemos hecho nosotros; tiene por lo tanto una innegable carga expiatoria. Y en segundo lugar, alivio ¡porque no somos nosotros! Y no solo no somos nosotros con la enorme carga de responsabilidad que supondría, sino porque en el fondo nos alegramos de que sea una ficción. Aunque… ¿ficción? Surge el tercer pensamiento… Igual no es tanta la ficción, igual puede ocurrir esto mismo en cualquier momento, en una persona de nuestro entorno o en nosotros mismos. Y ahí es cuando surge cierta incomodidad. Somos y no somos nosotros.
En estas disquisiciones, menos mal que el humor consigue quitar hierro al asunto, suaviza el trago. Entramos entonces en el disfrute, con una ligera sonrisa en los labios. En francés se dice “rire jaune” (reír amarillo) cuando te ríes, pero a la vez desconfías. Y eso es algo parecido a lo que nos produce el film.
Dicho lo cual, las historias son desiguales. La primera, en el avión, es una especie de divertimento, simpático, aunque no conectado realmente con el resto. “Las ratas” es la historia de una venganza personal; algo previsible, pero bien interpretada, recreada en un deprimente restaurante de carretera. “El más fuerte” (los dos conductores que se dejan llevar en una escalada de violencia) termina con un guiño de ironía y bastante sangre. De hecho, es la más violenta. “Bombita” relata la historia de un ingeniero especializado en las explosiones controladas que acaba usando explosivos como arma de venganza frente a una sociedad que oprime con tanta norma estúpida. Aquí la crítica social al sistema se muestra de manera clara y el “héroe” Ricardo Darín será ovacionado por su conducta. La mejor por su narración y suspense es sin lugar a dudas “El acuerdo”, el tira y afloja entre un padre que tiene que defender a un hijo homicida, un abogado dispuesto a llegar a acuerdos sucios con un fiscal y una madre sobreprotectora. Se ven los tejes y manejes de la política y la justicia donde lo que menos importa es el asunto y lo que más la tajada que puede sacar cada uno.
“La boda” es la fiesta del esperpento. Una explosión de venganza, amor, infidelidades narrada en la sala de bodas de dos jóvenes. Con ritmo e ironía, resulta la más divertida.
En definitiva, para pasar un buen rato entre comedia, drama, crítica social y violencia.
Bien.
Una entrevista a Ricardo Darín en televisión argentina
http://www.cinesargentinos.com.ar/articulo/266-damian-szifron-y-ricardo-darin-hablan-de-relatos-salvajes/
En estas disquisiciones, menos mal que el humor consigue quitar hierro al asunto, suaviza el trago. Entramos entonces en el disfrute, con una ligera sonrisa en los labios. En francés se dice “rire jaune” (reír amarillo) cuando te ríes, pero a la vez desconfías. Y eso es algo parecido a lo que nos produce el film.
Dicho lo cual, las historias son desiguales. La primera, en el avión, es una especie de divertimento, simpático, aunque no conectado realmente con el resto. “Las ratas” es la historia de una venganza personal; algo previsible, pero bien interpretada, recreada en un deprimente restaurante de carretera. “El más fuerte” (los dos conductores que se dejan llevar en una escalada de violencia) termina con un guiño de ironía y bastante sangre. De hecho, es la más violenta. “Bombita” relata la historia de un ingeniero especializado en las explosiones controladas que acaba usando explosivos como arma de venganza frente a una sociedad que oprime con tanta norma estúpida. Aquí la crítica social al sistema se muestra de manera clara y el “héroe” Ricardo Darín será ovacionado por su conducta. La mejor por su narración y suspense es sin lugar a dudas “El acuerdo”, el tira y afloja entre un padre que tiene que defender a un hijo homicida, un abogado dispuesto a llegar a acuerdos sucios con un fiscal y una madre sobreprotectora. Se ven los tejes y manejes de la política y la justicia donde lo que menos importa es el asunto y lo que más la tajada que puede sacar cada uno.
“La boda” es la fiesta del esperpento. Una explosión de venganza, amor, infidelidades narrada en la sala de bodas de dos jóvenes. Con ritmo e ironía, resulta la más divertida.
En definitiva, para pasar un buen rato entre comedia, drama, crítica social y violencia.
Bien.
Una entrevista a Ricardo Darín en televisión argentina
http://www.cinesargentinos.com.ar/articulo/266-damian-szifron-y-ricardo-darin-hablan-de-relatos-salvajes/

7,5
57.968
7
31 de agosto de 2014
31 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bien. Muy bien. Una historia sólida, triste, real, bien contada. Pero el cuento se quedaría en el melodrama si no estuviese sostenido por la impresionante actuación de Matthew McConaughey y Jared Leto. En particular, McConaughey está impresionante. Su transformación física es precisa, palpable y chocante. Incluso se ven a la perfección los matices de cuando tiene periodos de mejora, dentro de su lamentable estado. La voz, los gestos, la manera de hablar, todo configura una realidad creíble de este vaquero que se encuentra en la soledad.
Y ese es el otro aspecto, ya pasando a la historia en sí: tras el primer choque, el no resignarse, el negarse a ser un abandonado, desechado, desahuciado. Su gran transformación en este proceso es el descubrimiento de la empatía. Sus “amigos” se burlan de él y le tratan de maricón; descubre –a pesar suyo– el apoyo, el afecto de un travesti, algo que él jamás habría imaginado. En cuanto a chicas, siente la atracción por la doctora, lejos de los prototipos de rubias de bote que hasta poco tiempo antes había frecuentado.
Y hablando de la doctora: encarna el miedo ante esa enfermedad devastadora, su rebelión antes las farmacéuticas que quieren testar un fármaco tóxico en humanos, su empatía hacia los pacientes que no puede del todo manifestar, la obediencia a sus jefes que la llevan a la angustia, la atracción hacia un vaquero, prácticamente iletrado, pero que se muestra cercano e ingenioso…
Toda esta mezcla podría haber resultado en un melodrama pasteloso. Pero no. Hay una sobriedad en la manera de contar el desarrollo del principio de la epidemia. El punto de vista está expresado con claridad por un juez hacia el final: entiendo que un enfermo terminal tenga el derecho a suministrarse cualquier remedio que crea necesario o conveniente –declara el juez dirigiéndose a Ron– pero desgraciadamente la ley no lo permite. A continuación se dirige al representante de la FDA: y ustedes deben pensar en el bien común, antes que en los beneficios, concluye.
Y sí, es ese momento en que la Ley y la Libertad del individuo chocan; el tema queda en el fondo y guía la acción de Ron que persevera hasta el final en su idea: vender a los socios de su club los remedios que sabe que les van a sentar bien. De ahí el título, “Dallas buyers club”, los “compradores del club de Dallas”.
Y ese es el otro aspecto, ya pasando a la historia en sí: tras el primer choque, el no resignarse, el negarse a ser un abandonado, desechado, desahuciado. Su gran transformación en este proceso es el descubrimiento de la empatía. Sus “amigos” se burlan de él y le tratan de maricón; descubre –a pesar suyo– el apoyo, el afecto de un travesti, algo que él jamás habría imaginado. En cuanto a chicas, siente la atracción por la doctora, lejos de los prototipos de rubias de bote que hasta poco tiempo antes había frecuentado.
Y hablando de la doctora: encarna el miedo ante esa enfermedad devastadora, su rebelión antes las farmacéuticas que quieren testar un fármaco tóxico en humanos, su empatía hacia los pacientes que no puede del todo manifestar, la obediencia a sus jefes que la llevan a la angustia, la atracción hacia un vaquero, prácticamente iletrado, pero que se muestra cercano e ingenioso…
Toda esta mezcla podría haber resultado en un melodrama pasteloso. Pero no. Hay una sobriedad en la manera de contar el desarrollo del principio de la epidemia. El punto de vista está expresado con claridad por un juez hacia el final: entiendo que un enfermo terminal tenga el derecho a suministrarse cualquier remedio que crea necesario o conveniente –declara el juez dirigiéndose a Ron– pero desgraciadamente la ley no lo permite. A continuación se dirige al representante de la FDA: y ustedes deben pensar en el bien común, antes que en los beneficios, concluye.
Y sí, es ese momento en que la Ley y la Libertad del individuo chocan; el tema queda en el fondo y guía la acción de Ron que persevera hasta el final en su idea: vender a los socios de su club los remedios que sabe que les van a sentar bien. De ahí el título, “Dallas buyers club”, los “compradores del club de Dallas”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Escenas:
- Ron frente al ordenador en la Biblioteca. Está leyendo sobre la población de riesgo: homosexuales, bisexuales, drogodependientes… personas que practican sexo sin protección… Y la cara le da un vuelco; se le cruzan imágenes de tantas y tantas veces en las que ha follado sin más ganas que el deseo animal. Sí, él también es portador del virus.
MÁS
Sobre la aprobación del AZT y su polémica (y posterior reducción de la posología):
http://www.amcmh.org/PagAMC/articulos/Rev41/articulo_azt_celia_farber.pdf
- Ron frente al ordenador en la Biblioteca. Está leyendo sobre la población de riesgo: homosexuales, bisexuales, drogodependientes… personas que practican sexo sin protección… Y la cara le da un vuelco; se le cruzan imágenes de tantas y tantas veces en las que ha follado sin más ganas que el deseo animal. Sí, él también es portador del virus.
MÁS
Sobre la aprobación del AZT y su polémica (y posterior reducción de la posología):
http://www.amcmh.org/PagAMC/articulos/Rev41/articulo_azt_celia_farber.pdf
12 de agosto de 2014
12 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
- La Naturaleza no ha sido creada a imagen de nuestra a compasión –explica el doctor a Violette, horrorizada al contar cómo las tortugas eran devoradas por las aves rapaces en las islas Galápagos.
- La Naturaleza es cruel. Sebastian lo sabía, pero yo no. Decía: “No, no. Se trata de pájaros, de tortugas, no de nosotros.”
Esta imagen, contada hacia el principio del film es en realidad clave, pues cobrará todo su sentido al final, cuando se desvele la muerte de Sebastian. A la vez, explica el ensañamiento de Violette con Catherine, queriendo a toda costa lobotomizarla. Por otro lado, Sebastian es un depredador que usaba (según explica la propia Catherine) a su madre y a la misma Catherine como medio para conseguir sus presas.
La intriga, el conflicto moral, consiste en ligar la ayuda que Venable piensa otorgar al hospital, donde trabaja Cukrowicz, a la operación a Catherine.
Sebastian, Sebastian... es el nombre más repetido de la historia… Sebastian, como el santo que se sacrifica, que recibe los dardos (o amor) de la madre, el hijo que ha visto a Dios, el hombre que es virgen, según asegura la madre. De hecho, sin decirlo, se alude a tendencias homosexuales (le gustaban los rubios, los nórdicos...). El final aclara este aspecto sin dejar lugar a dudas.
Todos los actores están impresionantes, cada uno en su estilo: la rica viuda algo desquiciada (Katharine Hepburn), el meticuloso doctor (Montgomery Clift), capaz de apiadarse de las historias ajenas y de escuchar con paciencia; la dulce y perturbada Catherine (Liz Taylor). Cada uno de los tres tiene una belleza particular y contundente.
Toda esta fauna de personajes, se mueve en un entorno opulento, algo decadente y sombrío. La preciosa fotografía en blanco y negro (pena que no se aprecien los enormes ojos azules de Clift, tal y como los menciona Catherine en varios momentos) resalta el contraste entre los personajes. Hay encuadres muy estudiados y marcados, pero que no restan fluidez al relato (la escena en la que Violette cuenta la escena de Galápagos, ella se pone en pie, el doctor se sienta, ella se aleja, se acerca después, plano-contraplano de los dos personajes… También abundan los planos en picado o contrapicado que acentúan el dramatismo, pero a la vez, dan protagonismo a cada uno de los personajes que está hablando.
El guión está escrito por Tenessee Williams (y Gore Vidal) y se basa en gran medida en su propia obra. Williams era gay, alcohólico, depresivo (cada uno de estos adjetivos marcaron su vida… y su obra). Williams es un maestro en contar la opresión que ejercen en nosotros los secretos (en La gata sobre el tejado de zinc, Un tranvía llamado deseo…), así como el poder que los demás consiguen ejercer sobre nosotros; en este caso, la dominación de Violette sobre su hijo (¡o viceversa!).
- La Naturaleza es cruel. Sebastian lo sabía, pero yo no. Decía: “No, no. Se trata de pájaros, de tortugas, no de nosotros.”
Esta imagen, contada hacia el principio del film es en realidad clave, pues cobrará todo su sentido al final, cuando se desvele la muerte de Sebastian. A la vez, explica el ensañamiento de Violette con Catherine, queriendo a toda costa lobotomizarla. Por otro lado, Sebastian es un depredador que usaba (según explica la propia Catherine) a su madre y a la misma Catherine como medio para conseguir sus presas.
La intriga, el conflicto moral, consiste en ligar la ayuda que Venable piensa otorgar al hospital, donde trabaja Cukrowicz, a la operación a Catherine.
Sebastian, Sebastian... es el nombre más repetido de la historia… Sebastian, como el santo que se sacrifica, que recibe los dardos (o amor) de la madre, el hijo que ha visto a Dios, el hombre que es virgen, según asegura la madre. De hecho, sin decirlo, se alude a tendencias homosexuales (le gustaban los rubios, los nórdicos...). El final aclara este aspecto sin dejar lugar a dudas.
Todos los actores están impresionantes, cada uno en su estilo: la rica viuda algo desquiciada (Katharine Hepburn), el meticuloso doctor (Montgomery Clift), capaz de apiadarse de las historias ajenas y de escuchar con paciencia; la dulce y perturbada Catherine (Liz Taylor). Cada uno de los tres tiene una belleza particular y contundente.
Toda esta fauna de personajes, se mueve en un entorno opulento, algo decadente y sombrío. La preciosa fotografía en blanco y negro (pena que no se aprecien los enormes ojos azules de Clift, tal y como los menciona Catherine en varios momentos) resalta el contraste entre los personajes. Hay encuadres muy estudiados y marcados, pero que no restan fluidez al relato (la escena en la que Violette cuenta la escena de Galápagos, ella se pone en pie, el doctor se sienta, ella se aleja, se acerca después, plano-contraplano de los dos personajes… También abundan los planos en picado o contrapicado que acentúan el dramatismo, pero a la vez, dan protagonismo a cada uno de los personajes que está hablando.
El guión está escrito por Tenessee Williams (y Gore Vidal) y se basa en gran medida en su propia obra. Williams era gay, alcohólico, depresivo (cada uno de estos adjetivos marcaron su vida… y su obra). Williams es un maestro en contar la opresión que ejercen en nosotros los secretos (en La gata sobre el tejado de zinc, Un tranvía llamado deseo…), así como el poder que los demás consiguen ejercer sobre nosotros; en este caso, la dominación de Violette sobre su hijo (¡o viceversa!).
19 de julio de 2014
19 de julio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michel Leeb (vendedor de pizza en pleno ascenso social), Mathilde Seigner (camarera, sirvienta), Massimo Ranieri (cantante en la calle), Line Renaud, Ticky Holgado (Dios), Arielle Dombasle (una actriz viuda que busca vender su castillo) hasta que se enamora de pronto de… un pizzero.
Personajes dispares que terminan por cruzarse para amarse o alejarse. Y de pronto, golpe de teatro: el giro comienza con una escena de Lelouch con la que fue su mujer Alessandra Martines, hablando de un libro que relata la historia de la película que estamos viendo. Cine dentro del cine, historias que se cruzan, suertes que se enlazan. Realidad y ficción que redunda en ficción porque es una película. Es decir, no hay realidad fuera de la ficción.
Es la historia de una larga carta de amor, la que escribe Shar a su antiguo amante con el que cantaba en la calle, que ella dejó para convertirse en estrella y que ahora necesita recuperar.
Es la historia de Némesis. En la mitología griega, Némesis es la diosa de la venganza o mejor dicho, aquella que venía a restablecer las buenas y malas fortunas para que el mundo mantuviera un equilibrio; así, castigaba al rico o impulsaba la suerte de un pobre….
En la película, Dios aparece en la segunda escena, bajo forma de mendigo. Con humor, se introduce el tema de la divinidad que va repartiendo suerte. La cantante que ha subido como un meteorito (¡gracias al dios Marketing!) se encuentra de pronto abajo, el cantante de la calle de pronto ve su vida cambiada. Y la suerte se restablece al final cuando cada uno tiene el valor de amar a quien realmente debe.
Michel Leeb, un cómico sobrio y creíble, Arielle Dombasle, se mantiene correcta. Massimo Ranieri es el corazón, los sentimientos que son el motor del film (y del film del film). Mathilde Seigner que, como las gemelas que interpretan, mantiene una actitud de observadora, mueve los hilos, sabe, decide, habla, declara y es la más generosa.
Película impresionante de sencillez (lo importante es el amor), ingenio (cómo hacer cine dentro del cine) y delicadeza (increíble dirección de actores; cada uno su estilo, pero todos en una misma línea, actuando con vulnerabilidad sin caer en la lágrima fácil).
Personajes dispares que terminan por cruzarse para amarse o alejarse. Y de pronto, golpe de teatro: el giro comienza con una escena de Lelouch con la que fue su mujer Alessandra Martines, hablando de un libro que relata la historia de la película que estamos viendo. Cine dentro del cine, historias que se cruzan, suertes que se enlazan. Realidad y ficción que redunda en ficción porque es una película. Es decir, no hay realidad fuera de la ficción.
Es la historia de una larga carta de amor, la que escribe Shar a su antiguo amante con el que cantaba en la calle, que ella dejó para convertirse en estrella y que ahora necesita recuperar.
Es la historia de Némesis. En la mitología griega, Némesis es la diosa de la venganza o mejor dicho, aquella que venía a restablecer las buenas y malas fortunas para que el mundo mantuviera un equilibrio; así, castigaba al rico o impulsaba la suerte de un pobre….
En la película, Dios aparece en la segunda escena, bajo forma de mendigo. Con humor, se introduce el tema de la divinidad que va repartiendo suerte. La cantante que ha subido como un meteorito (¡gracias al dios Marketing!) se encuentra de pronto abajo, el cantante de la calle de pronto ve su vida cambiada. Y la suerte se restablece al final cuando cada uno tiene el valor de amar a quien realmente debe.
Michel Leeb, un cómico sobrio y creíble, Arielle Dombasle, se mantiene correcta. Massimo Ranieri es el corazón, los sentimientos que son el motor del film (y del film del film). Mathilde Seigner que, como las gemelas que interpretan, mantiene una actitud de observadora, mueve los hilos, sabe, decide, habla, declara y es la más generosa.
Película impresionante de sencillez (lo importante es el amor), ingenio (cómo hacer cine dentro del cine) y delicadeza (increíble dirección de actores; cada uno su estilo, pero todos en una misma línea, actuando con vulnerabilidad sin caer en la lágrima fácil).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Más
Lelouch, cineasta francés nacido en 1937. Ha firmado una extensa filmografía. Entre sus títulos más conocidos: Les uns et les autres (1981), Les Misérables (1994). Su última película Salaud, on t'aime, en la cual dirige a Johnny Halliday, Sandrine Bonnaire y Eddy Mitchell.
La Web oficial de Lelouch
http://www.lesfilms13.com/
Tráiler de Salaud, on t'aime
http://www.premiere.fr/Cinema/News-Cinema/Video/VIDEO-Salaud-on-t-aime-premieres-images-emouvantes-des-retrouvailles-entre-Johnny-Hallyday-et-Claude-Lelouch-3931974
Lelouch, cineasta francés nacido en 1937. Ha firmado una extensa filmografía. Entre sus títulos más conocidos: Les uns et les autres (1981), Les Misérables (1994). Su última película Salaud, on t'aime, en la cual dirige a Johnny Halliday, Sandrine Bonnaire y Eddy Mitchell.
La Web oficial de Lelouch
http://www.lesfilms13.com/
Tráiler de Salaud, on t'aime
http://www.premiere.fr/Cinema/News-Cinema/Video/VIDEO-Salaud-on-t-aime-premieres-images-emouvantes-des-retrouvailles-entre-Johnny-Hallyday-et-Claude-Lelouch-3931974
6
16 de julio de 2014
16 de julio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ismael (Mathieu Amalric), tras una visita de unos médicos, es conducido a un hospital psiquiátrico. Lejos de ahí, en Grenoble, Nora va a visitar a su padre, hospitalizado en urgencias, le diagnostican un cáncer terminal. Nora quiere volver a París para dejar a su hijo y regresar a Grenoble antes de que su padre muera; quiere encontrar a toda costa a Ismael. Ahí es cuando los dos personajes, Nora e Ismael se van a cruzar.
“Me gustaría que fueras su padre”, esa es la propuesta de Nora a… (No digo más para mantener el suspense).
“No soporto que me sobrevivas”, declara (de nuevo, no digo para no desvelar) en su testamento vital., en una de las escenas más frías de la película.
Película montada en varios planos: Nora y Amalric; presente y pasado; París y Grenoble; hospital del padre y hospital de Amalric.
Ese baile crea en muchos casos confusión (o complejidad innecesaria). La cámara en mano no ayuda a facilitar la comprensión.
Porque, al final, ¿qué nos quieren contar? Son personas que buscan afectos, una familia no tanto de sangre, sino afectiva. Hay que saber dejar el pasado atrás; siempre nos quedan los recuerdos, como le dice Ismael al pequeño Elias.
“Ahora estoy en paz”, declara Nora al final, cuando ha aclarado su relación con el padre y con Ismael (su antigua pareja). Lo declara frente a la cámara, como al principio. El círculo se cierra, la cámara ha sido el testigo de esta historia de búsqueda de amor, que puede provenir de padres, maridos, hijos, amantes… Y como fondo, suena “Moon river”.
Emmanuelle Devos es clara, dulce y luminosa. Mathieu Amalric, un poco exagerado, pero carismático.
“Me gustaría que fueras su padre”, esa es la propuesta de Nora a… (No digo más para mantener el suspense).
“No soporto que me sobrevivas”, declara (de nuevo, no digo para no desvelar) en su testamento vital., en una de las escenas más frías de la película.
Película montada en varios planos: Nora y Amalric; presente y pasado; París y Grenoble; hospital del padre y hospital de Amalric.
Ese baile crea en muchos casos confusión (o complejidad innecesaria). La cámara en mano no ayuda a facilitar la comprensión.
Porque, al final, ¿qué nos quieren contar? Son personas que buscan afectos, una familia no tanto de sangre, sino afectiva. Hay que saber dejar el pasado atrás; siempre nos quedan los recuerdos, como le dice Ismael al pequeño Elias.
“Ahora estoy en paz”, declara Nora al final, cuando ha aclarado su relación con el padre y con Ismael (su antigua pareja). Lo declara frente a la cámara, como al principio. El círculo se cierra, la cámara ha sido el testigo de esta historia de búsqueda de amor, que puede provenir de padres, maridos, hijos, amantes… Y como fondo, suena “Moon river”.
Emmanuelle Devos es clara, dulce y luminosa. Mathieu Amalric, un poco exagerado, pero carismático.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Escenas:
- La grabación / carta del padre a su hija, confesándole su amor/odio.
- Hacia el final, cuando Ismael le explica a Elias por qué no puede adoptarlo, y lo mucho que le quiere…
Lo más:
- El mensaje, lleno de sencillez y emoción.
- Las actuaciones de Emmanuelle Devos y Mathieu Amalric.
Lo menos:
- El montaje confuso.
- La sobreactuación de Ismael y de su abogado, en ciertos momentos.
- La grabación / carta del padre a su hija, confesándole su amor/odio.
- Hacia el final, cuando Ismael le explica a Elias por qué no puede adoptarlo, y lo mucho que le quiere…
Lo más:
- El mensaje, lleno de sencillez y emoción.
- Las actuaciones de Emmanuelle Devos y Mathieu Amalric.
Lo menos:
- El montaje confuso.
- La sobreactuación de Ismael y de su abogado, en ciertos momentos.
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