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5,5
57.649
5
10 de julio de 2009
10 de julio de 2009
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada cierto tiempo me encuentro una película con un punto de partida argumental que me parece muy interesante y al que se le puede sacar mucho jugo, para que luego vaya desinflándose vertiginosamente y se convierta en un film mediocre, cutre y, sobre todo, desaprovechado; porque es significativo (y triste a la vez) que al pobre espectador se le ocurran miles de situaciones buenas para ese guión, y al guionista, tan bien (o tan mal, ¿quién sabe?) pagado, no se le ocurra ninguna de ellas.
En la mayoría de los casos se lo perdono, pues los autores de dichos films suelen ser unos mediocres sin talento que, por mucho que expriman sus ganas de hacer cine, no lo consiguen. El dolor es mucho más hiriente cuando esto te lo hacen dos artistas de un talento tan excepcional como Jim Carrey y Tom Shadyac. Y muchos se preguntarán: ¿Tom shadyac un artista de excepcional talento?, ¿no es un poco exagerado para un director tan normalito, convencional y poco destacable como él?. Pues no, no exagero, pues estoy convencido de que la magnífica Mentiroso compulsivo (1997, Shadyac) es precisamente tan magnífica y soberbia, no solo por el desmesurado talento para la comedia de un impagable Jim Carrey, sino por la inteligente, amena y brillante dirección que Shadyac le aporta. De hecho, me parece insultante que no esté entre las grandes comedias del siglo, ya que, en mi opinión, merece ser reivindicada como una de las películas más divertidas, ocurrentes, inteligentes e hilarantes que jamás dará el cine; muy a la altura de lo mejor de los hermanos Marx, Cary Grant o incluso Woody Allen.
Por eso, me duele que este Como Dios resulte tan tremendo bodrio. Por supuesto, el 90% de la culpa la tiene un guión tan desaprovechado, tontorrón, banal y superfluo que solo rasca la superficie de lo que podía haber dado una gran comedia con momentos de extraordinaria comicidad. Sin embargo, ese guión (que parece escrito en un par de horas de bajísima inspiración) no saca provecho de nada, absolutamente de nada, de lo que podría haber aportado un pequeño toque de originalidad o inteligencia a esta historia, cuyo punto de partida, insisto, me parece genial, pero a los 5 minutos de metraje ya te das cuenta de que seguirá el camino más facilón, torpe y chabacano.
Ahora bien, si el 90% de la culpa es del guión, el 10% restante se lo lleva la desganada interpretación de Jim Carrey y la de los demás actores, así como la impersonal y aburrida dirección de Shadyac. Entiendo perfectamente que no estén motivados, al tener que filmar un guión tan chabacano, pero, por lo menos, ya que van a desperdiciar su talento, que no lo hagan con una idea argumental que podría haber dado tanto de sí. Y es que cada vez estoy más convencido de que en el mundo del cine (o en el de cualquier arte en general) no basta con tener talento, sino que hay que contar con unos buenos pilares argumentales sobre los que poder desarrollarlo.
El Despotricador Cinéfilo
www.eldespotricadorcinefilo.com
En la mayoría de los casos se lo perdono, pues los autores de dichos films suelen ser unos mediocres sin talento que, por mucho que expriman sus ganas de hacer cine, no lo consiguen. El dolor es mucho más hiriente cuando esto te lo hacen dos artistas de un talento tan excepcional como Jim Carrey y Tom Shadyac. Y muchos se preguntarán: ¿Tom shadyac un artista de excepcional talento?, ¿no es un poco exagerado para un director tan normalito, convencional y poco destacable como él?. Pues no, no exagero, pues estoy convencido de que la magnífica Mentiroso compulsivo (1997, Shadyac) es precisamente tan magnífica y soberbia, no solo por el desmesurado talento para la comedia de un impagable Jim Carrey, sino por la inteligente, amena y brillante dirección que Shadyac le aporta. De hecho, me parece insultante que no esté entre las grandes comedias del siglo, ya que, en mi opinión, merece ser reivindicada como una de las películas más divertidas, ocurrentes, inteligentes e hilarantes que jamás dará el cine; muy a la altura de lo mejor de los hermanos Marx, Cary Grant o incluso Woody Allen.
Por eso, me duele que este Como Dios resulte tan tremendo bodrio. Por supuesto, el 90% de la culpa la tiene un guión tan desaprovechado, tontorrón, banal y superfluo que solo rasca la superficie de lo que podía haber dado una gran comedia con momentos de extraordinaria comicidad. Sin embargo, ese guión (que parece escrito en un par de horas de bajísima inspiración) no saca provecho de nada, absolutamente de nada, de lo que podría haber aportado un pequeño toque de originalidad o inteligencia a esta historia, cuyo punto de partida, insisto, me parece genial, pero a los 5 minutos de metraje ya te das cuenta de que seguirá el camino más facilón, torpe y chabacano.
Ahora bien, si el 90% de la culpa es del guión, el 10% restante se lo lleva la desganada interpretación de Jim Carrey y la de los demás actores, así como la impersonal y aburrida dirección de Shadyac. Entiendo perfectamente que no estén motivados, al tener que filmar un guión tan chabacano, pero, por lo menos, ya que van a desperdiciar su talento, que no lo hagan con una idea argumental que podría haber dado tanto de sí. Y es que cada vez estoy más convencido de que en el mundo del cine (o en el de cualquier arte en general) no basta con tener talento, sino que hay que contar con unos buenos pilares argumentales sobre los que poder desarrollarlo.
El Despotricador Cinéfilo
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5
31 de mayo de 2012
31 de mayo de 2012
4 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen dos magníficos westerns de Budd Boetticher ("Cabalgar en solitario" y "Estación comanche", ambas protagonizadas por el siempre correcto Randolph Scott) cuya principal virtud es la sencillez absoluta de su planteamiento y su absoluta falta de pretensiones, de hecho ninguna de las dos supera los 74 minutos de duracción y se centra en narrar de forma rápida, lineal, sencilla, simple y directa las andanzas y heroicidades del personaje del protagonista.
Me han venido sendos films a la cabeza al visionar Hoosiers, este supuesto clásico de los 80 (ay, que miedo me da cada vez que me enfrento a un clásico de los 80, ¡qué década más horrible cinematográficamente hablando!) porque si hubiese sido una película (al más puro estilo de Budd Boetticher) rápida, directa y al grano hubiésemos tenido una muy entretenida, dinámica y frenética cinta sobre el baloncesto acompañada, además, por la excelente música del siempre genial Goldsmith.
Porque hay que reconocerlo, esta clase de película no solo deleita y entusiasma a los amantes del deporte (en este caso el basket) sino que incluso, a los que no comulgamos ni sentimos ningún interés por este deporte, nos hubiese complacido por contemplar fervorosos los partidos que en ella se juegan (al fin y al cabo el cine es especialista en hacernos vibrar y emocionar con cosas que en nuestra vida cotidiana nos importan un bledo: el boxeo, las carreras de coches, el beisbol, etc).
Sin embargo, se debió pensar que hacer solo una película centrada en visionar emocionantes y decisivos partidos de baloncestos era hacer un film muy intrascendente, sencillo y banal, por eso recargó ese guión con una profunda carga psicológica en los personajes secundarios para así aportar más intelectualidad, profundidad y enjundia al conjunto final. Y si lo hubiese hecho bien pues hubiera beneficiado sin duda a la película, pero ¿de qué sirve eso si luego solo los esboza y no desarrolla ninguna de las historias? ¿para rellenar metraje? ¿para que no sea solo ver jugar al baloncesto?
Por que vamos a ver, ¿se explica en algún momento porque la estrella del equipo dejó de jugar en su día y luego volvió inexplicablemente a jugar sin motivo aparente? ¿se explica el porque de la frustración del personaje de Barbara Hershey, Dennis Hopper o incluso Gene Hackman? La respuesta a todas estas cuestiones es no. Se escoge el camino fácil pues solo se limitan a esbozar ambiguos trazos en personajes muy esquemáticos, por no hablar de los clichés tan manidos a los que se recurre una y otra vez.
Más valdría que se hubiesen centrado en la premisa principal de la película: todos los miembros del equipo de baloncesto son importantes por igual y la unión hace la fuerza para superar cualquier reto. Aunque claro, entonces la película hubiese durado muchísimo menos, vamos, como las maravillosas películas de Boetticher, y qué grato recuerdo entonces nos hubiera quedado de este lamentable Hoosiers.
www.eldespotricadorcinefilo.com
Me han venido sendos films a la cabeza al visionar Hoosiers, este supuesto clásico de los 80 (ay, que miedo me da cada vez que me enfrento a un clásico de los 80, ¡qué década más horrible cinematográficamente hablando!) porque si hubiese sido una película (al más puro estilo de Budd Boetticher) rápida, directa y al grano hubiésemos tenido una muy entretenida, dinámica y frenética cinta sobre el baloncesto acompañada, además, por la excelente música del siempre genial Goldsmith.
Porque hay que reconocerlo, esta clase de película no solo deleita y entusiasma a los amantes del deporte (en este caso el basket) sino que incluso, a los que no comulgamos ni sentimos ningún interés por este deporte, nos hubiese complacido por contemplar fervorosos los partidos que en ella se juegan (al fin y al cabo el cine es especialista en hacernos vibrar y emocionar con cosas que en nuestra vida cotidiana nos importan un bledo: el boxeo, las carreras de coches, el beisbol, etc).
Sin embargo, se debió pensar que hacer solo una película centrada en visionar emocionantes y decisivos partidos de baloncestos era hacer un film muy intrascendente, sencillo y banal, por eso recargó ese guión con una profunda carga psicológica en los personajes secundarios para así aportar más intelectualidad, profundidad y enjundia al conjunto final. Y si lo hubiese hecho bien pues hubiera beneficiado sin duda a la película, pero ¿de qué sirve eso si luego solo los esboza y no desarrolla ninguna de las historias? ¿para rellenar metraje? ¿para que no sea solo ver jugar al baloncesto?
Por que vamos a ver, ¿se explica en algún momento porque la estrella del equipo dejó de jugar en su día y luego volvió inexplicablemente a jugar sin motivo aparente? ¿se explica el porque de la frustración del personaje de Barbara Hershey, Dennis Hopper o incluso Gene Hackman? La respuesta a todas estas cuestiones es no. Se escoge el camino fácil pues solo se limitan a esbozar ambiguos trazos en personajes muy esquemáticos, por no hablar de los clichés tan manidos a los que se recurre una y otra vez.
Más valdría que se hubiesen centrado en la premisa principal de la película: todos los miembros del equipo de baloncesto son importantes por igual y la unión hace la fuerza para superar cualquier reto. Aunque claro, entonces la película hubiese durado muchísimo menos, vamos, como las maravillosas películas de Boetticher, y qué grato recuerdo entonces nos hubiera quedado de este lamentable Hoosiers.
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5,9
7.708
4
6 de diciembre de 2008
6 de diciembre de 2008
5 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un amigo mío es de la opinión que Coppola no ha vuelto a ser el mismo desde que terminó la década de los 70, y que en toda la década de los 80 perdió totalmente su toque y solo hizo una basura tras otra sin el menor interés, muy lejos todas de las soberbias e inmortales Obras Maestras que nos brindó en los años 70.
No puedo estar más de acuerdo, aunque yo no soy tan radical, por supuesto que ni él (ni nadie) ha vuelto al alcanzar sus cotas de maestría que demostró genialmente en esas películas setenteras y que tanto amor cinéfilo nos ha proporcionado (soy de esos cinéfilos que se ha visto más de 15 veces “El Padrino II” (1974), y probablemente la volveré a ver en años sucesivos otras 15 veces pues a mi parecer es la Obra Maestra Absoluta de la historia del cine), por ello cualquier otra obra menor empaña siempre mi querido recuerdo hacía Coppola.
No creo que el problema sea que en los años 80 (y en menor medida en los años 90) haya hecho bodrios, creo sinceramente que son films totalmente impersonales y por tanto carentes de alma, son films de encargo, y Coppola es un cineasta que ni no se vuelca en un film al 100% (escribiéndolo, madurándolo, produciéndolo y dirigiéndolo, es decir, pariéndolo de sus entrañas) acaba desmotivándose y por ello todos esos films son fríos, distantes, impersonales y realizados con una desgana latente, cualquier otro director podría haberlos realizado (incluso probablemente mejor que Coppola), y que únicamente por sus continuos problemas económicos realizó para encontrar financiación para sus films más personales.
Es difícil decantarse por cual de todas esas películas de esa época es la peor de todas, pero tras revisionar de nuevo “Peggy Sue se casó” no me cabe la menor duda, pues pocas ideas arguméntales tan ingeniosas y potenciales jugosas (deudora, como no, de la magistral “Regreso al futuro” que Zemeckis realizó un año antes) naufragan tan catastróficamente como este lamentable “Peggy Sue”.
Toda la dirección de la película es impersonal, aburrida, banal, ramplona y sumamente decepcionante, a mí (y a cualquiera) se le ocurrirían 10 maneras diferentes de desarrollar ese guión, todas menos la que se eligió, vaya insulto al espectador, menuda tomadura de pelo y sobre todo vaya desperdició de idea brillante que podría haber dado mucho de no ser por la evidente desgana, desinterés, indiferencia y vageza con la que Coppola se enfrentó al proyecto (y menos mal que gracias a la esforzada interpretación de Kathleen Turner remonta un poco, pero ni por esas).
De todos modos, a pesar de haberme decepcionado ya demasiadas veces, me es muy difícil en general sentir desilusión por Coppola, porque se en mi fuero interno que este padrino del cine aún nos podrá regalar alguna joya incuestionable y que ese toque que muchos dan ya por perdido volverá a reflotar, y es que el verdadero amor (sobre todo el cinéfilo) nunca se olvida del todo.
El Despotricador Cinéfilo
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No puedo estar más de acuerdo, aunque yo no soy tan radical, por supuesto que ni él (ni nadie) ha vuelto al alcanzar sus cotas de maestría que demostró genialmente en esas películas setenteras y que tanto amor cinéfilo nos ha proporcionado (soy de esos cinéfilos que se ha visto más de 15 veces “El Padrino II” (1974), y probablemente la volveré a ver en años sucesivos otras 15 veces pues a mi parecer es la Obra Maestra Absoluta de la historia del cine), por ello cualquier otra obra menor empaña siempre mi querido recuerdo hacía Coppola.
No creo que el problema sea que en los años 80 (y en menor medida en los años 90) haya hecho bodrios, creo sinceramente que son films totalmente impersonales y por tanto carentes de alma, son films de encargo, y Coppola es un cineasta que ni no se vuelca en un film al 100% (escribiéndolo, madurándolo, produciéndolo y dirigiéndolo, es decir, pariéndolo de sus entrañas) acaba desmotivándose y por ello todos esos films son fríos, distantes, impersonales y realizados con una desgana latente, cualquier otro director podría haberlos realizado (incluso probablemente mejor que Coppola), y que únicamente por sus continuos problemas económicos realizó para encontrar financiación para sus films más personales.
Es difícil decantarse por cual de todas esas películas de esa época es la peor de todas, pero tras revisionar de nuevo “Peggy Sue se casó” no me cabe la menor duda, pues pocas ideas arguméntales tan ingeniosas y potenciales jugosas (deudora, como no, de la magistral “Regreso al futuro” que Zemeckis realizó un año antes) naufragan tan catastróficamente como este lamentable “Peggy Sue”.
Toda la dirección de la película es impersonal, aburrida, banal, ramplona y sumamente decepcionante, a mí (y a cualquiera) se le ocurrirían 10 maneras diferentes de desarrollar ese guión, todas menos la que se eligió, vaya insulto al espectador, menuda tomadura de pelo y sobre todo vaya desperdició de idea brillante que podría haber dado mucho de no ser por la evidente desgana, desinterés, indiferencia y vageza con la que Coppola se enfrentó al proyecto (y menos mal que gracias a la esforzada interpretación de Kathleen Turner remonta un poco, pero ni por esas).
De todos modos, a pesar de haberme decepcionado ya demasiadas veces, me es muy difícil en general sentir desilusión por Coppola, porque se en mi fuero interno que este padrino del cine aún nos podrá regalar alguna joya incuestionable y que ese toque que muchos dan ya por perdido volverá a reflotar, y es que el verdadero amor (sobre todo el cinéfilo) nunca se olvida del todo.
El Despotricador Cinéfilo
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6,8
72.056
5
5 de octubre de 2010
5 de octubre de 2010
2 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca deja de sorprenderme cómo los cinéfilos (o determinados cinéfilos), cuándo nos gusta mucho una película, le cogemos inmediatamente un gran cariño y afecto al director, hasta el punto de disculpar y justificar los engendros cinematográficos que dirija a partir de entonces. Por supuesto, estoy hablando de David Fincher y de la mítica película "Seven".
"Seven" nos cautivó, emocionó, sobrecogió y sorprendió tanto en su día que subimos a los altares (de forma indebidamente apresurada) a su director. Y desde ese momento fuimos, o por lo menos yo fui, justificando cada nueva película como si fuera hija legítima de su talento y digna sucesora de "Seven". Hasta aquí bien, hasta aquí se puede tolerar, incluso pueden verse aciertos parciales en films tremendamente fallidos como "The game", "La habitación del pánico" o "El curioso caso de Benjamin Button", o incluso en películas muy notables como "El club de la lucha".
Ahora bien, seamos justos: si "Zodiac" no fuese de Fincher, ¿tendríamos algún reparo en pontificar que estamos ante un bodrio soporífero e inaguantable? Yo, al menos, no. Es difícil (francamente difícil) encontrar alguna virtud en este film. Más aún, es irritante porque el punto de partida es muy interesante y podría haber sido un thriller intenso y emocionante en manos de otro director. En cambio, solo encontramos una película donde el tedio se apodera del espectador desde el primer minuto (y lo que es peor: el metraje es de muchísimos, demasiados, minutos), con unos buenos actores desaprovechados (es sangrante el poco jugo que le saca al personaje de Robert Downey Jr.) y, sobre todo, una arritmia narrativa vergonzosa que no solo no hace despegar el film, sino que lo estanca una y otra vez.
He leído, escrito por los defensores acérrimos (e irracionales) de "Zodiac", que su mayor virtud es que está contada como un documental minucioso, exhaustivo y escrupuloso basado en la labor policial. Si esto es así, ¿por qué entonces cualquier documental real, ya sea de investigación policial o periodística, es más entretenido y emocionante que el film? No justifiquemos más, es simplemente mala y fallida, y ya está. Al fin y al cabo "errare humanum est", solo que Fincher yerra más de lo que sería aconsejable.
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"Seven" nos cautivó, emocionó, sobrecogió y sorprendió tanto en su día que subimos a los altares (de forma indebidamente apresurada) a su director. Y desde ese momento fuimos, o por lo menos yo fui, justificando cada nueva película como si fuera hija legítima de su talento y digna sucesora de "Seven". Hasta aquí bien, hasta aquí se puede tolerar, incluso pueden verse aciertos parciales en films tremendamente fallidos como "The game", "La habitación del pánico" o "El curioso caso de Benjamin Button", o incluso en películas muy notables como "El club de la lucha".
Ahora bien, seamos justos: si "Zodiac" no fuese de Fincher, ¿tendríamos algún reparo en pontificar que estamos ante un bodrio soporífero e inaguantable? Yo, al menos, no. Es difícil (francamente difícil) encontrar alguna virtud en este film. Más aún, es irritante porque el punto de partida es muy interesante y podría haber sido un thriller intenso y emocionante en manos de otro director. En cambio, solo encontramos una película donde el tedio se apodera del espectador desde el primer minuto (y lo que es peor: el metraje es de muchísimos, demasiados, minutos), con unos buenos actores desaprovechados (es sangrante el poco jugo que le saca al personaje de Robert Downey Jr.) y, sobre todo, una arritmia narrativa vergonzosa que no solo no hace despegar el film, sino que lo estanca una y otra vez.
He leído, escrito por los defensores acérrimos (e irracionales) de "Zodiac", que su mayor virtud es que está contada como un documental minucioso, exhaustivo y escrupuloso basado en la labor policial. Si esto es así, ¿por qué entonces cualquier documental real, ya sea de investigación policial o periodística, es más entretenido y emocionante que el film? No justifiquemos más, es simplemente mala y fallida, y ya está. Al fin y al cabo "errare humanum est", solo que Fincher yerra más de lo que sería aconsejable.
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6,8
1.087
5
14 de mayo de 2011
14 de mayo de 2011
7 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi admiración por Bette Davis es infinita. Al fin y al cabo estamos hablando de una de las mejores actrices de todos los tiempos, con interpretaciones en su carrera de pura antología. Esa admiración, sin embargo, no me ciega tanto como para no reconocer que existen, como mínimo, dos películas donde no puede ser más inverosímil e inapropiado el papel que interpreta. Una es "El señor Skeffington" (Vicent Sherman, 1944); la otra, "Como ella sola".
¿Por qué me resulta tan absolutamente increíble Bette Davis en dichos papeles? Pues porque la mítica actriz tendrá multitud de virtudes y un talento incuestionable, pero en cuanto a belleza física deja mucho que desear. Siendo muy benévolo se podría decir que la Davis es simplemente mona, pero dista mucho de ser guapa y atractiva (da igual que se mida por los cánones de belleza de los años 40 que por los actuales). Esto es una gran obviedad.
Entonces, ante tal evidencia, ¿cómo podemos llegar a creernos que desate esas pasiones amorosas, encandile con su belleza a todos los personajes y enamore fugazmente a todo el que la rodea? Una cosa es la suspensión de credibilidad y otra, muy distinta, es aceptar lo inaceptable.
Pero vamos, hagamos un esfuerzo y supongamos que la belleza es algo relativo y que el personaje de Bette Davis tiene tal magnetismo que ciega de pasión y amor a todo hombre que se cruce con ella. Si nos atenemos a esta suposición, entonces se puede tolerar "El señor Skeffington", pero desde luego nunca el personaje de "Como ella sola".
Puesto que, dado que el atractivo o la atracción física que despierta una mujer es algo muy personal, subjetivo y cuestionable. Hasta ahí consiento. Lo que ya no me cabe en la cabeza es cómo, careciendo de virtudes físicas, pueda llegar a gustar un personaje tan desagradable, pueril, caprichoso, consentido, cruel, déspota, nauseabundo y vulgar. Más que un cúmulo de virtudes, tiene todo un torrente de defectos a cual peor. Y, sin embargo, esto no es impedimento para que sea una mujer arrebatadora que desata pasiones entre los hombres. Inverosímil se mire por donde se mire.
De todos modos, la Davis es una actriz tan fabulosa y todoterreno que se le perdona que interprete papeles tan inadecuados y absurdos. Por tanto, conectemos al máximo nuestra suspensión de credibilidad y a disfrutar el melodrama en todo su esplendor.
www.eldespotricadorcinefilo.com
¿Por qué me resulta tan absolutamente increíble Bette Davis en dichos papeles? Pues porque la mítica actriz tendrá multitud de virtudes y un talento incuestionable, pero en cuanto a belleza física deja mucho que desear. Siendo muy benévolo se podría decir que la Davis es simplemente mona, pero dista mucho de ser guapa y atractiva (da igual que se mida por los cánones de belleza de los años 40 que por los actuales). Esto es una gran obviedad.
Entonces, ante tal evidencia, ¿cómo podemos llegar a creernos que desate esas pasiones amorosas, encandile con su belleza a todos los personajes y enamore fugazmente a todo el que la rodea? Una cosa es la suspensión de credibilidad y otra, muy distinta, es aceptar lo inaceptable.
Pero vamos, hagamos un esfuerzo y supongamos que la belleza es algo relativo y que el personaje de Bette Davis tiene tal magnetismo que ciega de pasión y amor a todo hombre que se cruce con ella. Si nos atenemos a esta suposición, entonces se puede tolerar "El señor Skeffington", pero desde luego nunca el personaje de "Como ella sola".
Puesto que, dado que el atractivo o la atracción física que despierta una mujer es algo muy personal, subjetivo y cuestionable. Hasta ahí consiento. Lo que ya no me cabe en la cabeza es cómo, careciendo de virtudes físicas, pueda llegar a gustar un personaje tan desagradable, pueril, caprichoso, consentido, cruel, déspota, nauseabundo y vulgar. Más que un cúmulo de virtudes, tiene todo un torrente de defectos a cual peor. Y, sin embargo, esto no es impedimento para que sea una mujer arrebatadora que desata pasiones entre los hombres. Inverosímil se mire por donde se mire.
De todos modos, la Davis es una actriz tan fabulosa y todoterreno que se le perdona que interprete papeles tan inadecuados y absurdos. Por tanto, conectemos al máximo nuestra suspensión de credibilidad y a disfrutar el melodrama en todo su esplendor.
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