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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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21 de enero de 2015 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine patriótico que toca un tema que aún colea (y lo que, por desgracia, nos queda). El relato de un francotirador que protegió las vidas de muchos marines encaramado con su rifle a las azoteas iraquíes, cual “el que está en las alturas”, se asegura una enorme taquilla en su país de producción: Dios, patria y familia. Además, si les das una historia basada en hechos reales, ya tenemos el orgullo de pertenencia. Para mí, que ni orgullo ni pertenencia, el resultado me queda alargado y plano. Eso sí, a Eastwood lo que es de Eastwood: las escenas bélicas están realizadas con un gran oficio, faltaría Clint. Y el actor Bradley Cooper vuelve a estar nominado, y van tres seguidas; aunque creo que a la tercera no va a ir la vencida.

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13 de enero de 2015 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El lenguaje de las flores es el lenguaje de una intención. Las flores para pedir o las flores para despedir. Flores sin tarjeta. Flores en una curva. “Son sólo flores” es el baseline de una muy buena película, que se convertía en la primera rodada íntegramente en euskera que participaba en la sección oficial del festival. Loreak significa flores. Por un lado una mujer recibe flores de un desconocido todas las semanas. Por otro, un accidente mortal y más flores como homenaje. El anonimato es lo que une las dos historias. El anonimato y tres mujeres a las que un simple ramo les cambia la vida.

José María Goenaga y Jon Garaño dirigen con pulso firme (siempre he querido escribir esto) una historia mínima en su argumento pero grande en su desarrollo. Los realizadores, y escritores del guión, no gastan recursos en florituras y van directamente a lo que atañe. Aunque las flores sean sólo flores, Loreak es algo más: cine sin pretensiones, hecho con gusto y que no participaba para contentar al personal, ni mucho menos.

Además de las tres mujeres, auténticas protagonistas del film, aprovecho esta película para nombrar a su actor principal Josean Bengoetxea. Una de las figuras del festival, pues su persona y su personaje se pasearon por Loreak, Lasa y Zabala, Negociador y Los tontos y los estúpidos. Bien por Josean.

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13 de marzo de 2013 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Thomas Anderson no es normal. Su cine es arriesgado. Sabe que tiene un poder divino para el mundo del celuloide con el que puede conseguir que lluevan ranas o que Tom Cruise esté creíble. Paul Thomas Anderson empezó a finales de los noventa con Boogie Nights y Magnolia, dos muy buenas películas que además eran, pese a su duración, totalmente digeribles. El paso del tiempo no ha rebajado en absoluto el largo metraje de sus productos, pero su mano firme y cada vez más personal, le ha añadido a su cine el riesgo de que los espectadores se vayan de las salas donde se exhiben sus películas debido a que no pueden tragar con algo que no les entretiene. Estamos ante un director y guionista que, como Terrence Malick, ofrecen trabajos donde el público debate entre la obra maestra y el fraude. Son películas que te gustan o no. Parece que no hay término medio.

El día que fui a verla me encontré en la salida con un conocido. Una persona de la que no tenía ni idea de sus gustos cinematográficos. Le pregunté qué le había parecido la película y me contestó: “La verdad es que no me ha gustado nada. A partir de la media hora he estado jugando con el móvil porque no entendía lo que me querían contar”. Yo, como siempre, pensé que para gustos los colores. Algo que quedó remarcado por su cierre del diálogo: “Ayer fui a ver Hansel & Gretel: Cazadores de brujas y esa sí que me gustó, y muchísimo”. He ahí la grandeza del cine. Hay de todo y para todos. Eso sí, si tu película preferida es Crepúsculo no vayas a ver El árbol de la vida a no ser que el objetivo sea una cita con fines de cópula. Al igual que si te encanta Hansel & Gretel: Cazadores de brujas no vayas a ver The Master.

The Master nos cuenta la historia de la posguerra mental y física de Freddie Quell, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que no encuentra en su regreso a casa ningún estímulo. Un individuo de carácter individual, inestable, alcohólico, sexual y autodestructivo que encuentra en Lancaster Dodd un maestro que puede llevarle por el buen camino. Un buen camino filosófico-espiritual llamado “La Causa”, que según cuentan es una forma inventada de llamar a la Iglesia de la Cienciología.

Es el principio de la película una descripción del personaje de Freddie Quell. Vemos su imposibilidad de vínculo, su falta de tacto, sus adicciones y su disfuncionalidad mental. Un personaje interpretado algo histriónicamente por Joaquin Phoenix, pues su personaje, aunque bien definido, canta a método por todos lados. Un personaje que se nos va describiendo y que no evoluciona hasta que conoce al líder de “La Causa”. Es entonces donde se precisa el personaje del líder de la secta, desentrañado por un convincente —como siempre— Philip Seymour Hoffman. En ningún momento vemos una denuncia clara al mundo de las sectas, sino que vemos una película que basa su eje argumental en la yunta entre maestro y pupilo, entre padre e hijo, entre dos personas que se necesitan, entre dos personas que, cada uno a su manera, están enfermas. Anderson no ha buscado un film comercial y morboso —como muchos se esperaban— que hablara de cómo ciertas sociedades místico-lucrativas crecieron en la América de los 50, sino que se ha basado en la dualidad entre secta y adepto para entrar en la mente de las dos partes: feligrés vs. líder.

Grabar la psique de los personajes es algo que no viene simplemente determinado por sus diálogos o acciones, sino que viene reforzado por los silencios, por el espectacular enfoque-desenfoque que maneja el realizador y por una banda sonora extraordinaria e hipnótica compuesta por Jonny Greenwood, integrante de Radiohead. Por eso The Master puede que no sea una película dinámica y pirotécnica, pero en mi opinión sí es compleja y enormemente seductora, amén de elaborada por alguien que sabe mucho de cine y que propone nuevas formas de retarnos. The Master es una gran película. De Hansel & Gretel: Cazadores de brujas no puedo decir nada porque no la he visto.

A positivar todas las secuencias donde Hoffman y Phoenix se quedan a solas, sobre todo la de la regresión que efectúa el maestro a su inestable fiel y la escena de la cárcel.

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28 de enero de 2013 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue Alain Resnais, junto con Godard y Truffaut, uno de los principales exponentes de la Nouvelle Vague: la nueva ola del cine francés que nos mostró otra forma de enfrentarse a la fotografía y al montaje. Y ahora, a sus 90 años, este inclasificable director continúa sorprendiéndonos; aunque, en el caso de esta película, por su forma de enfrentarse a la narración. Las malas hierbas no es en absoluto una obra digerible desde el punto de vista racional, pero si desde la perspectiva de la libertad creativa y de la dirección. El montaje de la cinta es perfecto. Toda clase de planos y movimientos de cámara, nada gratuitos, que nos dejan atrapados, no tanto por lo que estamos entendiendo, sino por lo que estamos viendo. Cien minutos de metraje intentando que llegue el momento donde todo tenga un sentido. Un momento que, quizá, no llegue nunca o que, quizá, esté todo el rato frente a nuestros ojos.

El impresionista cartel de Las malas hierbas hace de prólogo y advertencia a la película que podemos encontrarnos: una mirada diferente a la publicidad de un producto que no busca masas. La síntesis de este interesante delirio sería algo así: Georges encuentra una cartera roja que alguien ha desechado (previo desvalijo del efectivo) del bolso robado de Marguerite. Al mirar los documentos de identidad de la mujer con la intención de devolver el monedero, éste queda totalmente atrapado; y el espectador también.

Después de leer algunas críticas personales en Filmaffinity he podido comprobar que para algunos esta película es una tomadura de pelo, para mí no lo ha sido en absoluto. Aunque después del chocante final del film me quedé un rato digiriéndolo, lo que está claro es que el director no trata de engañar a nadie. Un paradójico narrador omnisciente que no recuerda algunos datos, las superposiciones de imágenes donde los personajes debaten con ellos mismos, el secreto que esconde el pasado del protagonista —uno de los miles de macguffins introducidos en la historia—, la edad de la mujer de George que quizá no nos cuadre mucho al descubrir que tienen nietos y la genial aparición de un policía extrañamente interesado en una simple cartera robada, son algunos de los datos que nos indican que el señor Resnais no trata de engañar a ningún espectador y, a su vez, trata de desorientarnos explícitamente a todos. Así que tened claro que a la conclusión de Las malas hierbas no descubrimos que ha sido el mayordomo con el candelabro en la biblioteca. Además, el director (y esto es lo que positivamos para esta película), nos ofrece un final hollywoodiense, con música al uso, antes de ofrecernos su final lógico a una película ilógica.

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21 de enero de 2015 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacer cine sin artificios, sin masas, sin dependencia, sin permiso y sin color. Hacer cine con pasión. Hacer cine que se vomita desde una película caducada. Eso es Los ilusos. Una obra, girada de modo teatral y de título azconiano, que no sólo brota de la ilusión, sino también del ilusionismo. De aspecto gris, afrancesado y trasnochado. Con personajes con nombre. Con actores nombrados. Con una pretenciosidad surgida de la cultura mamada. Un film de a ratos, de “¿tú cuándo puedes?”, de “¿te apetece? Están las cámaras y la película. Están los actores. Están los técnicos. Están los amigos. Está el talento. Está Madrid. Están los bares de siempre. El guión no está; pero se le espera. Los ilusos versa de salir a grabar. La historia es la de siempre. La historia es mínima. Ahí está su grandeza.

De sinopsis trastornada, Los ilusos va de amigos que se juntan y de parejas que se separan. De cafés con leche y cervezas. De amores iniciáticos. De figurantes robados. Los ilusos va de un cineasta que quiere rodar su segunda película y rueda a un cineasta que quiere rodar su segunda película. De improvisar y aprovechar. De cine. De libros. De cine. De música. De cine.

Jonás Trueba Rueda. No está en la Wikipedia. Dedica a su padre Los ilusos. Jonás Trueba ha hecho su segunda película. Después de Todas las canciones hablan de mí, ha salido a rodar y a rodear una película que estaba dando vueltas. Una película de la que se estaría hablando si se hubiera realizado hace treinta años y de la que se hablará mañana. Su primera película era la película de un pequeño enamorado. Los ilusos es la de un pequeño genio. “Puede que me equivoque, pero existe un momento en la vida, solo uno, en el que somos conscientes de que somos genios o enamorados.” ¿Cómo será su tercera película? Curiosidad. A positivar mi sensación. Tuve la impresión de estar ante algo importante.

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