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7,6
118.667
8
12 de mayo de 2011
12 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asombrosa, espectacular, soberbia, genial, extraña, inquietante, enfermiza, obsesiva, compleja, morbosa, bizarra, angustiosa… Se podrían llenar hojas y hojas con adjetivos que le irían como anillo al dedo a la última obra de Darren Aronofsky. Pero no todo pueden ser parabienes para ‘Cisne negro’, que está lejos de la perfección que proclama su protagonista. Es una película desequilibrada, que levantará tantas pasiones como odios y no dejará a nadie indiferente. En definitiva, puro cine.
Aronofsky tras tomarse un respiro con ‘El Luchador’, una película clásica tanto en su forma como en su fondo, vuelve por sus fueros y da rienda suelta a su vertiente más efectista. El norteamericano es uno de los pocos directores capaces de hacer del defecto, una virtud. Pero un defecto, siempre será tal, aunque Aronofsky sepa disfrazarlo de virtud y no engañe a su público, que ya sabe como se las gasta. Los últimos minutos de ‘Requiém por un sueño’ conseguían removerte en la butaca y dejarte con mal cuerpo. En ‘Cisne negro’ repite la receta, firmando un final apoteósico heredero directo del exceso propio del director.
La ‘oscarizada’ Natalie Portman está extraordinaria en el papel de su vida y no desaprovecha la oportunidad, impregnando cada fotograma con sangre, sudor y lágrimas. La actriz entrega su cuerpo, su mente y su alma al personaje de Nina Sayers y baja con ella hasta los infiernos de una psique enferma, que solo encontrará una salida a esa espiral de autodestrucción. Mención especial merecen Mila Kunis, en un personaje cargado de erotismo y Vincent Casell que borda su papel interpretando al director del ballet, un motivador nato que empujará a su actriz principal a la locura. Además se agradece volver a ver a actrices que dejaron de encabezar los carteles hace muchos años, Winona Ryder y Barbara Hershey. La primera se mete en la piel de una estrella venida a menos, un papel con mucho de autobiográfico al igual que el de Mickey Rourke en ‘El Luchador’. Mientras que la dubitativa Lee de ‘Hannah y sus hermanas’ encarna a la castrante y posesiva madre de la protagonista.
La película muestra el lado oscuro del ballet, un mundo tan elitista como banal en el que la rivalidad, la envidia y el rencor están a la orden del día. La competencia entre bambalinas puede llegar a convertirse en algo grotesco, en contraste con la belleza que se brinda de cara al público. También es una película tremendamente fetichista, en la que los espejos adquieren vida propia reflejando la dualidad en la que se mueve Nina Sayers y algo tan aparentemente trivial como sus uñas, se convierten en algo malsano y desagradable. Ambos elementos se vuelven omnipresentes y ayudan a entrever el deterioro mental y físico de la protagonista, que al ritmo de Tchaikovski se va quebrando y transformando en aquello que tanto ansía, un cisne negro.
Aronofsky tras tomarse un respiro con ‘El Luchador’, una película clásica tanto en su forma como en su fondo, vuelve por sus fueros y da rienda suelta a su vertiente más efectista. El norteamericano es uno de los pocos directores capaces de hacer del defecto, una virtud. Pero un defecto, siempre será tal, aunque Aronofsky sepa disfrazarlo de virtud y no engañe a su público, que ya sabe como se las gasta. Los últimos minutos de ‘Requiém por un sueño’ conseguían removerte en la butaca y dejarte con mal cuerpo. En ‘Cisne negro’ repite la receta, firmando un final apoteósico heredero directo del exceso propio del director.
La ‘oscarizada’ Natalie Portman está extraordinaria en el papel de su vida y no desaprovecha la oportunidad, impregnando cada fotograma con sangre, sudor y lágrimas. La actriz entrega su cuerpo, su mente y su alma al personaje de Nina Sayers y baja con ella hasta los infiernos de una psique enferma, que solo encontrará una salida a esa espiral de autodestrucción. Mención especial merecen Mila Kunis, en un personaje cargado de erotismo y Vincent Casell que borda su papel interpretando al director del ballet, un motivador nato que empujará a su actriz principal a la locura. Además se agradece volver a ver a actrices que dejaron de encabezar los carteles hace muchos años, Winona Ryder y Barbara Hershey. La primera se mete en la piel de una estrella venida a menos, un papel con mucho de autobiográfico al igual que el de Mickey Rourke en ‘El Luchador’. Mientras que la dubitativa Lee de ‘Hannah y sus hermanas’ encarna a la castrante y posesiva madre de la protagonista.
La película muestra el lado oscuro del ballet, un mundo tan elitista como banal en el que la rivalidad, la envidia y el rencor están a la orden del día. La competencia entre bambalinas puede llegar a convertirse en algo grotesco, en contraste con la belleza que se brinda de cara al público. También es una película tremendamente fetichista, en la que los espejos adquieren vida propia reflejando la dualidad en la que se mueve Nina Sayers y algo tan aparentemente trivial como sus uñas, se convierten en algo malsano y desagradable. Ambos elementos se vuelven omnipresentes y ayudan a entrever el deterioro mental y físico de la protagonista, que al ritmo de Tchaikovski se va quebrando y transformando en aquello que tanto ansía, un cisne negro.

7,7
161.309
9
20 de enero de 2011
20 de enero de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así lo dirían los marcianitos rescatados de ‘El gaaaaancho’ en el Pizza Planet durante la primera parte de la genial trilogía dedicada a nuestros queridos ‘juguetes’. Tras ver la tercera parte, protagonizada como no por los ya inmortales Woody y Buzz, decidí realizar una crítica dedicada a todo el universo ‘Toy Story’ y ya de paso a sus creadores, los geniales estudios Pixar. Allá por 1995 llegaba a las pantallas de cine ‘Toy Story’, la primera película realizada en animación digital. La calidad del film fue tan enorme como su éxito en taquilla y pronto todos los estudios se olvidaron de la animación en 2D para pasarse al 3D que tan buenos resultados había dado. De esta manera la competencia se puso las pilas y surgieron maravillas como 'Shrek'.
Pero Pixar no se acomodó tras el éxito de 'Toy Story', sino que siguió trabajando para ofrecernos cada año una nueva película. Llegaron ‘Bichos’, ‘Toy Story 2’, ‘Monstruos S.A’, ‘Buscando a Nemo’, ‘Los Increíbles’, ‘Cars’, ‘Ratatouille’, ‘Wall-E’, ‘Up’ y ‘Toy Story 3’. Cada vez que acababa de ver estas películas, un comentario salía de mi boca: “Pixar ha tocado techo, no pueden hacer una película mejor” y año tras año conseguían cerrarme la boca creando obra maestra tras obra maestra. A todo esto le añadieron una serie de cortos acompañando al largo respectivo, como olvidar títulos como ‘Presto’, ‘Parcialmente Nublado’ o ‘Abducido’. Espero que la Academia de Hollywood se digne algún año de estos a premiar a alguna de las creaciones de Pixar con el galardón a la ‘Mejor Película’, porque el de ‘Mejor Película de Animación’ se les empezó a quedar pequeño hace ya muchos años. Dentro de un tiempo a los nacidos después de, pongamos 1985, se les pondrá el calificativo de ‘generación Pixar’ y será algo de lo que sentirse muy orgulloso.
Pero Pixar no se acomodó tras el éxito de 'Toy Story', sino que siguió trabajando para ofrecernos cada año una nueva película. Llegaron ‘Bichos’, ‘Toy Story 2’, ‘Monstruos S.A’, ‘Buscando a Nemo’, ‘Los Increíbles’, ‘Cars’, ‘Ratatouille’, ‘Wall-E’, ‘Up’ y ‘Toy Story 3’. Cada vez que acababa de ver estas películas, un comentario salía de mi boca: “Pixar ha tocado techo, no pueden hacer una película mejor” y año tras año conseguían cerrarme la boca creando obra maestra tras obra maestra. A todo esto le añadieron una serie de cortos acompañando al largo respectivo, como olvidar títulos como ‘Presto’, ‘Parcialmente Nublado’ o ‘Abducido’. Espero que la Academia de Hollywood se digne algún año de estos a premiar a alguna de las creaciones de Pixar con el galardón a la ‘Mejor Película’, porque el de ‘Mejor Película de Animación’ se les empezó a quedar pequeño hace ya muchos años. Dentro de un tiempo a los nacidos después de, pongamos 1985, se les pondrá el calificativo de ‘generación Pixar’ y será algo de lo que sentirse muy orgulloso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
‘Toy Story’ dejó para el recuerdo escenas como la expedición de los soldados para retransmitir la fiesta de cumpleaños de Andy, la aparición del ‘ultra-moderno’ Buzz Lightyear y el correspondiente destierro de Woody como juguete favorito, los ‘deformes’ juguetes de Sid dando un susto de muerte a su terrible dueño, la depresión de Buzz cuando descubre que no puede volar y que no es más que un simple juguete, la carrera contrarreloj para alcanzar el camión de las mudanzas, etc. Luego llegó ‘Toy Story 2’ y la aparición de nuevos personajes como Jessie o Perdigón a los que se unían momentos sublimes como la subida en el ascensor con el ‘otro’ Buzz al mando, el “yo soy tu padre” del malvado Emperador Zurg o las dificultades para cruzar una calle en medio de la gran ciudad. Todo ello aderezado con una complicada disyuntiva para Woody, elegir entre pasar a la historia o seguir al lado de su dueño. Y en 2010 por fin volvieron los juguetes con ‘Toy Story 3’ y la marcha de Andy a la Universidad, hecho que cierne una amenaza sobre nuestros juguetes: el desván o la basura. Y más momentos para guardar en la retina, los distintos tipos de Buzz (mención especial para su versión flamenca), la huida de la guardería al más puro estilo ‘La Gran Evasión’ y sobre todo esos últimos 20 minutos que te agarran el corazón y no te lo sueltan hasta que los títulos de crédito hacen su aparición, eso sí dejándote bañado en un mar de lagrimas. Un cierre perfecto para una trilogía perfecta, en la que cada juguete (Woody, Buzz, Sr y Sra Patata, Rex, Ham, Slinky, etc) se ha convertido en un miembro más de la familia.

6,8
2.863
8
13 de agosto de 2010
13 de agosto de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si esta película, tal cuál está, viniera firmada por Woody Allen en vez de por Tim Robbins, su nota en esta página sería de mínimo un 7,6 y la hubieran votado al menos unas 10.000 personas. Y pongo el ejemplo del gran director neoyorkino porque esta película parece de Woody Allen, aunque no lo sea. Pero bueno, casi mejor ser uno de los pocos que ha disfrutado de esta gran obra, que no tuvo éxito ni en EEUU (demasiado comunismo en la película), ni en Europa. El film recaudó 3 millones de dólares y costó 36 según el box office, los números hablan de un rotundo fracaso. A lo mejor por eso su director, Tim Robbins, no ha vuelto a dirigir salvo una sátira contra Bush tras la infame guerra de Irak, porque el hombre de talento va sobrado, como también demostró en “Pena de Muerte”. Quizás su clara tendencia política no le ayude a sacar sus proyectos adelante.
Sobre la trama de la película mejor no decir nada, no porque tenga un giro final o una gran intriga, sino porque casi siempre es mejor no saber nada antes de ver una película. Suele pasar que una película te parezca mejor cuándo no conoces su argumento, a mi me pasó con esta. Sobre los actores decir que no pueden estar mejor elegidos, la mayoría grandes secundarios de Hollywood. En la película se entrecruzan personajes reales muy conocidos, como el adinerado Nelson Rockefeller (Cusack), el egocéntrico y genial Orson Welles (MacFaden), el pintor Diego Rivera (Blades) o la ‘judía fascista’ Margherita Sarfatti (Sarandon); con gente del teatro más desconocida, como una actriz ante su gran oportunidad (Watson), un secundario en busca del respeto de su familia (Turturro), un ventrílocuo venido a menos (Murray) o una anticomunista que delata a sus propios compañeros (Cusack).
Sobre la trama de la película mejor no decir nada, no porque tenga un giro final o una gran intriga, sino porque casi siempre es mejor no saber nada antes de ver una película. Suele pasar que una película te parezca mejor cuándo no conoces su argumento, a mi me pasó con esta. Sobre los actores decir que no pueden estar mejor elegidos, la mayoría grandes secundarios de Hollywood. En la película se entrecruzan personajes reales muy conocidos, como el adinerado Nelson Rockefeller (Cusack), el egocéntrico y genial Orson Welles (MacFaden), el pintor Diego Rivera (Blades) o la ‘judía fascista’ Margherita Sarfatti (Sarandon); con gente del teatro más desconocida, como una actriz ante su gran oportunidad (Watson), un secundario en busca del respeto de su familia (Turturro), un ventrílocuo venido a menos (Murray) o una anticomunista que delata a sus propios compañeros (Cusack).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película hace una defensa del arte como forma de transmitir ideas y emociones. El arte debe nacer en libertad, la censura daña al artista y mutila su obra, algo que nunca debería suceder. Aunque muchas grandes obras han nacido bajo la presión de la censura, obligando a sus autores a volverse aún más sutiles para burlarla. Hablando de cine destacaría los guiones de Azcona y Berlanga en películas como “El Verdugo” o “Plácido”, que dejaban en muy mal lugar al régimen franquista y los censores ni siquiera se percataban de ello. La obra de un artista siempre debería quedar tal y como su autor la ha concebido. En la película lo ejemplifica el pintor Diego Rivera, que se niega a eliminar la cara de Lenin de su mural, aunque esté trabajando para el mayor capitalista de Nueva York, el millonario Rockefeller. El arte permanece y puede acabar en muy malas manos cuando el autor ya no está, como muestra en la película la figura de Margherita Sarfatti, emisaria cultural y amante de Mussollini que se dedica a vender obras de Da Vinci o Miguel Ángel con el objetivo de financiar el régimen fascista italiano.
Atención a la buena utilización de los planos-secuencia (la película se abre con uno) con el objetivo de mostrar el ajetreo del mundo del teatro. Me recuerdan a los famosos de Berlanga con gente entrando y saliendo de plano y todo el mundo hablando a la vez. Son los años 30 y ya se vive una situación pre-caza de brujas, con todos los artistas en el punto de mira del gobierno por su supuesto comunismo, frente a una cierta connivencia de algunos sectores hacia el fascismo y el nazismo contra el que luego lucharían los americanos. La escena final en el teatro es una maravilla, pero tiene una pega y es el doblaje de las canciones, en mi opinión hubiera sido mejor haber utilizado subtítulos durante los números musicales.
Atención a la buena utilización de los planos-secuencia (la película se abre con uno) con el objetivo de mostrar el ajetreo del mundo del teatro. Me recuerdan a los famosos de Berlanga con gente entrando y saliendo de plano y todo el mundo hablando a la vez. Son los años 30 y ya se vive una situación pre-caza de brujas, con todos los artistas en el punto de mira del gobierno por su supuesto comunismo, frente a una cierta connivencia de algunos sectores hacia el fascismo y el nazismo contra el que luego lucharían los americanos. La escena final en el teatro es una maravilla, pero tiene una pega y es el doblaje de las canciones, en mi opinión hubiera sido mejor haber utilizado subtítulos durante los números musicales.

6,8
17.698
8
3 de enero de 2025
3 de enero de 2025
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Nosferatu de Eggers, un proyecto largamente perseguido (se palpa el cariño), nota el peso de sus predecesoras, pero sale airoso con guiños expresionistas incluidos. Con un prólogo fantástico, la historia nos vuelve a atrapar; poco importa que a estas alturas nos la sepamos de memoria. Su puesta en escena, demasiado afectada para mi gusto, y su densa, misteriosa, hipnótica, magnética y perversa atmósfera te trasladan a ese mundo de tinieblas. Más sexual, se olvida de la seducción y del romanticismo que siempre ha envuelto al conde; no hay dramatismo en Orlok/Drácula, solo maldad. Lily-Rose Depp está fantástica y casi (he dicho casi) me hace olvidar a mi querida Adjani.
@pildoras_de_cine
@pildoras_de_cine
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Y el final? Soberbio, probablemente el mejor hasta ahora de una historia eterna.

6,7
12.940
7
1 de octubre de 2024
1 de octubre de 2024
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aurora Rodríguez no creía en las utopías, pero engendró la suya propia: la mujer del futuro, Hildegart. Esa es una, quizás la germinal, de sus muchas contradicciones. Nimri da vida a esa oscura e implacable mujer y, enfrente, se sitúa una luminosa y vibrante Planas; pese a sus grandes trabajos, no me implico del todo y lo achaco a la propia idiosincrasia de sus personajes. Ortiz entrega una buena película, pero tengo la sensación de que no le extrae todo el jugo a la historia; echo en falta más psicología (dominación, obsesión, asfixia) y más autoría. La recreación de la época brilla... ¡qué emocionante ver ese Madrid republicano!
“El escultor, tras descubrir la más mínima imperfección en su obra, la destruye”.
@pildoras_de_cine
“El escultor, tras descubrir la más mínima imperfección en su obra, la destruye”.
@pildoras_de_cine
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