La saga de videojuegos original enamoró a medio mundo y atrajo a mucha gente que nunca se había acercado a una consola en su vida. Gráficos espectaculares, mecánicas tremendamente sencillas y guiones interesantes llenos de personajes carismaticos.

En la película no queda nada de esto. Es lenta, tremendamente irregular, sin emoción ni carisma ninguno y con actuaciones, en el mejor de los casos, funcionariales.

Lo peor de todo, el guión, era fácil fusilar el de alguno de los videojuegos, pero decidiendo complicarse, consiguieron crear una historia que no consigue interesar nunca.

En fin, consiguió asesinar lo que parecía que iba a ser otra saga de películas mediocres, ni tan mal.

Entre el inmenso catálogo de Netflix hay algunas obras muy notables, mucha morralla, y alguna propuesta extravagante. Love, Death + Robots es de estas últimas.

Recopilación de 18 cortos de diferentes autores, en la mayoría de los casos, animados, y en la mayoría de los casos, de ciencia ficción futurista.

Y ahí es donde acaban las similitudes, y cada autor eleva su voz en su propio estilo. Hay alguno que otro brillante, alguno simplemente pasable, y unos cuantos lamentables, pero lo que es innegable es la pericia técnica y visual, y un cierto tono cínico y pesimista que la acerca a Black Mirror.

Esa rapidez de consumo, mezclada con esa capacidad sorpresiva es lo que la hace tan fácil y tan tremendamente entretenida. Extravagancia y ritmo, buena mezcla para este menú.

Estamos rodeados de ruidos constantes, a veces inevitables, y a veces buscados. Nos ponemos música a todo volumen, nos dejamos acompañar por podcast, y en general, evitamos el silencio de una manera casi supersticiosa.

El fantástico logro de esta película esque cuando la acabas de ver, te haces consciente de cada pequeño ruido que te rodea o que tú provocas. De repente, todos te parecen estruendosos, hasta el más mínimo movimiento, eso es lo que consiguen, meterte en ese mundo en el que cualquier sonido puede significar la muerte.

Película sencilla, pero muy interesante y sobre todo, angustiosamente silenciosa.

Enésima adaptación de un cómic, sí, de otro cómic, que llega a nuestras pantallas, esta vez a través de Netflix. Hollywood ha encontrado su mina de oro de nuevas ideas en el anteriormente denostado mundo del cómic que ha pasado del ostracismo, a la rotunda popularidad. Y esque en el noveno arte hay ideas muy buenas, muy originales, y que a día de hoy está claro que son las que más atraen al gran público.

Pero para que todo esto funcione, tienen que adaptarse bien esas ideas, y este, no es el caso. Por muy buena base que les diera el guionista Greg Rucka, este film es aburrido, predecible, pobremente actuado y aún peor dirigido. Estética videoclipera, y no de gran producción precisamente.

Si, como parece, esta era la esperanza de Netflix para crear una serie de películas, espero que se les quiten las ganas.

No es un pájaro, no es un avión, no es un cocktail de drogas de diseño con el que no se atrevería ni Charlie Sheen, es Harley Queen! Y es difícil que lo vayas a olvidar, porque durante casi dos horas van a estartélo repitiendo constantemente intentando llamar tu atención de todas las maneras imaginables.

Después del batacazo monumental del Escuadrón Suicida hubo un personaje que triunfó, triunfó vendiendo muñequitos y disfraces, así que, ¿por qué no darle una película en solitario?

Pues claro que sí, como casi todo personaje de los cómics tienes una base fantástica de historias sobre las que crear tu propio personaje. Pero en este caso, no han apostado por ello, han apostado por una fantasía esquizofrénica con todos los colores que conoce el ojo humano, más algunos más que seguramente estan por descubrir, con coreografías de acción interminables y aburridas, con diálogos malos y deslabazados, con personajes cuyo desarrollo da para escribirlos en una servilleta de bar, y con dos villanos que a uno le extraña que hayan llegado vivos a la edad adulta.

Ni heroínas ni villanas, lo que no llegan es ni a ser personas. Una pena desperdiciar tanto para tan poco.