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Críticas 395
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
21 de junio de 2014
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Las dos caras de Enero” es una película correcta en muchos aspectos, que destaca entre tanto thriller vulgar y de poca monta que habitualmente nos llega, con una modesta pero buena ambientación, con una fotografía que capta exóticos paisajes y que, por fortuna, nunca llega a caer en una promoción turística descarada, buenas interpretaciones de todos los actores y sobre todo, una destacable banda sonora de Alberto Iglesias, con rastro de anteriores trabajos e influencias de Bernard Herrmann. La historia que se nos cuenta es material de Patricia Highsmith y, si no se es muy torpe, con semejante base, ayuda a que el resultado final nos inclinemos más por apoyarla que a desaconsejarla. Y digo esto porque a pesar de todo lo dicho, lo menos destacado es su dirección, que es correcta pero en ocasiones algo inexperta, aunque es un trabajo digno, sin duda, pero en manos más experimentadas, o quizás más retorcidas, hubiera lucido más. Antes dije que la historia era buena, pero su adaptación, aunque mayormente conseguida, falla sobre todo en las escenas íntimas donde los personajes, aún sin mostrar todas sus cartas, hubiera sido necesario una mayor implicación entre ellos, para ser conscientes como espectadores, sobre todo con el personaje femenino, eje central de la historia, insisto, bien llevado por Dunst, de lo que puede llegar a provocar inconscientemente al resto de sus compañeros. Además, aunque la mayoría de la elipsis están bien utilizadas, con el fin de preservar el suspense, las vinculadas al personaje de Colette (Dunst), no benefician ni a la comprensión de su personaje ni a las motivaciones del resto. Es donde la película más se podría resentir pero, vuelvo a lo mismo, su resultado final agrada, o al menos a mí. En cuanto a su factura varios comentarios han señalado que era parecida a, por ejemplo, “El paciente inglés”, con “sabor a cine clásico”. Y en buena medida lo tiene, tanto en atmósfera como en su ritmo, que también se agradece, de hecho el film está dedicado, como se puede ver en los créditos, a Anthony Minghella y Sydney Pollack. Quizás “Las dos caras de enero” no vaya a suponer para muchos nada del otro mundo, pero al menos me resulta placentero ir al cine y que me muestren películas que rescaten un estilo de cine alejado de modas, del tufillo “telefílmico” o de la mera utilización de los últimos efectos digitales, es un cine más adulto y personal sin dejar de ser comercial. Para los tiempos que corren no es poco. Y aunque no sea spoiler he dejado para el final del comentario una anécdota, o no sé cómo calificarla, pero bueno, así que si no la has visto o no quieres que posibles sorpresas que no ocurren en la película te la destripe debes dejar de leer aquí. Pero tal y como se produce el encuentro de los personajes, las miradas de Oscar Isaac, lo que comenta Viggo Mortensen a su pareja, mostrando no sólo interés, si no sentado mostrando paquete al otro personaje… llegué a pensar que empezarían enrollándose entre ellos y que Dunst estaba en la luna sin coscarse de nada. Y no creo que haya sido influencia por haber visto recientemente “El desconocido del lago”, si no por una planificación, al menos en esa escena, algo confusa.
23 de septiembre de 2017
25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque en apariencia “La reina Victoria y Abdul” pudiera tener toda la pinta de ser un proyecto de encargo, todos los del equipo sabían perfectamente cuál era su función y cómo desempeñarla, por lo que, de entrada libra al film de ser un mero producto al uso, sobre todo gracias al director y sus actores, en especial su protagonista femenina.

Stephen Frears es un director que admite cualquier época y estilo. Ha hecho de todo con resultados a veces impecables, como por ejemplo con su modélica “Las amistades peligrosas” o “Los timadores”, aunque, en líneas generales, ha creado buenos films a lo largo de su carrera durante varias décadas, como “Ábrete de orejas” o “La camioneta”, proyectos de presupuesto moderado pero elaborados con gran dignidad. Rara es la película que le ha salido rana, que también la tiene, como “Hi- Lo Country”, uno de sus más sonados pinchazos. Pero en definitiva, Frears es, aparte de inteligente, un buen director. Y eso es una ventaja. Otra virtud es que ya ha trabajado con su actriz protagonista en varias ocasiones, como si se tratara de su musa, logrando magníficas interpretaciones con “Mrs. Henderson presenta” o “Philomena” por las que con justicia consiguió ser nominada al “Oscar” a la mejor actriz. Y, por parte de Judi Dench, que a estas alturas nadie en su sano juicio o con un mínimo de sensibilidad no pondría su valía en tela de juicio, ya encarnó a la Reina Victoria en el film de John Madden “Su majestad Mrs. Brown” y que por la que también consiguió ser nominada como mejor actriz.

“La reina Victoria y Abdul” por lo tanto no es una secuela tardía realizada veinte años después. Guarda estrecha relación con el mencionado film de Madden por las razones explicadas, pero el film de Frears tiene entidad propia, da igual si se ha visto o no la de Madden, y lo más importante, aunque su historia parezca menos interesante, acaba resultando una buena película que emociona a gran público, está muy bien conducida, tiene muchos puntos a su favor, sobre todo y para los tiempos actuales que corren, es un bonito canto a la amistad y a la tolerancia, que bien nos vendría aprender de lo que se nos cuenta en ella.

No se ha llevado ninguna distinción tras su pase por el festival de Venecia. Puede que a crítica y jurado le haya parecido una más. Y por supuesto que esté harto o acostumbrado a estas interpretaciones de reinas y reyes, sobre todo en el caso de Dench. Hollywood es reticente, aunque no siempre, en volver a nominar a una actriz ya nominada por un mismo personaje, como Cate Blanchett por “Elizabeth” y la nominación de Dench podría sentar un precedente, cosa que se pensarán, ya que si esto ocurre superaría a la mítica Ingrid Bergman con sus siete nominaciones, siendo hasta ahora, la actriz de nacionalidad no americana más nominada. Pero creo que por derecho propio debería aparecer entre las nominadas en la próxima edición. Su trabajo es absolutamente impecable, es una labor que todo actor o actriz debería ver y aguanta como nadie los primerísimos planos. Sirva de ejemplo la escena en la que a la reina Victoria se le intenta convencer que desista en darle el título de caballero a Abdul. Aunque solamente se tomara en consideración ese monólogo, nada más que por eso, debería ser nominada. Bestial. Y eso sin tener en cuenta los problemas de salud que aquejan a la actriz y que no afecta a los personajes que interpreta.

El resto de los actores hacen una labor reseñable, especialmente Ali Fazal como Abdul Karim, el “munshi” de la reina Victoria. Supongo que su productora le propondrá como actor de reparto, en una estrategia que en otras ocasiones se ha hecho, con el fin de asegurarse la candidatura aunque sea protagonista, pero su trabajo es de calidad ascendente según avanza el metraje. Y sus compañeros con él: Eddie Izzard como el príncipe de Gales, Michel Gambon como Lord Salisbury o un eterno secundario por ahora desconocido por el gran público fuera del Reino Unido como es el caso de Robin Soans como Arthur Bigge, que tienen oportunidad de lucir, como sus actrices, aunque el guión barra más para ellos que ellas, destacando Fenella Woolgar o una Olivia Williams en una espléndida madurez.

El equipo técnico, como producción británica que es, cuida sus apartados, sea de manera rutinaria como su fotografía que filma preciosos paisajes o especialmente la labor del de vestuario, que es un lujo. En la música Thomas Newman hace una bonita banda sonora que gusta, aunque nos evoque en su “leit- motiv” a la composición que realizó para su célebre mini serie “Angels in America”.

Lee Hall ha elaborado un buen guión, con buenos diálogos y pulso, que lleva de manera casi imperceptible por Stephen Frears, una soltura que pocos tienen. Y con todo esto, en conjunto, se logra una película, que si se ve sin prejuicios, resulta aleccionadora, como decíamos antes, pero que nos aproxima a un cine plagado de lujos, no de forma gratuita, que parece casi pertenecer a otra época, una época (dorada) que sabía aunar espectáculo y calidad, con un presupuesto que se aprovecha junto a una serie de talentos que parecían normal que existiesen y que, hoy día, cada vez cuesta más trabajo encontrar.
31 de octubre de 2015
37 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay veces en que la predisposición es perfecta para que te guste una película: en mi caso no pasé por taquilla, lo cual ya es un puntazo. Y es que había dudado mucho si ver esta película, ya que con solo recordar los últimos éxitos taquilleros de su director (“Prometheus” y “Exodus”) temblaba, aunque la nota media de “Marte” era buena. Además algunos críticos la defendían, aunque no entré en detalles en ninguna crítica, me dejé guiar por las lucecitas verdes, y de lo poco que sabía se hablaba de una recuperación artística de su director, que en lo que lleva de siglo XXI, para mí aún no ha había hecho ninguna recomendable. A la sesión que fui no había demasiado público, la pantalla era gigante… Ya digo, el clima era muy cordial para hacer las paces con Scott.
Pues ni aún así. Aunque no me hayan arrancado un céntimo, la sensación de estafa la tengo aún, porque me han birlado dos horas y media de mi vida presenciando este lamentable bodrio de alto presupuesto, eso sí, y también de enorme campaña publicitaria, que no sé si también incluye el soborno, porque consultando lo que ven algunos de los usuarios de Filmaffinity y la alta puntuación que le otorgan a subproductos, no es de extrañar que se hayan quedado contentos con este film, pero que un crítico profesional, un especialista en cine se supone, que recomiende esto, aunque sea como mero entretenimiento, es para que sea sustituido de inmediato por alguien más de fiar o al menos con más gusto.
Los primeros minutos del film quizás sean los mejores, pero enseguida el cúmulo de despropósitos se desencadena, adentrándose en lo que es el ridículo sin ningún tipo de pudor. De paso señalo que su sonido y efectos de sonido es lo más logrado. Los efectos especiales siguen siendo inferiores a “Gravity”, por ejemplo, aunque no estén mal. Viendo cómo sin acierto ambientan un planeta desconocido recordé que hace casi medio siglo ya de “El planeta de los simios” y que pocas películas la han superado en ese aspecto. No da la impresión de parque temático como “Prometheus”, por ejemplo, pero, aunque su fotografía es bonita, no da la impresión de planeta desconocido, si no de punto recóndito de nuestro planeta, que es distinto, se trate de Jordania o el gran cañón del Colorado.
Que a Matt Damon le quieran nominar no me extraña: cae bien, a mí por lo menos, es una estrella taquillera y el sistema se lo debe, es mono, luego se pone más feo, pierde peso, se deja barba y también se la afeita, y ya con eso lo justifican. No hay más motivo, pero si ese va a ser baremo para los próximos premios Oscar, mejor que en la ceremonia rifen lo que corresponde en una tómbola, una muñeca chochona más que un Oscar. Y que conste que es el más soportable del grupito, más que elenco. Su dirección no tiene ni sombra de lo que podía ser si tenemos en cuenta quien dirige, pero que si lo hubiésemos desconocido, hubiéramos jurado que se trata de un primerizo inexperto que no arriesga nada, rodando de modo rutinario.
Y el remate de los tomates son dos componentes: su guión, con diálogos de sonrojo y personajes estúpidos, en el que los más jóvenes, que hacen o de becarios o de modelos, no sé, son más inteligentes que los jefes. Preocupante que la NASA funcione como una comunidad autónoma española, donde suponemos sus dirigentes han sido elegidos a dedo. Vamos, que tengan que descolgar una foto de la cafetería para que la última mona de la NASA le explique a su jefe dónde se encuentra el protagonista es de chiste. El grupito que secunda a Damon es para echarles de comer aparte y muy pro Benetton, también hay un sudamericano, un oriental y un negrito que va de gracioso, ofreciéndose como futura alternativa a Chris Rock. Me faltan un esquimal, un jíbaro, un albino, un enano, un gigante y un transexual, para que lo tengan en cuenta para la próxima si la hay. Todos ellos marean en todo momento con un jolgorio digno del grupo “Viva la gente”, y quitan a puñetazos cualquier tensión dramática a lo largo de todo el film, donde no hay tensión, solo buen rollo pasteloso, patriotismo barato, solidaridad apestosa y una constante celebración. Me faltan en las escenas finales de la NASA globos cayendo del techo mientras el payaso de McDonald´s reparte hamburguesas. El otro ingrediente fatídico son las canciones. Su banda sonora cumple, aunque no da nada nuevo, pero el utilizar constantemente canciones discotequeras ni hace gracia ni pega. Eso sí, hará más fácil su visión cuando la pasen por la tele, donde cada cual podrá bailar en su casa los múltiples temas que suenan si se aburren, cosa que es muy probable que le ocurra a quien tenga un mínimo de sentido común. Y de cierre sus créditos finales, donde salen sus protagonistas con sus nombres y casi saludando como hacían en series de hace años, sean "Vacaciones en el mar" o "Con ocho basta".
24 de marzo de 2023
36 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son varias las razones que hacen de “Ellas hablan” (Women Talking) un film fallido. Precisamente, el año pasado la prefirieron para los Oscars, aunque en dos apartados nada más (película y guión adaptado) antes que “Al descubierto” (cuyo título original era “Ella dijo”). En ambas, tras el movimiento “Me Too”, surgen estas producciones donde sus títulos dejan claro que la mujer se manifiesta, pero mientras la película de Maria Schrader se desenvuelve con cierto interés, esta de Sarah Polley, “Ellas hablan”, se convierte en un film más reiterativo y tedioso, cuyo Oscar al mejor guion adaptado se justifica solamente por intentar premiar el “bienbuenismo” obligado de la Academia de cara a la galería. En todo caso hubiera sido mejor la elección la de Maria Schrader porque “Ellas hablan”, como decíamos al principio, es fallido, con errores de base que impiden que sea ni siquiera un film correcto.

Su adaptación es bastante mediocre, deja mucho que desear y el “aire teatral” (en el peor sentido del concepto) está presente todo el metraje, plagado de diálogos en los que se notan los momentos de réplica: ahora es el turno de esta, luego le toca a la otra... todo eso intercalado con algunas imágenes del resto de compañeras, como muy interesadas en lo que una y otra vez se dice. Su directora ha decidido revestirla con una fotografía de Luc Montpellier “retocada”, con unos tonos oscuros, grises y ocres, como en plan “dogma” para darle una atmósfera falsamente realista que subraye aún más el drama que se nos cuenta y que no solamente es innecesario, si no que acaba restando verosimilitud y hartando, incapaz de sacar matices de la campiña donde se ha rodada, con contados momentos de atardeceres que pretenden evocar el cine de Malick, pero que se convierten en escenas irrelevantes de escasa belleza.

La estupenda banda sonora de Hildur Guonadóttir (que no alcanzó ser nominada al Oscar por ninguno sus trabajos este año) fue injustamente ignorada, cuando realmente es casi de lo mejor de la película.

El capítulo interpretativo puede llegar a ser el más doloroso, porque el ramillete de actrices en su elenco es muy atrayente, pero finalmente carece de atractivo porque no terminan de poder dar el callo. La mayoría van vestidas de negro con sus pañuelos en la cabeza, que parecen emular a Irene Papas en una tragedia griega o un rollo pseudo lorquiano, pero se estancan en su apariencia, delatando sus limitados personajes. Resalta quizás Rooney Mara por ser algo diferente del resto y haber imprimido cierta dulzura a la relación con Ben Whishaw. El caso contrario, las más desafortunadas son Jessie Buckley, actriz que nunca había visto tan forzada como aquí, y su coproductora (junto a Brad Pitt entre otros), Frances McDormand, muy desaprovechada, la que menos aparece, y es como una Doña Rogelia paródica de la tragedia de Puerto Hurraco, que también poco nos importa.

Y lo que son las cosas. Aunque la autora Miriam Toews, se crió en una colonia menonita canadiense, y en teoría ha vivido mucho de lo que cuenta, todo se queda en intenciones, en denuncias que hoy se producen tras muchos silencios, pero no es contundente. Si se pone mucha voluntad se sigue, porque realmente es una tragedia lo que se cuenta, pero no arrastra al espectador. Falta engancharnos a las vísceras, precisamente a su guionista y su directora, que eso era fundamental, y se queda en un film que no deja ninguna huella, que no plantea ninguna diatriba porque todos/as estamos con ellas, no hay tensión y ni siquiera numeritos de actrices en estado de gracia. Quizás al ser una producción de la “resucitada” Orion Pictures, se encuentren las razones del posible apoyo de la industria, porque hay poco donde rascar.
2 de octubre de 2022
35 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desconocía que desde “Showgirls” no había una producción que hubiera tenido una distribución tan mayoritaria con la temida calificación de NC-17 por sus escenas “subidas de tono”, que en Estados Unidos, con lo mojigatos que son para estas cuestiones, es veneno para la taquilla o cualquier plataforma, ya que queda restringida la entrada o la visión para los menores.

Este proyecto de adaptar la dudosa obra de Joyce Carol Oates viene de muy atrás, hace más de una década. Se barajaron posibilidades para su protagonista como la gélida Jessica Chastain, que afortunadamente lo rechazó, o Naomi Watts, que era una posibilidad más viable, pero que también declinó la oferta. Casualmente, en ese año, fue cuando Michelle Williams protagonizó “Mi semana con Marilyn”, que fue una de las más logradas encarnaciones que se han hecho sobre Marilyn Monroe y estuvo justamente nominada a multitud de premios, incluyendo el “Oscar”, ya que de no haber mediado Meryl Streep con “La dama de hierro”, a la que, dicho sea de paso, le deben más premios de los que ha recibido con sus más de veinte nominaciones, Williams contaba con posibilidades de llevárselo, o incluso la Academia hubiera saldado al fin su deuda con la eterna nominada y nunca ganadora Glenn Close por “Albert Nobbs”. A saber.

Pero centrándonos en el tema que nos concierne, lo que sí reivindico en estos momentos, repito, es el trabajo que hizo Michelle Williams, cosa que muchos parecen haber olvidado o ni siquiera vieron. La actuación de Ana de Armas para mí, es lo más reseñable de la película, porque se ve que ha hecho un gran esfuerzo, ha estado nueve meses sin parar puliendo su acento cubano y ha estado ayudada en todo momento por un estupendo equipo de maquillaje y peluquería, pero lo que no he visto en ningún comentario es que el acento, en contados momentos, se le va, puede que el motivo sea que la hayan visto doblada al español o no lleguen a ese nivel de perfección, pero mucho me temo que los más puristas no van a querer que sea nominada al “Oscar”.

Sí, por el acento, como el anuncio nacional de la cerveza Cruzcampo hubiera permitido que Lola Flores hablase en algún momento con un ligero acento francés, por ejemplo. Pues como que no. Y ya digo que se ven las ganas que le ha puesto Ana de Armas en su empeño, cosa que sin duda valoro, pero no supera a la comentada Michelle Williams.

También la banda sonora, que corre a cargo de dos estupendos músicos que ya colaboraron con Andrew Dominik, Warren Ellis y Nick Cave, este último muy querido tanto como admirado que lleva una temporada deprimido tras la pérdida de su hijo por sobredosis, podrían encontrar una oportunidad para que les nominen.

Pero la base, por desgracia, es la que falla. Brad Pitt, amigo del director, es uno de los productores, y muchas veces ha tenido olfato en sus proyectos. Incluso Pitt ya había trabajado también como actor con Dominik en la buena “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” y en la notable, aunque no apreciada por muchos, “Mátalos suavemente”. Pero aquí ha errado el tiro.
Han confiado en una novela, que aunque sea de la prestigiosa Joyce Carol Oates a la que proponen para un Premio Nobel, parece un sucedáneo de lo peor de Harold Robbins, que no se basa en hechos reales, si no en elucubraciones y situaciones no demostrables de la Monroe, y encima con un guion sin ritmo y confuso, que convierten sus casi tres horas en una proeza tragársela entera.

Si hubiera sido más “camp”, si hubieran sido más exagerados y le hubieran puesto sentido del humor, quizás la hubieran podido igualar con otro biopic trash” famoso de los ochenta, “Queridísima mamá” de Frank Perry, que fue ganadora en los premios Razzie, quizás porque se sustentaba en el libro de Christina Crawford, escabroso y a veces hasta “marciano”, pero cinematográficamente bien realizada y contaba con una excepcional Faye Dunaway de protagonista, que solamente por eso ya se recomendaría ser vista, pero no merecía que arremetieran con ella de esa forma en los premios Razzie. Y si con ella no dudaron en hacerlo, puede que con “Blonde” ocurra tres cuartos de lo mismo. Igual fallo en mi predicción, pero en vez de tanta nominación al “Oscar” igual se convierte en el drama favorito de los Razzie en el nuevo milenio.

Y es que “Blonde” es más pretenciosa. Tiene secuencias casi imperdonables y se toma en serio en todo momento con los elementos que juega. Porque eso es lo que hace, no construye ni plantea, si no juega con fuego. Y esto sí que no me lo esperaba de Andrew Dominik, que como guionista y director falla estrepitosamente. No entretiene y en vez de un tributo a Marilyn Monroe es un insulto sin sentido, ni común ni ético, porque Marilyn era y es mucho más que eso. Incluso hay veces en que creo que se han inspirado más en la Frances Farmer de “Frances” para llevar a la pantalla su vida, por cierto, donde Jessica Lange hacía una interpretación monumental.

Por más cambios de fotografía, texturas y colores que hayan querido utilizar y por más actores a los que han recurrido para darle cierto empaque en papeles mal escritos, como el de Bobby Cannavale, Adrien Brody o Julianne Nicholson, está elaborada como un vulgar telefilm donde se cuentan medias verdades o mentiras a granel, sin sacar nada positivo de su protagonista, que por cierto, de alto coeficiente intelectual y que de tonta no tenía un pelo, por más “sex symbol” que fuese. Por eso, hasta en recientes anuncios de perfume, ha seguido siendo explotada. Y ahora comentar en la zona spoiler un par de cosas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
SPOILER

Los diálogos con el feto que lleva varias veces en sus entrañas, rayan la vergüenza ajena, sobre todo porque Monroe nunca tuvo un avanzado estado de gestación. Ya le podían haber puesto de fondo “Así hablaba Zaratrustra”en homenaje a Kubrick.

La escena con Kennedy es lo más penoso de todo el film. Esas imágenes de símbolos fálicos en la televisión mientras Marilyn masturba al presidente, lo he visto hasta en películas paródicas, por favor. Y cuando le practica la fellatio, es patético. Una pena que no se arriesgaran más y le pusieran el semen corriéndole por la comisuras de los labios mientras dice su texto, como si se tratara de “El imperio de los sentidos”, puesto ya a hacer homenajes y a hacer vulgaridades...
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