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Críticas 2.192
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
18 de noviembre de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Singular western cercano al thriller policíaco e incluso, por momentos, acrecentado por un suspense no muy emparentado con el género. La acción se desarrolla en 1880, en plena Fiebre del Oro, en Rincón, un pueblo a cien quilómetros de Denver, Colorado. Por las noches, hombres como el jugador profesional Van Morgan (Dean Martin) y un poco espabilado niño de papá, Nick Evers (Roddy McDowall) junto con cuatro hombres más juegan sus nocturnas partidas de póquer mientras el pueblo duerme, y bajo la complicidad del camarero George (Yaphet Kotto) en la cantina Mama Malone. Cuando un recién llegado jugador hace trampa, Nick y sus hombres lo cuelgan ante el impedimento de Van, que lo dejan inconsciente. Unos días más tarde, y coincidiendo con la llegada del ex-pistolero y predicador Jonathan Rudd (Robert Mitchum) empiezan a sucederse extrañas muertes por el método de ahorcamiento. Lo que une en común a la víctimas fue esa fatídica noche en la mesa de juego.

Henry Hathaway (El Fabuloso Mundo del Circo; Nevada Smith) convocó a los veteranos Dean Martin (que canta el tema principal del film con letra de Ned Washington) y Robert Mitchum (en un papel muy similar al que hizo de Harry Powell en “La Noche del Cazador” de Charles Laughton) en un intrigante duelo que hacen de “El Póquer de la Muerte” una película del oeste diferente de las de su época, y que también toca el tema del racismo y la religión, marcadas en la persona del camarero de raza negra Little George, interpretado por Yaphet Kotto (Vive y Deja Morir; Alien; Brubaker).
8 de enero de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenidísima y aguerrida versión de “La Odisea" de Homero que no se olvida así como así gracias a la intervención de grandes estrellas como Kirk Douglas (casi cinco años antes de ataviarse como el líder de los esclavos en “Espartaco”) y un brevísimo pero intenso Anthony Quinn en el rol de Antinoos, pretendiente de Penélope (Silvana Mangano) en su acusada espera de que regrese el amado Ulises de las guerras de Troya y que antes del regreso el hercúleo rey de Ítaca tendrá que enfrentarse al gigante Polifemo (Umberto Silvestri, en uno de los momentos más entretenidos del film en que acorrala al protagonista y a sus hombres pidiendo insistentemente que le ofrezcan vino), a las sirenas y a la siniestra Circe (interpretada por la propia Mangano) a fin de seducirlo para no llevarlo resignada con sus ambrujos a una muerte en alta mar. Rescatado por la princesa Nausicaa (Rosanna Podestá), hija del rey de los feacios Alcínoo (Jacques Dumesnil), de la isla de Esqueria, Ulises recobrará la memoria de sus últimas aventuras (aquí predomina el “flash-back” como elemento narrativo vital) e intentará reemprender el regreso a Ítaca donde le esperan su mujer y su hijo Telémaco (Franco Interlenghi).

“Ulisse” es de esas películas que te quedan en la retina de la infancia y no se olvidan así como así gracias a una envidiable puesta en escena muy a lo cartón piedra que en pocos casos goza de su encanto. No se puede considerar un “péplum”; se catalogaría al lado de films como “Jasón y los Argonautas”, aventura y fantasía dándose la mano, pero rodada con absoluta sencillez, tomando como base el épico poema de Homero escrito hace más de dos mil años. Una gozada para disfrutar los aburridos sábados por la tarde.
20 de junio de 2009
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico thriller que pasó desapercibido debido a la afluencia de buddy movies que llenaban los cines y videoclubs. Película tratada tan injustamente con pretencioso subtítulo en español "Con la Ley o Sin Ella", algo así como si trataran de vender un nuevo Harry el Sucio con el rostro del carismático James Woods (Érase Una Vez en América; Salvador) en el rol de Hopkins, un investigador de la policía de Los Ángeles con métodos poco ortodoxos cuando pasa a la acción pero con una innegable capacidad de rastrear pistas en su búsqueda de un lunático asesino que lleva años cometiendo sus atroces crimenes sin que las autoridades sospechen de una autoría con un patrón a seguir.

Adaptación de la novela "Blood On The Moon" de James Ellroy, nombre que se ensalzaría en mayúsculas gracias a adaptados éxitos posteriores como "L.A. Confidential" y "La Dalia Negra" de la mano de Curtis Hanson y Brian De Palma respectivamente. Como en la mayoría de las obras de Ellroy la ambientación de Hollywood y Los Ángeles es lúgubre y cuán menos glamourosa mejor. Un mundo poblado de proxenetas, prostitutas, fiestas privadas, policías corruptos, psicópatas y antihéroes que han tirado la toalla para dar rienda suelta a un derroche de mal genio.

Y, al margen de haber cofinanciado a Stanley Kubrick en sus primeros largometrajes en los cincuenta, James B. Harris elaboró un thriller en toda regla con elementos de cine de terror (la impactante secuencia inicial de la primera víctima supera a algunas otras de films tipo "El Silencio de los Corderos" o "Seven") que tal vez peca por su lento desarrollo y en no hacer una comparativa (como sí hace Ellroy en su novela) en la trayectoría de veinte años del policia y el asesino. Aún así James Woods, acompañado de los notables secundarios Lesley Ann Warren y Charles Durning, ofrece una de las mejores interpretaciones de su carrera; popularidad mellada a favor de otros actores de su generación tales como Robert de Niro o Al Pacino. Una pena que films como "Cop" merezcan tan desprestigio y olvido.
28 de febrero de 2009
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1938 los rastros de la Gran Depresión que se sucedían desde nueve años atrás se han perdido en el olvido. En las calles de la ciudad de Albany solo se dejan ver vagabundos por la noche acolchados en cartones o, con mejor suerte, en coches destartalados. Francis Phelan (Jack Nicholson) es uno de ellos, arrastrado por el alcoholismo y el drama familiar de haber perdido a su hijo recién nacido mientras lo tenía en brazos. El sentimiento de culpabilidad sigue mellando en él veinte años más tarde y solo encuentra estabilidad en Helen, otra vagabunda que necesita de su valerosidad como hombre de principios para no hundirse, y Rudy (Tom Waits) un disminuido psíquico que olvida su condición del alma también con la botella. La diferencia que tiene entre ellos y el resto de indigentes es que Francis ha perdido algo de gran valor que es la familia debido al trauma que no pudo superar. Junto con Helen, aquejada de fuertes dolores, volverán a sentar cabeza regresando al pasado y viviendo de pequeños trabajos. Sus defectos de juventud y la presencia inhospitada de fantasmas del pasado se irán borrando a poco a poco.

El director de "El Beso de la Mujer Araña" se basó en el libro del ganador del Pulitzer William Kennedy (que también ejerció de guionista en el film) para poner en escena la vida de unas gentes marcadas para siempre por la ilusión pero enterradas en el abismo del alcohol y la vida perra. Menciones aparte para Nicholson y Streep, el cantante Tom Waits borda a la perfección como secundario en el papel de Rudy y deja, en un momento u otro, tararear alguna canción que le viene en mente, por lo que es imprescindible su visionado en versión original.
19 de agosto de 2019
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Altman adaptó la novela de Raymond Chandler “The Long Goodbye”, escrita en 1953, en una nueva aventura de Philip Marlowe tras “The Big Sleep”, “Farewell, my Lovely” o “The Lady in the Lake” obras que dejaron huella en la reflexiva y característica figura de tan carismático detective, proclive al alcohol pero con un sexto sentido propenso a resolver los casos más complejos que se le presentan.

No obstante, Raymond Chandler vivió de su profesión gracias al auge del cine negro que había nacido allá por los años treinta, cuarenta y cincuenta, épocas idó neas para su personaje y de otros surgidos en la revista Black Mask, como es en el caso de Dashiell Hammett y su detective Sam Spade y que no tardarían en tener sus propias adaptaciones para la pantalla grande gracias a directores como Howard Hawks o John Huston. Pero fue el gran hallazgo en Bogart para encarnar a un Marlowe eficaz y sobrebio todavía queda en la retina de generaciones de espectadores, precedido a posteriori por un convincente Robert Mitchum.

Pero sin duda el Marlowe más extravagante, contemporáneo (de su momento), paciente, algo cansino fumador empedernido, amante de los gatos y con un sentido del humor muy por debajo de lo exigido fue el que interpretó un treintañero y mal afeitado Elliott Gould: tal vez el último actor que se pondría tras la faz del famoso detective. Pero Robert Altman le dotó de una personalidad propia en esos adelantados años setenta y post-hippie, pero enfrentándose a dos casos en un principio no conectados entre sí: el de un viejo colega tras dejarlo en la frontera en Méjico con el peso de la acusación de asesinato y la desaparición de un escritor alcohólico (interpretado por Sterling Hayden). Atención a la breve aparición de un desconocido para el gran público: Arnold Scharwzenegger dándoselas de matón para un gángster y montando una exhibición de bíceps digno de su fama como culturista.
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