Paisaje desolador, vida desoladora, historia triste pero verídica, pero todo eso no necesita de mas de dos horas de película. Tan excesivamente larga que me veo tentado de cortar a media película, porque se hace aburrida, al final, claro, el director soluciona mucho el tedio, pero no evita los bostezos anteriores.

El guión poco original (un grupo de policías se introducen en un edificio para realizar una operación limpieza contra un grupo mafioso) sirve de pretexto al director para desatar una sangrienta corriente de lucha interminable; la película se convierte con ello en una masacre continúa, donde el protagonista, Iko Uwais (ríanse Uds. de las habilidades de Bruce Lee, Chuck Norris o Jet Li, porque éste los supera a todos juntos), se pasa toda la película dando y recibiendo mamporros, imposibles de asimilar por cualquier cuerpo humano. La película se convierte con ello en una orgía sádicamente sanguinaria y violenta, donde la lucha se convierte en la única protagonista de la misma, cosa que al perecer al director, Gareth Evans, no le importa demasiado, ni tampoco a les espectadores que la han valorado en ésta página, obteniendo para mi sorpresa una puntuación media (hasta el momento) de 7,5 que según mi humilde opinión es altísima e inmerecida.

Decepcionante y soporífera continuación de una gran serie venida ahora a menos, carece de todo lo que tenían tanto la primera parte “Spartacus: sangre y arena” como la precuela “Spartacus: dioses de la arena”. Cualquier parecido de esta temporada con las anteriores es pura y mera coincidencia, porque esta “Spartacus: venganza”:

• Pierde toda la espectacularidad de las dos anteriores: luchas escenarios, etc.
• Reduce la espectacularidad de los escenarios de acción a un templo en ruinas.
• Las intrigas aunque continúan pierden interés.
• Recupera milagrosamente un personaje básico para esta temporada pero que ya estaba fallecido (la esposa de Batiatus) ¿falta de recursos de los guionistas?
• Las esperadas batallas de los esclavos con los romanos quedan reducidas a meras refriegas, dónde mas que batallas parecen uno contra uno con algunos acompañantes.
• Muchos actores no dan la talla; Liam McIntyre no es creíble en ningún momento de los 10 capítulos, el personaje no le va para nada; Katrina Law quiere adquirir tanto protagonismo que a veces confunde su papel con el de Spartacus y el personaje de Marísa Ramírez si se hubiera suprimido no se habría perdido absolutamente nada. Algunos actores parecen sacados directamente de un gimnasio culturista, sin ninguna preparación dramática ni artística (lo de los esclavos germanos rescatados clama al cielo).
• Cada capítulo es una completa decepción, al final lo sigues porque parece increíble que el siguiente sea igual de malo, pero así es, cada uno supera al anterior de forma negativa y solo estás deseando que termine la temporada para que dentro de lo posible no te borre el buen sabor de boca de las dos anteriores.

Por todo lo dicho me parece de todo increíble que pertenezca al mismo guionista y director que las anteriores. Para hacer esta continuación, mejor no hacer nada, porque al menos no nos habrían dejado esta mal sabor de boca.

Antes que nada debo decir que no he podido soportar más de 25 minutos de este horror insufrible llamado “Le prénom”. Supongo que el director debe tener algo muy grave contra los amantes del cine, de lo contrario no llego a entender cómo puede pretender torturarnos de esta manera con una película tan estúpida, donde un grupo de personas se reúnen en casa de Elizabeth y Pierre, entre ellos Claude un amigo de la infancia de Elizabeth y Vicent (hermano de Elizabeth), las diversas escenas transcurren entre frases ocurrentemente estúpidas y manidas gracias sin gracia; pero, ¡ah!, Sres. la concordia pronto saltará en mil pedazos al comunicar Vicent que esperan tener un hijo al cual le pondrán de nombre ¡Adolph!, y claro estalla la marabunta (lo de claro, es un decir). Pierre y Elizabeth (izquierdistas de pro) y Claude (músico mega sensible y moderno) no llegan a comprender como su querido amigo Vicent puede poner a su hijo el nombre de ¡Adolph!, que suena como ¡Adolff! (lo pillan… pues eso, Hitler); y hasta aquí llegó mi paciencia, así que señor Alexandre de la Patellière ¡por favor, cague Ud. antes de hacer la próxima película)