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Críticas ordenadas por utilidad
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6,2
3.848
5
19 de diciembre de 2011
19 de diciembre de 2011
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sólo porque apela a lo mecánico de los sentimientos con efectos y recursos más que obvios, sino porque lo hace en cantidad industrial, constantemente. Y creo que dado que hoy en el cine -y otras artes- el dinero voló para los creadores, el cineasta en cuestión pensó que no se puede fallar, que hay que dar píldoras constantes de reir y llorar. Con música que apoye el devaneo. Y lo consigue. Yo tenía detrás a 20 críos de 14 años comiendo palomitas como puercos, no me dejaban siquiera oir la peli que hoy en día tienen el volumen a toda pastilla -otra manera de enganchar de lo más burda- y ellos y los demás aplaudieron. Angelitos.
Luego tiene su gracia la peli, y está muy bien sobre todo Peretti. Los demás pasables.
Luego tiene su gracia la peli, y está muy bien sobre todo Peretti. Los demás pasables.

8,1
13.711
10
21 de marzo de 2011
21 de marzo de 2011
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las obras más hermosas y tristes. Me desperté al día siguiente con una melodía polifónica rondándome la cabeza. Aún hoy la puedo tañer.
La obra toca la profunda condición humana, pero inserta en la histórica: cine neorrealista.
Esta cinta del gran Fellini habla del momento, sí, pero introduce lo maravilloso. La dicotomía entre lo trágico y lo mágico podría ser una de las líneas estéticas mayores. También la encontramos en los personajes: Zampanò, el macho dictatorial representa una vibración vulgar, tosca, frente al contrapunto de la delicada y dócil Gelsomina pero también del tercero en discordia, el "Matto" -loco- que es todo juego y creatividad, y que descoloca al primero con sus bromas, que harán que Zampanó pierda los papeles trágicamente. Muchas líneas de sta película son preguntas y como en las grandes obras, quedan sin respuesta.
La palabra "strada" en italiano es polisémica. Adquieren harto sentido en la película sus tres connotaciones: calle -están en la puta calle-, pero también carretera; carretera, pero también camino o vía, por tanto, destino. Y es descorazonador sentir, más que ver, que el destino de la chica es éste, la carretera desolada, la calle, y dentro de ella, por encima, la incomunicación e impotencia con su pareja, que por otro lado no la quiere. ¿O sí? La desnudez en este film lo abarca todo, hasta el alma. La metáfora además vale para mostrar el estado de una Italia "piegata" tras la guerra, paupérrima. Tenemos también lo surreal junto al tremendismo social del despojo vivo infantil: los niños como en "los olvidados", son las primeras víctimas de las guerras.
La incomunicación entre los dos protagonistas crece, y se abisma con la disputa con el Matto, que deriva en tragedia. El "matto" en efecto mira el reloj que se le nubla, y ya tenemos las dos coordenadas, el espacio del infinito vagar y el tiempo. El otro espíritu delicado, Gelsomina, también se irá, no sin antes haber sido progresivamente humillado en su inocencia por Zampanó, quien al final se encuentra en una playa solo, escena final recurrente en Fellini, así como la de el hombre solo. Hay sin duda una moralina pragmática en este film, como en otros de Fellini, pero quizás ese miedo de Fellini al fracaso que retrata en todas sus primeras películas, le otorga aún más fuerza, su fuerza.
El incesante vagar por las vías de Italia es un desesperado modo de supervivencia de un rudo desesperante. Zampanó es alguien encerrado en su imposibilidad para demostrar sonrisa y amor y llevado por la miseria al límite. El rostro increíblemente expresivo en el silencio de mimo de Gelsomina se contrapone a sus músculos y gritos sordos. Zampanò acaba, con su ignorancia, con Gelsomina y con el Matto, como en el fondo hizo la ignorancia supina del fascismo con Italia. No creo tan descabellado decir que Gelsomina es la Italia creativa de la commedia dell Arte, y Zampanò el toro de la ignorancia emotiva.
La obra toca la profunda condición humana, pero inserta en la histórica: cine neorrealista.
Esta cinta del gran Fellini habla del momento, sí, pero introduce lo maravilloso. La dicotomía entre lo trágico y lo mágico podría ser una de las líneas estéticas mayores. También la encontramos en los personajes: Zampanò, el macho dictatorial representa una vibración vulgar, tosca, frente al contrapunto de la delicada y dócil Gelsomina pero también del tercero en discordia, el "Matto" -loco- que es todo juego y creatividad, y que descoloca al primero con sus bromas, que harán que Zampanó pierda los papeles trágicamente. Muchas líneas de sta película son preguntas y como en las grandes obras, quedan sin respuesta.
La palabra "strada" en italiano es polisémica. Adquieren harto sentido en la película sus tres connotaciones: calle -están en la puta calle-, pero también carretera; carretera, pero también camino o vía, por tanto, destino. Y es descorazonador sentir, más que ver, que el destino de la chica es éste, la carretera desolada, la calle, y dentro de ella, por encima, la incomunicación e impotencia con su pareja, que por otro lado no la quiere. ¿O sí? La desnudez en este film lo abarca todo, hasta el alma. La metáfora además vale para mostrar el estado de una Italia "piegata" tras la guerra, paupérrima. Tenemos también lo surreal junto al tremendismo social del despojo vivo infantil: los niños como en "los olvidados", son las primeras víctimas de las guerras.
La incomunicación entre los dos protagonistas crece, y se abisma con la disputa con el Matto, que deriva en tragedia. El "matto" en efecto mira el reloj que se le nubla, y ya tenemos las dos coordenadas, el espacio del infinito vagar y el tiempo. El otro espíritu delicado, Gelsomina, también se irá, no sin antes haber sido progresivamente humillado en su inocencia por Zampanó, quien al final se encuentra en una playa solo, escena final recurrente en Fellini, así como la de el hombre solo. Hay sin duda una moralina pragmática en este film, como en otros de Fellini, pero quizás ese miedo de Fellini al fracaso que retrata en todas sus primeras películas, le otorga aún más fuerza, su fuerza.
El incesante vagar por las vías de Italia es un desesperado modo de supervivencia de un rudo desesperante. Zampanó es alguien encerrado en su imposibilidad para demostrar sonrisa y amor y llevado por la miseria al límite. El rostro increíblemente expresivo en el silencio de mimo de Gelsomina se contrapone a sus músculos y gritos sordos. Zampanò acaba, con su ignorancia, con Gelsomina y con el Matto, como en el fondo hizo la ignorancia supina del fascismo con Italia. No creo tan descabellado decir que Gelsomina es la Italia creativa de la commedia dell Arte, y Zampanò el toro de la ignorancia emotiva.

7,4
38.926
7
15 de febrero de 2014
15 de febrero de 2014
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno se puede inspirar en otros artistas, pero copiarlos es otra cosa. La película es buena, pero no tanto. Tiene un par de escenas o tres muy conseguidas, conmovedoras y estilizadas, pero debe tanto a Fellini que no sé, debería llamarse la Dolce Vita II o algo así.
1:Coge de "8 y medio": el tema del creador perdido, que no encuentra la inspiración para la obra. Pero en ésta se da la americanada del final feliz, al final de la obra encuentra tal estímulo.
2:Coge de todo Fellini la llamada "epifanía": Son apariciones surrealistas, como encontrabamos en La Strada, en Amarcord...incluso al final de la Dolce Vita, aparecen animales de la nada creando el efecto de la desfamiliarización e introduciendo poesía inútil en el buen sentido, belleza natural diamantina, que habla de la inocencia y nos hace preguntarnos quiénes somos. La diferencia con Fellini es que no llega a resultar convincente...y eso que no hay nada de que convencer. .
3: Coge a la ciudad de Roma como protagonista y utiliza los planos simétricos a la Fellini de lugares particulares, pero aqui se complace banalmente en tal belleza (hasta poner el vocablo en el título), mientras que aquel la usaba de manera más sutil
4. Como en la Dolce Vita retrata el pulular vacío de ciertas fiestas de Roma, como en dicho film incluye el suicidio, pero lo hace de manera más superficial, y se pasa con los suicidios....hay dos.
5. El protagonista de 8 y medio estaba perdido y se interrogaba con profundidad, éste mantiene una posición cínica, aquel creía en algo aunque fuera poco, éste ya no se plantea, parece, creer en nada.
En resumen, si quieres hacer una crítica de cierta vida o mentalidad en tal ciudad, no te pases la mitad de la película sacando fotos turísticas de sus monumentos.
1:Coge de "8 y medio": el tema del creador perdido, que no encuentra la inspiración para la obra. Pero en ésta se da la americanada del final feliz, al final de la obra encuentra tal estímulo.
2:Coge de todo Fellini la llamada "epifanía": Son apariciones surrealistas, como encontrabamos en La Strada, en Amarcord...incluso al final de la Dolce Vita, aparecen animales de la nada creando el efecto de la desfamiliarización e introduciendo poesía inútil en el buen sentido, belleza natural diamantina, que habla de la inocencia y nos hace preguntarnos quiénes somos. La diferencia con Fellini es que no llega a resultar convincente...y eso que no hay nada de que convencer. .
3: Coge a la ciudad de Roma como protagonista y utiliza los planos simétricos a la Fellini de lugares particulares, pero aqui se complace banalmente en tal belleza (hasta poner el vocablo en el título), mientras que aquel la usaba de manera más sutil
4. Como en la Dolce Vita retrata el pulular vacío de ciertas fiestas de Roma, como en dicho film incluye el suicidio, pero lo hace de manera más superficial, y se pasa con los suicidios....hay dos.
5. El protagonista de 8 y medio estaba perdido y se interrogaba con profundidad, éste mantiene una posición cínica, aquel creía en algo aunque fuera poco, éste ya no se plantea, parece, creer en nada.
En resumen, si quieres hacer una crítica de cierta vida o mentalidad en tal ciudad, no te pases la mitad de la película sacando fotos turísticas de sus monumentos.

6,4
4.185
8
9 de abril de 2022
9 de abril de 2022
6 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Premeditadamente o no, este director juega con 3 pivotes que atraen suficientemente a la audiencia hoy:
1) Un niño/a y su candor, sus ojos y expresividad.
2) Asociaciones ovni, de penumbra, boletín y barriada, con la intrincada fe que las anima(ba)
3) Delitos (horribles). Los delitos de este film se pueden reconducir a casos que han sido muy mediáticos, en zonas del Levante, también, aunque yo no los imputaría nunca, como hacen aquí presuntamente sin querer, a las clases bajas.
Al lío.
Los protagonistas son un puñado de seres anónimos. Ciudadanos cero.
Se trata de unos tiernos frikis aparentemente inofensivos, que a la postre resultarán ser muy poco inofensivos y....demasiado tiernos.
El protagonista regenta un bar de barrio, de los de cubata a 4 euros. (De hecho se ve cómo sirve un gin tonic en un vaso de tubo, creo que echa la ginebra después de la tónica, y como colofón, un hielo, y sin mirar porque está hablando, jajaja)
G. Ibarra exhibe a tipos decadentes de barrio, tiernos y repelentes, amas de casa zarrapastrosas y sin horizontes, familias de milagro, ignorantes atrevidos, enfermos o lisiados, bebedores sin freno,....y sus espacios limitados y reincidentes, sus impedimentos mentales o físicos.
Espacios desconectados; difusa falta de estímulos, barrios vaciados de alma. La ignorancia lo está royendo todo; es lo que realmente, si te paras a pensar, da miedo en el fondo; desemboca en fanatismo, y miseria mental: a algo hay que agarrarse. Nos podría pasar a todos. La falta de horizontes es un germen de deriva y radicalización, que en este film, rayan en lo grotesco e impactan en lo trágico.
La suciedad social, no porque la clase baja sea sucia en sí, sino porque realmente se flirtea con la suciedad. Lo rutinario y lo urinario.
El film usa planos cercanos y centrados, lo que conlleva gusto por el detalle fotográfico y objetivo. Hay movimientos repetitivos del trabajo en un oficio dado, humilde, que sacan belleza de dentro de la mugre, pueden ser de otros ámbitos, eso sí, siempre son un contrapunto al magma de la mediocridad...como si se revistieran de un carácter de redención. Epifanías.
Es una propuesta que no impone respuestas maniqueas, todo queda envuelto en el misterio esperpéntico y vital, momentos que transmiten magia sin abandonar lo grotesco. Tenemos un retrato de la fealdad de barrio sin enfatizarla, sin juzgarla. De manera que te deja encontrar dentro perlas de luz. Se da un realismo social con tintes mágicos. Incluso con ternura...e, importante, con un tono diferente. Hay por fin un cine español estilizado y con un estilo propio. Con un sentido en sí.
Los planos y fotografía son cuidados. Su tempo narrativo, también: sutileza en el ritmo y en la sorpresa. Film lento pero seguro.
Esta nueva ola de cine catalán y del Levante, podemos ya estar hablando de un movimiento.
Deberían de sacar un manifiesto.
1) Un niño/a y su candor, sus ojos y expresividad.
2) Asociaciones ovni, de penumbra, boletín y barriada, con la intrincada fe que las anima(ba)
3) Delitos (horribles). Los delitos de este film se pueden reconducir a casos que han sido muy mediáticos, en zonas del Levante, también, aunque yo no los imputaría nunca, como hacen aquí presuntamente sin querer, a las clases bajas.
Al lío.
Los protagonistas son un puñado de seres anónimos. Ciudadanos cero.
Se trata de unos tiernos frikis aparentemente inofensivos, que a la postre resultarán ser muy poco inofensivos y....demasiado tiernos.
El protagonista regenta un bar de barrio, de los de cubata a 4 euros. (De hecho se ve cómo sirve un gin tonic en un vaso de tubo, creo que echa la ginebra después de la tónica, y como colofón, un hielo, y sin mirar porque está hablando, jajaja)
G. Ibarra exhibe a tipos decadentes de barrio, tiernos y repelentes, amas de casa zarrapastrosas y sin horizontes, familias de milagro, ignorantes atrevidos, enfermos o lisiados, bebedores sin freno,....y sus espacios limitados y reincidentes, sus impedimentos mentales o físicos.
Espacios desconectados; difusa falta de estímulos, barrios vaciados de alma. La ignorancia lo está royendo todo; es lo que realmente, si te paras a pensar, da miedo en el fondo; desemboca en fanatismo, y miseria mental: a algo hay que agarrarse. Nos podría pasar a todos. La falta de horizontes es un germen de deriva y radicalización, que en este film, rayan en lo grotesco e impactan en lo trágico.
La suciedad social, no porque la clase baja sea sucia en sí, sino porque realmente se flirtea con la suciedad. Lo rutinario y lo urinario.
El film usa planos cercanos y centrados, lo que conlleva gusto por el detalle fotográfico y objetivo. Hay movimientos repetitivos del trabajo en un oficio dado, humilde, que sacan belleza de dentro de la mugre, pueden ser de otros ámbitos, eso sí, siempre son un contrapunto al magma de la mediocridad...como si se revistieran de un carácter de redención. Epifanías.
Es una propuesta que no impone respuestas maniqueas, todo queda envuelto en el misterio esperpéntico y vital, momentos que transmiten magia sin abandonar lo grotesco. Tenemos un retrato de la fealdad de barrio sin enfatizarla, sin juzgarla. De manera que te deja encontrar dentro perlas de luz. Se da un realismo social con tintes mágicos. Incluso con ternura...e, importante, con un tono diferente. Hay por fin un cine español estilizado y con un estilo propio. Con un sentido en sí.
Los planos y fotografía son cuidados. Su tempo narrativo, también: sutileza en el ritmo y en la sorpresa. Film lento pero seguro.
Esta nueva ola de cine catalán y del Levante, podemos ya estar hablando de un movimiento.
Deberían de sacar un manifiesto.
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