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Críticas 96
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
20 de octubre de 2009
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Huyo como la peste de las películas biempensantes. No hay nada que más me fastidie que me hagan tragarme una peli para trasladarme un mensaje tan obvio como políticamente correcto. Todo esto es cierto. Pero si es cierto que huyo del cine con mensaje, no hay nada que más me emocione que ver verdad en pantalla.
Aunque esa verdad sea el trasunto de un mensaje. Pero cuando hay verdad, hay vida. Y cuando hay vida, no importa el objetivo, sólo la vivencia.
Mi vivencia empieza con el primer acorde, con la primera imagen de “Yo, también”. Mi vivencia continúa con el primer plano. Ahí, sobre el título de crédito, se aprecia un plano necesariamente fijo que no lo es. Un plano absolutamente imperfecto que deviene en marca de estilo de lo que vamos a ver después. Y lo que vamos a ver después no es perfecto, es natural. No es ficción, es verdad. No es cine, es realidad.
Lo que vamos a ver a ver después es una oda al cine verité que huye del dogma para dar un nuevo sentido a la cámara en mano. Que elude la belleza del encuadre para captar la vida allá donde y como esté. Que obvia el plano-secuencia para no anticiparse a los actores. Que deja que éstos gobiernen la trama en lugar de ser presa de guión. Que prefiere el cariño que nace del defecto a la impostura que nace de la virtud.
Lo que vemos después es puro sentimiento. Lo que sentimos los espectadores cuando Pablo Pineda empieza su primer día de trabajo, cuando su madre le lee un libro en inglés, cuando va a su primera fiesta laboral, cuando realiza cualquier actividad cotidiana, convirtiendo la rutina de otros en magia para él y para nosotros. Lo que sentimos los espectadores cuando su imperfección se torna perfecta para Lola Dueñas. Lo que sentimos los espectadores cuando sus vidas se suman y en el resultado se multiplican.
Lo que sentimos los espectadores cuando vives cómo lo perfecto es enemigo de lo natural, la ficción es enemiga de la verdad, el cine puede ser amigo de la realidad. Lo que sentimos los espectadores cuando una peli biempensante se convierte en una vivencia que no es sino celebración del defecto, de la vida.
2 de septiembre de 2020 2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tiempo que David Trueba decidió ir contracorriente, salirse de la industria y autoproducirse. Lo hace alguien que tuvo éxitos tan sonados como Los peores años de nuestra vida, Two much, La niña de tus ojos, Soldados de Salamina o Vivir es fácil con los ojos cerrados.
Los motivos se me escapan, pero estando cautivo o estando libre, él es igual de bueno. "A este lado del mundo" merece muchísimo la pena.
Desde su planteamiento. Nos lleva a alguien que nos representa: que quiere derechos humanos pero que le eliminen los problemas. Nos traslada a un escenario nuevo y apasionante: Melilla. Nos acerca a una guardia civil, con tantos tiros como aristas. Y a su propósito: mejorar la valla Africa-España.
Como siempre, Trueba lo hace con identificación y con un humor estupendo. Sabe representar todos los dilemas con imágenes sencillas y emoción real. Crea secundarios tan sublimes como el del guardia civil o el del delegado del gobierno. Evita buenos y malos y elimina cualquier discurso moralizante.
Todo nos lleva a poder reír, disfrutar y aprender, a reflexionar para darnos cuenta de que quizá lo que pensamos casi nunca es lo que acabamos por hacer.
7 de octubre de 2010 2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buried es la mejor película americana del otoño. Sólo que es española.
Esta anomalía, cifrada en las tildes que aparecen los títulos de crédito, marca la película. Y es que parece mentira que todo lo que ves y (sobre todo) oyes pueda ser obra de un grupito de españoles empeñados en contar una historia tan global como el conflicto EE.UU.-Irak.
Esta anomalía también se marca en la apuesta. Un americano había escrito el excelente guión, pero ningún americano se atrevió a producirlo. El motivo es claro: un solo escenario, un solo tiempo, un solo personaje. Hay tantas restricciones que sólo el presupuesto de gastos puede agradecerlas.
Y sin embargo, el de ingresos va a ser el principal beneficiado. Lo va a ser porque la intriga generada es bestial. Porque dichas restricciones se convierten en armas de concreción. Quizá la dirección no explota todas sus posibilidades claustrofóbicas, pero sin embargo, Cortés es capaz de convertir Buried en una peli de acción, en Indiana Jones y el Sarcófago de madera de pino. Logra generarte situaciones de alta tensión emocional, logra hacerte vivir persecuciones sin poder mover los pies.
Al final, queda una peli americana estupenda, coherente y emocionante hasta el final, cuyo doble truco final (sueño y canción) te impide quedarte con el regusto del buen cine. Te impide levantarte al día siguiente con el ataúd metido en tu cerebro.
Pero lo que ha quedado es una emoción sin límites, el éxito de una marcianada española que logró devenir americana.
5 de diciembre de 2008 2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos años me metí en una sala oscura y, como le sucede a todo espectador, no salí cambiado, ni siquiera reforzado en mis planteamientos previos, sólo encontré cómo éstos podían tener un trasvase a la pantalla. Cómo un director podía aunar narración clásica y avances del cine publicitario, humanismo y globalización, continuidad y eclecticismo, diferencia e integración.

Se trataba de la película "Wonderland" y desde entonces no falto a mi cita semestral con Michael Winterbottom. Pocos creadores son capaces de tener una trayectoria tan coherente y tan diferente, de ser tan variados y tan similares, de abordar el riesgo sin perder el acierto. No importa el género, siempre le es fiel a sus códigos implícitos. Parte de ese respeto a las normas clásicas para introducir su amor por la humanidad, su querencia por personajes normales, su huida de las falsas torturas, su apuesta por el interés de la cotidianeidad. Es él quien mejor sabe crear magia de lo corriente, producir fascinación a partir de gente como tú y como yo.


Y lo hace sin necesidad de caer en recursos de fácil identificación. Su voz en off nunca busca provocar empatía, sólo mezclar en pantalla realidades diferentes. Sin embargo, sus personajes sí provocan empatía. Y lo hacen sin necesidad de acertar. Es más, Winterbottom siempre encuentra la belleza en el error, su gusto por la normalidad contrasta con su amor por la diferencia: el ser humano alcanza su perfección sólo cuando asoma su imperfección. De ahí nacen sus radiantes, efímeras, emotivas historias de amor. De ahí nacen sus vibrantes, controlados conflictos. De ahí nace el arte de un pintor con una amplia paleta de colores que siempre dibujan la misma figura: el alma humana. Y lo hace sin retórica de divino, sin pesimismos de postal, sin más búsqueda de autoría que la que da la propia voz.
26 de enero de 2011 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo una espiritualidad a prueba de fe. Por eso todo lo que aquí comento, parte de ese hecho. De que, dada mi superficialidad hacia la vivencia religiosa, cuesta que me lleguen ciertos mensajes, ciertos sentimientos. No por ello dejo de admirarlas.
Y lo que me sucede durante la peli ganadora de Cannes es que no dejo de admirar, nunca llego a empatizar. Están a un nivel tan alto los monjes protagonistas que nunca llego a sentirles cerca, a emocionarme con su historia.
Eso no impide que siga creyendo que son maravillosos, que son referentes. Eso no impide que admire la obra de Beauvois. Eso no impide que no me dé cuenta de su coherencia. De cómo asume un estilo y lo mantiene hasta el final. De cómo acepta el silencio y el canto religioso como el sonido de sus vidas y por tanto, el sonido del cine. De cómo refleja su tranquilidad vital y su estrés ante la muerte. De cómo retrata sus vidas como parte de algo en esencia superior.
Todo eso es cierto. Pero el caso es que cuando llega el momento de emocionarme, no lo consigue. Cuando llega el momento de amarlos, me quedo en la celebración. Cuando llega el momento de epatarme con un último y maravilloso plano, me quedo en la admiración.
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