No se entiende. Es normal, no dice nada. Es una aventura audiovisual de Adina Pintilie que trata de explicarla con conceptos que no se ven en la pantalla.
Cualquiera en un momento de ensoñación puede imaginar las situaciones o los presuntos pensamientos ajenos, o los comportamientos de la gente, y buscar explicación en base a su estado o a su experiencia vital. En este caso, la directora así lo manifiesta, la explicación y la intención de extrapolar estos comportamientos para que presuntamente a alguien puedan interesar, creo que supone únicamente un ejercicio de presunción o prepotencia, no se, que solo se justifica con lo que parece una película barata. En otros tiempos nadie se hubiera atrevido a cometer un despropósito de este calado, puesto que el coste de filmar no lo hubiera permitido.
Mucho aburrimiento y enfado que a medida que va transcurriendo el metraje, también excesivo para repetir una y otra vez lo mismo, se va haciendo cada vez mayor.

Las películas que recuerdo de Steven Soderbergh eran más entretenidas que esta. Confidencial. en mi opinión, siendo una historia clásica de espías o agentes secretos o como queramos denominarlos, adolece de dos males, que solucionándolos fácilmente mejorarían sensiblemente la película.
Uno: La luz, sin ninguna necesidad nos obligar a ver esta cinta en una especie de penumbra, que no aporta nada. Dos: La acción, independientemente de que la trama está, salvo el final, bien sostenida, un poco de dinamismo en la interpretación mejoraría notablemente el visionado. Solamente solucionando estos dos aspectos, la película sería otra.
Michael Fassbender y Cate Blanchett, vuelven a interpretar sus papeles con solvencia a pesar de las dificultades que nos ponen para apreciarlo con la falta de iluminación.
La trama es clásica en una historia de agentes, pero el desenlace se merecería algo más de imprevisibilidad, si los guionistas hubieran estrujado su ingenio un poco más.
Solo para forofos del género.

Ante la apariencia de amabilidad Ozon nos presenta una película dura, intimista y familiar en donde, aunque no hayamos vivido exactamente estas circunstancias, podemos vernos reflejados en alguna de ellas.
Las interpretaciones de Mélene Vincent y Josiane Balasko son convincentes y emocionantes cuando la historia lo requiere.
Cualquiera puede revisar su vida y darse cuenta de actos fallidos, que ahora se aprecian pero que entonces tenían otra naturaleza, bien por presuntamente necesarios, bien por carecer de la repercusión que luego tuvieron.
En resumen buena película que no aburre y además hace reflexionar.

Como podía yo imaginar que cuando apareciera Fernando Trueba en una pantalla me iba a causar la misma fascinación que cuando la Monroe salía en alguno de sus clásicos. Pensé, menos mal, me estaba aburriendo como una ostra aburrida.
Bueno, vamos a la película Volveréis. No me queda más remedio que regresar al padre, me trae recuerdos genéricos de Opera prima. Vito Sanz simula un Óscar Ladoire, pero mucho peor. Itsaso Arana, es Violeta. Todo para construir una relación que en el caso de la película del año 80 era original y desternillante y en esta ocasión se va retorciendo el argumento, para ir avanzando al final pre-pensado. Agradeciendo que dura menos de 2 horas, exactamente en el minuto 35 de película pensé en irme, pero no lo hice, nunca me he levantado de una sala de cine. Lo dicho, en mi opinión poco humor, mucha ocurrencia y actuación deslumbrante de Fernando.
Aun así, me sigue dando la impresión de que Jonás Trueba, sabe lo que se trae entre manos y que cuando pueda filmar un buen guion puede que haga un peliculón.

En este film Sang-Soo se lo guisa y se lo come todo, de manera que no deja nada para los demás.
Los demás, los espectadores asistimos sorprendidos a una historia plana, con la única virtud de no extenderse demasiado, de 90 minutos.
Tampoco los actores aportan nada, unas interpretaciones sin alma, algo histriónicas en ocasiones y nada más.
Podría haberla calificado peor, pero lo mismo es que no la entendí.
Solo para aburridos contumaces.