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Críticas ordenadas por utilidad
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7,8
42.015
10
1 de agosto de 2012
1 de agosto de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una de esas películas que se te clavan para siempre y que no puedes dejar de volver a ellas, nunca te cansas de verla. In the mood for love sumerge al espectador en decadentes paisajes urbanos, en vestidos de gala, en sus ritmos de bolero, en pasos a cámara lenta, en los humos de cigarros que dibujan la reflexión… No se muy bien en qué consiste la magia de Deseando amar, pero es mágica y envolvente y te crea un desasosiego en el alma. Creo que el secreto está en el despliegue técnico que consigue, contraluces soberbios, paisajes urbanos que tejen la historia, los pequeños detalles de muebles, corbatas, zapatos, en plano detalle, que van revelando la no tan secreta historia de amor de la película, ese amor exasperado y sin consumar que desconcierta, que insufla los pulmones de suspiros, esos microtrávellings de la cortina a la cara del personaje, los constantes fundidos a negro, los planos maquillados de una cadera junto al teléfono, una bocanada de humo surcando el cielo…, o tal vez por la utilización de esos colores en amarillo y rojo que te asaltan la vista en una película generalizada con tonos grises, o la fabulosa música de Michael Galasso, junto a la utilización de los boleros como arma de desaliento amoroso, o la tensión que se crea en algunos diálogos trampa, cuando el espectador cree que se está hablando de una cosa y en realidad es otra, o por que las caricias son tan furtivas y deseadas que cuando se producen restallan en el celuloide, o porque el amor se cuece lentamente, incluso utilizando la cámara lenta para hipnotizar con la mirada furtiva, el gesto impreciso, la media sonrisa evanescente, para revelar al fin y al cabo eso que sólo captaríamos de modo inconsciente a 24 fotogramas por segundo. O porqué es una historia de amor shakesperiana, donde el amor está por encima del sacrificio de ambos, donde no hay sexo, ni siquiera besos donde todo es la seducción parsimoniosa que te arrastra, porque el seducido al final es el espectador que no puede escapar de la telaraña entretejida por un director que ha dejado para siempre una obra maestra a su cargo. Es ante todo una película elaborada con una precisión milimétrica y una sensibilidad a flor de piel que te lleva hasta la emoción, contenida, como el amor de sus personajes, porque todo aparece como susurrado hasta el erotismo innato de la magistral interpretación de Maggie Cheung, es bella y turbadora porque lo dice todo sin llegar a decir nada, porque parecemos conocer con una profundidad abisal los secretos de dos corazones en realidad ignotos. Es ante todo que Wong Kar Wai parte desde fuera de cualquier convencionalismo y realiza esta filme como si fuera la primera historia de amor rodada, como si nada estuviera inventado antes, y él lo reinventa. Es una maravilla, arte en estado puro.
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7,2
50.932
6
1 de agosto de 2012
1 de agosto de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran superproducción de Bernardo Bertolucci cuidadísima en los detalles técnicos, especialmente en la escenografía, el vestuario y la música (magistrales) pero que no ha terminado de brillar en la historia pese a los 9 oscars que le brindó la academia de Hollywood. De excesivo metraje (160 minutos) la película comienza muy bien narrando los hechos históricos que hicieron que un niño de tres años fuera coronado emperador, contando con minucioso detalle la vida en la corte y captando cómo se vivían desde dentro los cambios geopolíticos que acontecían fuera de la ciudad prohibida, un cofre hermético que vivía ajeno a la realidad hasta que la historia se topó con ella. En esa primera mitad de la película se nos deja algunas escenas brillantes (la elección de la esposa, su primera noche con ella mientras los lacayos los desvisten, el paseo en bicicleta cuando muere su madre, el corte de la coleta), pero desde que el emperador saliera de su jaula de juventud (para ingresar posteriormente en otras jaulas) la película cae en picado, los detalles resultan superficiales, la escenografía fuera de palacio pierde toda su fastuosidad y las propias vivencias del emperador parecen perder interés, así hasta un final soso e inapropiado. En cuanto a la verosimilitud histórica, es una cinta en la que Bertolucci no trata de tomar partido, intenta manejar el filme desde una posición distante, una actitud que no termina de funcionar, ya que el protagonista de la historia termina teniendo un papel edulcorado, aunque pudiera ser el actor secundario de auténticas barbaries. Ni el tono político, ni las circunstancias culturales en las que se maneja llegan a emocionar y que tampoco deja ni poso ni huella para poder tener una visión comprometida de los acontecimientos históricos que relata, la lejana visión del director también lo es para el espectador, que termina viendo pasar la cinta ante sus ojos sin necesidad de pensar demasiado.
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6,0
4.736
4
31 de julio de 2012
31 de julio de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La teta asustada tiene imágenes cautivadoras, una historia para nada convencional y una forma especial de tratar el realismo, de una forma contemporánea pero muy anclada en el pasado. En efecto, el título de la crítica no es una pijotada de este humilde autor, sino el resumen del guión que trata la historia de una muchacha que deliberadamente y por tradición lleva una patata en la vagina, esa a priori absurdez, te engarruña el alma cuando descubres los antecedentes de violaciones reiteradas en la familia cuando era algo normal que durante una guerra entraran en tu casa mataran a tu marido y te ensartaran sin más. La verdadera protagonista de la película, no es Fausta, es su miedo, a andar sola por la calle, al contacto humano a perder las raíces que le traspasó su madre y todo ello nos deja algunas escenas mágicas (cortando las raíces de la patata que le sobresalen de la vagina, el paisaje pintado de cascada en una boda y rodeado de desierto, los globos en la falta de la novia, la captura de perlas, la forma en la que embalsaman el cadáver de la abuela) y pese a todo, el ritmo de la película es lento, muy lento, tuve que volver a algunas escenas para poder tener una mejor comprensión de ellas, el argumento sobre el que gira la película, aunque sorprendente, tampoco da mucho más de sí, y no ahonda demasiado en la raíces de los pueblos indígenas, en la santería, o en otros muchos aspectos de estos pueblos que pueden generar viveza en la película, tampoco aprovecha al 100% los recursos musicales o fotográficos que se quedan en simple anécdota y que no ayudan a sacar del lodo del aburrimiento a la película. Es un filme bien cimentado y con pilares fuertes, pero con paredes de cartón piedra que se derrumban que no te dejan apreciar los detalles de la historia porque la mente del espectador se va hacia otros confines, una lástima, pero en esta ocasión, en Berlín exageraron al darle el Oso de Oro, pese a sus pequeñas virtudes.
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31 de julio de 2012
31 de julio de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como explicar una película con tantos matices y tan poca concreción. El etéreo guión de Blow Up tiene un crimen sin asesino ni cadáver, una brutal atracción sexual sin consumar y hasta un partido de tenis sin pelotas ni raquetas. Este deseo de una mañana de verano es un continuo ‘coitus interruptus’, sin principio ni final, sin un hilo argumental definido (más bien son varios argumentos que se van escalonando y que concluyen en un precipicio) y todas esas historias tienen un aire hipnótico y estimulante, pero el empecinamiento del complejo director por dejar la trama sin cerrar no deja ante un abismo cuando más no sube la lívido cinéfila.
Lo mejor de la película es la descripción del Londres psicodélico de los años 60, con colores chillones por las calles, vestidos exuberantes y desestructurados (como la propia película) y un gusto exacerbado por el arte pop y la música sesentera que le dan a la película su propia identidad y peculiaridad. Esto junto al pañuelo que luce Vanessa Redgrave a pecho descubierto en una escena sensual en la que nada ocurre (toda la película rebosa sensualidad sin que casi nada llegue a consumarse o mostrarse) y el final (por llamarlo de alguna forma) con el partido de tenis entre mimos, es de lo mejor que se puede sacar de esta película de Antonioni que consiguió la Palma de oro en el Festival de Cannes en 1967.
Pincelada a pincelada, Antonioni nos va dejando algunas escenas con una escenografía fantástica y un desarrollo fascinante (aunque insisto, sin final), pero la obra tiene más valor despiezada que en su conjunto, donde aparece como densa e inabarcable, le falta contundencia.
Basada en el cuento ‘Las babas del Diablo’ de Julio Cortázar, el genio italiano rehace la historia a sus necesidades, la descompone la envuelve con celofán purpúreo, le imprime ritmo y le añade una llamada salvaje al sexo libre, aunque todo eso signifique echa por tierra la enigmática historia original.
En fin una película rara, con cientos de interpretaciones diferentes, abierta a todo, tanto a los que pueden detestarla, como a los que quieran amarla por su especial estructura y su virtuosismo formal. Yo, me quedo en medio.
http://palomitasconchoco.wordpress.com
Lo mejor de la película es la descripción del Londres psicodélico de los años 60, con colores chillones por las calles, vestidos exuberantes y desestructurados (como la propia película) y un gusto exacerbado por el arte pop y la música sesentera que le dan a la película su propia identidad y peculiaridad. Esto junto al pañuelo que luce Vanessa Redgrave a pecho descubierto en una escena sensual en la que nada ocurre (toda la película rebosa sensualidad sin que casi nada llegue a consumarse o mostrarse) y el final (por llamarlo de alguna forma) con el partido de tenis entre mimos, es de lo mejor que se puede sacar de esta película de Antonioni que consiguió la Palma de oro en el Festival de Cannes en 1967.
Pincelada a pincelada, Antonioni nos va dejando algunas escenas con una escenografía fantástica y un desarrollo fascinante (aunque insisto, sin final), pero la obra tiene más valor despiezada que en su conjunto, donde aparece como densa e inabarcable, le falta contundencia.
Basada en el cuento ‘Las babas del Diablo’ de Julio Cortázar, el genio italiano rehace la historia a sus necesidades, la descompone la envuelve con celofán purpúreo, le imprime ritmo y le añade una llamada salvaje al sexo libre, aunque todo eso signifique echa por tierra la enigmática historia original.
En fin una película rara, con cientos de interpretaciones diferentes, abierta a todo, tanto a los que pueden detestarla, como a los que quieran amarla por su especial estructura y su virtuosismo formal. Yo, me quedo en medio.
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8,4
111.398
9
31 de julio de 2012
31 de julio de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Además de la escena más famosa de la historia del cine (me estoy refiriendo claramente al asesinato en la ducha), de la chirriante música de cuerda llamando a la sangre, de las trampas argumentales que nos lanza Hitchcock en un guión maliciosamente orquestado y en la que caen los espectadores como bobalicones y de la construcción de un personaje tan complejo e imbricado como el de Norman Bates (Anthony Perkins), además de todo eso (que ya lo encumbra merecidamente en la historia del cine) Psicosis es mucho más. Y es que esta mítica película tiene más incluso de las escenas que una y otra vez nos repiten en los medios de comunicación. Ya desde el principio, en una habitación de Hotel, el genial director inglés rompe los convencionalismos de la sociedad americana de la época con un diálogo de enorme calado a lo que le sigue el gran McGuffin (palabra acuñada por el propio Hitchcock) con el robo del dinero que no es más que una trampa, un anzuelo para enganchar al espectador enfocando y poniendo el acento en una circunstancia que realmente no tiene ninguna relevancia para la película. Ese es para mi el mayor mérito de la película más allá de los dos momentazos de terror que guarda en la chistera, la capacidad que tiene el guión de llevarnos a donde el director quiere, de manejarnos impunemente como marionetas, de engañarnos constantemente sin que podamos remediarlo.
Y en medio de ese engaño nos encontramos con escenas medidas que son un prodigio de la inventiva, varios giros de guión imprevistos (que yo recuerde es el único director que se ha atrevido a matar a la protagonista a mitad de la película) una atmosfera templada pero que manifiesta sutilmente el terror (La casa de Norman Bates o la lluvia golpeando el coche con una música al ritmo de los limpiaparabrisas es buen ejemplo de ello) una buena fotografía en blanco y negro y una maravillosa actuación de Anthony Perkins que sabe agarrar a uno de los personajes más complejos de la historia del cine con su actitud tímida a veces y psicótica y que tiene como hobby el disecciona pájaros, mientras vive supeditado a su madre. Perkins sabe combinar la simpática timidez del personaje con los achaques mentales del joven para hacer una actuación muy lograda.
Ciertamente es muy difícil buscarle fallos a la película, tiene ese toque actoral que personalmente nunca me ha gustado del cine clásico, donde siempre se nota que están actuando de una manera muy teatralizada (excepto en el caso de Perkins como ya he explicado) y donde se funciona más por roles que por personificación con el típico detective intrépido, el típico varón bondadoso pero dominante, el rico texano, la hermana protectora, personajes sin nada propio que decir de si mismos que no se haya dicho ya en la pantalla previamente, pero la verdad es que con Norman lo demás queda solapado.
Otro de sus problemas es la mediatización de una película cuyas escenas hemos visto hasta en la sopa. Si tiene la suerte de no saber nada de ella, se quedará anonadado con su final de infarto.
http://palomitasconchoco.wordpress.com
Y en medio de ese engaño nos encontramos con escenas medidas que son un prodigio de la inventiva, varios giros de guión imprevistos (que yo recuerde es el único director que se ha atrevido a matar a la protagonista a mitad de la película) una atmosfera templada pero que manifiesta sutilmente el terror (La casa de Norman Bates o la lluvia golpeando el coche con una música al ritmo de los limpiaparabrisas es buen ejemplo de ello) una buena fotografía en blanco y negro y una maravillosa actuación de Anthony Perkins que sabe agarrar a uno de los personajes más complejos de la historia del cine con su actitud tímida a veces y psicótica y que tiene como hobby el disecciona pájaros, mientras vive supeditado a su madre. Perkins sabe combinar la simpática timidez del personaje con los achaques mentales del joven para hacer una actuación muy lograda.
Ciertamente es muy difícil buscarle fallos a la película, tiene ese toque actoral que personalmente nunca me ha gustado del cine clásico, donde siempre se nota que están actuando de una manera muy teatralizada (excepto en el caso de Perkins como ya he explicado) y donde se funciona más por roles que por personificación con el típico detective intrépido, el típico varón bondadoso pero dominante, el rico texano, la hermana protectora, personajes sin nada propio que decir de si mismos que no se haya dicho ya en la pantalla previamente, pero la verdad es que con Norman lo demás queda solapado.
Otro de sus problemas es la mediatización de una película cuyas escenas hemos visto hasta en la sopa. Si tiene la suerte de no saber nada de ella, se quedará anonadado con su final de infarto.
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