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Críticas de Travis Bickle
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Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
8
2 de julio de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con El Gran Hotel Budapest el talentoso Wes Anderson plasma su inconfundible estilo pero esta vez de una forma mucho más depurada y madura. Como viene siendo habitual, la película, al igual que sus antecesoras, se sostiene bajo cuatro pilares capitales: un reparto a rebosar de caras archiconocidas; una peculiar banda sonora que en este caso obtuvo un merecidísimo Óscar a cargo de Alexandre Desplat; la típica cámara Andersiana y; un decorado a base de colores pasteles a la par que chillones.

La trama podría resumirse de la siguiente manera: un amanerado zumba-viejas dueño de un hotel (Ralph Fiennes) y su inseparable botones Zero (Revolori) las pasan putas por culpa del robo de una herencia en medio del estallido de la Guerra. Como es de esperar cada estereotipado personaje aporta a la trama su grado de presumible cordura (Keitel, Goldblum y Ronan), inoperancia (Norton y Schwartzman) y desajuste mental (Dafoe).

Para muchos de los seguidores de este director ésta puede ser su obra más completa e ilustrativa y, para los que aún no lo conozcan, es la idónea para iniciarse en este mundo tan peculiar.
Travis Bickle
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8
14 de enero de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Raro cortometraje que finaliza sin dejar ni medio claro su verdadera razón de ser. En él podemos observar a Laetitia Casta vagar por un solitario y tenebroso Museo del Louvre. Quiere algo. Busca algo. Pero no sabemos el qué. Se la ve triste, temerosa, cansada, desorientada pero también calmada, decidida e inocente. Qué más quisiera yo poder ayudarla en lo que necesitase. Laetitia avanza contemplando las obras esculturales y pictóricas pero por momentos algo le hace incapaz de sostener la mirada a esas pinturas que parecen fundir con su mirada al bello ángel de Normandía.

Todo está rodado con la firme intención de generar una atmósfera amenazante, casi tétrica, con un destacable juego de luces y sombras que hacen aparecer y desaparecer las obras y a su única espectadora. A lo largo de sus 15 minutos unos extraños efectos sonoros junto a una inquietante música se unen a unos encuadres desconcertantes a base de desenfoques, primerísimos planos y una cámara temblorosa que nutren al corto de ese aire de suspense e intriga que no abandona en ningun momento. Sin duda, una jornada intensa de museo puede ser extenuante y así queda demostrado con su gran final pues te dan ganas de tirar de manta y acurrucarte ahí mismo.
Travis Bickle
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8
30 de mayo de 2022
22 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que Tom Cruise hiciese Valkiria en 2008 me dejaron de interesar los proyectos en los que se embarcaba con la excepción de Barry Seal en 2017. Es un actor que ha trabajado con auténticas leyendas del cine como Martin Scorsese, Stanley Kubrick, Francis Ford Coppola, Steven Spielberg, Oliver Stone o Brian de Palma entre otros muchos. Algo, sin duda, admirable y de gran reconocimiento dando proyectos más que interesantes. Pero se centró en el mero entretenimiento, adoptando el rol de productor en casi todas sus películas y pasándoselo en grande como especialista de acción. Me parece fenomenal, pero me perdió como espectador. Ahora, con Top Gun: Maverick, me recupera sin salirse de su actual zona de confort pero entregándome un producto que es una gozada visual que te atrapa de principio a fin. Son 36 años los que han pasado entre la primera entrega dirigida por Tony Scott y esta secuela que supera a su antecesora con claridad. Sería injusto compararlas a nivel técnico y de efectos visuales ya que los avances en más de tres décadas de diferencia deben hacer su mella que, sin embargo, no es precisamente el punto débil de la cinta de Scott, sino la trama y el nivel artístico.

En Top Gun (ídolos del aire) aparte de padecer los típicos cánones de los 80 que hacía que películas que podrían haber sido más se quedasen en el intento, el argumento es débil y plano. Más allá de la misión final que te enteras un minuto antes de que suceda, el grueso de la película se centraba en la instrucción de los pilotos y en el fondo te dejaba con ganas de más. El resto, algunos piques y rencillas por allí, un coqueteo amoroso por allá, una cancioncilla tal y unas interpretaciones que necesitaban mejorar. Pero se dejaba y se deja ver. Sobre su acción y visualidad nada que objetar. Ahora, con Top Gun: Maverick, hay mejores interpretaciones, una trama sencilla aunque con un objetivo claro, más aviones y acción y americanadas pero en dosis más reducidas.

La película contiene escenas que verdaderamente son espectaculares acompañadas de unos efectos de sonido que son el auténtico fuerte del film. Seguramente haya alguien en estos tiempos que tenga los cojones de verla desde su móvil, tablet o portátil mientras va en el metro, en el autobús, come en la calle, espera turno para ser atendido en la administración o sanidad pública (aunque aquí daría tiempo para verse las versiones extendidas de El señor de los anillos), tumbado en la cama o cagando. Aunque hacer esto sería lo equivalente a ir con una venda en los ojos al Prado, degustar un exquisito pollo asado en Casa Mingo (nótese el tono jocoso) o encontrar un buen léxico en un mitin de Podemos.

Lamentablemente encontramos los puntos débiles cada vez que aparece en pantalla Jennifer Connelly. Una pena. Su papel e interpretación es lacia y sosa que no aporta absolutamente nada y le roba ritmo a la película. Su aparición sirve para tener conocimiento que todavía continúa haciendo cine y que los años le siguen respetando su buen porte y estética. Lo que ocurre que para eso me basto con Google imágenes.
Travis Bickle
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1
9 de febrero de 2024
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace ya bastantes años hasta nuestros días, no puede esperarse ni un mínimo de calidad, en cuanto a música se refiere, si uno se sienta en el sillón frente a la televisión y se pone a ver Eurovisión. Se trata del Festival de la Canción y parece ser que lo que menos importa son las canciones. Décadas atrás hasta podían escucharse dignas canciones y verse nombres relevantes. Quizás cuando todavía el festival tenía cierto prestigio y servía verdaderamente como escaparate e impulso para quienes participaban en él y más para quien conseguía proclamarse vencedor. Pero dudo mucho que quien realmente ama la música, dedique ni un solo minuto a su visionado. Quien guste de la música actual o, simplemente, lo tome como un mero entretenimiento para pasar una tarde-noche viendo un espectáculo de luces, colores, efectos y extravagancias varias, desde luego lo pasará en grande. Y España, tan vanidosa ella cuando se mira al ombligo cuando los de fuera nos ven como el destino ideal para hacer aquello que en sus países no pueden (vamos, “el coño de la Bernarda” de toda la vida) pues va y presenta “Zorra” al susodicho festival. El caso es que, tanto si gana, como si cierra la cola o se queda en tierra de nadie, nada nos podrá sorprender. Y es que, en este loco mundo, no se sabe quién es más loco, si el loco o el loco que sigue al loco.

Y como la cosa parece que anda entre la locura, recordemos algo que dijo El loco de la colina, mi admirado don Jesús Quintero: “Creo que, cuando los malos y lo malo se impone como norma, como sucede en estos tiempos, hay que defender, con más coraje que nunca la bondad, la calidad, la verdad, la autenticidad, el trabajo bien hecho… No dejes que te convenzan de que lo malo es bueno. Lo malo es malo, aunque ocho millones de espectadores lo bendigan. Y los malos son, y serán siempre, un mal ejemplo, aunque los mimen los medios. Aunque se lo lleven calentito. Aunque sean guapos, ricos y famosos. Aunque tengan todo el poder del mundo, no dejes que te confundan. Mientras tú y yo lo tengamos claro, no estará todo perdido, hermano. Lo malo es malo, aunque tenga veinte millones de espectadores. Leonard Cohen… me pone”.

Y ahora leamos algo que dijo un entendido de la música como es Robe Iniesta: “Que le gustes a mucha gente no quiere decir nada porque la mayoría de la gente es idiota. Dudo que un grupo sea mejor porque le guste a más gente, por tanto, ¿qué grupos serían los mejores? ¿Serían mejor las canciones del verano? ¿Sería la música clásica una puta mierda? Yo no lo creo. ¿Eres mejor si le gustas o te aguanta muchísima gente o si a poca gente le gustas mucho?”

Y esto no es más que el reflejo de lo que tenemos hoy en día. Pero no solo en la música, sino en otras muchas manifestaciones artísticas y culturales, la política, los medios de comunicación, la educación, la telebasura, esa horrible y peligrosa tendencia hacia un pensamiento único que no para de hacer y enfrentar bandos, los colectivos radicales, ciertos movimientos y corrientes que marcan una moda, una tendencia, una forma de pensar, de hacer y de ser, una tecnología descontrolada y unas redes sociales que están matando (o han terminado de matar) las auténticas relaciones sociales. Pero el mundo ha escogido un camino. La economía ha escogido un camino. Han amoldado los cerebros de las nuevas generaciones a la forma de sus intereses, pero de una forma tan perfecta para que el ignorante con carrera y máster siga creyendo que piensa y elige por sí mismo. Y así, pasamos de Julios Anguitas a Pablos Iglesias, de Claras Campoamores a Irenes Monteros, de Gárates y Di Stéfanos a Moratas y Vinícius Júniors, de Josés Marías Garcías a Tomás Ronceros, de Chiquitos de las Calzadas y Martes y 13 al humor blanco, de Diez negritos a Y no quedó ninguno, de A fondos y Redes a Las islas de las tentaciones y Grandes hermanos, de un “buenos días”, un “por favor”, un “disculpe”, un “gracias” a un “dame”, un “quiero”, un “necesito”, un “lo merezco”, o de Van Morrisons a Nebulossas. Encima, hay que tragarse soplapolleces que se dicen acerca de que rompe moldes y lucha contra la nueva moda del edadismo. Es lo que tiene hablar sin tener ni puta idea. ¿Me puede decir entonces alguien qué coño hacen o hicieron hasta casi el final de sus días Deborah Harry, Patti Smith, Joan Baez, Tina Turner, Joan Jett, las hermanas Ann y Nancy Wilson, Dolly Parton, Luz Casal, Nancy Sinatra, Chavela Vargas o hasta la mismísima Madonna, entre otras tantísimas? La estupidez no toca techo jamás.

Cierto que no he realizado una reseña valorativa sobre el videoclip en cuestión, pero, ahí va: analizando la música, la letra, la voz, el vídeo y la forma que tiene tan patética y llena de mal gusto de transmitir un supuesto mensaje de liberación y empoderamiento, me recuerda a un todavía caliente y humeante montón de mierda al sol donde las moscas que se posan y revolotean sobre él, vendrían a simbolizar esa legión de seguidores que aplauden y bailan hoy esta “obra de arte” hecha canción, para pasado mañana ni acordarse de ella cuando termine encerrada con llave en el cajón del olvido para no ver la luz nunca más. Y así ocurre con el panorama musical actual de masas. ¡Viva Mozart!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Travis Bickle
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8
5 de junio de 2021
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Despierta la furia supone para Guy Ritchie la confirmación de que prosigue por el buen camino tras The gentlemen y unos años raros de quiero y no puedo o no llego desde Snatch. Para Jason Statham es, sencillamente, su mejor película también desde Snatch si no tenemos en cuenta su cameo en Collateral de Michael Mann.

Wrath of Man no es un derroche de originalidad e inventiva y se limita a ser una peli más de venganza y traiciones, pero con la capacidad de enganche. Tiene sus momentos iniciales con las típicas gracietas y comentarios de los currelas hacia el novato que por fortuna acaban pronto. De ahí todo se vuelve austero, serio, correcto, interesante y equilibrado. Statham, cuyo registro interpretativo tiene la misma gracia que Blanco sobre blanco de Kazimir Malevich, lleva haciendo el mismo papel toda su vida, pero aquí juega a su favor un guión escaso en palabras y un personaje frío e inexpresivo.

Aunque no sea decir mucho, pero se trata de la obra más sangrienta de Ritchie. Los golpes, las escenas de acción y los tiroteos son atractivos y mantienen la tensión que es lo que realmente importa tras una historia dramática y personal más normalilla.

Está claro que, a pesar de los efectos, el toque casi testimonial de Cash con Folsom Prison Blues añade ese punto de testosterona con clase que le da otro empaque a la cinta.
Travis Bickle
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