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Críticas 3.351
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
17 de enero de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este film debe verse y disfrutarse hoy día por varios motivos: Primero, recuperar a un excelente director austriaco de principios del pasado siglo, no solo por esta película, que fue olvidado quizás porque en el contexto del éxito del cine expresionista de la época su estilo no estaba tan marcado como Lang o Murnau y estos le hicieron a través de la historia una potente sombra. Ni que decir tiene que no les desmerece en absoluto.
Segundo, por recuperar a una estupenda actriz estadounidense, icónica por esta película, símbolo sexual a pesar de su 1,57 de estatura y que si bien su carrera no alcanzó la de la Garbo o la Dietrich hubo quien la puso a su altura.
Y ya tirando del hilo, por recuperar al dramaturgo alemán Frank Wedekin creador del personaje de Lulú y en cuyas dos piezas teatrales, "El espíritu de la tierra" (1895) y "La caja de Pandora" (1905) se basan numerosas adaptaciones cinematográficas, la ópera inacabada "Lulú" de Alban Berg y la cinta que nos ocupa. Y cuya obra por si misma puede ser más interesante que sus adaptaciones.
Pabst adapta el asunto, guionizado por el posteriormente famoso director húngaro Ladislao Vadja, para, entre otras, cosas meterle un repasito a la hipocresía de la clase social dirigente en la República de Weimar como ya había hecho Lang con el "Dr Mabuse, el jugador", a su moral disoluta y encubierta que le causó problemas de censura y a su decadencia hedonista que llevaría a su país al desastre.
La película está dividida en actos (genial el tercero ambientado en el mundo teatral) que hacen avanzar el tiempo en la historia y trazan una linea descendente en la vida de esta mujer-niña carente de moralidad y que sin proponerselo arrastra, como ejecutora de un destino fatal trágico impuesto por algún dios en los que se basa el mito griego, a la perdición a todos aquellos y aquellas que quedan atrapados por su hechizo seductor.
Cada espectador podrá sacar mucho más sobre lo que representa Lulú. Pabst había realizado antes un film de tintes psicológicos sobre las teorías Freudianas. También tenemos el mito y sus implicaciones sobre la mujer como portadora de males y desgracias precursora de la Eva bíblica. Y no podemos olvidar el sexo y el deseo como motivo compulsivo y los efectos de su represión o su liberación. Vamos que hay tela que cortar para todos los gustos. El director encuadró esta cinta dentro de una trilogía femenina conocida como "el ciclo erótico". Un gran clásico.
Como anécdota he visto escrito en muchos artículos que aparece Jack el Destripador, y uno piensa que por mucha niebla y mucho Londres que sea, Jack "ejerció" allá por 1888, y más o menos cuatro décadas después en que transcurre la cinta debería estar cuando menos jubilado.
14 de enero de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Falardeau se estrena en USA siguiendo la linea de denuncia de su film "Profesor Lazhar", que tan buena acogida tuvo y que a un servidor no acabó de convencer.
En "La buena mentira", a poco que uno tenga un trocito de corazón, no puede dejar de emocionarse, indignarse y gastar dos paquetes de Kleenex, con esta historia sobre los "niños perdidos de Sudán". Aquellos que lo perdieron todo en la enésima guerra africana y que tras casi 2.000 Km de huida, los que sobrevivieron pudieron llegar a un campo de refugiados en condiciones muy duras. Tras años de espera solo algunos fueron acogidos en USA para intentar rehacer sus traumáticas vidas.
El director hace encaje de bolillos para denunciar sin provocar, para concienciar sin molestar. El envoltorio de telefilm, la excelente banda sonora, el rostro comercial de Whiterspoon y el ligero toque de comedia del buen salvaje, dulcifican el horror en grado superlativo que han sufrido y sufren buena parte de los africanos en general, gracias a nuestra inestimable colaboración occidental, democrática y bienpensante que convirtió África en un puzzle caótico colonial primero y estados títeres después, para sangrarles y seguir sangrándoles hasta la última gota de sus recursos y su sangre que me permiten a mi y a ud. tener un ordenador y acceder a esta crítica.
Si uno es capaz de soportar la vergüenza, la película se ve con agrado, los actores no profesionales nos caen simpáticos y a otra cosa mariposa. Me siento fatal.
25 de abril de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra muestra más, y van...., de que el cine francés goza de muy buena salud. Colocarle un 9 a una cinta que no esta dotada de grandes alardes técnicos, ni de una dirección "creativa", implica que Teherry Binisti, director francés de 49 años curtido en el mundo de la tv, ha conseguido en esta su segunda película, llegar a la esencia del cine, contar una historia que nos haga pensar, disfrutar y nos llegue al corazón. Es sorprendente como refleja el conflicto palestino israelí con una simplicidad abrumadora poniendo el dedo en la llaga, y con que sutileza y elegancia nos describe los horrores, (impresionante ese laberinto que tiene que atravesar el protagonista para poder salir del país), sin caer en el dramatismo fácil y conseguir un equilibrio donde todos son inocentes y culpables. Apuesta Tiherry por el futuro, por la juventud que accede a un mundo globalizado en el que las barreras ya no son suficientes con muros de hormigón. A una toma de conciencia de que las personas deben estar por encima de las tradiciones y los intereses políticos que no son otros que los de controlar en beneficio propio a los pueblos por sus dirigentes.
Se ha escrito con razón que esta cinta debería proyectarse en los institutos. Sobre todo de un mundo occidental que asume este y otros conflictos como si fuera una píldora amarga que hay que acostumbrase a tragar una vez al día en el telediario.
París como símbolo de la luz que ilumine a este mundo de tinieblas que hemos construido.
Estupendos los actores principales y secundarios. Lo dicho un 9.
20 de septiembre de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que este último trabajo de Vigalondo le ha quedado más redondo que la excesivamente pretenciosa e interesante de los "Cronocrimenes". Aquí consigue una comedia romantica con tintes suaves dramáticos y de película de genero, haciendo malabarismos con una producción bajo mínimos apoyado en un guión original y extravagante, con toques de humor absurdo, a mi juicio el único que dominamos con dignidad los españoles y cuatro actores principales que estan estupendos en sus roles sin que cojee ninguno de ellos.

Las diferentes aristas de la propuesta mantienen la tensión y el interés, trufado de esa comicidad heredera de nuestra mejor tradición que no se prodiga en demasía.

Es cierto como se ha escrito que tiene los aires de un corto alargado y la publicidad de su cartel no tiene abuela pero aún así esta muy por encima de la media de las comedias que se estrenan fuera y dentro de nuestro país. Nos alegramos.
1 de mayo de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Lubitsch recaló en Hollywood, le adjudicaron a Chevalier por la simple razón de que los dos eran europeos. Reconozco que no trago a Chevalier con su voz melosa y sus impostados movimientos de galán de vodevil. Si tuvo tanto éxito por algo seria. Dicen que Jeanette MacDonald fue su mejor pareja, quizás a lo mejor por eso tan poco es que me entusiasme.

De todos modos esta comedia "musical" picara y sofisticada de la que podría haber tomado nota nuestro genial Jardiel, en la que apreciamos en general más a Cukor, que ejerció de ayudante de dirección, que al propio Lubitsch, resulta hoy día tan antigua como es, a pesar de los brillantes diálogos y los enredos de la situación, a mi juicio todo ello lastrado por una inmensas pausas teatrales entre los mismos que telegrafían los gags restandoles eficacia, como si el espectador necesitara tiempo para darse cuenta de que lo que esta pasando es gracioso.

Todo ocurre en París donde la frivolidad y relajación de costumbres queda alejada del puritanismo norteamericano.

Algunas escenas son brillantes como el primer encuentro de Chevalier con Mitzi en el taxi o la charla del marido de esta, el magnifico Roland Young (uno de los primeros Dr. Watson), con el propio Chevalier. Diálogos en verso y canciones noñas propias de la época que empalagan aún más si cabe la acción. Fue nominada ese años como mejor película. Como diria Chevalier en el eterno papel en el que le encasillaron: !Viva La France!
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