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7,2
13.126
8
28 de diciembre de 2022
28 de diciembre de 2022
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sophie recuerda un verano con su padre cuando ella entraba en los doce y él acababa de separarse de su madre. Lo hace a partir de la revisión de vídeos domésticos de la época de los años 90'. Con este argumento y con la ayuda del título podríamos esperar una sesión de añoranza azucarada y alegre pero, ya en las primeras escenas, se instala una cierta angustia a partir del personaje del padre que obliga a desconectar la vídeo-cámara a su hija ante la pregunta sobre qué hacía él a los once años. Podríamos resumirlo todo como un drama de nostalgia agridulce centrada en unos recuerdos íntimos y detallistas filtrados por una memoria personal de una época esencialmente feliz mezclados con el recuerdo de un enigmático personaje paterno que esconde una carga que oprime. Su antebrazo enyesado –que posteriormente intentará sacarse, con herida incluida, con unas tijeras de maquillaje– no deja de ser una muestra exterior que "algo está roto".
La nostalgia feliz de situaciones propias de una niña que está descubriendo poco a poco un interesante mundo adolescente donde hay lugar por las primeras gamberradas o los primeros contactos "carnales" contrasta con los recuerdos de un padre con una voluntad evidente de reforzar un ambiente distendido y amable a pesar de que internamente esté en una enigmática angustia vital. Para reflejar todos estos matices ––lo que se logra perfectamente–– no queda más que un trabajo exquisito por parte de una directora novel más que tendremos que anotar ––Charlotte Wells–– y una tarea de interpretación casi impecable al cuidada de un intenso Paul Mescal y una singular Francesca Corio.
La tarea de realización rompe con una narrativa lineal para presentarnos momentos evocadores desordenados a partir de imágenes de vídeo doméstico y con la ayuda de una música turbadora o temas populares de la época. Esta combinación de contrastes tanto en las escenas como en la música acaba provocando una sensación extraña que culmina con una parte final en la que la esperanza vital y la oscuridad dramática quedan patentes con una contundencia evidente.
Una propuesta muy interesante y bien elaborada para disfrutar de intensas sensaciones contradictorias y sin respuestas claras en torno a la añoranza personal relativamente feliz en contraste a una trágica amargura vital que se insinúa. (8)
La nostalgia feliz de situaciones propias de una niña que está descubriendo poco a poco un interesante mundo adolescente donde hay lugar por las primeras gamberradas o los primeros contactos "carnales" contrasta con los recuerdos de un padre con una voluntad evidente de reforzar un ambiente distendido y amable a pesar de que internamente esté en una enigmática angustia vital. Para reflejar todos estos matices ––lo que se logra perfectamente–– no queda más que un trabajo exquisito por parte de una directora novel más que tendremos que anotar ––Charlotte Wells–– y una tarea de interpretación casi impecable al cuidada de un intenso Paul Mescal y una singular Francesca Corio.
La tarea de realización rompe con una narrativa lineal para presentarnos momentos evocadores desordenados a partir de imágenes de vídeo doméstico y con la ayuda de una música turbadora o temas populares de la época. Esta combinación de contrastes tanto en las escenas como en la música acaba provocando una sensación extraña que culmina con una parte final en la que la esperanza vital y la oscuridad dramática quedan patentes con una contundencia evidente.
Una propuesta muy interesante y bien elaborada para disfrutar de intensas sensaciones contradictorias y sin respuestas claras en torno a la añoranza personal relativamente feliz en contraste a una trágica amargura vital que se insinúa. (8)

6,8
11.354
9
13 de octubre de 2019
13 de octubre de 2019
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amador vuelve a casa en un pequeño núcleo rural gallego tras cumplir una condena por pirómano. No le espera nadie. La vida con su madre, tres vacas y un perro fiel transcurre de forma pausada y cordial mientras retoma una relación difícil y estigmatizada con los vecinos. La irrupción de un incendio destructor lo trastocará todo.
La película después de unos minutos iniciales deslumbrantes y de un simbolismo profundo acaba convirtiéndose en una fábula poética y esencialista sobre la relación hombre / naturaleza, la vida rural y un fuego devastador a la vez que estéticamente atractivo y purificador con una idea transversal de tolerancia (o su ausencia) en las relaciones personales que se nos muestran.
La visión del director Oliver Laxe, al que tendremos que seguir a partir de ahora mismo, no quiere ser en ningún momento una propuesta bucólica o de un ecologismo naif. Nos regala a partir de unas imágenes cuidadas y de un realismo poético indiscutible una perspectiva con muchas aristas y de una sinceridad plena. No esquiva en ningún momento el rencor enfermizo, el rechazo o una soledad estéril del personaje de Amador en contraste con la vitalidad, la compasión y el amor por la tierra de su madre Benedicta. Un personaje y una interpretación que sorprende por su luminosidad y su espontaneidad.
La honestidad del director se fundamenta en una contraposición permanente entre una naturaleza abrumadora y herida y su relación con los humanos y sus máquinas mientras persiste de forma moribunda y casi ubicada en el pasado otra relación mucho más adaptativa y no invasiva personificada en nuestra pareja de protagonistas. Este triángulo naturaleza-humanos-máquina (progreso) estalla definitivamente en un fuego depurador donde deja a cada uno en su sitio para que la naturaleza vuelva a renacer o desaparezca en la devastación, no lo sabemos ahí queda la duda. El planteamiento de este dilema final a modo de advertencia o llamada de atención con unas formas seductoras y con alma es el gran mérito de una película que a partir de una sencillez aparente nos golpea y nos deleita desde una sinceridad sin fisuras. (8,5)
>> bit.ly/32lWhC5
La película después de unos minutos iniciales deslumbrantes y de un simbolismo profundo acaba convirtiéndose en una fábula poética y esencialista sobre la relación hombre / naturaleza, la vida rural y un fuego devastador a la vez que estéticamente atractivo y purificador con una idea transversal de tolerancia (o su ausencia) en las relaciones personales que se nos muestran.
La visión del director Oliver Laxe, al que tendremos que seguir a partir de ahora mismo, no quiere ser en ningún momento una propuesta bucólica o de un ecologismo naif. Nos regala a partir de unas imágenes cuidadas y de un realismo poético indiscutible una perspectiva con muchas aristas y de una sinceridad plena. No esquiva en ningún momento el rencor enfermizo, el rechazo o una soledad estéril del personaje de Amador en contraste con la vitalidad, la compasión y el amor por la tierra de su madre Benedicta. Un personaje y una interpretación que sorprende por su luminosidad y su espontaneidad.
La honestidad del director se fundamenta en una contraposición permanente entre una naturaleza abrumadora y herida y su relación con los humanos y sus máquinas mientras persiste de forma moribunda y casi ubicada en el pasado otra relación mucho más adaptativa y no invasiva personificada en nuestra pareja de protagonistas. Este triángulo naturaleza-humanos-máquina (progreso) estalla definitivamente en un fuego depurador donde deja a cada uno en su sitio para que la naturaleza vuelva a renacer o desaparezca en la devastación, no lo sabemos ahí queda la duda. El planteamiento de este dilema final a modo de advertencia o llamada de atención con unas formas seductoras y con alma es el gran mérito de una película que a partir de una sencillez aparente nos golpea y nos deleita desde una sinceridad sin fisuras. (8,5)
>> bit.ly/32lWhC5

6,5
6.241
7
12 de noviembre de 2023
12 de noviembre de 2023
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía mucha curiosidad para ver cómo podría adaptar Isabel Coixet una buena novela de Sara Mesa que se desarrolla dentro de un entorno rural mostrando una crudeza y una amargura muy alejadas de idealizaciones edulcoradas. La historia de Nat comienza cuando se instala en una casa destartalada en una pequeña población llamada "La Escapa" huyendo de una época de estrés urbanita en busca de esa paz y consuelo que le permita seguir escribiendo y traduciendo. La hostilidad directa o escondida detrás de unas inocentes apariencias de la mayoría de los vecinos contrastará con la franqueza de Andreas que está dispuesto a ayudarla para tapar unas peligrosas goteras del tejado. A partir de ahí se iniciará una singular relación llena de pasión y una sinceridad extrema.
Lo primero que cabe destacar es la valentía y el acierto de la directora para darle al relato de la novela una mirada más personal, quizás más gélida y desnuda en perfecta concordancia con la fotografía para acabar con un final de piel de gallina en la que la actriz Laia Costa demuestra una faceta inusual de su magnífica interpretación. Un final bien traído y al cual le han caído algunas críticas que no acabo de comprender.
La travesía personal de Nat en un momento de evidente debilidad nos va mostrando de forma intensa y profunda las caras más diversas de su personalidad así como de su deseo que toma forma dentro de la relación con otro animal herido. Ambas eran interpretaciones difíciles y complejas que corrían el peligro de caer en unos poco creíbles fuegos artificiales y que acaban conformando una de las más destacadas parejas de la temporada.
Muy interesantes resultan también los retratos del resto de vecinos que forman un ecosistema bien perfilado y perfectamente identificable aunque en algunos momentos se abuse del estereotipo. Todo ello no supone en ningún momento un obstáculo para que el resultado final sea un buen y perturbador melodrama romántico que con el sello personal de la directora y con el apoyo inestimable de dos interpretaciones de altura se convierte en una cinta destacada y estimulante. (7)
Lo primero que cabe destacar es la valentía y el acierto de la directora para darle al relato de la novela una mirada más personal, quizás más gélida y desnuda en perfecta concordancia con la fotografía para acabar con un final de piel de gallina en la que la actriz Laia Costa demuestra una faceta inusual de su magnífica interpretación. Un final bien traído y al cual le han caído algunas críticas que no acabo de comprender.
La travesía personal de Nat en un momento de evidente debilidad nos va mostrando de forma intensa y profunda las caras más diversas de su personalidad así como de su deseo que toma forma dentro de la relación con otro animal herido. Ambas eran interpretaciones difíciles y complejas que corrían el peligro de caer en unos poco creíbles fuegos artificiales y que acaban conformando una de las más destacadas parejas de la temporada.
Muy interesantes resultan también los retratos del resto de vecinos que forman un ecosistema bien perfilado y perfectamente identificable aunque en algunos momentos se abuse del estereotipo. Todo ello no supone en ningún momento un obstáculo para que el resultado final sea un buen y perturbador melodrama romántico que con el sello personal de la directora y con el apoyo inestimable de dos interpretaciones de altura se convierte en una cinta destacada y estimulante. (7)
7
16 de marzo de 2023
16 de marzo de 2023
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vayamos directamente al grano. Si "La peor persona del mundo" te gustó seguro que "Sick of myself" también lo hará. Podemos decir que la película sigue una cierta tendencia del cine escandinavo que retrata de una forma intensa y a veces irónica las entrañas personales y sociales de un sector de la población lo suficientemente acomodado para excluir del relato todo lo que sería más reivindicativo. Podemos decir de forma genérica que estos argumentos giran alrededor de las inquietudes y los comportamientos de personajes de una infelicidad impostada.
El director debutante Kristoffer Borgli parte de una relación de pareja competitiva y tóxica entre Signe y Thomas donde el relativo éxito en el mundo del arte contemporáneo del chico provoca una reacción de búsqueda de una malsana notoriedad de la chica hasta el punto de flirtear peligrosamente con el victimismo y el maltrato de su propio cuerpo con un peligro evidente por la propia salud. La frustración de la Signe y su necesidad de llamar la atención la lleva a consumir un medicamento prohibido que provoca eccemas en la piel, a rechazar la sanidad científica para evitar que la descubran y a meterse en manos, finalmente, de tratamientos "holísticos" que sólo harán que alargarlo todo. Durante todo el proceso también se le presentará una "inmejorable" oportunidad para hacer de modelo de una marca de ropa "alternativa" que da visibilidad a cuerpos fuera de los estándares estéticos habituales.
Como elemento cinematográfico interesante y mientras va avanzando temporalmente la trama se insertando unas peculiares incursiones imaginarias en los delirios y pensamientos que a la Signe le van viniendo a la cabeza como deseos "inconfesables" que darían una salida a su situación. Especialmente sonado es el episodio en el que se imagina su propio entierro o el encuentro para sincerarse por completo con su mejor amiga.
Toda esta amalgama funciona perfectamente a partir de un guión perfectamente ligado, unos episodios de un humor tan negro que lo primero que te invade antes de sonreír es una pequeña duda sobre su conveniencia, una interpretación protagonista relevante y una segunda capa de sátira social que nos pone en evidencia hasta llegar a incomodar. Una mezcla atrevida que provoca y puede provocar un cierto rechazo aunque personalmente creo que el resultado final debe valorarse en el sentido que a través de una ironía casi perversa el director consigue deleitarnos a la vez que pone el dedo en la llaga en las miserias más actuales y clamorosas de las sociedades acomodadas. Si esa era la intención podemos afirmar que se ha logrado.
El director debutante Kristoffer Borgli parte de una relación de pareja competitiva y tóxica entre Signe y Thomas donde el relativo éxito en el mundo del arte contemporáneo del chico provoca una reacción de búsqueda de una malsana notoriedad de la chica hasta el punto de flirtear peligrosamente con el victimismo y el maltrato de su propio cuerpo con un peligro evidente por la propia salud. La frustración de la Signe y su necesidad de llamar la atención la lleva a consumir un medicamento prohibido que provoca eccemas en la piel, a rechazar la sanidad científica para evitar que la descubran y a meterse en manos, finalmente, de tratamientos "holísticos" que sólo harán que alargarlo todo. Durante todo el proceso también se le presentará una "inmejorable" oportunidad para hacer de modelo de una marca de ropa "alternativa" que da visibilidad a cuerpos fuera de los estándares estéticos habituales.
Como elemento cinematográfico interesante y mientras va avanzando temporalmente la trama se insertando unas peculiares incursiones imaginarias en los delirios y pensamientos que a la Signe le van viniendo a la cabeza como deseos "inconfesables" que darían una salida a su situación. Especialmente sonado es el episodio en el que se imagina su propio entierro o el encuentro para sincerarse por completo con su mejor amiga.
Toda esta amalgama funciona perfectamente a partir de un guión perfectamente ligado, unos episodios de un humor tan negro que lo primero que te invade antes de sonreír es una pequeña duda sobre su conveniencia, una interpretación protagonista relevante y una segunda capa de sátira social que nos pone en evidencia hasta llegar a incomodar. Una mezcla atrevida que provoca y puede provocar un cierto rechazo aunque personalmente creo que el resultado final debe valorarse en el sentido que a través de una ironía casi perversa el director consigue deleitarnos a la vez que pone el dedo en la llaga en las miserias más actuales y clamorosas de las sociedades acomodadas. Si esa era la intención podemos afirmar que se ha logrado.

6,0
1.286
7
17 de mayo de 2022
17 de mayo de 2022
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Karim D. es un escritor de éxito originario de los suburbios de París, es una historia de superación personal y supuesta integración en las élites culturales y acomodadas de la Francia contemporánea. Su éxito sirve también para limpiar unas cuantas deterioradas conciencias de una sociedad con elevados índices de segregación social. Todo parece en orden: libro de autoficción biográfica, difusión mediática masiva, éxito comercial y fiesta de celebración para que la integración sea completa. Hasta el momento en que, durante la misma fiesta, el escritor empezará a tener un alud de entradas en su Twiter al destaparse que es el autor de toda una serie de comentarios machistas, racistas y xenófobos escondido en la identidad supuestamente anónima que da título a la película y escritos en un pasado no muy lejano.
La primera reacción es salvar al "escritor de éxito" pidiendo la ayuda de todos aquellos que habían sido sus valedores: editorial, amistades recién llegadas o relaciones sentimentales firmes, al menos en apariencia. A continuación, y después de un intento de revertir la situación, no tendrá más remedio que refugiarse en lo que son sus orígenes y aceptar la situación. Es este viaje de expiación y de contradicciones permanentes que el director Lauren Cantet -"La clase" (2008)- nos muestra de forma honesta y directa sin darnos respuestas claras para que sea cada uno de nosotros el que acabe o no de configurarlas la reflexión llega de forma ineludible. La proliferación masiva de las redes sociales y la transformación de la comunicación en un alud de sentencias maximalistas con sus profetas y sus víctimas que pueden cambiar en un santiamén son algunos de los elementos que se van planteando para culminar en una escena con su hermano de una tensión dramática que te impacta sin contemplaciones.
"Arthur Rambo" nos revuelve las conciencias a partir del típico relato del ángel caído con una propuesta cinematográfica bien elaborada, la cual muestra perfectamente, y sin intención de aleccionar, todos los interrogantes en torno al éxito y la fama con sus peligros y el precio que se paga por obtenerla. (6,5)
La primera reacción es salvar al "escritor de éxito" pidiendo la ayuda de todos aquellos que habían sido sus valedores: editorial, amistades recién llegadas o relaciones sentimentales firmes, al menos en apariencia. A continuación, y después de un intento de revertir la situación, no tendrá más remedio que refugiarse en lo que son sus orígenes y aceptar la situación. Es este viaje de expiación y de contradicciones permanentes que el director Lauren Cantet -"La clase" (2008)- nos muestra de forma honesta y directa sin darnos respuestas claras para que sea cada uno de nosotros el que acabe o no de configurarlas la reflexión llega de forma ineludible. La proliferación masiva de las redes sociales y la transformación de la comunicación en un alud de sentencias maximalistas con sus profetas y sus víctimas que pueden cambiar en un santiamén son algunos de los elementos que se van planteando para culminar en una escena con su hermano de una tensión dramática que te impacta sin contemplaciones.
"Arthur Rambo" nos revuelve las conciencias a partir del típico relato del ángel caído con una propuesta cinematográfica bien elaborada, la cual muestra perfectamente, y sin intención de aleccionar, todos los interrogantes en torno al éxito y la fama con sus peligros y el precio que se paga por obtenerla. (6,5)
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