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Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Críticas de El Golo Cine
Críticas 831
Críticas ordenadas por utilidad
7
21 de noviembre de 2021
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Benedetta (2021), dirigida por Paul Verhoeven a sus 83 años, es un drama histórico y romántico sobre una monja que, en el siglo XVII, se enamora de una de sus pares mientras además sufre visiones místicas. De estilo transgresor, fue presentada en el último festival de Cannes.

Por Nicolás Bianchi

Nadie puede negar el eclecticismo de la carrera de Verhoeven: Robocop, Basic Instinct, Black Book, Showgirls y la más reciente Elle lo demuestran. Las escenas fuertes y el estilo transgresor también caracterizan la obra del realizador holandés. En este caso, Benedetta podría encasillarse como un drama histórico y biográfico, que incluye un puñado de escenas de impacto.

¿Eso la hace una película transgresora? No del todo. Un Cristo con vagina producto de un sueño o alucinación de la protagonista no alcanza para lograr ese fin (si es que ese es el caso). Presentar a una serie de personajes de la jerarquía eclesiástica como viles y despiadados tampoco, menos si se trata del 1600. Benedetta es, más que nada, un drama histórico.

Su protagonista, interpretada por Virginie Efira, es hija de una familia acaudalada que paga el convento férreamente regido por la hermana Felicita (Charlotte Rampling), para que Benedetta se forme y viva en él. Ya en su adultez traba una relación afectiva con la recién ingresada Bartolomea (Daphne Patakia), que escapa de una familia en la que sufrió una serie de abusos.

Entre las protagonistas sucede una atracción a primera vista que se concreta en distintos encuentros sexuales. En paralelo, Benedetta mantiene una suerte de comunicación divina con Jesús, a través de delirios oníricos o alucinaciones. Por momentos la narración juega con la idea de la posesión ya que el personaje de la monja torna grave su voz y habla como si alguien se estuviera comunicando a través de ella.

El paralelo con la historia de Juana de Arco es tal que el personaje del Nuncio Giglioli (Lambert Wilson), más villano aún que la hermana Felicita, no puede dejar de mencionarla. Por último la peste negra agrega un condimento más que lleva a que el pueblo donde se ubica el convento crea en lo que le sucede a Benedetta. Si Jesús la protege, por carácter transitivo nosotros también podemos estar a salvo, entienden los aldeanos.

Benedetta es un drama histórico bastante más convencional de lo que parece, que pone en el centro una relación lésbica que sirve para denunciar todo lo que sucede a su alrededor. De todas maneras la mano de Verhoeven dota de gran ritmo a una narración que por momentos apuesta por imágenes no tan transgresoras pero sí impactantes. Dios puede ser mujer, hombre, lesbiana o una mezcla de todo, eso es algo que ya difícilmente resulte asombroso.

Se presentó en el Festival de Cannes. Se consigue online. Contacto: [email protected].
El Golo Cine
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7
24 de septiembre de 2021
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Free Guy (2021), dirigida por Shawn Levy, es una comedia de acción en la que un personaje de un videojuego toma conciencia del mundo ridículamente violento en el que habita. Contiene una declaración sobre lo hostil de las relaciones en la virtualidad. Con Ryan Reynolds y Jodie Comer.

Por Nicolás Bianchi

Dirigida mayormente a un público adolescente, Free Guy entremezcla distintas experiencias hoy cotidianas, como el juego online, los streams al respecto y la hostilidad del mundo virtual, con tramas de varias películas y relatos de ciencia ficción. El personaje atraviesa un trance que cruza a The Truman Show (1998) con The Matrix (1999) porque lo que la película cuenta es un despertar, aunque con un acentuado tono de comedia.

Guy (Ryan Reynolds) es un empleado bancario dentro de un juego de rol online, una suerte de mezcla entre el Fortnite y el entorno de los GTA, en el que los usuarios ganan puntos y ascienden de categorías robando, violentando a los personajes como él y haciendo explotar cuanto puedan de la ciudad imaginaria de Free City. Pero dentro de los NPCs (Non playable character, personaje no jugables o secundarios), él es diferente. Su anhelo es conocer a alguien para compartir su rutinaria vida más allá de su amigo Buddy (Lil Rel Howery).

En el mundo real, Millie (Jodie Comer) es una de las más experimentadas jugadoras que recorre constantemente el mundo de Free City en búsqueda de pruebas para sostener un caso por plagio. Junto con el programador Keys (Joe Keery), Millie había diseñado un juego similar que sospecha que el villano Antwan (Taika Waititi) copió y llenó de violencia (y también convirtió en un éxito mundial).

La película logra cruzar exitosamente las escenas entre ambos mundos. En Free City gobierna la violencia y la acción, pero también el tono cómico que conecta con la realidad de los demás personajes. En esta línea, el villano Antwan es una exageración total, un jefe despótico que solo busca su propio beneficio, casi un personaje más del videojuego con el que construyó su fortuna.

Lo que Millie, Keys y Guy buscan es un mundo menos violento. La película contiene distintas menciones y segmentos dirigidos a varios temas de la actualidad, como el accionar de los trolls, el humor misógino o racista, el empoderamiento femenino y más. Se declara en contra de la exacerbación de la violencia aunque forma parte del mundo que la crea. Free Guy está producida por las mismas grandes compañías a las que supuestamente critica.

Lo que propone el film, de todas maneras, funciona. La aventura que entremezcla el entorno virtual con la realidad se apoya en efectos especiales muy bien logrados. Free City se ve tan inverosímil como necesita ser, pero lo suficientemente real para que se sostenga la maniobra de que se trata de un videojuego filmado como si fuera live action. Si bien el mensaje de la película podría codificarse en el sentido de que los espacios virtuales necesitan de menores dosis de violencia, la fuente de diversión de la película proviene de allí. En esa paradoja habitan Guy y sus amigos. Cuando se terminan los tiros, las explosiones y los insultos ya no queda nada para ver.

Se estrenó en cines y también se consigue online. Contacto: [email protected].
El Golo Cine
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6
23 de abril de 2021
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva entrega de Mortal Kombat (2021) es una entretenida película de acción que recurre a los personajes clásicos del videojuego de los años 90 para contar una sangrienta historia de enfrentamientos entre guerreros que defienden distintos mundos.

Por Nicolás Bianchi

No hay grandes estrellas en el elenco ni personalidades con una vasta trayectoria detrás de cámara en el proyecto de franquicia de Mortal Kombat. El director, Simon McQuoid, proviene del mundo de la publicidad y esta es su primera película. De los guionistas uno es novato (Greg Russo), otro es un actor que también interpreta al personaje de Kano (Josh Lawson) y el tercero, Dave Callaham, sí tiene algo de experiencia en el cine mainstream de superhéroes (Wonder Woman 1984, Godzilla, entre otros proyectos).

El film recrea el conflicto entre dos bandas de guerreros de diferentes reinos ubicados en mundos distintos. Sin más vueltas están los buenos y los malos. El héroe principal es Cole Young (Lewis Tan), una creación exclusiva de la película ya que no existe en los videojuegos. Se trata de un luchador de Filadelfia que pelea por plata y tiene una marca de nacimiento con la forma de un dragón, por ser descendiente del guerrero samurái Hanzo Hasashi (Hiroyuki Sanada).

Los líderes de ambos bandos son el veterano Lord Raiden (Tadanobu Asano) y el malvado hechicero Shang Tsung (Chin Han). Los principales guerreros del bien, además de Cole, son Sonya Blade (Jessica McNamee) y el soldado estadounidense Jax (Mehcad Brooks), mientras que del lado de los villanos están el frío asesino Sub Zero (Bi Han) y la espeluznante Mileena (Sisi Stringer). El personaje distinto, con agenda propia, es Kano, un carismático y grosero mercenario que no tiene más interés que su beneficio.

La película comienza con una escena bien filmada, que se desarrolla en el Japón feudal, en la que Sub Zero asesina al samurái Hasashi, con el objetivo de terminar con ese linaje de guerreros. Pero antes de morir su familia logra esconder a un bebé que luego es rescatado por Raiden para que el clan se perpetúe, hasta el presente de la película, con Cole. En buena parte del film es justamente el personaje de Cole el que lleva adelante un entrenamiento y un crecimiento para poder adquirir los poderes necesarios para enfrentar a los combatientes del mundo maligno en el que reina Shang Tsung.

Con cierto ingenio el film alterna unos diálogos rudimentarios y veloces con lo que es el centro de la cuestión, o sea las escenas de pelea. Los distintos mano a mano que se producen rescatan la lógica del videojuego pero a la vez están bastante bien engarzados dentro de la trama. Y sí, hay fatalities, violencia gore y los clásicos latiguillos como ‘finish him’ o ‘flawless victory’.

En el último acto lo que se hace es sentar las bases para la continuidad de la historia. No quedó del todo bien explicado pero al parecer los guerreros caídos en un mundo pueden renacer en otro, lo que la franquicia necesita para mantener cierto elenco estable de personajes. Mortal Kombat inició su camino con una digna y entretenida película de acción, sin ningún tipo de complejidad en su trama pero con un despliegue disfrutable de luchas y poderes especiales que homenajean al hito del arcade de los 90.
El Golo Cine
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4
27 de septiembre de 2020
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunas secuencias de Ghosts of Mars (2001) recuerdan a otras películas, de mejores épocas, de John Carpenter. Con ciencia ficción y mucho de acción el film cuenta las aventuras de criminales y militares en un futuro muy lejano en el que el planeta rojo está habitado por el hombre.

Por Nicolás Bianchi

La última etapa de la carrera de Carpenter no ha sido ni la más prolífica ni mucho menos la más interesante. Como si hubiera perdido parte de su don, las más recientes películas del director neoyorquino están, en el mejor de los casos, dentro de lo ordinario y bastante lejos de las producciones que fueron y son icónicas para distintos géneros cinematográficos. Así es como Vampires (1998) o Ghosts of Mars serían, si no fuera por quien las firma, obras por completo olvidadas.

La película comienza en una sala de un tribunal, donde la militar Ballard (Natasha Henstridge en un papel que con su nombre homenajea al escritor J. G. Ballard), brinda un reporte sobre lo sucedido en una base ubicada en Marte. Así, a modo de flashback, se inicia el relato de como la brigada que comanda Ballard, dentro de la cual se destaca también al sargento Butler (Jason Statham, todavía con algo de pelo), acudió a buscar un preso en las instalaciones en las que, sorpresivamente, se encontraron con la consecuencia de una masacre.

Solo un grupo de cautivos cuyo líder es el buscado Desolation Williams (otro gran nombre de un personaje, interpretado por Ice Cube) sobrevivió a lo que sea que allí sucedió. La relación entre militares y delincuentes se inicia con desconfianza pero luego se asienta en pos de la supervivencia. Los presos no fueron los responsables del baño de sangre. Una de las supervivientes cuenta que en el emprendimiento minero por el cual existe ese asentimiento, al explorar una cueva, algo se liberó. Ese espíritu, o fantasma como indica el título, poseyó a los trabajadores que se convirtieron en asesinos rabiosos e iracundos.

Así es como presos de un huésped, mecanismo que en algo recuerda a The Thing (1982), un grupo de hombres se ve volcado a la destrucción de otro conjunto de personas que están encerrados, no en una comisaría como en Assault on Precinct 13 (1976), sino en una base minera de Marte en el año dos mil ciento y pico. El planteo general, que lleva aproximadamente media película, se hace denso y demasiado lento. Al volver periódicamente a la sesión en la corte con la teniente Ballard queda claro que algo muy malo y violento ocurrió, y que la mayoría, sino casi todos, de los personajes murió en el interín.

Cuando militares y delincuentes zanjan sus diferencias y se preparan para el asalto de los hombres poseídos por fantasmas, algunas tomas reviven el mejor cine de Carpenter. Los estallidos de violencia le dan un dinamismo, siempre con toques de comicidad, a la película que hasta entonces no había tenido. Lamentablemente el uso de efectos especiales muy rudimentarios para mostrar como los espíritus ingresan en los cuerpos humanos afean varias secuencias del film.

Por más que cuente con pasajes de entretenimiento logrados es imposible dejar de pensar, al ver Ghosts of Mars, que Carpenter lo hizo mucho mejor. En definitiva, se trata de una película que no es del todo fallida, pero que cuyos mejores momentos no hacen más que evocar a obras muy superiores.
El Golo Cine
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7
4 de julio de 2020
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las últimas horas brotaron comparaciones entre las escenas de la película de Todd Phillips, que logró gran repercusión el año pasado, y las generadas por la oleada de protestas que tomaron las calles de varias ciudades de Estados Unidos luego del asesinato de George Floyd a manos de la policía.

Por Nicolás Bianchi

En distintos medios del mundo se compara a la situación actual que atraviesa Estados Unidos con las imágenes de Joker en las que Ciudad Gótica está tomada por una turba que busca derrocar a la elite gobernante. Si la cuestión es solo sopesar fotos con patrulleros incendiados, vidrios rotos y distintos humos anegando el aire puede encontrarse alguna coincidencia aunque el origen de las protestas, en la realidad y en la ficción, sea bien distinto.

El racismo, lo que disparó el malestar de las masas de estadounidenses porque es un factor clave para entender el asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minnesota, no es un tema que esté presente en Joker (y no tiene por qué estar). La película muestra un conflicto más rudimentario, de pobres hartos contra ricos petulantes e insensibles que sirve como marco de lo que es central en el film: la conversión de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix) en el villano de las series de Batman conocido como el Guasón.

Joker muestra una ciudad en decadencia desde la primera escena en la que su protagonista se maquilla como un payaso mientras la radio informa detalladamente sobre la huelga de los trabajadores de la basura, que lleva unos cuantos días y mantiene a las calles cubiertas de desperdicios. Por eso a lo largo del film las veredas se ven atestadas de residuos y bolsas de plástico negro. En seguida, cuando Arthur vuelve a su casa se encuentra a su madre que mira un noticiero de televisión en el que advierten que Ciudad Gótica sufre también una invasión de ratas gigantes. Causa y consecuencia. La basura alimenta a las ratas, que es lo que metafóricamente va a ocurrir en el relato posterior.

Los temas que sí son centrales en el film y que terminan posibilitando la transformación de Arthur en el Joker son la violencia familiar y el abandono del Estado. A lo largo de la película el protagonista va a develar su propio pasado, en el que hubo abusos y tormentos sufridos en su propia casa. El último empujón al crimen y la locura se lo da el desmantelamiento del programa estatal que lo proveía de medicamentos para tratar sus problemas mentales que le provocan la característica risa desenfrenada.

Ahora bien, el factor que dispara las protestas en la película, si se quiere trazar un paralelo con la realidad, es por lo menos curioso. Harto de los maltratos que sufre en la calle, Arthur asesina a tres jóvenes que lo molestan en un vagón del metro y que por casualidad resultan ser ejecutivos de Wall Street que trabajan en la compañía de Thomas Wayne, el padre de Bruce, el futuro Batman. En la primera secuencia de la película Arthur había sido también atacado pero por un grupo de adolescentes de la misma clase que él, lejos de los sectores privilegiados de la ciudad. La chispa que enciende el incendio es casual, el Joker, sin querer, dio en la tecla correcta. A partir del triple homicidio surge un movimiento de protesta bajo el nombre ‘Kill the rich’ (matemos a los ricos) que toma las calles y quema todo lo que encuentra a su paso. La revuelta surge en apoyo a un asesino y no en repudio, como sucedió primero en Minnesota y luego en varias ciudades del país.

Desde el punto de vista cinematográfico la película es un espectáculo visual con gran fotografía, luz y color. Lo cromático acompaña la mutación del personaje, que durante todo su calvario aparece oscuro, en tonos apagados. Hasta que finalmente da con su vocación: el crimen y el caos. Todos los colores que se mostraron brillantes en ciertas partes de la ciudad, en la televisión y en las paredes de algunos edificios ahora integran el disfraz del Guasón. Su traje bordó y amarillo, y el verde del pelo junto con el azul y rojo del maquillaje que destacan sobre la base blanca exhiben a un personaje que finalmente se cargó de energía, se completó.

Por ahora las escenas de fuego y destrucción en las calles estadounidenses (‘las que se parecen a la película’) logran, más que apuntalar un movimiento de protestas, brindar un foco de crítica para quienes las repudian, incluido el presidente Donald Trump. Lo central no es el puñado de autos incendiados sino el racismo y la violencia policial. Las movilizaciones son contra el Joker y no a favor, aunque, claro está, la realidad es mucho más difícil de interpretar que las películas.
El Golo Cine
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