You must be a loged user to know your affinity with darth_matu
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

5,8
1.849
8
12 de noviembre de 2018
12 de noviembre de 2018
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo la sensación que la discusión sobre si todo es político/ideológico o no, no tiene ningún tipo de solución mas que la exaltación de la mirada o creencia de cada uno. Ni siquiera siento que desde ahí el debate tenga sentido sino nos referimos a casos puntuales. Entramos en enarbolaciones y justificaciones personales que rozan lo demagogo. ¿La cuestión es si "Rojo" es política? Pues claro que si lo es. El que lo dude tiene un problema con su concepción de la política o frecuentemente la invisibiliza para réditos personales o placebo existencial. ¿Rojo se preocupa por la forma? También ¿Y? Lumet lo hizo hace mas de cuarenta años con "Network", Coppola con "Apocalipsis Ahora" y "El Padrino", hasta Spielberg con "La Lista de Schindler". ¿O me van a decir que no es política hacer una oda sobre el holocausto judío en plena guerra del golfo con el Estado de Israel pugnando territorialmente a sangre y fuego la zona con la reciente caída de la URSS como apoyo casi único a los países árabes? No tiene ningún sentido posicionarnos desde ahí porque podemos dar mil ejemplos e irnos por las ramas. Ahora ¿Que sucede con el mensaje político en Rojo? ¿Se vuelve la forma y la sátira parasitaria a ese mensaje político? ¿Queda este subordinado a un tono en el que por su carácter ficticio y su estilo CLASE B todo puede expresarlo sin importarle mas que el fin folclórico de la obra? A mi personalmente me gusta pensar que hay una cierta moralidad en el cine. Y creo que un poco todos lo somos. Sino no criticaríamos a hollywood con sus mensajes subliminales (actualmente podríamos llamar superliminales) y su doble standard. El suyo o el de disney. Siento que tomar un tema histórico tan sensible y deformarlo de tal manera, alegorizarlo descaradamente con personajes que se vuelven utilitarios para un tono inmersos en una realidad tan densa y pesada como esa, es un acto de cierta irresponsabilidad, que en último caso no estaría mal (Tarantino lo hizo con "Bastardos sin Gloria" y a muchos les gusto, me incluyo. Incluso el amigo Benigni con "La Vida es Bella" se llevó unos cuantos oscars a casa y gran parte de la dádiva de la crítica internacional). El problema no me parece que esté ahí sino en lo que se busca generar o impregnar en el imaginario del espectador con esa irresponsabilidad. Siento que Rojo se ubica demasiado arriba, demasiado aleccionadora, dedo acusador de los personajes que ella misma (la película) ha creado y desde ahí es donde siento que se vuelve inmoral. Desde su propia posición moralista y a la vez irresponsable. Ni siquiera centro mi análisis en las fechas o referencias como marcó Gustavo Noriega, me parece que creer que eso se vuelve una cárcel referencial simplifica burdamente un posicionamiento que tiene recursos mucho mas amplios que un graph con números del calendario al inicio. Sino en su creencia de poder enaltecerse como radiografía social, cuadro de esos días con todo ese ridículo, con esos personajes caricaturizados, con esas situaciones formalmente adulteradas por el director pero sobre todo con esa mirada sobrevolando como águila condenatoria para con sus propios personajes. ¿Es mala? Para nada, al contrario, me pareció de buena para arriba. ¿Es tramposa? Bastante. Usa el lenguaje y las posibilidades cinematográficas para dar una mirada de época desde un lugar que siempre va a ser incompleto, pero que aquí parece olvidarlo en la conjunción realidad-irrealidad de la forma misma y sus postulados ideológicos. "Bastardos..." era irreal e irresponsable, nunca quiso ser real y responsable. Se reía con sus personajes, no de ellos. No los juzgaba, no sentenciaba con sus acciones porque todo era un gran recital de rock en medio de la matanza de la guerra. En el que hasta el mismísimo Adolph podía ser parte del pogo.
Documental

2,8
91
1
15 de septiembre de 2020
15 de septiembre de 2020
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 24 de Mayo de 1979 se estrenaría uno de los mejores ejemplos que grafican el divorcio entre las intenciones de los cineastas y la percepción del público:
"La fiesta de todos" de Sergio Renán fue concebida como una vulgar combinación entre imagenes documentales del Mundial 78 y sketches humorísticos, costumbristas de la supuesta familia argentina con el fin de arrojar una patina de liviandad y armonía en un clima de la época verdaderamente tenebroso.
Como dice Gilles Deleuze, el cine contiene en su obra una cronología absolutamente diferente a la histórica, su devenir incluso muchas veces invierte lo que para el tiempo oficial son presentes encadenándose y transformándose en pasado
"La fiesta de todos" intentó ser una comedia de la peor calaña, hoy décadas después y aflorada la verdad allí encubierta por la dictadura militar, es una obra maestra del terror, o mejor dicho, del horror.
Al ver la consecución de panfletarios y, también vale decirlo, muy mal escritos e interpretados, números ficcionales, no hay nada que produzca una sonrisa, una identificación, una veta común con ese imaginario. Todo lo contrario, la amargura, el asco, la repugnancia y una sensación sostenida de angustia e impotencia afloran a lo largo de su metraje.
Renán y Hugo Sofovich la concibieron por encargo de las sangrientas oficinas de la dictadura de Videla intentando emular una fiesta.
El tiempo la ha colocado en el lugar del aquelarre monstruoso que se merece.
"La fiesta de todos" de Sergio Renán fue concebida como una vulgar combinación entre imagenes documentales del Mundial 78 y sketches humorísticos, costumbristas de la supuesta familia argentina con el fin de arrojar una patina de liviandad y armonía en un clima de la época verdaderamente tenebroso.
Como dice Gilles Deleuze, el cine contiene en su obra una cronología absolutamente diferente a la histórica, su devenir incluso muchas veces invierte lo que para el tiempo oficial son presentes encadenándose y transformándose en pasado
"La fiesta de todos" intentó ser una comedia de la peor calaña, hoy décadas después y aflorada la verdad allí encubierta por la dictadura militar, es una obra maestra del terror, o mejor dicho, del horror.
Al ver la consecución de panfletarios y, también vale decirlo, muy mal escritos e interpretados, números ficcionales, no hay nada que produzca una sonrisa, una identificación, una veta común con ese imaginario. Todo lo contrario, la amargura, el asco, la repugnancia y una sensación sostenida de angustia e impotencia afloran a lo largo de su metraje.
Renán y Hugo Sofovich la concibieron por encargo de las sangrientas oficinas de la dictadura de Videla intentando emular una fiesta.
El tiempo la ha colocado en el lugar del aquelarre monstruoso que se merece.

7,2
12.251
9
17 de mayo de 2022
17 de mayo de 2022
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En unos días sucedieron un par de cosas
Me enteré lo que era el "Big Rip" y vi por primera vez la película "Arrebato" de Iván Zulueta
La combinación de ambas me puso en un lugar incómodo, de cierta angustia con respecto al cine y el concepto del vacío
Reflexionando y buscando ideas apareció la palabra "Huida"
Un escape al horror de la mirada que se devuelve
Esa incomodidad de lo que se fija en tus ojos y sentís la negrura del vacío que se reproduce hasta la eternidad
Eso que conecta infinitos, la nada misma
Quizás nuestro propio alma, la muerte, lo inaprensible
Pensaba otro título de hace unas semanas: "La muerte no existe y el amor tampoco". O al revés, ya no me acuerdo ni importa.
Existimos o justamente somos lo que no existe?
Es la muerte la concreción de lo que justamente no somos?
Es el amor el engaño de lo que somos?
Podemos ser lo que no está? Podemos aceptarlo, entenderlo, reconocerlo?
Alguna vez te preguntaste si estabas ahí? Adonde? Porque cuando estás en un lugar no querés estar? Porque agarras el celular en una reunión con mucha gente? Porque te vas al baño cuando no tenés ganas? Porque vas al cine?
Para no estar. Porque tu alma te pide no estar. Porque es una tensión insoportable, insostenible, una oscilación que dura lo que tu vida.
Por eso, en cuanto asoma la conciencia de ese imposible, como en "Arrebato" nos aferramos a la viscosidad de una plastilina mucosa como ese juguete que venía dentro de un envase de plástico y que de chicos nos fascinaba tocar, palpar, sentir sobre nuestra piel.
Esa materialidad inmunda que nos recuerda a nuestras viseras o nuestra mierda
La miramos antes de tirar la cadena porque es mejor mirar esa materia que el vacío de nuestras pupilas
Porque miramos la mierda y no nuestras pupilas?
Porque queremos estar acompañados y no podemos pasar mucho tiempo solos y cuando estamos acompañados queremos convertirnos en fantasmas?
Porque vamos al cine a mirar a otros simplemente vivir?
Porque nos marchamos de la casa de nuestros padres y no queremos repetirlos?
Es el punto de fuga, el escape, "la pausa".
El cine es la pausa.
Ya lo entendí: Porque es mejor mirar películas que contemplar el vacío. Nuestro vacío. El gran vacío sobre el que se apoya el universo.
Me enteré lo que era el "Big Rip" y vi por primera vez la película "Arrebato" de Iván Zulueta
La combinación de ambas me puso en un lugar incómodo, de cierta angustia con respecto al cine y el concepto del vacío
Reflexionando y buscando ideas apareció la palabra "Huida"
Un escape al horror de la mirada que se devuelve
Esa incomodidad de lo que se fija en tus ojos y sentís la negrura del vacío que se reproduce hasta la eternidad
Eso que conecta infinitos, la nada misma
Quizás nuestro propio alma, la muerte, lo inaprensible
Pensaba otro título de hace unas semanas: "La muerte no existe y el amor tampoco". O al revés, ya no me acuerdo ni importa.
Existimos o justamente somos lo que no existe?
Es la muerte la concreción de lo que justamente no somos?
Es el amor el engaño de lo que somos?
Podemos ser lo que no está? Podemos aceptarlo, entenderlo, reconocerlo?
Alguna vez te preguntaste si estabas ahí? Adonde? Porque cuando estás en un lugar no querés estar? Porque agarras el celular en una reunión con mucha gente? Porque te vas al baño cuando no tenés ganas? Porque vas al cine?
Para no estar. Porque tu alma te pide no estar. Porque es una tensión insoportable, insostenible, una oscilación que dura lo que tu vida.
Por eso, en cuanto asoma la conciencia de ese imposible, como en "Arrebato" nos aferramos a la viscosidad de una plastilina mucosa como ese juguete que venía dentro de un envase de plástico y que de chicos nos fascinaba tocar, palpar, sentir sobre nuestra piel.
Esa materialidad inmunda que nos recuerda a nuestras viseras o nuestra mierda
La miramos antes de tirar la cadena porque es mejor mirar esa materia que el vacío de nuestras pupilas
Porque miramos la mierda y no nuestras pupilas?
Porque queremos estar acompañados y no podemos pasar mucho tiempo solos y cuando estamos acompañados queremos convertirnos en fantasmas?
Porque vamos al cine a mirar a otros simplemente vivir?
Porque nos marchamos de la casa de nuestros padres y no queremos repetirlos?
Es el punto de fuga, el escape, "la pausa".
El cine es la pausa.
Ya lo entendí: Porque es mejor mirar películas que contemplar el vacío. Nuestro vacío. El gran vacío sobre el que se apoya el universo.

5,9
52.531
10
20 de octubre de 2011
20 de octubre de 2011
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede analizarse desde dos ópticas a “El Árbol de la Vida”. Primero como una película, es decir como una producción de 140 minutos que tiene un principio y un final y cuyo objetivo es transmitir una idea por medio de una historia para que el espectador decodifique ese mensaje y saque sus propias conclusiones sobre la calidad del mismo. Desde ese punto de vista se hace entendible las miles de críticas que se ciñen sobre la obra de Terrence Malick acusándola de incomprensible, de pedante, de pretenciosa, de extremadamente extensa en su metraje, etc. No se comparten pero si se comprenden.
Desde el otro prisma, “El Árbol de la Vida” es una experiencia de vida, un viaje espiritual del que ningún ser humano con un grado de sensibilidad avanzado (fríos y puramente racionalistas abstenerse) podría quedar ausente, pues nos traslada en esas dos horas y pico a un terreno en el que seguramente el 99,9% de la población mundial en algún momento de nuestras vidas hemos incursionado, el cuestionamiento al accionar de Dios (llámenle destino, vida, suerte, ente que rige el mundo, como carajo se les antoje, pues las concepciones religiosas quedan al margen. Dios no está considerado aquí como una religión sino como un orden natural) y nuestro papel, nuestra injerencia como individuos en su obra, no solo creadora, sino presente, actual. Digo, quien no se ha preguntado alguna vez, ¿Por qué a mí? ¿Qué hice yo para merecer esto? ¿Ando por la vida deambulando como barco en la tormenta o todo tiene una razón de ser? Y aunque la obra de Malick no puede ser tomada como la verdad absoluta, pues ¿quien tiene esa verdad al fin y al cabo? Sus respuestas resultan sinceras, esperanzadoras, criteriosas.
sigo sin revelar:
Desde el otro prisma, “El Árbol de la Vida” es una experiencia de vida, un viaje espiritual del que ningún ser humano con un grado de sensibilidad avanzado (fríos y puramente racionalistas abstenerse) podría quedar ausente, pues nos traslada en esas dos horas y pico a un terreno en el que seguramente el 99,9% de la población mundial en algún momento de nuestras vidas hemos incursionado, el cuestionamiento al accionar de Dios (llámenle destino, vida, suerte, ente que rige el mundo, como carajo se les antoje, pues las concepciones religiosas quedan al margen. Dios no está considerado aquí como una religión sino como un orden natural) y nuestro papel, nuestra injerencia como individuos en su obra, no solo creadora, sino presente, actual. Digo, quien no se ha preguntado alguna vez, ¿Por qué a mí? ¿Qué hice yo para merecer esto? ¿Ando por la vida deambulando como barco en la tormenta o todo tiene una razón de ser? Y aunque la obra de Malick no puede ser tomada como la verdad absoluta, pues ¿quien tiene esa verdad al fin y al cabo? Sus respuestas resultan sinceras, esperanzadoras, criteriosas.
sigo sin revelar:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuando el personaje de Jessica Chastain pregunta, indignada, desesperanzada por la muerte de su hijo en la guerra, Dios responde con la vida entera de esos mismos hijos, los padres y sus errores, las consecuencias de esos errores que se vuelven carne, el origen de la vida, del universo, del todo, un dinosaurio que se apiada de otro fuera de toda lógica, la muerte, la inconmensurable belleza de la muerte, un volcán haciendo erupción, un girasol inerte, un aguamarina bailando con las algas, una estrella naciendo, un corazón agonizando, las llagas de un perro sediento, todo ello diciendo: Solo somos un lunar en el culo del universo, pero somos tan importante como el cerebro o el corazón de esa inconmensurable maquinaria que se ha dado a llamar la totalidad física de la existencia, pues para cada uno de nosotros hay un lugar reservado cuando la medida del tiempo se acabe, cuando, como lo dice Arthur C. Clarke en “2001, odisea al espacio” (el libro), “el hombre se despoje de sus limitaciones físicas, materiales y pase a ser pura energía, pura insustancialidad, y el tiempo y el espacio abandonen su importancia”. Hasta allí se traslada Malick, tomando como punto de partida el origen del universo, pasando por una familia tipo de la Norteamerica de los 50 y por un mundo actual que se cae a pedazos por la codicia y el hambre de éxito financiero. Para darnos sus respuestas a esos interrogantes universales.
"El Árbol de la vida” es una película, es verdad, pero también es la más intimista manifestación que un hombre le ha hecho al mundo exponiendo su punto de vista sobre el significado de la vida, sobre la importancia de nuestro pasar y sus esperanzas sobre lo que vendrá después. Y si ese hombre se llama Terrence Malick, su confesión, compartida o no, merece ser escuchada, vista y porque no, adoptada. Pues las verdaderas respuestas, las existenciales, aparecerán, solo que será demasiado tarde para que podamos escribirlas.
"El Árbol de la vida” es una película, es verdad, pero también es la más intimista manifestación que un hombre le ha hecho al mundo exponiendo su punto de vista sobre el significado de la vida, sobre la importancia de nuestro pasar y sus esperanzas sobre lo que vendrá después. Y si ese hombre se llama Terrence Malick, su confesión, compartida o no, merece ser escuchada, vista y porque no, adoptada. Pues las verdaderas respuestas, las existenciales, aparecerán, solo que será demasiado tarde para que podamos escribirlas.

7,6
118.678
9
7 de noviembre de 2011
7 de noviembre de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cisne Negro no es otra cosa que una adaptación de “El Lago de los Cisnes” desde la innovadora, morbosa y postmoderna visión del variopinto y talentoso director Darren Aronofsky.
Hay que reconocerlo, este tipo tiene personalidad y unas pelotas gigantes para jugarse con las historias como lo hace en este y en casos anteriores. Su filmografía variada e interesantísima así lo confirma.
En esta oportunidad y apelando a su extravagancia, Aronofsky toma la obra de Tchaikovsky y le da un giro drástico, modernizador, contemporáneo. Lo que otros directores hubiesen llevado al ortodoxo literario, Aronofsky lo arrastra a un thriller psicológico haciendo una constante metareferencia entre su historia y aquella de la que se nutre su inspiración.
Natalie Portman colabora enormemente en un papel para los anaqueles de la actuación, acompañada por un guion delicioso, que se estanca en el promedio del film, pero que toma un impulso narrativo y emocional que lo hacen llegar a la cúspide en sus instantes finales.
Quizás, Vincent Cassel puede quedar un poco desacomodado en un rol en el que nunca parece encajar, pero eso no opaca el tremendo aporte de Portman, la soberbia compañía de Kunis y la brillante interpretación secundaria de Barbara Hershey (ya deslumbrante en su erótico papel de “La Ultima Tentación de Cristo”). No es casualidad que, en su mayoría, las actuaciones en las películas de Aronofsky sean tan poderosas, su cine y su pulso son grandes responsables de esto, sino recordar el luchador de Mickey Rourke, el esposo desesperado de Hugh Jackman, las maravillosas Jennifer Connelly y Ellen Burstyn de “Requiem por un sueño” y el ignoto pero cautivador Sean Gullette de “Pi, Fe en el Caos”. Este tipo tiene algo especial y el tiempo le dará el reconocimiento que ya está gestando.
Su Cisne Negro es una cautivante obra, un ballet de dolor y belleza que nos arrastra con las notas de Tchaikovsky retocadas por una banda sonora absorbente de Clint Mansell, entre pisadas sin ruido de zapatillas de baile y lagrimas que junto a las gotas de sangre desembocan en un final que nos invita a ponernos de pie, junto al publico que grita por Nina, por Portman, por Aronofsky, por su cine.
Porque como lo dice el personaje de Cassel, la perfección no está en lo impecable, sino en lo impreciso, en lo fallido, en la seducción del error, en disfrutarlo, en sentirlo. Como se debe sentir este Cisne Negro.
Hay que reconocerlo, este tipo tiene personalidad y unas pelotas gigantes para jugarse con las historias como lo hace en este y en casos anteriores. Su filmografía variada e interesantísima así lo confirma.
En esta oportunidad y apelando a su extravagancia, Aronofsky toma la obra de Tchaikovsky y le da un giro drástico, modernizador, contemporáneo. Lo que otros directores hubiesen llevado al ortodoxo literario, Aronofsky lo arrastra a un thriller psicológico haciendo una constante metareferencia entre su historia y aquella de la que se nutre su inspiración.
Natalie Portman colabora enormemente en un papel para los anaqueles de la actuación, acompañada por un guion delicioso, que se estanca en el promedio del film, pero que toma un impulso narrativo y emocional que lo hacen llegar a la cúspide en sus instantes finales.
Quizás, Vincent Cassel puede quedar un poco desacomodado en un rol en el que nunca parece encajar, pero eso no opaca el tremendo aporte de Portman, la soberbia compañía de Kunis y la brillante interpretación secundaria de Barbara Hershey (ya deslumbrante en su erótico papel de “La Ultima Tentación de Cristo”). No es casualidad que, en su mayoría, las actuaciones en las películas de Aronofsky sean tan poderosas, su cine y su pulso son grandes responsables de esto, sino recordar el luchador de Mickey Rourke, el esposo desesperado de Hugh Jackman, las maravillosas Jennifer Connelly y Ellen Burstyn de “Requiem por un sueño” y el ignoto pero cautivador Sean Gullette de “Pi, Fe en el Caos”. Este tipo tiene algo especial y el tiempo le dará el reconocimiento que ya está gestando.
Su Cisne Negro es una cautivante obra, un ballet de dolor y belleza que nos arrastra con las notas de Tchaikovsky retocadas por una banda sonora absorbente de Clint Mansell, entre pisadas sin ruido de zapatillas de baile y lagrimas que junto a las gotas de sangre desembocan en un final que nos invita a ponernos de pie, junto al publico que grita por Nina, por Portman, por Aronofsky, por su cine.
Porque como lo dice el personaje de Cassel, la perfección no está en lo impecable, sino en lo impreciso, en lo fallido, en la seducción del error, en disfrutarlo, en sentirlo. Como se debe sentir este Cisne Negro.
Más sobre darth_matu
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here